Alejandro Casona (1903 – 1965) el de la abuela. (Saliendo feliz.) ¡Tres platos otra vez!... ¡Tres platos...! (Ricardo la mira ir embelesado. Estela en silencio pone el otro plato.)
ESTELA y RICARDO RICARDO. Deliciosa mujer... ¡Qué garbo a su edad! ESTELA. Va a cumplir setenta años de juventud. RICARDO. ¿Y es siempre así? ESTELA. Siempre; en el buen tiempo y en el malo. Hay árboles que nunca pierden las hojas. RICARDO. Son ustedes un pueblo tranquilo y fuerte. En las granjas he visto muchachas haciendo trabajos de hombre y cantando al mismo tiempo. Todas tenían una sonrisa clara y los pañuelos dispuestos al saludo. Todas tenían los ojos azules. ESTELA. Es de tanto mirar al mar. ¿Le gusta el país? RICARDO. Acabo de conocerlo y ya quisiera que fuera el mío. ESTELA. Gracias. RICARDO. Tío Marko me dijo que usted también trabaja. ESTELA. No es ninguna maldición. ¿Qué haría si no? RICARDO. Pero más de lo que pueden resistir esas manos. Incluso cultivar la tierra. ESTELA. Bah, un pequeño huerto, ahí mismo. RICARDO. ¿Hacía ese trabajo antes? 44