Caminó delante de las tiendas de los chinos. Las frutas y verduras estaban apiladas contra las ventanas.Esparcirdos por la vereda había pedazos de cajones de madera, paja y periódicos viejos. Una mujer salió enojada de una tienda y le desparramó un balde de basura a sus pies. El viejo Underwood se acercó a mirar por las vi-‐ drieras y vió a los chinos sentados en pequeños grupos sobrw viejos barriles jugando a las cartas. Lo hicieron sonreir. Se quedó miran-‐ do, con la cara contra el vidrio y riendo tontamente.