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Teoría de la corrupción y III

28/02/2013 La transición se consolida con la segunda alternancia en el Poder, después de una intensa campaña de denuncias y calumnias marcadas por la corrupción, y la guerra sucia contra ETA, con las que se pretende desalojar a Felipe González del Gobierno

Podría decirse que España repetía la experiencia venezolana del Pacto de Punto Fijo, pero la situación es bien distinta, ya que el bipartidismo es consecuencia de los numerosos errores de la izquierda del PSOE y de la recuperación del centro político por parte del PP, lo que les ha permitido repartirse a sus anchas el aparato del Estado y el Poder Judicial. Cuando el PSOE llega al gobierno en 1982, tiene que pedir refuerzos a buena parte del PCE y de las organizaciones de su órbita para poder cubrir los cargos de libre designación y de confianza en las distintas administraciones del Estado, incrementando el número de funcionarios tanto en la

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Administración Central y en las CC.AA., lo cual le va a servir para contar con ejército de estómagos agradecidos y “fieles” votantes, pero a su vez algunos casos de corruptela y de enriquecimiento fácil. El primer escándalo de financiación ilegal de los partidos se lo apuntó el PSOE con el famoso caso FILESA, cuyo proceso judicial se desarrolló durante el mandato de José María Aznar, al cual poco después le salpicaría el caso Naseiro. Lo conocido hasta entonces es “pecata minuta” y un juego de niños, en comparación con lo que se descubriría después. Desde entonces ambos partidos han desarrollado distintas leyes de financiación y fiscalización de los partidos, sin que sirvieran de nada, lejos de ello ha dado pié a que la corrupción crezca, salpique al Poder Judicial forzando la dimisión de su presidente y acampe en los jardines del Palacio Real. Una de las causas más importantes, por las que se produce el actual estado de cosas, hay que buscarla en el control que ejerce el bipartidismo sobre el Poder Judicial. El reparto del Poder Judicial que había colocado a ambos partidos en cierto equilibrio y que les ha permitido hasta ahora salir airosos, o con condenas menores, que se archivan fácilmente en los cajones y en la memoria, se ha usado como arma arrojadiza entre unos y otros, pero les ha servido para no ser procesados tan fácilmente.

La corrupción ha de tener un castigo ejemplar

A pesar de todo ello, una cacería hace saltar por los aires ese equilibrio y pone en manos del PP el Poder Judicial. Baltasar Garzón es apartado de la carrera judicial, se paraliza la investigación del caso Gürtell, de rebote aparece el caso Bárcenas en Suiza y poco después el caso de los detectives en Barcelona. Si en la época de Felipe González eran los agentes de CESID los implicados en tramas oscuras, ahora conocemos la existencia de varias agencias de detectives que trabajan para los partidos como fontaneros de ocasión. Quien tiene, o quienes tienen en sus manos los datos que faltan por salir a la luz pública han administrado hasta ahora bien los tiempos, hay que reconocer en ellos una alta dosis de frialdad y conocimiento de los entresijos del Poder. Calibran perfectamente el impacto de lo que aparece en los medios y de lo que se dice en los juzgados, a fin de obtener los resultados que se esperan. Al final nos van a llevar a un laberinto sin salida que sirva para justificar el borrón y cuenta nueva, si es que alguna de las causas no ha prescrito o no son delitos penales, todos ellos graciables por el gobierno de turno.

No me canso de repetir, que todos los poderes del Estado deben ser elegidos por los ciudadanos, no es de recibo que la Familia Real sea intocable por activa y por pasiva, y que los jueces se los repartan los partidos otorgando premios a la fidelidad. Busque, compare y si encuentra otra democracia mejor… vótela.