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Brasil nuevos tiempos

18/06/2013 Nuevamente, más allá de las organizaciones, las masas brasileñas salen a la calle a demostrar su indignación por todo aquello que consideran injusto, reivindicando una nueva forma de ejercer la democracia

La prensa brasileña y los medios digitales, comenzaron a tratar el tema de las movilizaciones como un asunto de orden público, ya que para ellos se trataba de vandalismo juvenil. Al principio hablaban de unas 5 mil personas que 24 horas después han pasado a ser 250 mil en todo el país, para reducirla a menos del 1% de la población, las imágenes de Rio de Janeiro hablan por sí solas, la toma de la plaza del Congreso en Brasilia también. Detrás de las manifestaciones estaban organizaciones de masas de escasa y reciente implantación, salvo el MPL (Movimiento Pase Livre) que realmente es una anécdota en el tiempo, la organización más importante y decisiva para el éxito del movimiento y su extensión por todo el país, se ha debido

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fundamentalmente, al Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), nacido de la expulsión por la izquierda, de la senadora Heloísa Helena del PT, el partido de Lula. A pesar de ser un partido minoritario (888.000 votos en 2010), ha ido trabajando como las hormiguitas en distintos frentes, con varias organizaciones de masas, una de ellas, el movimiento JUNTOS (juntos.org.br) que recogió la reivindicación del MPL y la devolvió a las redes sociales hasta alcanzar el éxito inesperado de estos días. PSOL ha calado entre los estudiantes, creando una corriente crítica contra los desvíos y desvaríos del PT, liderado por Lula y la política de inversiones faraónicas de Dilma Rousseff, actuando de aguijón en los escándalos de corrupción de los distintos gobiernos del PT, lo que le ha valido para ganar terreno y credibilidad.

La samba está indignada

Acompañando las movilizaciones también están de forma destacada los trotskistas del PSTU. Ante la avalancha inesperada de manifestantes y su contundencia, Lula se ha apresurado a decir que "la democracia no es un pacto de silencio", mientras Dilma aclara que "las manifestaciones son legítimas y propias de la democracia". Mientras tanto algunos medios, siguen hablando de vandalismo y anarquía, publicando las fotos más golosas, en las que se

destacan los siempre "inevitables" descontrolados destrozando cajeros. Las manifestaciones se han extendido por todo el país e incluso se han desarrollado en algunas capitales del mundo como A Coruña y Valencia, en España, París y Lyon, en Francia, Londres, Lisboa, Coimbra y Oporto, en Portugal, Berlín, Munich, Hamburgo y Fránckfort, en Alemania, Turín y Bolonia, en Italia, Denn Haag, en Holanda, Dublin, en Irlanda y Bruselas en Bélgica. Nada comparable con lo que se puede esperar, si prospera la convocatoria propuesta para el próximo día 28 de Junio. La excusa de la subida del autobús, ha dado paso a la suma indignaciones de otros sectores de la sociedad que siguen esperando justicia social y una redistribución de la riqueza que no llega, después de tantos años de presuntos gobiernos de izquierda. Lula y Dilma, parecen más preocupados por los Juegos olímpicos y las grandes tareas internacionales, que de resolver la desigualdad social y las grandes deficiencias de un país que se ha convertido en una gran potencia a cuenta de los oprimidos y los marginados en gigantescas favelas.