Introducción La ubicación geográfica de Guatemala, sus características geológicas y la situación socioeconómica de la mayoría de su población, le hacen un país y una población altamente vulnerable a crisis socioeconómicas, políticas y ambientales. Así mismo, los altos índices de corrupción y la escasa voluntad política han debilitado la capacidad de planificación estratégica estatal para la resiliencia. Estos datos remarcan la necesidad de reforzar los sistemas de producción y distribución de alimentos para abordar la crisis alimenticia, sanitaria, económica y social profundizada por la pandemia que afecta de manera significativa a personas en condición de pobreza estructural. Una de las formas de lograrlo es formar liderazgos y solidaridad en organizaciones o instituciones para generar acciones que reduzcan y mitiguen el impacto de la pandemia. En estas condiciones llega la pandemia por coronavirus SARSCoV-2 (COVID-19), una crisis de salud global y socioeconómica que ha evidenciado impactos sin precedentes (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y desarrollo, 2021). Llega a Guatemala el 13 de marzo de 2020 (Organización Panamericana de la Salud, 2020) y desde ese momento algunas consecuencias en el país fueron que el número de personas sin alimentos se duplicó, y ha provocado que 1,2 millones de personas necesitan ayuda alimentaria de urgencia en un país de 17 millones de habitantes.
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Por ello surge la Red de Solidaridad Inmediata -RESI-, como una organización de sociedad civil que busca responder a la crisis alimentaria y sanitaria provocada por la pandemia. RESI ha trabajado desde marzo del 2020 en su organización, coordinación interinstitucional y entrega de apoyo a familias de escasos recursos. Este trabajo se logró a partir de equipos profesionales y especializados aplicando trabajo en red, gestión por procesos y una comunicación efectiva. Este documento presenta la sistematización de experiencias, buenas prácticas y lecciones aprendidas de los equipos de RESI. Su objetivo es generar aprendizaje colectivo y motivar la organización de la sociedad civil para poder responder ante distintas situaciones adversas a las que están expuestas las sociedades latinoamericanas. Es el resultado de un proceso metodológico que conlleva un espacio para la reflexión colectiva con los equipos lo cual permitió examinar su trabajo y esfuerzos realizados durante los meses de marzo a diciembre 2020 para responder a la crisis generada por el SARS-CoV-2, desde una perspectiva profunda e integral, así como el impacto de dicho trabajo en las capacidades de sus integrantes.
Dedicado a las más de 100 personas voluntarias que hicieron posible esta iniciativa.