anticipa y nos arrebata mediante una fuerza irresistible. El asombro, como he dicho, es el efecto de lo sublime en su grado más alto”137.
Los terrores están vinculados a privaciones: privación de la luz, terror a las tinieblas; privación del prójimo, terror a la soledad; privación del lenguaje, terror al silencio: privación de los objetos, terror al vacío; privación de la vida, terror a la muerte. Lo que aterroriza, señala
La oscuridad es necesariamente algo muy terrible… la noche considerada como enorme se agrega a nuestro temor, en todos los casos peligro, y en la medida que las nociones de fantasmas y duendes, de los cuales ninguno puede formarse ideas claras que afecta a las mentes que dan crédito a los cuentos populares sobre tal tipo de seres138.
En la naturaleza, las imágenes oscuras, confusas, inciertas tienen un gran poder sobre la fantasía para formar grandes pasiones, que aquellas que son claras y definidas. Por ello, los edificios calculados para producir una idea de lo sublime son más bien oscuros y sombríos139.
Este terror sublime no se puede mostrar, porque se oculta dejando tras de sí el silencio y el terror. La imaginación se ve arrastrada a un estado de horror, hacia lo oscuro, incierto y confuso. Este horror implica un placer estético obtenido de la conciencia de que esa percepción es una ficción.
Tanto una luz demasiado intensa como la total ausencia de luz son sublimes, en el sentido de que pueden nublar la visión del objeto. Sin embargo, “una gran claridad, ayuda poco a afectar las pasiones, ya que es en cierto modo un enemigo de todos los entusiasmos.”140.
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Edmund Burke. Of the Sublime and Beautiful, New York, The Harvard Classics, 1956, p. 49. Edmund Burke. Of the Sublime and Beautiful, New York, The Harvard Classics, 1956, p. 50. 139 Cfr. Edmund Burke. Of the Sublime and Beautiful, New York, The Harvard Classics, 1956, p. 68. 140 Edmund Burke. Of the Sublime and Beautiful, New York, The Harvard Classics, 1956, p. 51. 138
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