La princesa comprada del jeque sophia lynn

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sueño. Sin embargo, las dos noches siguientes, al llegar a casa, se la había encontrado en la cama viendo la televisión mientras lo ignoraba intencionadamente. La situación se había vuelto tan incómoda, que no había sabido cómo romper la tensión entre ellos; así que desde entonces, cada uno se había quedado en su rincón de la casa y de la cama, cruzándose solo cuando no quedaba más remedio y evitándose el resto del tiempo. Pero aquella situación no podía durar eternamente. Después de todo, de vez en cuando tendrían que hacer cosas juntos, como aquella misma noche. Si actuaban con tanta frialdad hacia el uno y el otro, la gente acabaría dándose cuenta, y lo último que quería es que unos desconocidos especulasen sobre el estado de su matrimonio. Karim intentó mirarla a los ojos cuando atravesaron el vestíbulo, pero ella iba con el cuello estirado y los ojos clavados la rejilla en forma de panal de la planta del hotel. Parecía extenderse hasta el infinito. Subía tan alto que ni siquiera podía verse el techo desde donde estaban. Las capas de hielo se agrietaron por momentos cuando sus ojos se llenaron de admiración al observar el diseño del hotel. —Increíble, ¿verdad? El rostro de Alice volvió a adquirir un gesto imperturbable. —Supongo que sí —dijo cuando se subieron al ascensor. Karim contuvo un suspiro. —Yo colaboré en el diseño del hotel. —Ah, ¿sí? —Un destello de interés cruzó su mirada por unos instantes, pero Alice tan solo se miró las uñas, como si estuvieran hablando de algo intrascendente. Karim sintió como si le hubieran dado una puñalada en el corazón. A ella siempre le gustaba escucharlo cuando hablaba de arquitectura, y ahora estaba actuando como si ni él ni su gran pasión le importaran lo más mínimo. Tenía que hacer algo para solucionarlo.


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