Proverbios de Frans van Deursen

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PROVERBIOS 1 AL 9: MANUAL PARA SU USO Y APLICACIÓN

educativa. Habla a sus lectores -principalmente jóvenes- no con un insulso sermón moralista, sino, entre otras cosas, con un relato ocurrido realmente, que él mismo había visto acontecer ante su propia ventana. Un joven necio fue engañado por una mujer ramera. Salomón cuenta tan vivamente esta historia verdadera que nosotros mismos casi nos imaginamos estar ante esa ventana. Uno experimenta el ambiente de aquel anochecer. Vemos a la peripuesta mujer caminar impaciente de acá para allá. Oímos cómo engatusa a su víctima con palabritas cariñosas, y, como esposos, observamos con terror cómo el pobre idiota, con los ojos abiertos, cae en su red. En Pr. 5 oímos el gemido con que termina la necedad de tales hombres, y el remordimiento con que finalmente claman: «¡No escuché la voz de los que me instruían!», vs. 13. Así de intuitivamente nos da aquí Salomón una ilustración acerca de esa amenaza constante de nuestra felicidad matrimonial. Texto más atractivo para una predicación sobre el séptimo mandamiento difícilmente lo podrán encontrar los predicadores. La sabiduría que Salomón nos transmite aquí, de la mejor manera posible, acerca de la vida matrimonial y sexual, ¡vale su peso en oro después de tantos siglos! Sobre todo, porque entre la situación en que el antiguo Israel vivía y en la que nosotros momentáneamente nos encontramos, existe más concordancia que la distancia en el tiempo haría sospechar realmente. Israel vivía en el antiguo Cercano Oriente, en un mundo al menos igual de sexual que el nuestro1. Aquel mundo se encontraba respecto a la Palabra de Dios acerca de la relación hombre/mujer, en el mismo aislamiento que nosotros. Por eso, la sabiduría que hay en la Palabra cuadra tan sorprendentemente en nuestra sociedad actual, en la que ese espíritu de ‘haz lo que quieras’ («permisividad») mina progresivamente las buenas costumbres. En este capítulo queremos considerar: Primero, cómo, según Pr. 5 al 7, comienza siempre la necedad del adulterio y prostitución. Segundo, cómo terminan casi siempre. Y, tercero, cómo uno puede armarse contra ellos. 1. ¿Cómo comienza siempre esta necedad? Se hace de noche. En la pequeña ciudad israelita impera la animación bulliciosa que precede diariamente al caer la 182

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