El manuscrito

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- No, no me des las gracias, tú siempre te has portado bien conmigo y has sido un fiel camarada, he pensado que quizás conviene cambiar un poco la situación, cambiaremos el espectro de la situación actual de tal modo que ni los gabachos, ni los judíos, puedan evaluar nuestro próximo movimiento, así que me dejas en el aeropuerto, me bajo de tu coche, nos despedimos, me dirijo a facturar al vuelo de Palma de Mallorca, haré como que embarco en el vuelo de Iberia, así quedará constancia por si alguien nos está siguiendo de que estoy fuera de juego y que tú estás solo ante tus “compradores”, me aseguraré de que los dos tipos que vienen detrás nuestra, si esos que nos están siguiendo en aquel Gordini de color blanco, se convenzan de que por fin me voy, después de asegurarme bien, cogeré el autobús que va a la ciudad y me alojaré en la fonda que está enfrente de la salida del metro de la “Porte de Clichy”, por lo demás no te preocupes de mí, seré tu sombra en todo lo que pueda, no me acercaré a ti nunca y si observo algo raro te llamaré por teléfono, bien a la tienda o a tu casa, vale?, otra cosa, si veo que estás en peligro, no dudes de que dispararé a muerte contra el que te quiera hacer daño, cuando veamos que las cosas se calman, me marcharé definitivamente a mi isla, de acuerdo?, de todas formas me buscaré algún amigo de los que aún me quedan en Montmartre, por si me hace falta que me echen una mano, bueno pues hasta aquí toda la ayuda que te puedo ofrecer, ahora para el coche y sal que nos vean que nos despedimos, ¡Eh!, suerte amigo Sorprendido por el afecto y lealtad que me estaba demostrando Elmyr, hice lo que me sugería, aceptando de buen grado su consejo, pensé que al fin y al cabo era un buen plan, el hecho de tener un guardaespaldas sin que nadie supiera que existía, eso haría confiar a mis potenciales enemigos. Una vez que me despedí de forma ostentosa de Elmyr, me dirigí a mi banco con el fin de sacar de la caja fuerte donde guardaba ciertas joyas muy especiales, de las muchas que me habían tocado en el reparto del saqueo que hicimos en su día al Hermitage, una vez en la intimidad de la salita del banco, donde me llevé la caja conteniendo un gran numero de piedras preciosas engarzadas en anillos o simplemente solas, elegí una sortija de oro que llevaba montada un gran zafiro azul turquesa fuerte, además cogí tres juegos de sortijas y pendientes más, eran tres juegos de perlas un tanto especiales, pues estaban colocadas sobre un soporte para los pendientes y en un simple aro de oro para el anillo, de diversos colores: blanco, gris y negro, en total eran nueve perlas de unos tonos exquisitos y una gran masa esférica, muy bellas, de valor incalculable y procedentes del Golfo Pérsico y del Pacífico Sur, pero también recogí de la caja un diamante especial del tipo Flawelss (FL), este nombre se refiere a que no tenía defectos internos ni externos y es de una calidad esmerada, estas joyas habían pertenecido 131


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