El oro de barajas

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Don Diego le hizo hincapié de que lo que allí había depositado era patrimonio del Rey, al cual habría que devolver en su día cuando fuera reclamado todo íntegro, Don Juan Ramírez estudió el encargo, le pareció bien aunque sabía que habría bastantes riesgos, escribió un minucioso detalle de todo lo hablado con Don Diego Pimentel y lo envió a la atención preferencial del Cardenal Zapata, el cual al recibir la notificación, decidió no decir nada a nadie, le notificó en una corta misiva a Don Juan para que enviara cuando pudiera algo de lo que allí estaba depositado, pues le picaba la curiosidad. Don Juan Ramírez de Arellano, pidió cita para poder presentar al nuevo Virrey las Cartas credenciales que le daban autonomía real y paralela, para montar una ceca donde se fabricara moneda exactamente igual, mismo peso, dimensiones y modelo que en la Ceca originaria de México, para poder ejercitar por la policía del Virrey y del Rey en España, pagos que no debían ni tenían que estar controlados por ningún régimen administrativo. Se enviarían los arcones cerrados y sellados a España, a la atención del Jefe Superior de la Casa de Indias y de la Hacienda Real del Rey, para que se dispusiese como mejor fuera necesario, según los pactos celebrados en su día entre el Cardenal y su Majestad. el Rey Felipe III. Estos arcones irían vigilados constantemente por uno de los criados que habían venido desde España con Don Juan. El nuevo Virrey recibió y atendió a Don Juan Ramírez, no como a un criado o vasallo, si no como a un igual, con el rango que creía merecer por ser persona influyente en la Corte, le dio todo tipo de facilidades, con el fin de que se pusiera a ejercer el trabajo a que había venido ha hacer, también y como hombre práctico que era, sabía que de toda la producción oficial que se hiciera en la nueva ceca que se abriría, a él le correspondería para su peculio particular y para sus necesidades policíacas el diez por ciento de todo lo que se generase, es decir habría cantidades muy importantes que sólo las controlarían el y su administrador. Se adquirió un terreno adjunto al Palacete, allí se edificó un cobertizo en el que se puso en marcha toda la planificación necesaria para poder llevar a cabo lo solicitado y demandado en la Cédulas del Rey. Se montó toda la maquinaria traída desde España y lo que faltaba era proporcionado por orden del Virrey Don Luis de Velasco desde la Ceca de la ciudad de México, se contrataron a profesionales muy concretos, a los que se les hizo jurar bajo secreto y confidencialidad sobre el trabajo que iban a desarrollar, amenazándoles con pena de muerte, se les prometió un alto sueldo, mucho mayor que el que se recibía en la Ceca Oficial.

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