La palabra de Dios evidencia aquí su enseñanza: la obediencia debe ser ciega e irracional,13 la hipocresía, muda y alevosa.14
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O se arriesga a la muerte, tal como les sucedió a los profetas muertos por los leones enviados por Dios cuando, intentando ser buena gente, se negaron a secundar las peticiones absurdas de un profeta mentiroso y de otro masoquista que dijeron hablarles en nombre de Dios. 14 A la chita callando, Ajab, fingiendo arrepentimiento mediante el atrezo adecuado, salvó el trasero y traspasó el castigo divino hacia su hijo inocente. La historia humana, antigua y actual, es muy prolija en casos que documentan lo mucho que le placen a Dios los hipócritas y lo bien que les protege.
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