Orden del temple

Page 87

8.3. Las normas de comportamiento y los castigos En cuanto monjes que eran, los templarios debían someterse al conjunto de reglas monacales por las que se regía la vida en común en sus casas o conventos. Además de los votos de pobreza, castidad y obediencia de todos los monjes, los templarios habían jurado también contribuir a la conquista y a la defensa de la presencia cristiana en Tierra Santa, dando su vida por ello si fuera necesario; por eso, desde el principio, la regla quiso ser muy estricta, imponiendo una disciplina dura y férrea para crear un grupo humano sólido y comprometido con sus ideales, evitando cualquier situación en la que esa disciplina pudiera relajarse. El silencio se imponía en cada momento; guardarlo siempre que fuera posible constituía una norma básica. En caso de tener que hablar, el templario debía de hacerlo sin gritos, en voz baja y dirigiéndose a su interlocutor de manera comedida. Al salir de la oración estaba prohibido hablar, salvo causa mayor, especialmente en las oraciones nocturnas. Hablar en demasía se consideraba casi un signo de pecado, por lo que estaban prohibidas las charlas ociosas y aquellas que pudieran derivar en situaciones jocosas o de regocijo por causa de asuntos triviales y mundanos. Debían procurar siempre la cortesía y la elegancia; incluso a la hora de dar órdenes, que se solían impartir con expresiones como «gentil y dulce hermano». Ahora bien, si un templario tenía conocimiento de que otro había cometido una falta, debía denunciarlo de inmediato. El templario se debía a su labor, y por tanto debía estar siempre listo para lo que sus superiores demandaran de él. Por ello les estaba prohibido salir del convento sin permiso, aunque esta norma se podía saltar si se estaba en Jerusalén y sólo para ir a rezar ante el Sepulcro del Señor o a otros lugares de culto en la Ciudad Santa, pero siempre que lo hicieran en pareja, probablemente por razones de seguridad. La seriedad debía regir todos sus actos. Debían evitar «la envidia, la calumnia, el rumor y el despecho», y no despreciar a nadie; prudencia, fortaleza y templanza eran las virtudes más preciadas. Tenían prohibido realizar cualquier tipo de manifestación de orgullo, lo que no siempre cumplieron ni siquiera los maestres. Debían huir de cualquier protagonismo, pues todo lo que hacían estaba destinado a mayor gloria de Dios y de la Orden. El individuo nada importaba, la Orden lo era todo y todo era de la Orden, pues ninguno podía poseer la menor cosa de valor en cuanto ingresaba en ella. Tanto, que ni siquiera podían dedicar dinero al rescate de cautivos. Si un templario era apresado en batalla, el único destino que le esperaba era tratar de escapar, morir ejecutado o pudrirse en prisión de por vida o mientras durase la condena. Consideraban que su energía procedía de la castidad y la obediencia. Por ello, les estaba prohibido siquiera abrazar o tocar a una mujer, aunque fuera una familiar, y se les decía que era peligroso tan sólo mirarlas de frente a los ojos. El incumplimiento de las normas o el no seguir los preceptos contenidos en la regla era castigado con la imposición de penas que se clasificaban en dos apartados: la expulsión y la pérdida del hábito; aunque para pequeñas faltas, como por ejemplo tener descuidado el equipo, los castigos consistían en dormir en el suelo, ser privado de alguna comida, realizar tareas reservadas a los siervos o incluso ser azotado. La expulsión implicaba la salida de la Orden para siempre, en tanto que la pérdida del hábito variaba en el tiempo de aplicación según la gravedad de la falta; en este caso se podía castigar desde un día sin hábito hasta un año. Se cumplía la penitencia a la entrada de la capilla y se podía incluir algún tipo de castigo corporal, que se aplicaba los viernes o los domingos. En caso de expulsión, se realizaba un acto infamante para el culpable, que debía acudir ante el Capítulo vestido sólo con sus pantalones y una cuerda alrededor del cue-

87


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.