Roberto Party

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Rana. Bajo el terrible sol del verano en una pileta familiar, había una rana reposando panza arriba en el agua fresquita. Esta rana todos los días al salir el sol tomaba un refrescante baño sin que la familia dueña de casa se diera cuenta: chapoteaba en el agua, agitaba sus patas y hacía la “plancha”, muy feliz por disfrutar en la pileta ella solita. Un día en especial, cuando la familia sintió ruidos en el agua, se percató de la intrusa y entonces, muy enojados, salieron todos a tratar de sacarla: papá, mamá, hermanito, hermanita y mascota (perro) que también ladraba desesperado… Cuando llegaron a la piscina y trataron de expulsar a la rana, ésta se puso furiosa y muy mala, sus ojos se


volvieron de color rojo y de ellos salieron rayos laser que apuntaban a la familia; también les tiró una bolsa llena de basura, unos salvavidas, una caja de hamburguesas, un gato, una cartuchera, un equipo de música y por último un balde con 5 litros de helado… La familia muy asustada decidió no molestar nunca más a la rana y se comieron el helado que estaba riquísimo!!! Ahora conviven todos juntos en paz y armonía.

Panza Un niño llamado Toby tenía dos alas con plumas de color blancas en la espalda y aparte, también tenía una panza con dos ojos, una nariz y una boca que


siempre sonreía. La panza de Toby era muy amiga de todos y cuando quería comer algo especial, le decía a su dueño. Pedía una torta, otras veces un jugo, un helado, un bistek, un espárrago y muchas gaseosas muy dulces. Pasado un tiempo Toby se levantó con sus alas muy desplumadas, porque había tenido una pesadilla y se dio cuenta que su amigo Panza no estaba; lo empezó a buscar y a llamar por todo lados pero la cara de panza se había borrado por completo. Toby le dijo a sus padres que lo llevaran al médico. Luego de revisarlo, el doctor informó: - la cara de panza ha desaparecido por comer mucha comida chatarra… Y empezó a anotar en un papel, una dieta especial para que comiera menos azúcar. Poco tiempo después la panza empezó a dibujarse otra vez en el ombligo de Toby y con una gran sonrisa le dijo: - te quiero y te extrañé mucho.


Pie Grande. A Pie Grande le gustaba tomar largos paseos por el parque; juntaba la basura, le daba agua a los pájaros, a los camellos, a los chanchos y a los ancianos que dormían en el piso. Un día Pie Grande vio que habían muchos niños haciendo un picnic y les preguntó: niños!!! ¿qué están comiendo? Los niños respondieron comemos pororó, y sanguches de milanesa. Entonces Pie Grande se


enojó mucho y empezó a gritar -HAAAAAAAAAAA!!!! No me gusta el pororó ni los sanguis a mí me gusta la Pizza mozzarella y empezó a correr a todos los niños tirándoles barro, les mordió las mochilas y les pisó todo el picnic. Los niños corrieron aterrorizados y desde ahora, cuando van de picnic al parque, siempre recuerdan llevar una pizza de mozzarella para que Pie Grande nos les pegue ni les tire barro.


Nancy Awi. Nancy Awi era una niña que tenía muchas, muchas mascotas en su habitación: había un cocodrilo, un


oso polar, un chancho jabalí y hasta un tiburón que dormía en una pileta que ella misma armó adentro de su pieza. Todos vivían muy felices y eran grande amigos; armaban rompecabezas, jugaban a los jueguitos, tomaban la leche con pan y mermelada y sobre todo se daban grandes abrazos de buenos amigos. Una noche de navidad en donde todos dormían en paz y armonía comenzaron a sentir ruidos en el techo, el chancho jabalí que fue el primero en escuchar los ruidos exclamó - ese no es Papá Noel y fue a ver. Se encontró que eran 3 ladrones que estaban bajando por la chimenea. HEEEE!!!! dijo el chancho jabalí y, tomando mucha velocidad empujó a uno de ellos que cayó dentro de un tacho de basura lleno de gusanos; luego el cocodrilo mordió con todas sus fuerzas al otro ladrón tirándolo por la ventana para que cayera dentro de un pozo de agua maloliente; por último el oso polar esperó que bajara el tercer ladrón quién pidió que por favor no le hicieran nada. El oso polar no le hizo caso y le pisó la cabeza con su gigantesca pata; así los tres ladrones huyeron despavoridos y jamás volvieron a robar.


Planeta. Un día un papá muy malo le explicaba a su hijo que existían dos planetas: uno Negro, donde vivían todas las personas de color y otro Blanco donde estaban las otras personas. El niño, muy enojado por lo que había dicho su papá, empezó a dibujar mucho, mucho viento y de


allí surgió un nuevo planeta que se llamaría el Planeta Tortuga en el cual podríamos vivir todos juntos y felices para siempre.

Viejo de la bolsa.

En la ciudad vivía una familia de viejos de la bolsa. Cada uno juntaba cosas diferentes: botellas, cartones, papeles y latas. El viejo de la bolsa de botellas reunía botellas de plásticos y de vidrio; el viejo de la bolsa de cartón amontonaba cajas de zapatos, cajas de televisores, de heladeras, cartones duros y cartones blandos. El viejo de la bolsa de latas apilaba: latas de gaseosas, de jugos y de


comida envasada, y por último el viejo de la bolsa de papel agrupaba: cuadernos, carpetas, libros rotos y sobres de cartas. Todos los días la familia de viejos de la bolsa juntaba todas estas cosas para poder construir el castillo que soñaban. Así fue que llegado el momento pudieron terminar de construir su gran fortaleza, pusieron un pelotero e invitaron a todos los niños del barrio para festejar en la gran mansión reciclada.


Escarabajo. En una plaza vivĂ­a un escarabajo solitario. Siempre estaba solo y de mal humor, jamĂĄs convidaba su


merienda cuando se lo pedían y si los demás insectos lo venían a buscar para salir a jugar, él les pegaba con un palo de escoba. Un día el cielo se puso muy negro, comenzó a llover, caían grandes piedras y granizos, y el escarabajo comenzó a sentir mucho miedo porque no tenía a nadie que lo acompañara debido a que había sido malo y egoísta. Ahora aprendió una gran lección sobre ser un mal amigo insecto.


Coco Coco era un cuaderno viajero. PodĂ­a viajar a todos lados llevando sus hojas llenas de dibujos y cuentos


que ponían contento a todas las personas tristes del mundo. Coco era un cuaderno que tenía piernas y brazos y con una mochila recorría el mundo entero. Cuando los caminos se cortaban por el mar o por el aire, Coco armaba con sus hojas barcos y aviones asegurándose de que a cada uno de los niños que se sintieran tristes, le llegara un dibujo que los pusiera felices.


Oso gomoso. Pedro era un oso que tenía ocho años, nunca se quería bañar y tampoco le hacía caso a sus padres. Su pelo era de color verde y su piel era gomosa como un chicle porque estaba repleta de mugre; tenía pegados caramelos, hojas, cartón, alambre, computadoras, tierra, plantas y medias de todo tipo y color.


Pedro jugaba solo porque ya nadie se quería juntar con él; tenía mocos y muchas moscas que venían a buscarlo por el olor a podrido que tiraba su pelo. Así fue que un día todos los compañeros de Pedro iban a ir a un tobogán de agua para divertirse y festejar el verano. Pedro pensó! y le dieron muchas ganas de ir pero cuando quiso levantarse del piso ya no podía, estaba totalmente pegado al suelo debido a la suciedad gomosa que traía. Pedro el oso empezó a llorar y a gritar de bronca ya no se podía ni mover de la mugre; así fue que los vecinos trajeron una grúa, unos ganchos y unas sogas, lo ataron y todos tiraba pero el oso no se despegaba. A su amigo tapir se le ocurrió traer una espátula gigante de esas que usan en las panadería para despegar el pan de las fuentes, de esa manera poco a poco fueron despegando al oso que se sentía cada vez más avergonzado por ser tan sucio.


Roberto Party. Roberto era un niĂąo que siempre estaba de fiesta en fiesta. Iba a todas los festejos por mĂĄs que no lo


invitaran; le gustaba aplaudir, silbar, bailar, tomar gaseosas y comer muchos dulces. Para Roberto todos los días eran carnaval; nunca hacia las tareas y no le importaba ayudar a su mamá con los quehaceres de la casa. Su pieza estaba siempre llena de globos inflados de todos los colores, bolsas con sorpresas, caramelos, serpentina, espuma, latas de gaseosas, chicitos, palitos, conitos y tortas de cumpleaños. Entre fiesta y fiesta Roberto no se daba cuenta que iba creciendo y que siempre repetía primer grado. Era el único niño que tenía 16 años con compañeritos de 6; al darse cuenta agachó la cabeza y se puso triste, había hecho todo mal desde un primer momento. Como ya no lo podían recibir en la escuela ahora a Roberto le tocaría trabajar, levantarse temprano y ser responsable si quería que su vida cambiara.



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