Obituario #1

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Un mundo para Ian Aquí, las cosas no han ido mucho mejor. Ian se pasa los días frente al espejo. En su habitación, sólo hemos dejado una cama, ropa limpia para que pueda cambiarse y un par de bandejas diarias con comida y cigarrillos, que luego encontramos abandonadas de cualquier manera en un rincón. Cuando deja la puerta abierta suele estar dormido contra la pared (a veces parece que haya vuelto a morir), o ensayando sus pasos de baile. Nosotros pasamos sólo para hacerle la estancia más fácil. Luego, nos retiramos sin molestar. Y ahí es cuando lo vemos quebrarse porque el amor lo desgarra, incapacitándole para amarse o amar, como un muñeco en manos de la locura. Extraño es el día en que lo ves fumar sentado en la silla o mirando hacia el infinito a través de la ventana. Actúa como si no estuviera esperándole un mundo a su medida. Será por eso que la luz le interesa poco o nada y, mientras la música suena sólo en su cabeza, se atusa el flequillo y sigue contorsionándose, creando los pasos de baile que le dirijan hacia una paz imposible.

Javier López Menacho


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