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El viejo topo

04/05/2013 El Viejo Topo era el nombre de una revista de la izquierda española muy leída (no sé si comprada) en los años setenta y que ha derivado en Editorial a partir de los noventa

El Viejo Topo, es una alusión a la clandestinidad, la vida oculta, de ese animalito que se come las raíces de la huerta, como si quisiera destruir lo sembrado por la mano del hombre, y que le convierte en enemigo del campesino sin serlo. Pero topo también es el infiltrado y el corto de vista. En los círculos de la izquierda (especialmente comunistas) se daba ese nombre a los artesanos de la clandestinidad, que con sus habilidades resolvían las contingencias improvisando y construyendo las herramientas necesarias para la lucha. Así los viejos topos, construían las "vietnamitas" (imprentas artesanales), necesarias para imprimir todo tipo de periódicos, panfletos, carteles, etc., mientras que otros acopiaban

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información sobre los conflictos en las fábricas, en las aulas o en los hospitales… La militancia en la clandestinidad, iba forjando a los militantes de la izquierda hasta convertirlos en viejos topos, que horadaban poco a poco la oscura y siniestra sociedad que imponía la dictadura, creando mecanismos de respuesta puntual. Uno de esos ejemplos me tocó vivirlo muy de cerca en unas circunstancias muy especiales ya que por aquel entonces aún vivía el dictador y nos encontrábamos cumpliendo el servicio militar obligatorio en A Coruña al principio de los años 70. Este viejo topo no había cumplido los 20 años, era catalán y anarquista, dotado de un fino olfato político y hábil a la hora de moverse entre los obstáculos. Después de los sondeos iniciales en búsqueda de complicidades y afinidades, una tarde logra reunir de forma aparentemente casual, a los soldados claramente de izquierdas de nuestra Compañía, que no era más que un retén de 12 soldados.

La izquierda necesita de imaginación y de artesanos

Había descartado a algunos de los "observados" por sus "peligrosos" destinos, recuerdo que uno de ellos fue precisamente Ramón Cotarelo García, que estaba destinado en

la oficina del servicio de Inteligencia, donde los soldados eran sometidos a un especial seguimiento por parte de la "secreta". Así que una tarde nos reunimos en el lugar acordado para tratar sobre los insistentes rumores de un ruido de sables en los cuarteles, como se conocía en la jerga de entonces a las sublevaciones de los generales. Analizado el asunto, decidimos constituirnos en un Comité de Soldados por la Democracia y sacar a la luz un llamamiento a todos los soldados exhortándolos a la desobediencia en caso de Golpe de Estado. Estamos hablando de rumores de un Golpe de Estado en la época de Franco, que tendría como resultado el nombramiento de Carrero Blanco como presidente del gobierno. La pregunta que nos hicimos, fue inmediata, de donde sacamos la tinta, el papel y la imprenta para hacer los panfletos? En qué local los imprimimos sin ser vistos y como nos financiamos? Nuestro Viejo Topo sacó una caja de madera y la puso encima de la mesa al tiempo que nos decía: "Esto es una imprentilla, cada uno de nosotros va a comprar una resma de papel, lo va a cortar en cuatro partes con lo cual hará 2.000 panfletos que le corresponderá repartir entre los soldados de la zona que le

corresponda, la tinta da de sobra, para imprimir las hojas te encierras en el retrete o vas a casa de alguien de confianza." La imprentilla es barata y la venden en cualquier librería, todo lo demás imaginación y compromiso.