Revista Cinegramas - Nº.45

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os t e l ^ r a m a s de las Agencias peñodíeticaa han precedido a loa comunicados oficíale»» de los Artistas As(>ciados. Mucho antes de que éstos comunicasen a la Prensa la próxima llegada de W a l t Disney a Paris, los lectores de esta misma Prensa conocían y a la gran nueva. París no es una ciudad capaz de alterarse por no importa qué cosa. Pero París .se ha sentido por unos días un poco más inquieto que de costumbre. L a noticia de la llegada d«l creador de Mickey se ha esparcido vertiginosamente, no por medio de grandes titulai-es rej)orteriles, sino de boca en boca. París, que recibe con una indiferencia un poco estudiada las figuras internacionales más visibles, ha sabido medir exactamente la importancia de W a l t Disney y le ha otorgado sus mejores reverencias. J

A la invitación de los Artistas Asociados acudió ima gran cantidad de piériodi.stas a los salones del Hotel Crillón. Sería un poco pretencioso dar l(js nombres de lo más saliente que v i n o a ver al animador de Mickey y de esa serie maravillosa de Silly Symphonies que, con los films de Charles Chaplin, quedan como lo más depurado y clan) de todos los clásicos del cinema. Contrasta realmente la .sencillez de este mozo de treinta y cuatro años, que ha logrado jxtsiciones internacionales bien sólidas con la afectación y la prestancia insincera de esa pléyade de vedettes que llegan de Hollywood en jilan de exhibicionismo publicitario. W a l t Disney se movía

adelante .se presentará a sus espectadores en igual forma- que mis otras producciones. A propósito de esto, alguien cuenta una anécdota que tiene como protagonista al celebre Toscanini y a Mickey, en su primer film en colores. H a c e unos días, el gran director de orquesta fué invitado en l^)ndres a visionar L a Fanfare. primer dibujo en colores de Mickey Mouse. Aun no había desaparecido de la pantalla la palabra «fin», cuando se oyó gritar a Toscanini: *¡Magnifico! ¡Fantástico! Non e posible! ¿Puedo ver otra vez esta obra rrtaestra?* Mickey aparei'ió una segunda vez en la pantalla, ante la gran alegria del gran músico, que no cesaba de patentizar su admiración y de repetir que Disney era un hombre genial. Un §ran film dr dibujos aaimados —Tencm<»s n<Jt icias de que piensa realizar usted—hemos dicho a Disney—un film de gran metraje. --Precisamente debo comenzar a trabajar .sobre él a mi r ^ e s o . Se trata de im gran film de dibujos animados, que durará una hora y diez minutos do proye<'ción.

Wall l>isn«->. f\ célebre creador de «Mickev.» ha íenido la geiilileza'dr dedicar a los lectores de t^INfcX.K.^MAS esta fotografía que nos complacemos en publicar

Kl dibujo animado no debe ser triste

ágil y de.senvueltamente j « ) r entre la g'^nte, que le interrogaba con los ojos pidiéndole una sonrisa o mostrándole una fotografía para (j[ue la firmase. Disney, c<»n empaque y gestos de protagonista de películas deportivas y sentimentales de su país, tenía para todo el mundo la frase adecuada y la sonrisa exacta. En el momento del champán y los bocadillos, quedamos solos con W a l t DLsney y tres o cuatrt compañeros más en una habitación. Es el momento de preguntarle cosas, de conocer sus coluienzos, sus luchas, sus proyectos. — H e venido a Francia a pasar mis vacaciones de verano. Aiuique estuve en ella casi un año dorante la guerra, las «mdiciones en que me desenvolvía me impidieron conocerla a f<indo. Pienso visitar Alsacia y toda la Costa Azul. —¿Por mucho tiempo en Europa? •—í)esgra*'iadament«, no. M primen» de Agosto debo llegar a Hollywood, en donde me &si)eran mis com[m)miw:s a<lquiridos con United Artists. —¿Viene directamente desde América? - N o , he pasado unos días en Ixmdres. En este momento, uno de los fotógrafos que le acechan con mayor insistencia nos cuenta cómo al llegar W a l t Disney al Boui^ct y descender del avión que le hal>ía traído de Londres, cuando los fotíígrafos, la plana mayor de Artistas AsíK'iados en París y algunos periodistas, se acercaron a él, éste, con un gesto rápido y deportivo de gángster americano, sacó una ametralladora de bolsillo y comenzó a disparar fotografías, ante la sorpresa de todos. Nuestro fotógrafo, recordando el incidente, nos refería el cuento del cazador cazado. — ¿ N o irá usted por España?^—^preguntamos nosotros, seguros del interés que su respuesta puede tener para miles y miles de españoles. —En esta ocasión no me es posible ha<'erl(»; pero trataré de realizar un viaje p<»r su pais en mi próxima visita a Europa. —Se ha dicho que, en lo sucesivo, todos los films de Mickey Mouse serán en colores, como las SiUy SymjAonies. ¿Qué hay de cierto en ello? —Efectivamente, Mickey ha comenzado y a a tener un color más alegre que el blanco y el negro en que hasta ahora se movía, y de aquí en

—^¿Sobre qué temn? — Su asunto girará en turno a la historia <!<• una pequeña priiKJesa, Flor de Nieve, y de Siete Barbudos. —Es decir, que, por esta vez, sus personajes serán .seres humanos. —Sí; todos ellos representarán figuras de hombres y mujeres, aunque no estoy .seguro de jM»der eludir la iuterven<;ión de Animales en mí fábula. •—^¿Qué opinión le merecen los film de dibujt>s animados de Europa? — N o puedo juzgarles, porque hasta la fecha no he podido ver ninguno. Alguien ha hablado de esas dos bandas maravillosas que ha dado el cine europeo. Una de ellas es Idea, película de Vartoff, basada en el libro de dibujos de Franz Masserel. L a otra es Utm noche en el Monte Ccdvo. poema de imáge nes animadas, de Alexieff y miss Parker, sobre la música de Mussorgsky. La primera es una cosa de tendencias net H mente sociales. lya segunda es una innovación dentni del cinema. Se trata del primer intento de grabado animado. W a l t Disney lamenta no haber podido ver estas doe obras. Sin embargo, precisa sus principifís:

- Y o nfi creo que el diVnijo animsílo debe ser dramático. Por el contrario, creo que debe poseer u n a gran cantida<i de hmnorismo, de sentimiento, de emoción, de magia, de m a r a v i l l a . . Cret» que el público, hoy por hoy, no pide td dibujo animado <|ue sea una ctjsa triste. h-A gente se abedanza sobre nosotros. Se ha vaciado una gran cantidad de botellas de champán y se ha comido de firme. K o y Disney, hermano y menager de W a l t , nos hace ver la fatiga que siente el gran arti.sta. A las 14,45 U ^ ó en avión al aen'Kiromo del Btmrget. A las 17 del mismo díanos re<'ibía en el Crillón. A l día siguiente le esfieraban los miembnis del Comité Internacional j)ara la Difusión Artística y Literaria por la Cinematografía (C. I . D . A . L . C.) Un día después, a las tliez de la mañana, se celebraba una gran fiesta infantil en el (üaiuntmt Palace, en presencia de más de seis mil niños, bajo el patntnato d d Sindicato de la Prensa Parisiense, de la A»o<-iación Profesional de la Prensa Cinematográfica, de C. 1. D. A . L. C , del Fígaro, del Teatro del Petit Mouíle y de los Artistas Asocidtlos. Efectivamente, no era el momento de insistir sobre todas las cuestiones que nos habría interesado plantear a W a l t l)i.sney. N o s alejamos del (Yillón, no sin haber traído con nosotros una foto dedicacla a <jfNn<iRAMAS que IKÍS ofreció el genial artista. L a Prensa de los días siguientes nos ha puesto al ííorriente de varios hechos itnportantes: I . " C. I . D. A . l i . C. ha concedido una gran medalla de ort» al inventttr de Mickey Mouse y SiJly Symphonies. 2.0 NN'aIt Disney y Louis Lumiére se han encontrad*» por primera v e z y han hablado cordialmente ante el inicixi y el objetivo; y 8." IJOS ItKitores del periódico infantil Le Journcl, de Mickey, han ofrecido, por medio de su Redacción, un libn» de oro a W a l t Disney, en el que se han recogido miles y miles de cartas dirigidas al padre do Mickey, y en las que sus pef^ueños admiradores le patentizan su entusiasmo y su gozo, y le expresan su agradecimiento por el placer que les proporcionan sus films de dibujos animados. Estos hechos dicen en favor de W a l t Disney y su obra mucho más que totla la literatura que se ha hecho en t o m o suyo. JtJAN P I Q U E R A S Paris y Junio de 1935.


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