Boletín SED 50

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Sergio Díez Domínguez Voluntario SED León Licenciado en Ciencias Ambientales 26 años

H

ace aproximadamente un mes que vine del CTM de Honduras, y los sentimientos que me suscita ahora el haber realizado esta experiencia los puedo resumir en dos: agradecimiento y satisfacción. Me siento totalmente agradecido a: SED, por darme la oportunidad de conocer la realidad que se vive en Honduras, por prepararme y formarme antes (con 3 encuentros) y después (con la evaluación), de ir sintiéndome en todo momento arropado. Horizontes al Futuro, la contraparte en Comayagua, por acogerme y hacerme sentir como en casa el mes y medio que viví allí. El Hermano Goyo, el director del proyecto; su entusiasmo, vitalidad y cercanía, siempre motivando a los chicos, me impactó mucho. La Junta Directiva, a los educadores, a los otros voluntarios (los que no eran de SED) y por supuesto al Hermano Alfredo y Paula, mis compañeros de CTM, y como no, a los 45 chicos que viven ahí, por todo el cariño que recibí de ellos. Y me siento satisfecho por haber vivido esta experiencia que considero que me ha hecho ver la vida de una forma más sencilla y humilde.

Las actividades que más me gratificaron fueron ver como mejoraban día a día los chicos con las clases que les dábamos de apoyo en Horizontes (de apoyo que muchos días se convirtieron en las únicas, ya que continuamente hubo huelga de profesores y los perjudicados eran los chicos que se quedaban sin clase...), el ayudar a la profesora Karla en sus clases en el Kinder con los más peques de Lazos de Amistad (colonia de damnificados del Huracán Mitch en el que también colabora SED) y el preparar a los chicos talleres formativos, excursiones y actividades lúdicas. En estas actividades disfruté y aprendí mucho, sintiéndome privilegiado por poder realizar esas tareas. En cuanto a la realidad que viví en Honduras, había muchos momentos que me dejaban un mal sabor de boca, sintiéndome impotente. Por ejemplo me viene a la mente ahora la “casa” en la que vivía la familia de uno de los chicos de Horizontes, eran unos 15 m2 de pajar donde la madre y sus 6 hijos dormían en colchones… Para finalizar, decir que es una experiencia que me ha hecho crecer como persona y que recomiendo, ya que por mucho que veas por un documental o te cuenten otras personas cómo es esa realidad, el verlo y sentirlo uno mismo es totalmente diferente.

Manuel Moreno Ibáñez

“Y

recordad que tenéis que estar 5 horas antes para facturar”…mira, no le solté un ramillete de dedos en la boca porque las otras 300 personas que estaban para reclamar también merecían una oportunidad. Empiezas perdiendo el vuelo a Guatemala y a la vuelta te das cuenta de que lo más duro de aquellas 5 horas de colas, no compensan ni en poco la acogida y el cariño de la gente chapina. Los guatemaltecos no son unos santos, son acogedores y agradables en conversación, si les consigues convencer de que elevar la voz no es malo, pero también son un poco mentirosetes: “Hermano que yo he marcado tres goles”, me decía uno, en un partido de fútbol que yo arbitré y en el que llevaba sus dos goles anotados en un papel. Hablar con la gente de allí es una delicia, un juego quizás, entre el interés en conocerse y el recelo a revelar los datos que nos distancian tánto socialmente a unos y otros. La experiencia de voluntariado ante tal ambiente se presentaba curiosa, sobre todo porque ser voluntario para nosotros no tenía mayor cariz que el mero hecho de estar allí. No te concede ventajas, sino sacrificios; pasas

a ser objeto de curiosidad de los demás e incluso de ti mismo; te has de adaptar al entorno y el entorno a ti; y sobre todo tienes que entender que en su país el menos adaptado eres tú y no que el país está menos adaptado a tu realidad. Cada uno ha vivido experiencias completamente distintas. En Chichicastenango vives la pobreza, la sencillez y el hacer lo mismo que haces acá, en España, pero con menos recursos. Los chavales comen las mismas “guarrerías” que nosotros, se agolpan en los recreos frente al kiosko del patio, salen a comprar a la tiendecita de al lado y los viernes, al acabar el día, suben al pueblo a tomarse un pincho de frutas o cualquier otra cosa en compañía. La mayor diferencia es que son más generosos que nosotros a su edad, tienen facilidad para invitar y compartir. Trabajar en clase con los muchachos me resultó cómodo. Ellos tienen la idea de que son “molestones” en clase, pero se portan bien. Necesitan muchos incentivos para estudiar, pero si se ponen lo sacan. No me siento en deuda aunque si mi presencia acentúa su ilusión, he de volver y superarnos todos juntos.

No me siento en deuda aunque si mi presencia acentúa su ilusión, he de volver y superarnos todos juntos.

Gente de aquí

Voluntario de SED Compostela Ingeniero 27 años


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