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España de vocaciones

04/08/2013 Después del debate protocolario y obligado por el guión del bipartidismo, sus señorías se han retirado a sus casas de veraneo, a la espera de que el pueblo llano se olvide de lo sucedido y retome Septiembre como si nada

Han despachado, tanto unos como otros, el asunto del encarcelado, como si se tratara de una discrepancia en torno al color y el bordado del uniforme que deben llevar los miembros del coro. La primera voz del coro, acudió con cara de poker, para justificar que las diferencias del bordado se debían a un error de interpretación del sastre, que había quedado en cobrar más barato que el de la competencia y al final se llevó algo más que los beneficios, muy por encima de lo establecido en el mercado. Los chicos del coro, se han lamentado por la mala imagen que todo eso representa cara al público y las consecuencias que conlleva, dado el malestar reinante en el coro y los correspondientes desafines a la hora de interpretar las partituras señaladas para cada solemne ocasión. Otros han clamado al cielo, por las diferencias de color en los bordados, algo inaceptable cuando de hilo de oro se trata y cuando todos deben llevar lo mismo.

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La primera voz del coro, cuenta con el apoyo de la mayoría de las voces, sean bajos, contrabajos o tenores, el resto de la parranda, son simple relleno del dudu-a o el tara-ri. Tanto unos como otros son miembros del coro y para cantar, lo que se dice cantar, se ven obligados a seguir a la primera voz del coro, la partitura siempre es la misma, la nacida del consenso y los Pactos de La Moncloa. La que en su día fijaron ese reducido grupo que representaba a la oligarquía dominante, esos que no van a devolver el dinero del rescate, esos que suben o bajan los precios, los que fijan los salarios, los que deciden el destino de los que votan a sus lacayos.

La vocación de súbditos no es nueva en los pueblos de España

Los mismos que los financian a sobres llenos con sobresueldos y que dan para mantener cuentas millonarias en paraísos fiscales forrándoles los bolsillos hasta rebosar, a fin de que gobiernen a su favor. No sólo se alimentan del sueldo que reciben del Estado, que se financia con los impuestos que pagan todos los ciudadanos, reciben comisiones de cualquier contrata y suculentos sobresueldos pagados por los sobornos del empresariado. La orquesta que forman sus votantes, sigue marcando los compases a pesar de haber bajado el volumen, pero mientras

suene la orquesta el coro no se disuelve, lejos de ello repite una y otra vez la misma canción al compás de la orquesta. Los pueblos de España parecen tener vocación de vasallos, a juzgar por la sumisión con la que aceptan las malas canciones de un coro tan desafinado y trasnochado, aún ebrio de tanto poder y riqueza que parece no haber conocido la resaca. Las minorías con vocación de perdedoras, se consuelan en la esperanza de la resurrección del Mesías, salvador de las desgracias que no cesan y amenazan con recrudecerse a la llegada de otoño. Algunos tienen vocación de 15M, y esperan que la valiente muchachada se agarre un buen cabreo y la emprenda a pedradas, pero ni unos ni otros tienen vocación de dejarse la piel en la calle. Los pueblos de España tienen vocación de ser buenos ciudadanos y servir a sus amos.