Qué harías si no tuvieras miedo

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y cumplir con sus desmesuradas exigencias. Como todos bien sabemos, nuestra existencia se asienta sobre un sistema monetario. Y ello conlleva que tengamos que trabajar para ganar dinero con el que sufragar nuestros costes de vida. Por esa razón hay quienes dicen —medio en broma, pero muy en serio— que «la esclavitud no se ha abolido; tan solo se ha puesto en nómina». Como si de un «tiovivo laboral» se tratara, nuestra vida gira alrededor del trabajo. Y en la mayoría de países industrializados, se considera que una persona es apta para entrar legalmente en el mercado laboral a partir de los 16 años. En España, por ejemplo, más de 23 millones de seres humanos cumplen actualmente con este requisito.57 De estos, 5,6 millones figuran en la lista del paro, 2,7 millones son funcionarios de la Administración Pública y 3,1 millones están dados de alta como autónomos, desarrollando su función profesional por cuenta propia. Los 11,7 millones restantes trabajan como empleados para alguna empresa.58 Cabe señalar que en ninguna estadística oficial se contabiliza el número de dueños de negocios, accionistas o inversores que operan en este país.

UNA VISIÓN DE LA EMPRESA DESFASADA Dado que la gran mayoría de compañías contemporáneas han nacido y se han desarrollado en base a la cosmología materialista de la Era Industrial, en general suelen funcionar como mecanismos deshumanizados, orientados a maximizar el beneficio de sus propietarios. De hecho, cada vez que entramos a trabajar en una empresa quedamos imbuidos por la forma en que se hacen las cosas en dicho lugar. Es decir, por una serie de creencias (que condicionan nuestra forma de pensar); de valores (que influyen en nuestra toma de decisiones y conductas); de prioridades (que establecen lo que se supone que es más urgente e importante), y de aspiraciones, que marcan aquello que en última instancia debemos conseguir. A esta manera de actuar dentro de una compañía se la llama «paradigma organizacional». Y es la raíz desde la que se crean y consolidan unas determinadas jerarquías, estructuras y procedimientos que condicionan su función y su funcionamiento. Y ahora mismo, la mayoría de empresas del planeta se rigen inconscientemente según el «viejo paradigma organizacional». Nos referimos a la visión materialista


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