El legado pedagogico del siglo xx para la escuela del siglo xxi

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Implicaciones educativas de la teoría de Piaget Numerosos autores han destacado la influencia que esta teoría psicológica ha ejercido sobre las teorías y las prácticas educativas (Bruner, 1988b; Carretero, 1993; Coll, 1983; Hernández Rojas, 1998), en un siglo caracterizado por la expansión de la educación hacia un número cada vez mayor de personas y de ámbitos, y por un creciente interés por las cuestiones educacionales. Además, la progresiva constitución de la pedagogía y de la psicología como disciplinas científicas ha seguido un proceso en el que esta última fue ocupando un espacio central como saber desde el cual fundamentar y legitimar las teorías y prácticas de la enseñanza (Kemmis, 1988; Popkewitz, 1994; Walkerdine, 1984). Dentro de este marco, la psicología genética, en tanto teoría que permite explicar los procesos a través de los cuales los sujetos construyen su conocimiento, ha tenido mucho que decir y se le ha hecho decir mucho también. Las aplicaciones educativas de la psicología genética comienzan a realizarse a partir de la década de los sesenta. Aunque existen intentos anteriores, entre los que cabe citar el de Aebli en los cincuenta (Aebli, 1951), ha sido básicamente en los últimos cuarenta años cuando se han efectuado la mayor cantidad y las más significativas propuestas de aplicación de la obra piagetiana en la educación. En este sentido, Hernández Rojas (1998) ha señalado que pueden diferenciarse tres períodos que caracterizan estos intentos. Así, las primeras propuestas, en los años sesenta, constituyeron meras extrapolaciones de la teoría, en las que ésta se utilizó en forma global o superficial, «dado que se retomaban aislados algunos de sus aspectos o bien se hacían generalizaciones demasiado amplias» (op. cit.). Un segundo momento corresponde a las interpretaciones de tipo literal, «en el sentido de que se apegaban demasiado al texto (considerado doctrinal) y asumían una actitud aplicacionista unilateral» (op. cit.). Ya en la década de los setenta y ochenta comienzan a efectuarse lecturas más críticas y libres de la teoría en relación con la situación educativa, que dieron lugar a planteamientos diferentes. Entre ellos, comienza a hacerse hincapié en los aspectos funcionales de la teoría, se toman en cuenta los contenidos escolares para efectuar investigaciones sobre la construcción del aprendizaje en diferentes dominios y se inician estudios relativos a los factores interaccionales y contextuales que inciden sobre los procesos de aprendizaje y cambio conceptual. En los últimos años, numerosos investigadores se han dedicado a reseñar y analizar las aplicaciones, implicaciones y usos de la teoría de Piaget en la educación. Entre ellos cabe señalar trabajos en los que se han clasificado y analizado las aplicaciones e implicaciones educativas desde una perspectiva psicoeducativa (Coll, 1983; Coll y Martí, 1990; DeVries y Kohlberg, 1987; Hernández Rojas, 1998; Marro, 1983) y otros en los que las aplicaciones y usos educativos de la psicología genética se han analizado desde una perspectiva histórica (Caruso y Fairstein, 1996, 1997; Vasconcelos, 1997; Veras Soares, 1997). Asimismo, se han utilizado diversos criterios para agrupar las implicaciones educativas de la teoría de Piaget: según el aspecto del proceso de enseñanza sobre el que inciden o el tema de la didáctica al que se refieren en los trabajos de orientación psicopedagógica, o bien según el tipo de articulaciones con movimientos políticos o discursos sociales a las que dieron lugar las aplicaciones. 186


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