REVISTA SIN PRETEXTOS 2

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sumario luis felipe cifuentes

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conversando sin pretextos con

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homo homini lupus

william ospina

carlos orlando pardo

ilustra:felipe velandia /Fotografía:miguel correa

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sumario ilustra:laura troncoso

Gaspar noe, un nudo en el estomago adriana martin ilustra: liz matha

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editorial el editor

una lectura perdida en los viajes del viento

amnesia

juan david becerra

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marco tulio aguilera ilustra:ana fino

cajamarca: la estrella de agua dulce

ilustra:carlos tiza

camilo padilla

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empequeneciendo

decur

Gay talese me firmo un libro y lo perdi

juana restrepo

dos de azucar y un encendedor:

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habitos en el oficio de la escritura

maría del rosario laverde

ilustra:sako-asko

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sin mente, sin un peso jaime a. rodríguez

fotografía:laura troncoso

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si

minna lópez

colaboradores

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doble moral

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ilustra:laura troncoso

fotografía: jaime rodríguez

una lucha del pueblo ecuatoriano

pierre díaz

director

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july lizeth bolivar

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corregir una revista

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ilustra:cate ceballos

ilustra:virginia montoya

omar rivera

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mrz

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perico pérez

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ilustra:rafael díaz

las malas costumbres

una gorda diferencia

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editor

sebastián mateus

Publicación semestral

MARZO DE 2013 – NUMERO II Editorial Sin Pretextos info@sinpretextos.com www.sinpretextos.com

Ibagué, Colombia

issn-2256-5795

Distribucion gratuita

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tateé

diagramacion

laura troncoso

direccion de arte perico pérez

direccion CINEMATOGRAFICA adriana martin

El presente volumen de Sin Pretextos se imprimió con el apoyo de la Vicerrectoría de Desarrollo Humano de la Universidad del Tolima. La Revista Sin Pretextos es un producto de la Editorial Sin Pretextos y está bajo licencia Creative Commons Attribution-NonCommercialNoDerivs 3.0 Unported License (Traducción: puedes leer, usar, regalar, intercambiar o mostrar nuestra revista siempre y cuando no sea con un uso comercial). Las opiniones y contenidos de los artículos por los autores y/o ilustradores, no necesariamente representan el juicio de Sin Pretextos, o bueno sí, no todos. Por cierto: tampoco de la Vicerrectoría de Desarrollo Humano de la UT. Salud y café.


editorial con el pretexto de...

i se tratasen de describir las cualidades del colombiano se caería en el improperio de acuñar un modelo de conducta que ya está determinado por una idea de nación. No obstante, está claro que el fundamento de lo que consideramos colombiano carece completamente de un relato que, heterogéneo, permita una vaga idea de lo que es este país bañado por dos océanos y tan lleno de sangre. El colombiano, en su inicua condición, ha sido un sujeto incapaz de hacer memoria. Pese a que, como afirmara Jesús Martín-Barbero, el relato más preciso para narrar lo que significa ser un habitante de Colombia es precisamente el de la violencia, el colombiano promedio ha hecho caso omiso a las implicaciones de la historia y a su desestimable presente; tanto así, lo que pase hoy será el olvido de mañana. Para Omar Rincón, el olvido hace parte del sentir cotidiano de lo que todos entendemos por nación. Pareciera que sólo por el hecho de ser uno de los países más felices del mundo estamos obligados a olvidar para evitar cualquier minúsculo sentimiento de culpa. Es como si la tediosa labor de reconstruir la memoria estuviera sólo en manos de los académicos, los artistas, y aquellos hombres y mujeres que han sentado su voz en el cielo, luchando contra las múltiples formas del abandono. El resto, indiferentes, caemos en la equívoca arenga borgiana de ver el olvido como única salida, inconscientes de la contrariedad cuando se trata de un país experto en inventar diversas formas de violencia, hasta las inimaginables. Es posible que la necesidad de recuperar el lujo de la memoria haya estado presente en la historia del país, aunque sean precisamente los actores violentos los interesados en invisibilizar por medio del vituperio enmascarado de la impunidad, de sofismas que pretenden la muerte como des tino indiscutible de los hombres y de eufemismos ruines

S

para justificar la encarnada hidrografía nacional. Es que no puede haber un mejor ambiente para la violencia en un país que no se preocupa lo suficiente por evitar el olvido. A primera vista, la sociedad colombiana parece estar dividida en pequeñas burbujas donde la realidad del olvido se convierte en lo cotidiano. Ni los medios de comunicación ni la academia han logrado concientizar al país de la importancia de la memoria. El arte, en su carácter integrado, ha procurado sintetizar los recuerdos para evitar la pérdida. Las nuevas generaciones nos hemos mantenido al margen de la violencia, en guetos virtuales donde la modernidad es lo que impera. La mayoría nos omitimos la realidad política y social del país, pero aún así nos decimos colombianos. Sin embargo, en ese absurdo clima de urgencia en el que vivimos, con el que almorzamos todos los días en sintonía con los noticieros, la cultura, en todas sus manifestaciones, sin hacer una separación apocalíptica de alta o baja, ha de ser fortalecida como un medio contundente para la aprehensión de los recuerdos que yacen en el aire. Un verso de Carranza y una banda de rock de garaje deben servirnos como medio para contarnos como una realidad, aunque marcada por los disparos y las mutilaciones; la estirpe de los Buendía debe ser realmente aceptada como un reflejo de nuestras historias familiares; León de Greiff debe seguir cantado pese al desinterés de los gobiernos por involucrar la educación a su proyecto de país; los grupos de hip-hop o hardcore no pueden desestimar sus relatos ante la avaricia de los violentos. En suma, se hace indispensable que la aniquilación parcial del olvido dé vía libre a los distintos intentos de recuperar la memoria. EL EDITOR.

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cuento por Marco Tulio Aguilera / ilustra: ana fino

amnesia E

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sto que estamos haciendo no es malo porque me gusta, ¿cierto? Fui avanzando en mis caricias y comencé a tocar suavemente su partecita y a besarle los senos. Mis dedos índice y pulgar jugaron con la campanita del placer. Ella se fue entregando, se dejó gozar entre débiles suspiros y en el momento en que ya estaba jadeando y musitando palabras de amor, de gozo, le pregunté mi nombre. Me lo dijo correctamente, como quien recita la tabla del dos. –¿Y quién soy yo? –Eres mi esposo, el esposo que amo. Nos entregamos plenamente el uno al otro y dormimos abrazados. Ah, pero antes hubo un momento en que miró la habitación –¡Qué bonito cuarto! ¡Con alfombra! ¿Este cuarto es tuyo? –Sí. –Yo siempre quise vivir en un cuarto con alfombra. Pensé: a mi esposa le está sucediendo lo que a Segismundo, el de La vida es sueño, que sale de la miseria y se encuentra convetido en rey. –Creo que estoy soñando. Creo que cuando despierte voy a despertar en casa de mi mamá. –Sí, estás soñando, pero cuando despiertes estarás conmigo, casada, viviendo en este lugar. –Ojalá así fuera. No creas que me gusta mucho mi vida cuando estoy despierta: regaños, miseria, mi papá en la cantina con las güilas, mi mamá pendiente de todos mis movimientos: adónde vas, con quién, a qué hora regresas. –Pues te informo que no vas a despertar en casa de tu madre, sino aquí, conmigo. –¿Me lo juras? –Te lo juro. –¿Por tu madre? ¿Tienes madre? –Sí, lo juro por mi madre y por los hijos que vamos a tener y por la casa con dos jardines, por los gatos, por el

perro antiguo pastor inglés y por los viajes que haremos a Barcelona, París y las Islas Feroe. –¿A poco ya conoces el futuro? –No lo conozco, pero lo imagino. –Está bien –dijo dejando descansar su cabeza en mi pecho y su mano derecha sobre el sitio donde palpita mi corazón–, está bien, te creo, aunque sea imposible. 6 de abril de 1983. Ahora los síntomas de sus amnesias se manifiestan con peticiones de que todos se callen. Se pone un dedo índice en los labios y dice: –¿No oyes a un niño llorar? Anoche la encontré desmayada sobre la cama, con el dinero que nos resta de la quincena en la mano. Cuando pude recuperarla estaba en una etapa infantil. Me pedía que le buscara su muñeca de trapo. Entendí lo que significa la palabra desesperación. Simplemente no esperar nada. La cuidé un rato hasta que regresó a su juicio. Luego fuimos a caminar. Decidimos cambiarnos de casa. Sus problemas quizás obedezcan a las tensiones con don Gonzalo, el esposo de la mormona, un hombre seco, autoritario, despectivo, que odia a su esposa y adora a su perro policía, una bestia cochina e iracunda que vive atada a una cadena, justo al lado de la ventana del cuarto donde dormimos. Durante la caminata le relaté las cosas que hacía durante sus raptos de amnesia. Estás inventando, estás loquito, ¡cu-cu!, dijo riéndose. No, insistí. Debes tratar de controlarte,mira, todo está bien, tenemos comida, estudio, trabajo, amor. Tienes razón, dijo, desde hace mucho tiempo me pasan cosas raras, estoy cu-cu. Por la noche cogimos sabrosamente. El perro no dejó de ladrar. El 11 de abril nos cambiamos de casa. El paraíso con su hermoso jardín, rosas, tortugas, patos, gallinas, el anciano y enano gallo Ricardo, con sus cantos a destiempo, se convirtió en un infierno gracias a la presencia irascible y asqueante de don Gonzalo. Mi esposa insiste en que tengamos un hijo. Yo me empeño en que antes de pensar en eso, debe tener por lo menos seis meses de salud. Ayer me agarró a puñetazos en la cama porque no quise hacer chocolatito sin anticonceptivos. Marica, me gritó, poco hombre, y me dio la espalda. Aviones norteamericanos bombardean Trípoli y Bengashi como venganza contra un atentado a una discoteca en Berlín. ♦


arte

por perico pérez / ilustra: carlos tiza

una gorda diferencia E

l año pasado se llevó a cabo un despliegue mediático por motivo de los 80 años del natalicio del artista colombiano Fernando Botero, el reconocido pintor que acude a las gordas como tema en sus lienzos. Pues bien, la Revista Sin Pretextos ha querido conmemorar el cumpleaños número 81 de otra vida convertida en obra, de otro artista que mimetiza en su tela la gracia, dulzura y belleza de las gordas: hablamos del maestro Arcadio González Triana. En Colombia, desde la década de los 50’s, se ha podido observar en las salas de diferentes ciudades dos clases de gordas: unas tienen su origen en el norte del Tolima y se apellidan González y otras en Antioquia conocidas como las Botero; estas, aunque comparadas y confundidas ingenuamente, en lo estético son diferentes. El maestro Arcadio González Triana nació el año de 1932 en el municipio de Armero. De niño, y sin saber qué significaba la tauromaquia, se dejó embelesar por las corridas de toros, hasta el punto de arreglárselas, inmediatamente, para calcar las figuras de aquellas bestias y poderlas contemplar en las paredes de su casa. En 1952, sin la misma ingenuidad, pero con mayor imaginación, inicia sus estudios en la Escuela de bellas artes de la Universidad Nacional, hasta que años más tarde realiza un periplo académico que lo lleva a Europa como estudiante y como expositor en galerías tan importantes como la de Joan Miró (España-1980). En tal sentido, podría decirse que los intereses de la obra del maestro González giran en torno de la figura humana y el desnudo femenino, puesto que hace parte de la escuela figurativa, aunque no realista. Así, al contrario de las Botero, las gordas González no representan una crítica, una hipérbole de la realidad, no llevan otro mensaje más que la belleza misma, debido a que el artista tolimense pinta a partir de lo académico, es decir, otorgando prioridad al manejo de la escala cromática, el movimiento, las sombras, la luminosidad de los volúmenes y su acercamiento directo a la forma; además acude a la escultura, pues como él mismo refiere, “un pintor debe saber esculpir”. De tal modo, las gordas del maestro Arcadio están creadas y formadas con una técnica minúsculamente utilizada, lo cual permite asegurar su autenticidad: la pintura al fresco. Esta técnica, que implica cierto grado de dificultad

y es la misma utilizada en el techo de la Capilla Sixtina, consiste en pintar sobre una capa de estuco húmeda con pigmentos minerales diluidos en agua, los cuales, al secarse la cal debido al cambio químico, se aglutinan y permiten que se fijen los colores, volviéndose insolubles. De otra parte, también es recurrente en el trabajo del maestro González la técnica de la brocha al aire, el aerógrafo, que le permite generar una escala cromática tan sutil como las mismas formas. Sin embargo, a pesar de ser tolimenses, las gordas González no son nada perezosas, a diferencia de sus contemporáneas las Botero, puesto que en estas últimas el movimiento parece congelado, generando una serenidad e infinitud debido a su falta de sombras. En cambio, ellas, las González, son todo movimiento, nada estáticas. Aunque pesadas, gozan de colmada libertad y su piel no se tensa en la magnitud de sus cuerpos, ya que bajo su misma formación académica las sombras le otorgan movilidad en el plano. En las González las luces no salen de la aplicación del blanco, sino de la misma oscuridad. En suma, no todas las gordas son parecidas e iguales, sus diferencias son tan amplias que se deben medir por toneladas. Quizá, y como alguno de los dos Maestros que engordan el arte en Colombia diría en alguna entrevista: “lo único en que nos parecemos, es que ambos vamos al baño y cagamos”.♦


c贸mic

por decur

empequeneciendo

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por juana restrepo/ilustra Virginia Montoya

GAY TALESE ME FIRMO UN LIBRO Y LO PERDI

A

veces, para combatir la velocidad del tiempo, nos devolvemos a ciertos recuerdos, canciones que siempre nos gustarán, películas que nos reafirman un poco en la osadía de ser nosotros mismos o a esos libros inolvidables que protegemos contra préstamos, ladrones, inundaciones y goteras. Asimismo, nos aferramos a autores, esos que siempre están rodeando nuestra cabeza con ideas que nos guían en cualquier plano. Y en el mío, en el personal, y sobre todo profesional, siempre tuve a Gay Talese como un escritor de cabecera. Creador del famoso artículo Frank Sinatra has a cold y de libros como Honrarás a tu padre y La mujer de tu prójimo, que lo han catalogado como un maestro del Nuevo Periodismo; Talese produce un verdadero acercamiento a los personajes que trata, desde el miembro de la mafia Joe Bonnano, hasta su propia familia. Por eso cuando supe que el maestro Gay Talese iba a estar en la Feria del Libro de Bogotá del año pasado (2012) corrí desde temprano para ver desde la barrera a uno de mis ídolos, aprovechando que por esos días tuve que trabajar allí. Talese es el reflejo fiel del hijo de un sastre. Con un impecable traje gris ratón y unos zapatos marrones perfectamente lus-

trados. Su conversación se tornaba sencilla: su infancia, su familia, su primer trabajo en The New York Times, su incorporación a la revista Esquire y la crónica sobre Frank Sinatra que lo catapultó a la fama. Su capacidad de narración verbal no se aleja de su forma de escribir. Lo curioso es que a pesar de su sencillez en la oralidad, uno sabe que lograr lo que él ha hecho no debió ser nada fácil: que su familia —inmigrantes italianos— luchó día a día por empezar una vida en Norteamérica y que conseguir a un personaje tan reacio como Sinatra -que se negaba a dar entrevistas después de que algunas personas lo vincularan con la mafia- no es nada fácil. Sin embargo, en su boca todo parece un hilo conductor que lo visualiza como una persona metódica, paciente y tranquila, que fue alcanzando un estilo de periodismo que algunos luchamos por imitar. Así, al final de su amena charla se acumuló una fila inmensa para esperar un autógrafo. Algunos llevaban varios libros en sus brazos y mientras afuera llovía yo seguía con la ilusión de su firma en Vida de un escritor. Un buen rato de espera y ¡voilá!, estaba a dos pasos de Talese. Comencé a mirarme los zapatos, estaban mal embolados, como siempre. Me puse nerviosa, a pesar de haber visto que en realidad mi ídolo era una persona de carne y hueso, supremamente sencilla. Al llegar el momento, rodé el libro despacio sobre el mostrador. Mi mano estaba tensa. Talese parecía todo un lord inglés, muy pendiente de su reloj. Me preguntó varias veces por mi apellido: “Restapa”, “Trepo”, “Restrepo”. Finalmente, lo anotó claro en ese, mi libro. Decía algo así como: “For Juana Restrepo. Gay Talese”. Así es: nada especial. Aunque yo no hacía sino sonreír, mientras él seguía con su inmaculada seriedad. La prisa de Talese por cumplir con la firma de la inmensa fila que seguía me pareció un gesto de simple justicia para su público. Él es un periodista de verdad. Un

perfecto hijo de sastre italiano, un periodista de los clásicos. Y yo no pude ser más feliz entonces. Pero como cada momento de felicidad llega a un final, este tuvo uno y bien trágico. Salir del encuentro y encontrarme con un aguacero infernal no fue la razón. Correr sí. Y ya les diré por qué. Siempre he tenido la mala costumbre de tratar de cumplir con una agenda de treinta planes a la vez. Por lo tanto, había dejado a un prospecto de novio esperándome en el cine y finalmente llegué corriendo con mi preciado tesoro entre las manos. Era lo más importante que cargaba, incluso más que el bolso, la billetera o la cédula. O, bueno, eso creía yo. Entré con urgencia al baño, salí fugaz, y lamentablemente… Al inicio de la película (no recuerdo ni cuál era, ni el prospecto de novio resultó ser nada de lo que pensaba), me di cuenta de que no llevaba algo en las manos. No, no estaba, el libro no estaba. Salí corriendo al baño, pero había desaparecido de la faz de la tierra. Del inodoro, del espacio que fuera. Algún suertudo se había encontrado un libro de Gay Talese gratis y con el autógrafo del autor. ¡No puede ser! Su suerte y mi desgracia. Jamás apareció. Nunca una entrada a cine fue tan amarga. Todavía me parece que cuando voy a Unicentro trato de buscarlo, pero me repito que no está, que se desvaneció, que sólo puedo conservar un recuerdo, un recuerdo de unos zapatos marrones perfectamente lustrados y de un lord preciso como el tiempo mismo. Por lo demás, puedo decir que la ironía es el material perfecto de algunas de mis historias. Que es normal, porque con frecuencia me pasan algunas cosas de este tipo, ya sea por despiste congénito o porque simplemente debo andar con alguna maldición indígena encima, ¡yo que sé! Pero la indignación me lleva a decir que preferería tener ese tesoro en la biblioteca de mi casa a cambio de no tener nada extraordinario que escribir sobre ese día. ♦


corregir una

revista opinión por maría del rosario laverde

U

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no llega a trabajar de corrector en una revista creyéndose corrector. No hay equivocación más grande que esta. Haber corregido un par de libros en el silencio y la paz de su hogareño computador no lo hace corrector. Tener conocimiento de algunas reglas ortográficas tampoco lo hace corrector, creer que habla bien y no atropella el lenguaje no es suficiente para dárselas de corrector. Llevo varios meses desempeñando este oficio en la que considero es la revista más prestigiosa del país y la verdad nunca fue más cierta aquella sentencia de “sólo sé que nada sé”. Empezando porque todos los temas pasan por mis manos. No hay nada más aterrador que leer un artículo de economía a la 1:00 a.m o 2:00 a.m de unas cinco páginas, lleno de porcentajes y expresiones que ni me había enterado que existían. Sin embargo, la persecución y omisión de errores memorables me ha dado suficiente material para reír o sentirme miserable al llegar a mi casa. Dos de esas grandes omisiones, para mí, hubieran sido suficiente motivo para despedirme: Una mañana me llamó el jefe a su oficina y me preguntó cuál era el nombre del presidente de Francia. Yo contesté correctamente, pero no lo había hecho así en el impreso de la revista, pues hay una gran diferencia entre llamarse Francois y Francoise (siendo masculino el primero y femenino el segundo); aunque el error había sido del periodista que hizo la nota, yo, la correctora, no lo vi. Como consecuencia de esto recibimos varias cartas

burlonas de los lectores que obviamente sabían más francés que yo. Aunque peor fue cuando no me detuve en el enunciado “Hay siete millones de personas vivas”, ese realmente me hizo sentir el ser más estúpido del universo. ¿Cómo se le pasan esas cosas a un ser medianamente pensante? Entre los errores graves que he podido atrapar, recuerdo que en una ocasión se hablaba de un científico involucrado en la clonación: “Gracias a él se logró la clonación de individuos como la oveja Dolly”; en otra oportunidad, para referirse a Henrique Capriles (candidato presidencial de Venezuela) alguien escribió Peña Nieto (presidente electo de México). Hay reglas a seguir que se hacen mecánicas a punta de ensayo y error: Estado, Ejército y Policía, siempre deben ir en mayúscula, pero no es lo mismo el policía Pérez que la institución de la Policía, así como tampoco se escribe igual el estado de salud que el Estado de Colombia. Los cargos, por muy altos que sean, siempre son en minúscula. Los pie de fotos son lo primero que un lector ve y son los que más errores traen porque siempre están escritos a última hora, cuando se está montando la página en el departamento de diseño. Estos han sido mi mayor tropiezo, porque por prestarle toda mi atención al cuerpo del artículo muchas veces los he pasado por alto. Por otra parte, el privilegio de leer diferentes estilos de escritura y discutir los textos, en algunos casos con sus propios autores, es una escuela que no me hubiera querido perder. ?


experimento

por Minna López

FOTO:JAIME RODRIGUEZ

L

a primera vez que vi la película Sí, señor (Yes, Man), me pareció bastante ridículo suponer que la felicidad se podría encontrar al ser lo suficientemente positivo y receptivo como para decir “sí” a todo lo que surgiera en la vida. Me detuve entonces y deduje que no sólo se trataba de aceptar todo, pero igual dudé de lo factible que esto podía ser. Luego me sentí un poco estúpida al pensar tanto en una película de ficción, que además es comedia, y en ese momento el tema quedó olvidado. La segunda vez que vi Sí, señor fue a manera de repaso gracias a la idea de escribir acerca de un tema poco convencional. Y es que la extraña propuesta de decir “sí” a todo por un día, por parte del director de esta revista, no fue fácil de asimilar. Entonces revisé la película, intenté comprender cómo fue posible tal cambio de actitud. Así, un viernes, de esos muchos en los que no hay algo planeado, decidí decir “sí” a todo. Para empezar el día, y aunque no lo esperaba, mi papá me pidió que lo acompañara a la reunión de fin de año de su oficina, y bueno, qué podría salir mal en una integración de empleados públicos. No mucho. Acepté. Al llegar al centro de recreaciones pensé que sería un largo y aburridor día, pero las cosas fueron cambiando. “¿Una cerveza, señorita?”. Sí, señor. Y así sucesivamente tomé más cerveza, comí, respondí incómodas preguntas sobre mis tatuajes o los deportes que practico y hasta ese momento todo fue sencillo: pensé que decir “sí” era más fácil de lo que parecía y que las implicaciones morales no eran tantas. Luego de un abundante almuerzo, me invitaron a algo a lo que regularmente me rehusaría: jugar fútbol. Lo detesto, pero igual acepté, no tenía opción. Los primeros minutos de juego me sentí molesta, incómoda, luego sencillamente me dejé llevar y terminé jugando relativamente bien, un poco brusco, pero no me fue tan mal. Durante el

receso del juego recibí una llamada para ir a la universidad en la noche a tomar algo de licor. Dije sí, eso fue fácil. Llegué a mi casa, me duché y mientras esperaba la hora de salir abrí las redes sociales. Entonces sucedió eso otro a lo que siempre digo no, pero que en esta ocasión tuve que acceder. Un chico me invitó unas cervezas. Siempre me niego. Pero era el día de decir sí. Acompañé a mi mamá a rezar, hice una natilla e incluso presté ropa. Al llegar a la universidad me encontré con diferentes personas y recibí desde cerveza hasta aguardiente. Mientras estaba con el chico que me había invitado, me llamaron unos amigos para un plan diferente. Ya sin pensarlo y con un poco de alcohol en mis venas dije sí. Y fue de esta forma como pasé de un sucio separador cerca de la universidad a un bar gay. Viernes de barra libre. ¿Qué podría salir mal? Bailé todo lo que sonó, incluso Gloria Estefan, tomé vodka, aguardiente, cerveza, agua; bailé un poco más, algo de Lady Gaga, creo. Los datos siguientes me los recordaron al día siguiente: entre tanto licor y gente dejé que me coqueteara una mujer, mis amigos me detuvieron; comí chorizo radioactivo, como yo le digo, en la calle y luego tomé un taxi sin decir mucho a mis acompañantes. Y así se terminó mi día de decir “sí” a todo. ¿Si me divertí? Sí. ¿Lo repetiría? No. En definitiva no lo volvería a hacer; desperté vomitando, almorcé a tientas, perdí dos entrenamientos y tuve un extraño recuerdo de casi haber besado una mujer, sin contar conque no sé cómo llegué a mi casa. De lo aprendido, mucho: primero, que a veces me pierdo de cosas divertidas y diferentes, de conocer personas que pueden resultar interesantes o amables; segundo, que a mi hígado no le gusta que le digamos “sí” a todo el licor que nos ofrecen. En conclusión, decir “sí” sólo se le ve bonito a Jim Carrey. &

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mundo

una lucha del pueblo ecuatoriano por Pierre Díaz

H

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asta los trastornos genéticos de los pueblos han sido presentados como razones de la incapacidad de los despectivamente llamados países del tercer mundo para manejar y determinar su propia economía. Desde esa perspectiva se asumía como obligatoria la intervención de las potencias económicas extranjeras a través de sus institutos y organismos internacionales legalmente establecidos. La falta de firmeza, habilidad, cultura y disciplina, fueron y siguen siendo argucias políticas con las que se insiste en la llegada de la mano salvadora del exterior económicamente potente. A lo largo de la historia términos como vagos, cerdos, subdesarrollados, inferiores, dependientes, han sido utilizados para descalificar la posibilidad de autodeterminación de los pueblos empobrecidos y periféricos. De acuerdo a Costas Lapavitstas, la economía de la segunda posguerra consta de dos partes: la primera hasta 1970, en la que la tasa de crecimiento fue alta al igual que el consumo de bienes; y la segunda consistió en un periodo en el que bajaron los ingresos de los trabajadores y creció el desempleo. Este segundo momento además se caracteriza por la crisis de los trabajadores porque las condiciones, derechos y conquistas laborales alcanzadas se irían al piso con la llegada de la ola neoliberal que terciariza el trabajo, origina la modalidad de la prestación de servicios y obliga a la desaparición de horas extras como de organizaciones sindicales. El capitalismo abrió los mercados nacionales al mercado global y la pauperización de las condiciones laborales condujo al despido de amplios sectores productivos, generando cierre de pequeñas fábricas nacionales, subcontratación y desempleo. El endeudamiento fue la consecuencia derivada de tamaña política económica. Fue así como entre los años 80 y 90 del siglo XX apareció la economía de créditos

como salvación para las pequeñas economías empobrecidas. Tal política, aunque benéfica para las grandes multinacionales, ha sido un fracaso total para los denominados tercermundistas. Éric Toussaint, Presidente del Comité para la abolición de la deuda del tercer mundo, lo afirma de manera categórica: el FMI es el representante mundial de los Estados Unidos y del neoliberalismo. Como su gran objetivo es aumentar las ganancias de las clases altas, el resultado es la crisis económica de los países periféricos. Los casos son numerosos, pero llama la atención lo que le viene sucediendo a Grecia (el pariente empobrecido de la Unión Europea); Argentina, que luego de ser una economía “exitosa” en Sudamérica, en el 2001 termina arruinada; y Ecuador, país andino históricamente empobrecido que hacia finales de los noventa del siglo pasado dolariza su economía y que como todos los países periféricos mantendrá una deuda en crecimiento con el FMI. No obstante las medidas y normativas impuestas por los organismos internacionales a la periferia, llama la atención lo que el gobierno del país vecino va a hacer con su deuda económica. Cada vez que el FMI interviene, la deuda del intervenido crece porque esa es la intención y la razón de ser de este fondo internacional: se intercede no para mitigar la deuda del empobrecido sino para seguir pauperizando al pobre. Cuando el pobre reacciona, el capitalismo, dice Alain Badiou, resuelve el problema con medidas antipopulares y antisociales. Cuando el Ecuador le recordó al FMI que la deuda del país era una deuda odiosa, el FMI se hizo de la vista gorda. Pero las marchas, bloqueos y resistencias de las distintas organizaciones sociales ecuatorianas, fueron acompañadas por una táctica magistral del gobierno ecuatoriano precedido por Rafael Correa.


"Primero la vida antes que la deuda", Rafael Correa. En 1920, Alexander Sack, ministro y especialista de leyes en la Rusia Zarista, empieza a dar clases en universidades estadounidenses y europeas y en 1927 planteará el concepto de la deuda odiosa, concepto sustentado en tres rasgos, a saber, 1. El gobierno del país recibe un préstamo sin el conocimiento y la aprobación de los ciudadanos, 2. El préstamo de destina a actividades no beneficiosas para el pueblo, y 3. El prestamista está informado de esta situación pero hace como si no lo supiera. Conociendo la propuesta de Sack, el país territorialmente pequeño del área andina decidió autodeterminarse sobre la deuda externa, informado de la legalidad del concepto. Fue así como decidió enfrentarse al FMI. De acuerdo al presidente ecuatoriano, los compromisos nacionales son prioridad sobre los internacionales, por eso la vivienda, el empleo digno, la nacionalización del sistema de salud y educación pública (gratuito), entre otros, fueron definidos como inmediatos y en la agenda del gobierno. En 1982, Ecuador fue visitado por el FMI y se endeudó. Desde ese año hasta finales de la década del noventa, Ecuador invertía anualmente el 50% del presupuesto nacional en el pago de la deuda, mientras que sólo el 4% iba para el sistema de salud y el 8% para educación. Ante tamaña situación, el pueblo ecuatoriano se sublevó. En el 2003 Lucio Gutiérrez se presentó como apoyador de la sublevación, pero al asumir la presidencia ecuatoriana lo primero que hizo fue un nuevo pacto con el FMI, aplicando medidas de austeridad extrema. Las protestas del pueblo ecuatoriano concluyeron con la caída de Gutiérrez y su huida del país en helicóptero. Alfredo Palacio, el vicepresidente, asumió la presidencia en el año 2005 criticando al presidente de salida, pero inmediatamente se sometió a las medidas de Washington, lo cual hizo que el pueblo se fijara en un doctor en Economía que resistía a la presión internacional: “Primero la vida antes que la deuda”, afirmó Rafael Correa. Como Ministro de economía, en el 2005, Correa aseguró que era absurdo utilizar el 80% de los ingresos del petróleo para pagar la deuda externa cuando la realidad exigía que ese porcentaje debiera destinarse a mejoras sociales. El FMI anunció que de aprobarse esta propuesta, Ecuador dejaría de recibir el préstamo. Correa dimitió en vez de someterse a las exigencias del Banco Mundial y el FMI y esta decisión lo popularizó como un defensor de la dignidad y los intereses del país andino. En 2006 Correa fue elegido Presidente y la primera medida consistió en expulsar al representante del BM y pedir a las delegaciones del FMI salir de las instalaciones del Banco Central ecuatoriano. A los seis meses de su mandato cumplió las exigencias de

las organizaciones sociales e inició una auditoría en la que participaron 18 especialistas y cuatro organizaciones nacionales, encargados de examinar y analizar, durante 14 meses, todos los contratos de deuda desde 1956 a 2006. Por lo demás, el trabajo de la auditoría concluyó que buena parte de la deuda era ilegítima y el gobierno decidió cancelar el 70% del total de la deuda, lo que permitió el cese de pago de intereses que mantendría dependiente al Ecuador hasta el 2030 y el uso de 7.000.000 millones de dólares en salud, empleo, vías, vivienda y educación. Así, la experiencia del Ecuador es clara: el pueblo, y sólo el pueblo, exige la necesidad de una auditoría que confirme la legalidad de la deuda, los reales beneficiarios, los verdaderos responsables y las medidas a tomar sobre la misma. La movilización civil, estudiantil, de organizaciones sindicales, intelectuales, artistas, campesinos, población afro, indígenas, y del pueblo en general, es el acto que evidencia la ilegitimidad e ilegalidad, por medio de la presión a las autoridades políticas, permitiendo esto la modificación de la normativa y las prácticas imperantes. Aunque la lucha es amplia y trasciende los descubrimientos de una auditoría, la experiencia ecuatoriana es un ejemplo regional de lo que se puede hacer. ♣


conversando sin pretextos con

Por Carlos Orlando Pardo

Ilustra: Felipe Velandia

fotografía: Miguel ángel Correa

A 12

ún está caliente en las librerías de América Latina y España La serpiente sin ojos, reciente novela de William Ospina que completa su esperada y ya célebre trilogía sobre el transcurso de la Conquista por el río Amazonas. Sin embargo, nos revela en esta entrevista historias secretas de la novela que tiene en proceso, parte de su argumento y de sus personajes y de qué manera ha abordado la ocurrencia de la creación. Se trata de un testimonio apasionante que compartimos en exclusiva con nuestros lectores, luego del merecido éxito de su obra que lo consagra sin duda en el panorama de la literatura continental.


tertulia

No es un autor más. Hablamos de un erudito luminoso y uno de los 50 intelectuales iberoamericanos más influyentes, de acuerdo a la encuesta de la revista FP en español y donde aparece al lado de Jaime Bayly, Jorge Castañeda, Mario Vargas Llosa, Enrique Vila Matas, Ariel Dorfman y Enrique Krauze, entre otros. Algunos recuerdan que en un populoso homenaje lo calificaron en la Universidad de Antioquia como uno de los grandes valores del Siglo. Otros evocan de qué manera, por ejemplo, la Universidad del Tolima le otorgó el Doctorado Honoris Causa y Jairo Rivera me cuenta con orgullo que vio sus libros en las principales librerías de México. Robert Shaves Ford, un magnífico escritor que nadie conoce por ahora, me refirió lo mismo en las librerías de Madrid. De otro lado, lo único cierto es que se trata de una personalidad de las letras en Colombia y el que más saca la cara por el Tolima, su tierra, luego tan solo de la permanencia de Benhur y Héctor Sánchez, Germán Santamaría y Jorge Eliécer Pardo. De resto simplemente expectativas y deseos pero ninguna figuración de importancia. No ha sido fácil el camino pero el talento al servicio del idioma, la literatura y las ideas, lo han venido empujando hacia el prestigio. Se destaca tanto en el periodismo como en el ensayo, en la poesía y en la novela y es un pensador lúcido que obliga a la reflexión y a la lectura. En suma, fue una de las tantas tertulias que en mi casa de celebran con la llegada de literatos como él, acompañados esta vez de los escritores Benhur y Héctor Sánchez, Nelson Ospina, Esperanza Carvajal, Jairo Polanco, Carlos Pardo Viña y del editor Pablo Pardo de Caza de Libros. Pero no más palabras. Dejemos que él se confiese en una tertulia Sin pretextos cobijados por la complicidad en un oficio que nos muestra la otra cara de la moneda y la mirada inquieta alrededor de las versiones de la realidad y el sueño que pueden encontrarse detrás del espejo.

Benhur Sánchez: Maestro, cuando hablas sobre lo difícil que fue escribir tu segunda novela (El país de la canela), refiriéndote a la primera y así con la tercera, ¿esa dificultad tiene que ver también con la aceptación que hubo de la crítica o no? William Ospina: No, realmente yo sentí que la crítica fue positiva en casi todos los casos. A Ursúa la recibieron muy bien, los comentaristas escribieron cosas interesantes, a mí me interesó mucho leer todo lo que se escribió sobre ese libro; El país de la canela también tuvo buena suerte con sus lectores y sus comentaristas, pero sí se siente el peso de esa responsabilidad. Por otro lado, también cuando se está cerrando un proceso tan largo, hay como unos estados de ansiedad porque estaba terminando un ciclo de veinte años de estar dedicado al siglo XVI, desde cuando empecé a escribir sobre Juan de Castellanos en el 92 o 93. Es que ciertas cosas cuesta trabajo terminarlas, es más fácil empezar procesos que cerrarlos, es más fácil poner a vivir a los personas que matarlas. Ciudad Juárez es una ciudad muy peligrosa en donde matan mujeres desde hace tiempo de una manera aterradora, y allá es donde terminé matando a Inés de Atienza. Carlos Orlando Pardo: ¿Tienes alguna novela inédita o en proceso? W.O.: La novela que estoy escribiendo, que se llama El año del verano que nunca llegó, me gusta que a veces parezca novela y a veces ensayo y a veces poema y a veces un diario de viajes. No la veo encasillada en ningún género porque el libro mismo es el que va imponiendo esos ritmos y yo no quiero forzar nada, quiero que las cosas fluyan. Pero ya esa novela no es solamente novela, está llena de poemas, por ejemplo. C.O.P.: Entonces ahora la novela que estás escribiendo, tú

la llamas una novela gótica… W.O.: Me gustaría llamarla como decía Álvaro Mutis: novela gótica de tierra caliente. C.O.P.: Pero esa es una novela gótica de tierra fría por el país donde transcurre, por las cosas que se cuentan. W.O.: Lo que pasa es que la historia, en sí misma, es una historia fría, pero en la persecución de esa historia, que yo también la relato, pasa por muchos climas. Y es que a partir de ciertos momentos en la búsqueda de los hechos de esta novela, empecé a convertir el relato en un diario de viajes, en algo casi autobiográfico. Creo que es la primera vez en mi vida que yo escribo un libro en el que yo hablo desde mí y desde mis circunstancias. Fue lo que alguna vez me pidió Héctor Sánchez y lo estoy declarando culpable de este hecho. Fui el primer sorprendido cuando descubrí que debía contar cómo me encontré con esa historia y cómo me fue impuesto el tema, cómo me obsesioné con él, cómo y en dónde andaba y, a partir de eso, todos los viajes que he hecho buscando esa historia. C.O.P.: Cuéntanos un poco la historia de tu viaje. Esa es una novela dentro de la novela. W.O.: Yo estaba en Bogotá y me invitaron a Buenos Aires a dar una conferencia en septiembre del año 2010. Uno de esos días estaba en el piso décimo de un hotel en el Paseo de Julio cuando una tempestad borró la ciudad y no me dejó salir de la habitación. Aprovechando el encierro me fui a Internet a buscar datos de Mary Wollstonecraft, la mujer de Percy Shelley, porque la había citado en mi conferencia y quería saber si ese apellido tan difícil lo tenía bien escrito. Y, bueno, descubrí que el apellido estaba bien escrito, pero me fui engolosinando con el tema, sobre todo

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con algunos episodios de la historia de los Shelley y su relación con Lord Byron que yo no había encontrado en la biografía que hizo André Maurois sobre el poeta ni en la que hizo después sobre Percy Bysshe Shelley. En eso se me fue la noche, pero me enteré de otra cosa que fue la que le dio nombre a mi novela (El año del verano que nunca llegó): la historia del siglo XIX en que no hubo verano en el hemisferio norte debido a la erupción del Monte Tambora. Hubo entonces sobre Ginebra, a orillas del lago Leman, tres días de tanta oscuridad que fueron como una sola noche. Lo que va a contar la novela es, en primer lugar, cómo fueron esos tres días de oscuridad y lo que ocurrió en una casa que habían alquilado unos aristócratas ingleses para pasar un alegre verano, es decir, la historia de cómo se conocieron Byron y Shelley. Un día salí de El Ateneo, en Buenos Aires, y me fui caminando por ahí cuando de repente asocié las dos cosas y me dije: “pero si yo voy a estar en Ginebra dentro de tres semanas, a lo mejor puedo visitar la casa donde se conocieron Byron y Shelley y donde nacieron en una misma noche Frankenstein y Drácula”. Tres semanas después llegué a Suiza, había hecho escala en Paris llegando cansadísimo y me metí al hotel a dormir. Desperté a eso de las ocho de la tarde y recibí una llamada de Omar Porras en la cual me decía que teníamos esa noche una invitación a cenar en la casa de Belén Ferrié. Fue entonces cuando les comenté que, además de estar en la conferencia, yo quería conocer una casa llamada Villa Diodati, donde había ocurrido aquél encuentro. Entonces Belén Ferrié me preguntó por qué quería conocer esa casa, puesto que ese era el sitio de irás y no volverás. A mí me intrigó y le di mi respuesta, luego me confesó que hace algunos años la casa le había pertenecido a unos parientes suyos, pero ahora parecía propiedad de unos rusos. Continuó diciendo que si yo quería podría llevarme, puesto que la casa estaba a cinco minutos del lugar en donde estábamos. Esa morada, que para mí se había vuelto parte de la mitología y la leyenda, de repente tenía el aura de realidad: a media noche estábamos merodeando los alrededores de Villa Diodati y mirando esas sombras a ver si aparecía Frankenstein o Drácula entre la tiniebla. Esos hechos, la manera en que se fueron encadenando, me fueron obligando no solamente a rastrear la historia desde hace dos siglos, sino la manera en cómo yo me fui obsesionando con ella y del

cómo me fui hasta Inglaterra a buscar la casa de Byron. Ha sido un ejercicio apasionante. C.O.P.: Este sí es un personaje novelesco, por lo estrambótico. W.O.: Lord Byron era pura escenografía. Entraba y se despertaba cantando canciones napolitanas, andaba en un cortejo como de diez carrozas, con pavos reales, y a veces llevaba toda una biblioteca, su servidumbre y su médico de cabecera, un muchacho muy bello que había conocido en Inglaterra llamado John Polidori, hijo de italianos y que acababa de graduarse como médico de la Universidad de Edimburgo. Byron lo conoció por los días en los que iba separándose de su esposa, prima esta de una mujer llamada Katherine que estaba enamorada de Byron. Ella le perseguía y él le huía, y Katherine, que le conocía a Byron las debilidades, para poderlo seducir, se disfrazaba de muchacho y lo perseguía por los salones, hasta que una vez cayó en la trampa. Fue así como el poeta resultó casándose con la prima de Katherine, quizá para huirle. Un día apareció una hermana de Byron que él no conocía, y al ver que ella era tan idéntica, sólo que mujer, comenzó a enamorarse de su imagen e inició un idilio apasionado. De ese romance nació una hija llamada Medora Byron. Pero cuando la aristocracia se enteró de que Byron andaba viviendo con la hermana en la casa de la esposa, este tuvo que irse por el tremendo escándalo, y así Polidori se fue con él de Inglaterra para Suiza y resultaron esa noche oscura en aquella casa llamada Villa Diodati. C.O.P.: Han hecho varias películas sobre ese tema… W.O.: Sí, han hecho varias películas y hay varias novelas y por lo tanto todo el mundo me ha robado el tema. Cuando yo empecé a escribir la novela estaba muy contento porque ¡qué maravilla!, ¡qué buen tema!, y empiezo a sufrir los desengaños. Cada ocho días aparecía alguien que ya la había escrito. Primero un escritor inglés llamado Paul West con un libro titulado El médico de Byron, después Emmanuel Carrere, un escritor francés, escribió un libro sobre este tema que se llama Bravoure, hasta un argentino llamado Federico Andahazi, con una novela llamada Las piadosas. He tenido que leer esas obras para ver de qué manera me deshago de ellas en mi camino. Fuera de que también el cine ha estado obsesionado con este tema. Carlos Pardo Viña: ¿Qué diferencias puede tener tu libro? W.O.: Lo que pasa es que hay que armar el rompecabezas porque hay muchos testimonios distintos, ¿no? Yo, por ejemplo, he recurrido a los prólogos que hizo Mary Wollstonecraft en Frankestein, a los diarios de Polidori, a la correspondencia de Lord Byron, a los testimonios que dejó Claire Clairmont, la amante de Lord Byron y hermana de Mary Wollstonecraft, que estaba con ellos aquella noche y quien fue la única que los sobrevivió a todos. Porque una cosa que hay que añadir es que ocho años después de estos sucesos todos los hombres de la historia ya habían muerto. Un personaje que estuvo allí, llamado Matthew Lewis, escritor inglés que publicó una novela magnífica titulada El Monje, una de las primeras novelas góticas clásicas de la literatura, murió un año después en un naufragio volviendo de una hacienda que


tenía en las Antillas; Shelley también naufragó seis años después; Polidori se suicidó luego de cuatro años; Lord Byron murió ocho años después en Missolonghi luchando por la libertad de Grecia; Mary Wollstonecraft sobrevivió como treinta años más, pero Claire Clairmont, quien tenía veintisiete años en estos momentos de la historia, setenta años después todavía andaba por ahí. Era la única todavía presente, y ya todos sus compañeros eran no solamente muertos, sino legendarios, porque Lord Byron se había convertido en el poeta más grande de su tiempo, Shelley era un semi-dios para los ingleses, Mary Wollstonecraft era la autora de Frankestein y Polidori se había vuelto famoso por su novela El Vampiro. Claire Clairmont, entonces, quien parecía pasar inadvertida, dejó un testimonio que no pareció ocupar un lugar en la literatura de esos tiempos. Pero la historia le hizo una compensación: cuando ella vivía en Florencia, a los 85 años, estaba acompañada de su sobrina, y el único tesoro que le quedaba lo mantenía por allá guardadísimo en un cofre. Era una colección de cartas de Shelley, Polidori y Mary Wollstonecraft en las cuales se revelaba que ella había sido amante de Byron, amante de Shelley, madre de la hija de Byron y que había tenido conversaciones con todos esos personajes. Y ahora setenta años después atesoraba su cofrecito con las cartas, hasta que un editor,

enterado que esas señoras vivieron allá y que esta anciana había estado presente en la historia, se entró como arrendatario en esas casas de una habitación para ver si se podía robar aquél tesoro. Entonces el hombre entró y vivió con ella unos meses, pero un día la anciana Clairmont lo descubrió tratando de robarse el cofre y lo expulsó de la casa. Y cuando un famoso escritor norteamericano que andaba por allá en Italia oyó esa historia, inspirándose en los últimos años de la anciana, y en sus celos protegiendo las cartas de Byron y Shelley, escribió una de las novelas más hermosas de la literatura norteamericana del fin del siglo XVIII, Los papeles de Aspern: se trataba de Henry James. Carlos Pardo Viña: ¿Toda la novela va a transcurrir en Ginebra? W.O.: La novela empieza en Nueva Inglaterra, porque es una descripción de cómo fue el invierno en el año 1816; el segundo capítulo transcurre en la China, porque allí tampoco hubo verano; el tercer capítulo ocurre en Indonesia, porque es la erupción del volcán; el cuarto capítulo ocurre en Buenos Aires, porque es cuando yo me encuentro con la historia y empiezo a buscar. Y el quinto en Ginebra, porque fue cuando visité la casa de los poetas.Todavía tengo que trabajar un rato en ella y quiero hacer unos viajes para buscar algunas cosas que me hacen falta, pero ya tengo muchos capítulos escritos…

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W.O.: Yo ya descubrí una cosa y es que Robert Grey’s tenía razón, que todas las historias las dicta la luna llena. Es el tema de la diosa blanca y la verdad es que cuando yo salí a caminar por las calles de Buenos Aires y comprendí que iba a estar en Ginebra tres semanas después, me vi por la calle Callao, y cuando voy por Callao siempre me acuerdo de ese tango de Piazzola “no ves que va la luna rodando por Callao”. Me acordé de eso, miré al cielo y estaba la luna llena. Entonces la sensación de que la diosa blanca estaba presente la tuve en el momento en que llevaba doscientas y algo de páginas escritas y me puse a pensar y siempre había algo con ella cuando ocurría alguna revelación de la historia. Por eso fue tan importante para mí descubrir lo de la luna llena de Milton, porque estaba ahí todo el tiempo inspirando las cosas. Después tuve un hallazgo, en la segunda visita. Yo volví luego de un año al Mar de la Plata, anduve por Buenos Aires y, como soy supersticioso, caminé muy atento. Durante aquellos días que estuve nada de lo que me pasaba tenía que ver con esa historia y me resigné entonces al ver que era pura superstición mía. Llegó un día en que me encontraba en el aeropuerto para tomar un vuelo a Quito y delante de mí iban tres muchachas. Sólo después, con el tiempo, me detuve a pensar en ellas, unas jóvenes muy punk, muy rapadas, llenas de tatuajes y con unos trajes muy postmodernos, muy bellas, aventureras; ellas eran las que me precedían ante el mostrador, pasaron, entregué mi pasaporte, y me dijeron que no podía viajar porque necesitaba un pasado judicial para entrar a Ecuador. Entonces, claro, me acordé que Uribe había bombardeado la frontera de ese país por lo del campamento de Reyes, y que ellos, en represalia, nos habían impuesto el deber de presentar el documento para poder entrar. Como no tenía la posibilidad de ir, cambié mi vuelo para el siguiente día a Colombia, para al menos alcanzar a llegar el último día de las actividades en Ecuador. Me devolví con cierta

satisfacción para Buenos Aires y no quise hospedarme por los lados del Obelisco, sino que pensé en irme para Palermo a buscar algún lugar donde dormir y encontré un hotel como a una cuadra de la infancia de Jorge Luis Borges. Me hospedé allí y, ya estando en la habitación, abrí Internet y escribí “Villa de Diodati” en el buscador. Había una noticia de ese sitio que me llamó la atención: decía que un grupo de profesores de una universidad norteamericana había ido a ese lugar a hacer un experimento consistente en comprobar si algo que dice Mary Wollstonecraft en el prólogo de Frankestein es cierto, sobre las circuntancias en las que ella concibió su historia, y habían llegado a la conclusión científica de que sí era correcto y no como muchos la acusaban de añadir esos datos allí por darle cierto tono romántico. Y era su historia en donde contaba que ella había dormido en esa casa y tuvo una pesadilla en la cual vio algo que después se convirtió en el germen de su novela; y que al despertar percató un chorro de luz que se convertía en un ser. Se trataba del resplandor de la luna llena que entraba por una ventana, y ella, al verlo, fue cuando concibió a Frankestein. El hecho que yo me hubiese devuelto para Buenos Aires y se me hubiese ocurrido que la luna llena estuviese presente, se convirtió en la revelación que me esperaba en Buenos Aires. Nelson Ospina: Pero, maestro, tú siempre has creído en la superstición. W.O: Siempre he creído ser racionalista, y siempre intenté creer al gremio de los que no tienen supersticiones, de los que no creen en doble o siete sentidos, pero yo siempre lo he intentado sin lograrlo. Aunque he soñado toda la vida con pertenecer al reino de la luz y de la razón, he terminado formando parte de las más oscuras cavernas de las supersticiones, de tal manera que no me pregunten qué llevo en los bolsillos. Cada vez creo más en las supersticiones, en los presagios, en los caminos secretos…


cine

gaspar noe, un nudo en el estomago

por adriana Martin ♦ ilustra:liz Matha

as reglas se hicieron para romperlas y Gaspar Noé lo sabe de sobra. El cineasta argentino, radicado en Francia, es amante de la provocación, tanto que algunos críticos lo han denominado l’enfant terrible para referirse a su no convencionalismo y su necesidad, o necedad, de impactar al público con escenas perturbadoras en cada una de sus películas. Son pocos los largometrajes que ha realizado. En ellos, además de escribir guiones, dirigir, editar y algunas veces producir, Noé ha conseguido una impactante narrativa audiovisual que le ha permitido figurar en los más grandes festivales alrededor del mundo. Gracias a Carne (1991), por ejemplo, el cineasta argentino se abrió paso en Cannes ganando el Premio de La Semana Internacional de la Crítica y el Premio de la Juventud. Además de ello,

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la secuela de este mediometraje titulada Solo contra todos (Seul contre tous, 1998), seguida de Irreversible (2002) y Enter the void (2009), fueron también nominadas en el antedicho evento y en otros como los realizados en Estocolmo y Sitges. De otra parte, al hablar de Gaspar Noé, deben involucrarse todas aquellas emociones que se desprenden de sus películas, aunque, desafortunadamente, para algunos no sean las mejores. El cine de Noé no está para contar la parte rosa del ser humano, sino para mostrar lo más irracional y sombrío de los hombres, no obstante eso genere polémica. Es parecido a lo que alguna vez suscitó Kubrick, precisamente el director favorito del cineasta argentino, con La naranja mecánica y aquellas escenas de violencia explícita que motivaron hasta amenazas en contra de este realizador estadounidense.

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Perturbación y repulsión

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La perturbación es la constante, no sólo por parte de los espectadores al ver una escena grotesca, sino también en los personajes de sus películas. En Carne, Noé muestra a un hombre alterado por su propia realidad y retrata un ambiente parisino diferente al de las postales. Sin embargo, la perturbación, además de narrativa, también gira en torno a lo mental: El protagonista, un carnicero, tiene serias dificultades para no ver a su hija autista, quien ha entrado en la adolescencia, como figura de sus deseos sexuales. Curiosamente, Philippe Nahon, actor que encarna al personaje, también figura en la siguiente película del argentino, Solo contra todos, lo cual brinda coherencia y continuidad a la historia, puesto que interpreta a un hombre amargado, inexpresivo, pesimista y hasta pervertido, siendo casi el mismo carnicero pero en una versión extendida. De esta forma, el largometraje conserva de su antecesor la voz en off del protagonista con sus ideas llenas de odio para sí mismo y su entorno. Pareciera que además de dar vida a un personaje sórdido, Noé plantea una seria crítica frente a la sociedad francesa, y por ello no habría motivo de asombro cuando él mismo denomina sus películas como una caricatura de la realidad. No obstante, la perturbación no se queda ahí y llega a su punto más alto en Irreversible, donde se mezcla con la repulsión. En una escena de casi diez minutos, Noé exhibe la violación de una mujer (Mónica Bellucci) de la manera más atroz posible, con un personaje que genera toda la repugnancia del público. Lo peor, la cámara conserva un mismo ángulo durante ese periodo de tiempo, obligando al espectador a observar toda la escena sin cortes ni movimientos. Tal vez este es el momento más recordado de su filmografía, y el más polémico, tildado de inmoral y hasta innecesario. Frente a ello, en el año 2002, durante una rueda de prensa en Cannes, Noé se defendió diciendo que nadie estaba obligado a ver la película y que además todos sabían que el cine es una simulación. La idea era impactar y lo logró. Asimismo, en Enter the void, su más reciente producción, los personajes tienen unas características psicológicas particulares. La película se caracteriza por las técnicas visuales que le permiten dar el toque psicodélico de un protagonista adicto a los ácidos y otras drogas. Desde ahí empieza una alteración que está acompañada por la elección de ciertos colores, la animación por computador y la cámara subjetiva desde el personaje principal, quien ha muerto pero tiene una fijación, casi incestuosa, con su hermana. La historia hace referencia a la vida después de la muerte, un intento del director por reflejar ese mito colectivo que él mismo rechaza. Cabe mencionar que el sonido también juega un papel importante en las producciones de Noé. Por este

motivo, no es de extrañarse que en medio de una escena suene un gran impacto tratando captar la atención del público para alertarlo frente a lo que se muestra en la escena o sobre los juicios que hace algún personaje. Los sonidos estridentes se conjugan con las imágenes desde un plano subjetivo o la cámara errática, permitiendo que ambos elementos hagan parte del sello personal del director.

Desubicación Como si la perturbación y la repulsión fueran poco, Noé acude a la desubicación como la forma principal de contar sus historias. En Irreversible utiliza un elemento de narración no lineal, llamado montaje inverso, que pone a pensar al espectador en cómo organizar todas las partes para que la historia tenga coherencia. Entre una secuencia y otra usa una transición en forma de espiral y transporta al espectador a otro escenario, otras emociones y nuevas pistas en la búsqueda del criminal que ha violado a la protagonista. Entonces, no se sabe dónde se está y el final no está cerca de ninguna predicción. Del mismo modo, en Solo contra todos, pasados algunos minutos de la proyección, Noé anuncia al público que tiene quince segundos para abandonar la sala: es ahí donde surgen preguntas referentes a lo que va a mostrar y a qué tan impactante serán las escenas para que se atreva a dar este consejo. Entonces, la intención de Noé de mostrar personajes desubicados en búsqueda de algo, que al final puede ser todo o nada para la historia, pero con todas las complicaciones posibles, se traslada a un público que pasa del odio al asco, llegando a la alteración y sujetos a interrogantes relacionados con el significado de cada escena, su duración o lo que puede suceder después, aunque lo más posible es que sea peor que lo anterior. Una sensación de incertidumbre que no terminará en nada bueno. Por otra parte, debido a que Gaspar Noé tiende a los ambientes sombríos y a la turbación, a menudo es comparado con el director germano-austriaco Michael Haneke, realizador de películas como Funny Games (1997 y 2007) y La pianista (2001), aunque este último sea un poco menos oscuro y muestre ambientes más claros y limpios, pero con los mismos perfiles perturbados en sus personajes. En suma, el argentino no quiere mostrar lo que se acostumbra a ver, quiere romper ciertos estereotipos y no quedarse en puntos medios. Su motivación se centra en desnudar al ser humano que nadie quiere ver ni reconocer, pero que existe en los individuos más cotidianos. No hay duda de que cada una de sus películas seguirá mostrando algo que la anterior no ha hecho, nuevas maneras de desequilibrar y generar esas emociones que dejan un nudo en el estómago. ♦


napa cinefila

UNA LECTURA PERDIDA EN

LOS VIAJES DEL VIENTO por juan david becerra ♦ ilustra: rafael díaz

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UNA LECTURA PERDIDA EN

LOS VIAJES DEL VIENTO e ha quedado atrás el recuerdo de Los viajes del viento, que, con tres años de trascendencia, pasa a ocupar el aglomerado corpus del panteón del cine colombiano: un cine sin memoria. Se lanza al olvido un film con un retumbo impresionante, con un enérgico despliegue publicitario, con una buena propuesta estética y, aún más importante, con una historia, con una esencia, con alma. Por otro lado, el apreciado espectador colombiano se dispone a soñar con una película cargada de violencia explícita, llena de disparos y diálogos promovidos por la banalidad. Los viajes del viento no le da lo que quiere, y el público le da la espalda. La historia cuenta que Ignacio Carrillo –un músico, un juglar- marcha un miércoles de ceniza para devolver un misterioso acordeón a su anciano maestro en la alta Guajira; la leyenda afirma que “Guerra, el maestro de Ignacio, se lo ganó al diablo en una piqueria”. Su viaje, así como la película, está incitado por una contrariedad: la muerte. Después de cierto recorrido se conoce que Carrillo está de luto, que su mujer ha muerto. Ya habiendo empezado el viaje, un adolescente que desea con ahínco ser músico y llevar la vida del juglar, toma el rumbo de Ignacio. Ambos personajes surcan el Caribe colombiano, en un trayecto donde los sucesos, el talante de los actores, los paisajes y la búsqueda, estructuran la naturaleza mística de la obra y proponen reflexiones como la vida y la muerte, el propósito del artista, o el alma del hombre genérico. Una película que apuesta por el lenguaje visual más que por los diálogos (que se acartonan drásticamente por la selección del elenco). La potencia visual, el uso brillante y violento de colores nos propone una maravilla sensorial antes de poner en juego cualquier presupuesto conceptual. Es aquí, en la forma, donde nos encontramos con la esencia del film, en el despliegue emotivo y vibrante que mezcla al individuo con la naturaleza. Esto, principalmente, tiene la intención de dialogar con un gusto primitivo, con un gusto de la inconsciencia. ¿Qué es más inconsciente que la música o el alma? De la misma manera el acordeón se toca solo, Ignacio no lo controla, pues es el viento -el alma de la naturaleza- quien hace dueto con el hombre para producir la melodía. Nos queda entonces, un macizo material que circunda a través de los encuadres y que es motor y espíritu, tanto de los personajes, como del espacio mismo: el viento. Éste se apaña en el acordeón y en el corazón del hombre, le da movimiento, lo empuja efusivamente. El viento es el alma del río, de la ciénaga, del mar, de la juventud, de la madurez y de la muerte. Sin embargo, una película de un carácter tan paradigmático parece incomprensible para un público acostumbrado al reality show o a la telenovela. Es así como frecuentemente se lee en reseñas y críticas que la película muestra una Colombia contraria a la que nos tiene habituada la cartelera nacional; ya sabrá el

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lector de lo que hablo. Se dice que es un logro mostrar un país desde otro ángulo. Para ejemplificar, Juan Pablo Russo en una crítica afirma que: “Acostumbrados a una Colombia violenta, Ciro Guerra nos muestra un país más allá del que los medios manifiestan” . No creería que haya que elogiar una película Colombiana con aquella afirmación, ¿acaso Colombia ha dejado de ser violenta? Creo, por el contrario, que se ha hecho una mala lectura, que la participación de ciertos críticos no ha sido la adecuada y que se dejaron engañar por la intención renovadora del film. Los viajes del viento renueva el cine colombiano sin dejar de lado la problemática del país; si esto ocurriese, la película sería llanamente insubstancial. Decir que no hay violencia es ridículo, pues es uno de los temas centrales: la vibrante disputa entre los hombres con machetes, entre Fermín y el gigante que lo noquea, entre los gallos de pelea que los preceden, entre los trovadores, etc. Se parece afirmar que la música es violencia pues proviene del alma, y el alma es violenta por naturaleza. Por otro lado, en la película de Guerra se le da un trato totalmente diferente a esta temática, trato que el espectador parece no entender. No es necesario poner en las manos de Ignacio una AK-47 o convertir al burro en un dispositivo explosivo para señalar una violencia típicamente colombiana. Podríamos señalar aquí el fenómeno abarcador del que se apropia la cinta, un fenómeno que extiende la perspectiva de la cámara, y que une, desde un nivel asociativo, el Caribe de los años sesenta con la universalidad del espíritu humano. La segunda película de Ciro Guerra permitiría infinidad de páginas, de interpretaciones, pero, en general, puede decirse que está colmada de múltiples elementos que la catalogan fácilmente como una gran película colombiana. La visión del mundo del director, escenarios paradisíacos nunca vistos en el cine nacional y la apropiación del mito de Orfeo, quien vence a Hades con su música, impulsan al film, y al espectador, por un mundo onírico en donde todo es simbólico y trascendental. No obstante, la película tiende, en ciertos momentos, a darnos elementos gratuitos, tiempos muertos, y aun más lamentable, el rompimiento de la fantasía. El uso de actores naturales puede resultar formidable en películas menos fantásticas, de un carácter más documental, menos poético, en donde se requiera una menor sincronización de elementos. Por esto, la película se ve parcialmente perjudicada. Pero es tan fuerte su belleza visual y narrativa que uno acepta, y mira con otros ojos, siempre encantado de acompañar la nobleza de Ignacio y el tesón de Fermín, acaso la metáfora de un solo hombre en busca de la gloria, la muerte y el mar. ♦

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Russo, Juan Pablo. “La otra colombia.” 13 Enero 2010. Escribiendo cine. Extraido el

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región

cajamarca: la estrella de agua dulce por camilo padilla | ilustra:cate ceballos

e acerca la celebración de los 100 años de fundación de Cajamarca, próspero municipio del departamento del Tolima, conocido como la despensa agrícola de Colombia, ubicado en la parte alta de la cordillera central entre Ibagué y Armenia. Con una riqueza hídrica envidiable, la meseta es rodeada por los ríos Anaime y Bermellón, que unidos forman el río Coello, uno de los que alimenta el distrito de riego que beneficia a los municipios de Guamo, Espinal, Flandes y San Luis. En el páramo abunda la palma de cera, hay osos de anteojos y loros orejiamarillo, estas tres especies en vía de extinción. Es primer productor nacional de arracacha y primer productor regional de hortalizas, y es que como dice su himno “De mil frutos engalanan estas tierras soberanas”; en Cajamarca se cultiva fríjol, arveja, café, maíz, plátano, banano y guineo; tomate, curaba, mora, lulo, naranja, granadilla, etc. Potosí, Las Marías, la Cucuana, La Marquesa, Carrizales, La Amoladora, La Arenosa, Las Delicias, La Leona, La Guerrera, Letras, La Tigrera, La Unión, El Águi-

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la, Santa Rita, Las Hormas, La Plata, el Recreo, La Mina, Cristales, La Julia, El Violín, Perales, La Guala, Chorros Blancos, El Espejo, San Antonio, San Rafael, El Tigre y La Cerrajosa son algunas de las quebradas más importantes de Cajamarca. Una verdadera estrella de agua dulce. El proyecto de exploración minera La Colosa está ubicado en el cerro La Guala, por donde pasan las quebradas La Colosa y La Arenosa. La empresa AngloGold Ashanti, tercera productora mundial de oro, tiene 391 títulos mineros que representan 733.337 hectáreas a nivel nacional, 515 de estas se encuentran en Cajamarca, las cuales fueron sustraídas del área de reserva forestal central. Poco me gustan las cifras, pero no pude hacer caso omiso a las que el diario El Tiempo publicó el día 2 de diciembre del 2012 en su especial “Fiebre de oro en Colombia”: 500 trabajadores de AngloGold Ashanti, 24 millones de onzas de oro en La Colosa, inversión de 400 millones de dólares en la fase exploratoria, durante 25 años. El Tiempo, publica que una explotación mediana que procesa 25.000


toneladas diarias de roca, produce 25 kilos de oro, 50.000 toneladas de desechos sólidos, 240 toneladas de dióxido de carbono, consume 35’500.000 litros de agua y emplea 4 toneladas de cianuro (explotación mediana no es el caso de La Colosa, puesto que esta sería una de las explotaciones más grande del mundo). Resalta además el mismo diario los peligros ambientales que representa la explotación minera: alteraciones severas del paisaje, destrucción de ambientes nativos y de sus plantas y animales; alteración de cuencas hídricas, contaminación del aire, generación de depósitos y residuos mineros, a eso le suma los posibles derrames de cianuro que contaminarían los ríos. Los impactos han sido anunciados por un sinnúmero de personas, medios de comunicación, entidades, ONGs y hasta diputados británicos que “han expresado su preocupación acerca de los daños ambientales y sociales que podrá ocasionar el proyecto minero La Colosa en Cajamarca”. Así lo hizo saber Ixent Galpin1, en un artículo publicado por La Silla Vacía en noviembre de 2011. Los posibles impactos ambientales habían sido la gran preocupación, hasta que el 21 de enero el diario regional El Nuevo Día publicó en su primera página la noticia que titulaba “Al Alcalde se le está creciendo el enano”, la noticia hacía referencia a Pueblo Nuevo, nombre que dieron los habitantes de un terreno perteneciente al Instituto Nacional de Vías (INVIAS) en donde 258 familias Cajamarcunas montaron sus cambuches de guadua y plástico, hicieron una cancha y varias letrinas en el lote baldío. Quienes allí habitaban, explican con claridad el fenómeno: se vieron obligados a invadir el terreno por las difíciles condiciones económicas generadas por la presencia de los megaproyectos, el costo de los arrendamientos se disparó desde la llegada de AngloGold Ashanti y el adelanto de proyectos viales como el túnel de la línea y la doble calzada. El incremento es de más del 100% en menos de dos años, una casa que ayer costaba $ 300.000 hoy puede costar más de $ 500.000; a los altos costos se suman las exigencias de los propietarios para alquilar, ya que prefieren arrendar a los empleados de AngloGold. Este es el primer gran problema que evidenció los impactos económicos y sociales. La problemática de Pueblo Nuevo fue tratada de manera singular por las autoridades del municipio. Desde un inicio la administración municipal fue clara, las 258 familias tenían que desalojar por las buenas o por las malas, se les amenazó con ser judicializadas, los menores de edad (que no eran pocos) serían retenidos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), con el fin de “restituir sus derechos” y las familias serían desalojadas por el escuadrón móvil antidisturbios (ESMAD). Ante este panorama, las familias decidieron

firmar un acuerdo poco alentador, donde el alcalde destinó un monto de 50 millones de pesos para la compra de un lote para viviendas. Así se dio solución temporal e irrisoria a un problema de enormes magnitudes. El gobierno local no se pronuncia al respecto. En una entrevista que le concedió el alcalde Evelio Gómez Velasco al diario El Nuevo Día y publicado el 17 de enero titulado “La mina, la doble calzada y el túnel enterraron el pueblo” expresa lo siguiente: “Acá si el alcalde se opone o no se opone da lo mismo, la decisión la toma el Gobierno Nacional”. La política del gobierno nacional no es para nada alentadora, la locomotora minera parece imparable, “una minería competitiva y amigable con el medio ambiente” es su lema. En su artículo del 6 de febrero titulado “Nosotros no vamos a contaminar el agua, eso lo garantizamos: Anglogold Ashanti”, El Nuevo Día destaca que “Juan Manuel Santos fue claro en afirmar que la minería va de la mano del desarrollo y que se deben hacer foros en los que se expliquen lo que se pretende hacer en el Tolima”. Ixent Galpin en su artículo agrega un dato preocupante: En la República Democrática del Congo, AngloGold ha reconocido haber financiado al Frente Nacionalista e Integracionista, un grupo paramilitar, tras una denuncia de la ONG Human Rights Watch. La militarización desde la llegada de la multinacional al municipio de Cajamarca es alarmante, a eso hay que agregar las cámaras instaladas en los postes de luz y la presencia de vigilantes de empresas privadas. Los impactos ambientales son incalculables e irreversibles, en etapa de exploración ya la comunidad padece de los impactos económicos, la problemática social y política latente cada día se hace más visible y promete ser irrefrenable. Cajamarca está en peligro. No solo Cajamarca corre los riesgos de la megaminería, AngloGold Ashanti acumula 90 títulos en el Tolima, 220 mil hectáreas; al proyecto La Colosa le sigue La Colosa Regional, que tiene un área de 60 mil metros cuadrados y un potencial de reservas de oro muy superior a los 50 millones de onzas. Los municipios que harían parte del proyecto Colosa Regional son Anzoátegui, Ibagué, Cajamarca, Rovira, Roncesvalles, Chaparral, Rioblanco y Planadas. Además el corregimiento de Doima, ubicado en Piedras, está en la mira de la multinacional para el procesamiento del oro. Con esta situación, Cajamarca celebra sus 100 años de fundación ante un panorama escabroso, de nosotros depende que nuestros nietos no celebren 100 años de fundición y nuestros tataranietos 100 años de defunción de lo que hoy es la estrella de agua dulce. Ý 1 Investigador en la Escuela de Ciencias de Computación de la Universidad de Manchester, Reino Unido.

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literatura

Dos de azucar y un encendedor: habitos en el oficio de la escritura por July Lizeth Bolívar Rodríguez ilustra: sako-asko

lgo que entretiene con encanto y desmesura las manos es el cigarrillo, pocas veces divorciable de la cafeína. El primero, prohibido a la juventud y explotado por la industria tabaquera y la publicidad; el segundo, sea al desayuno, en oficinas o amigo de la vigilia, que gusta de disfrutar una noche reticente a languidecer en el tiempo. Ambos hermanados en cafeterías, plazas, parques, en una comunión del humo acuoso con el tabaco. En lo húmedo y calcinante evanesce la presencia humana. El café y el cigarrillo han acompañado, en particular, el oficio de la escritura. “Escribir es para mí es un acto complementario al placer de fumar", dice André Gide citado por el peruano Julio Ramón Riveyro en su cuento Sólo para Fumadores (1987). Escribir en cuanto se fuma, fumar en cuanto se escribe, un contacto sutil que involucra a los dedos en consonancia con los mundos posibles.

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Los escritores, por lo general, han sido y son grandes fumadores. Pero es curioso que no hayan escrito libros sobre el vicio del cigarrillo, como sí han escrito sobre el juego, la droga o el alcohol. ¿Dónde están el Dostoievski, el De Quincey o el Malcolm Lowry del cigarrillo? La primera referencia literaria al tabaco que conozco data del siglo XVII y figura en el Don Juan de Molière. La obra arranca con

esta frase: "Diga lo que diga Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada comparable al tabaco... Quien vive sin tabaco, no merece vivir". (Ribeyro, 1987) Este hábito ha acompañado a los escritores en su oficio de la evocación poética, la reflexión narrativa, la crítica o la inmersión novelesca: invenciones laberínticas del lenguaje y la creación. Puede que el café y el cigarro como mediadores de la palabra, hayan sido conservados por costumbre intra-académica o erudita, además el imaginario social los signa como parte de un andar bohemio. Novelistas del siglo XIX como Balzac, Dickens, Tolstoi e Italo Svevo, también han hecho del tabaco una manera de habitar y vivir, aunque sea contradictorio. Para encontrar referencias literarias a este vicio hay que llegar al siglo XX. En La montaña mágica, Thomas Mann pone en labios de su héroe, Hans Castorp, estas palabras: "No comprendo cómo se puede vivir sin fumar... Cuando me despierto me alegra saber que podré fumar durante el día y cuando como tengo el mismo presentimiento. Sí, puedo decir que como para fumar... Un día sin tabaco sería el colmo del aburrimiento, sería para mí un día absolutamente vacío e insípido y si por la mañana tuviese que


decirme “hoy no puedo fumar”, creo que no tendría el valor para levantarme". La observación me parece muy penetrante y revela que Thomas Mann debió ser un fumador encarnizado, lo que no le impidió vivir hasta los ochenta años. (Ribeyro, 1987) Es tanto el poder que Ribeyro da al cigarro, que lo define como puente entre el hombre y el fuego, es este último el único elemento empedocliano que nos hace daño. El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser consumidos por él, afirma el autor peruano. Sólo para Fumadores es autobiográfico, oscila entre el humor y la calamidad por los padecimientos físicos a causa del tabaco. Y he aquí una particularidad del escritor en mención: Había adoptado entonces el Marlboro, pues esta marca, que no era mejor ni peor que las tantas que había ya probado, me sugirió un juego gramatical que practicaba asiduamente. ¿Cuántas palabras podían formarse con las ocho letras de Marlboro? Mar, lobo, malo, árbol, bar, loma, olmo, amor, orar, bolo, etc. Ribeyro es un deleite susceptible de ser también abrazado labio a labio mientras se lee. Pero, como popularmente se dice, pasemos al café.

ge Steiner, Europa está hecha de cafés: "Dibujad un mapa de los cafés y tendréis uno de los indicadores esenciales de la idea de Europa". (Afanador, 2008) No fumo (eso creo), pero tengo amigos cuya duermevela es un cigarrillo. Sí tomo café. Siempre me ha atrapado la condición de ahogo, y qué mejor que el café, nube volcánica, boca de ceniza, magno apareamiento con el agua y la luz para arrestar mi cuerpo en su calor. En la literatura, siempre nos hablan de un café, sea como lugar o bebida. Incluso como misterio o fascinación. Y del cigarrillo como vicio, obsesión, placer o recurso para una metáfora de lo efímero, de lo consumido. Al terminar este texto, me invade una curiosa sensación sugestiva, que empieza siendo pregunta y luego especulación: la relación temporal entre café, cigarro y escritura; los tres viven mientras se desean, se gozan en cuanto someten (a modo de masoquismo retórico), se funden en la palabra buscando carne y, a la vez, son carne de la irremediable condición humana: efímera y vivaz en su placer.♥

RESEÑA La crisalida de aire, de Eriko Fukada

Honoré de Balzac fue quizá uno de los más empeñados consumidores de café que llegaba a cincuenta tazas diarias e incluso masticaba granos si no contaba con su forma líquida cerca. Es tanto su reconocimiento, que en Alemania hay un sitio llamado Balzac Coffee. Goethe, por su parte, interesado en auscultar sus propiedades, instó al científico Friedrich Ferdinand Ruge a hacerlo. Era 1819, y Ruge descubriría la cafeína. (Campbell, 2012) El café puede tomarse, también como sitio, en el que suceden encuentros sociales, debates y lecturas. Una atmósfera en que la soledad se inserta en lo social a su manera, ha pasado de tener la signatura burgués de antaño para insertarse cotidianamente en la esfera de lo público. Por ejemplo, en los llamados tertuliaderos, terruño de académicos y literatos, sean necios, conocedores intensos o recién viandantes de la palabra y la discusión, nuestra pareja viciosa es protagonista. Claro que la tertulia en sí es objeto de debate, pues algunas conversaciones se quedan sólo en el radicalismo y la obstinación. “Cielito lindo, cielito de café", decía Julio Cortázar en Rayuela. Sin duda él perteneció a una generación que vivió el esplendor del Café como un escenario propicio para la lectura, la escritura y la discusión. "El café aguza la inteligencia y aviva la sociabilidad", pensaba el escritor catalán Josep Pla. El escritor vienés Joseph Roth, dijo: "Salir del café y ver la luz del sol era como despertarse en medio de un sueño. Dentro se paraba el tiempo". Para el profesor Geor-

por Sin Pretextos

partir de la muerte de una cabra vieja que había sido encargada a la protagonista de esta historia –probablemente la misma autora durante su infancia, unos extraños personajes conocidos bajo el nombre de Little People, y venidos de otro mundo, utilizan el cuerpo del animal para visitar esta dimensión, intercambiar experiencias con la niña y regresar a su tiempo-espacio al caer el alba. No obstante, estos particulares personajes serán los encargados de que el mundo real se confunda con la ficción. Con una prosa fuerte pero precisa, esta joven autora de tan solo 17 años es, sin duda alguna, una de las nuevas joyas de la literatura japonesa contemporánea. Con momentos de total realismo, La crisálida de aire es una novela que bien podría ser tomada como la crónica de algunos personajes que peroran el ascetismo como único estilo de vida. No obstante, la situación política del Japón, así como el increíble misticismo de las culturas orientales, obligan a la protagonista a abandonar la secta religiosa de la cual hacía parte. Lo anterior desencadena una serie de situaciones que terminarán por definir un destino histórico retrospectivo y la aparición de una segunda luna en el cielo. A partir de este momento, nada es como parece ser: el mundo, que antes giraba en armonía con el tiempo, empieza a cambiar sutilmente; la Little People enseña a la protagonista el arte de la clonación por medio de capullos y la memoria se torna vulnerada por el paso de los años. La crisálida de aire es una novela dirigida para todos los públicos. Descripciones precisas de los espacios, psicologías complejas de los personajes, erotismo, giros inesperados y un final impactante, hacen de esta novela una de las más leídas en la última década. Sin duda alguna, una obra monumental que deja en el aire muchas incógnitas a los lectores y unas ganas incontrolables por conocer una segunda parte que cierre algunas puertas de la historia. Eriko Fukada, conocida popularmente como Fukaeri, nació en Japón en el año de 1967. Iniciada desde pequeña en una secta religiosa, decidió abandonar el credo a la edad de 10 años. A partir de allí, retornaría al caos de Tokio y empezaría a idear la que sería su primera novela, La crisálida de aire, en compañía del también escritor Tengo Kawana.

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música

sin mente, sin un peso por jaime a. rodriguez ♦ Fotografia:laura troncoso

e eleva al cielo un rugido que rompe en dos los oídos de Ibagué. Un estruendo ronda por la ciudad desde hace cuatro años. Nace de cuatro hígados, un alma y un corazón. Cuando hablo de combo y estruendo hablo de rock; y sí, es una banda, conformada por: Felipe Torres(voz), Marlon Barbosa(batería), Iván Felipe Ramírez (guitarra), Juan Camilo Gordillo (Bajo). Son estos los cuatro tolimenses que le cantan a lo cotidiano, a lo que les mueva la fibra y a su realidad. Ahí es donde las letras de las canciones sustentan su situación y le dan piso al trabajo musical de Sin mente, una libra de trashmetal, una taza de punk, 5 cucharadas de hardcore y una pisca de rap. Reuniendo así la lista de ingredientes para hacer una orquesta de estas. Es de esta forma como todo se pone en un recipiente (ensayadero de Marlon), se mezcla, se pone al bañoMaría (porque esto es sin afanes) y así se empieza a cuajar la mezcla dando paso a Sin mente, creando un plato de gruesos sabores que deja atrás toda esa sectorización de géneros que los ortodoxos del rock quieren perpetuar. Por eso al que le gusta, le sabe. Con la música de estos cuatro manes se bebe y se baila. Son capaces de ponernos una que otra duda detrás de las cejas. Por eso ellos la tienen clara, porque saben qué se hace con la música y para qué sirve; la ponen como se les da la gana y la hacen sonar como sienten la calle, las ideas y los problemas; los bares, la noche y la vida en estas, nuestras selvas. Y entre cuento y canto me puse con los Sin mente a tomar una litro y a echar cigarros después del ensayo. Cada uno contó cómo se enamoró de su aparato, de qué forma cada uno lo domó, todo esto mientras se hacía presente la historia de Gordillo y cómo el mono (Iván Felipe Ramírez) lo mandó a tocar bajo, ya que la guitarra la había monopolizado él. Cómo fue la llegada, o la sentada de Marlon en la batería de Sin mente puesto que él era el dueño del lugar donde ensayaban los muchachos. Pero eso vino después de tres excelentes bateristas que aportaron al grupo como lo fueron en orden de salida: Gustavo Pimiento, Andrés Felipe Guevara y Jesús David Hincapié. Sin duda, la experiencia de Marlon Barbosa y su reiterada aparición en la escena rockera de Ibagué, dio la solidez que la banda necesitaba. El mono, Felipe, y Gordillo, desde el colegio estaban con el cuento de montar una banda y ahora los podemos ver ahí entarimados por todo el país dando lora. Las historias, la Coca Cola y el Mustang, seguían su curso mientras tanto. En una de esas anécdotas, el mono cuenta que por poquito se quedan sin hacer el famoso muro, porque Felipe Torres, en los primeros pasos de la banda, y antes de llamarla Sin mente, no quería hacer covers del finado KurtCobain y se abrió. Personalmente, lo entiendo. Luego de un tiempo, más las ganas de encontrarse, parchar, beber y tocar, se reunieron otra vez. Pero en esta ocasión con muchísimos litros de cerveza de ventaja al intento anterior y sin tanto pereque al porqué tocar y que no, nació con todo el deseo del mundo, Sin mente... sin cadenas, sin miedos, sin pretextos, sin moralismos, sin pelos en la lengua y sin un peso. Esto no los ha detenido a pesar del robo de los instrumentos en la capital y los desplantes y todo el dinero que se desvía para la fiesta. La banda sigue por encima de lo moral e inmoral, lo bonito y lo feo, lo justo y lo injusto, la calle o el hogar. Eso es sin mente por las dos caras de la moneda de la vida y caminando por lado y lado de la acera. ♪

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colabo radores luis felipe cifuentes Pintor figurativo nacido en Ibagué. Ha expuesto en el Congreso de la Républica, en el MAT, en la galería Casa Cuadrada; así mismo ha participado en muestras en Estados Unidos, Canadá y Ecuador. Su obra se desarrolla en el campo de lo absurdo, donde apoyado en elementos reales, logra crear escenas extravagantes con un trasfondo de crítica social.

ANA FINO

marco tulio aguilera

Dibuja. En sus ratos libres aprovecha el tiempo mirando tranquilamente al techo.

Bogotá, 1949. Publicó su primera novela en Buenos Aires cuando tenía 24 años. La obra Breve historia de todas las cosas fue presentada con gran estruendo publicitario por Ediciones La Flor, diciendo que era mejor que Cien años de soledad y que Marco Tulio era un escritor mejor que García Márquez pero sin bigote. Es investigador de la Dirección Editorial de la Universidad Veracruzana, en México, y ha sido becario residente del Centro Banff para las Artes de Canadá.

camilo padilla Es estudiante de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad del Tolima. Y Cajamarcuno.

maria del rosario laverde Actualmente es correctora de estilo para la revista Semana y columnista de Sin Pretextos desde hace más de un año. Le hubiera gustado saber muchos poemas pero la memoria sólo le alcanzó para Nocturno III de Silva y La Tórtola de cuyo autor no se acuerda.

carlos orlando pardo Es un reconocido escritor tolimense al cual se le suma junto al trabajo intelectual y académico, el del periodista, promotor cultural y editor. Ha sido traducido al inglés, francés y esloveno y figura en importantes antologías.

miguel correa Amante de la naturaleza y de la imagen, tiene la herencia de la fotografía por su padre, siendo un legado que continúa con su estirpe. Estudió Comunicación Social con énfasis en producción de medios audiovisuales. Tiene una larga trayectoria como reportero gráfico y fotografía paisajista.

carlos tiza Es crespito, vive en Ibagué, le encanta el porno y prefiere no preocuparse, prefiere dibujar en una hoja de papel con lápiz, marcador o lo que tenga a la mano.

liz matha Artista nonmamertis, nonacademicus. Estudiante de neuromarketing, es empresaria independiente, hace arte y negocios.

decur Es un niño que habita en el cuerpo de Guillermo Decurgez (Rosario 1981). Amante de los detalles, los muebles antiguos, los cajones y los recuerdos. Decur es sin dudas, un niño que juega con sus colores. Actualmente trabaja como ilustrador e historietista para la revista Orsai.

minna lopez Respira desde 1989. Todo empezó en Fusagasugá y por insospechados motivos se convirtió en Comunicadora Social y Periodista en la Universidad del Tolima. Lejos del periodismo y muy cercana a la generación beat, el cine es eso que le ocurre cuando hay cosas por hacer.

felipe velandia Boyacense conocido en las calles como “pipin”, nómada del imaginario, habitante de sueños y espectador de experiencias cercanas del tercer tipo. Diseñador gráfico, ilustrador y street art.

mrz

Pedro Giraldo (mrz) nació en la ciudad de Armenia hace 24 años. De niño le gustaba dibujar y aparentemente nunca maduró porque aún lo hace. Se autoproclama historietista e ilustrador, le gusta tomar el té y escuchar charlas ajenas, cuando está solo se hace visita a sí mismo.

jaime a. rodriguez Estudia Comunicación Social. Se toma la vida en fondo blanco. Asimismo lo hace con la fotografía y la música. No tiene bandera ni ideología, mucho menos religión, solo sentido común, los ojos bien abiertos siempre pero a la hora de tomar aire le gusta cerrarlos.

pierre diaz Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia, magíster en Estudios de la Cultura de la UASB Ecuador con estudios de doctorado en Historia de América Latina, UPO España. Actualmente se desempeña como docente de planta en la FCHA de la Universidad del Tolima.

juan david becerra

sako-asko

Bogotano. Huérfano y delincuente juvenil, llega a la carrera de Estudios literarios de la Universidad Nacional para decepcionarse más del mundo. Apasionado por el cine, la belleza de las imágenes y las películas de Tarkovski. Amante del porno, la soledad y los duchazos de hora y media.

Rey y esclavo de un ciclo, una manada de lobos blancos y negros arrancándose las cabezas, un imperio en guerra oculto entre huesos carne y vanidades.

virginia montoya

juana restrepo

Su gran pasión es viajar a cualquier sitio, pero hace tres años se enamoró a primera vista de La Habana, Cuba, a donde le gusta perderse de vez en cuando. Escribe el blog ¿A quién le importa? en el periódico El Tiempo y actualmente es cronista en la revista Kienyke.

Es de Medellín y su hermana gemela se dedica a hacer frivolidades, en cambio ella dedica sus días a la meditación y lectura. Es ilustradora freelance y filósofa de la Universidad de Antioquia.

july lizeth bolivar

Diseñadora gráfica, de muchos años pero para ella no tantos, la ilustración infantil es su fuente de alegrías, colecciona libros, le gusta caminar con los ojos cerrados, escuchar y ver gente bañándose en la fuente del parque Murillo Toro. No ama menos al hombre, pero si más a la naturaleza.

cate ceballos

Estudia Comunicación Social - Periodismo en la Universidad del Tolima y ha conocido otras ventanas al mundo gracias a talleres de creación literaria. Anda en tregua con el tiempo y sueña mantener una amistad cómplice con la palabra.

Tatee

rafael diaz

Tatée es Tatiana Torres Álvarez. Dibuja situaciones, cosas y personas que no quiere olvidar. A veces la hacen feliz, a veces no. Desde 2007 lleva un blog: tateeanita.blogspot.com

Desarrolla paralelamente su carrera de artista con la de diseño de comunicaciones. Estudió en la Universidad de los Andes en Bogotá, donde elabora diferentes proyectos. La mayor parte del tiempo dibuja.

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