El oro de barajas

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dolor guardaron el equipaje en el coche y emprendieron rumbo a la ciudad de México D.F. Después de hacer el peor viaje de toda su vida, echándose las culpas de todo por su negligencia, falta de previsión por lo sucedido, haciéndose consideraciones del porqué, los motivos y las causas, decidieron los tres integrantes de la expedición, dejar en el sitio que Fray Jerónimo de Aguilar había dispuesto que estuviera a la espera de ver tiempos mejores, y olvidar para siempre el Tesoro que Hernán de Cortés arrebató a Moctezuma. No obstante y como existía el entramado de Sociedades que Carlos y Violeta habían montado en Madrid, el cual seguía ingresando puntualmente cantidades muy considerables de dinero, además de la solvencia económica sobre las franquicias de zapatos de élite que había montado Violeta, los restos de monedas y la parte del Tesoro de Hernán Cortés depositada en el subsuelo de la casa de Carlos, decidieron de común acuerdo los tres montar una fundación para ayudar a los indígenas, la llamarían VIACAR, en honor a Violeta, Águeda y Carlos, su Presidente honorario sería José María Bregante y Castelló, la Presidencia de la fundación recaería sobre Vianney Lárraga Luján y el Administrador sería Sandro Lárraga Luján, acordaron avisar a la familia de Carlos para que se hicieran cargo de la vivienda de la calle Ferrocarril Viejo, por supuesto antes de hacerlo, sacaron todo lo que había en el subsuelo, desde cuadros y arcones con monedas hasta lo depositado como parte del quinto real del Tesoro de Moctezuma que había que haber enviado en su día a la Corte del Rey Carlos I de España. El tiempo y la falta de noticias diluyeron todas las pesquisas del Cardenal Tarancón, así mismo la policía archivó el caso habida cuenta que no se hicieron nuevas diligencias, ya que se podrían haber echo si se hubiera abierto la carta depositada en el Notario Don Felipe Arrocha del Castillo en la calle Calvo Sotelo 1, de Totana, Murcia, en dicho sobre había dos cartas, una dirigida al Jefe de la Policía Don Roberto Conesa Blesa, donde se explicaban todas las circunstancias reales sobre la investigación ordenada por el Señor Ministro Don Juan José Rosón y a petición del Cardenal Primado de Madrid Don Vicente Enrique y Tarancón, la otra carta estaba redactada en los mismos términos, pero dirigida al Director General de la Policía Don José Luis Fernández Dopico, en esta carta se hacía hincapié en que si la recibía el Director General, era porque al investigador encargado del asunto le había sucedido algo muy desagradable. El encargado de entregar las cartas a los distintos conductos policiales era el Director del Instituto Anatómico Forense de Madrid, el doctor forense Don Mariano Márquez Panero, lamentablemente no sucedió así porque en la madrugada del cinco de Diciembre de 1.981, cuando se dirigía a su domicilio para descansar después de haber estado trabajando hasta altas horas de la 264


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