Siempre estaré para tí

Page 146

patio trasero, donde había dejado la percha del loro. De pronto, una mano se cernió sobre su boca, silenciando cualquier grito que pudiera haber dado. El pastel cayó al piso al tiempo que el loro lanzaba una ola de chillidos y aletazos, lanzándose contra su atacante. Clara maldijo haber dejado a Jade dentro de la casa, recostada sobre la mullida alfombra. En ese momento habría podido ayudarla. Su atacante la cogió con brazo de hierro por la cintura y sin soltarle la boca, la arrastró hasta una buhardilla cercana y entonces la soltó. —Buenas noches, hermosa señorita —la saludó Esteban. Clara le dedicó una mirada airada, limpiándose los restos de pastel de encima del vestido. —¿Qué es lo que pretende, señor García? —le preguntó con voz áspera. —Disculpa la intromisión, no quería perturbarte —él se acercó a paso lento, y Clara lo observó con cautela, caminaba como un felino acechando a su presa. Y de pronto se sentía como un ratón atrapado. —Pues lo ha hecho —contestó de mal humor, intentando disimular el miedo que sentía—. ¿Pero qué le pasa por la cabeza señor, para aparecerse de ese modo y arrastrarme como si fuera un saco de harina? —Te aseguro, mi bella dama, que la harina fue lo último que me pasó por la mente al tenerte entre mis brazos. Clara intentó dominar el rubor que la intensidad de su mirada le provocó al pronunciar esas palabras. —¿Clara está todo bien? —escuchó la voz de Susi desde la cocina—. ¿Por qué Pity chillaba tanto? —Pity —musitó Clara, y como si la hubiese escuchado, el ave voló hasta su hombro. —¡Idiota! —repitió al mirar a Esteban. —No ha sido nada. Pity se asustó al ver un animal de mala muerte —contestó Clara sin pensarlo. Por un momento temió que él se ofendiera, pero Esteban se rio entre dientes, divertido por sus palabras. —Te agradezco que no me delataras. —No lo hago por usted, no quiero molestar a mi abuelo cuando está de tan buen humor. Además, podrían armarse chismes que no son si lo ven conmigo a solas y de noche en el patio, cosa que no deseo en absoluto. —En ese caso, tal vez sería algo bueno que ese pajarraco comenzara a piar otra vez —le acercó un dedo a Pity con la intención de hacerlo chillar, pero el loro le encajó las afiladas puntas de su pico, sacándole sangre—. ¡Ay, maldito animal del…! —Señor, cuide su lenguaje —le reclamó Clara, mordiéndose el labio para reprimir una sonrisa. Acariciando el plumaje de Pity, hizo la nota mental de premiarlo más tarde con una tanda completa de galletas. —Lo siento, no pretendía faltarte al respeto, pichón —él se excusó, vendándose el dedo con su pañuelo. —Por favor, el tiempo apremia, por lo que le sugiero que me diga de una vez a qué ha venido —le urgió Clara, mirando por encima del hombro para asegurarse que nadie los viera.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.