Afrodescendientes tras la verdad numérica

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VENEZUELA: Afrodescendientes tras la verdad numérica Humberto Márquez

¿Cuántos somos? Los afrodescendientes en Venezuela quieren dejar de ser estadísticamente invisibles, como se ha logrado en Brasil o Ecuador, y, cifras en mano, proseguir la lucha por sus reivindicaciones y contra el racismo y la exclusión.

"Para reforzar nuestra demanda de reconocimiento, queremos saber dónde estamos. Quizá somos el 30 por ciento de los 27 millones de habitantes de Venezuela", dijo a IPS Jesús García, líder de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas. García deploró que "la dimensión afrodescendiente está excluida de todos los instrumentos estadísticos, pero vamos a movilizarnos para corregir esa falla ante la proximidad del censo general de población", previsto para 2010. Por su parte, Nirva Camacho, del Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, explicó a IPS que no se quieren sólo datos, "sino estudios que puedan revelar la situación en materia de pobreza, educación, salud y trabajo". "En el caso de las mujeres, resultamos afectadas por los criterios de belleza y feminidad europeos llevados al campo laboral", apuntó. El término "cumbe" refiere a las comunidades libres creadas en tiempos de la colonia española por los negros que escapaban de la esclavitud en las haciendas. También en salud "hay indicios de que registramos mayor incidencia de enfermedades como glaucoma o anemia, y quizás hipertensión y diabetes, pero faltan los estudios. Asimismo se admiten elementos discriminatorios en el quehacer educativo y en el de la justicia, con la criminalización más fácil de la gente de color", dijo Camacho. La Red organizó el jueves y este viernes, con apoyo del Ministerio de Cultura de Venezuela y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), un seminario sobre experiencias de cuantificación de la población de origen africano en otros países de la región, de cuyos 500 millones de habitantes serían afrodescendientes unos 150 millones. "La tendencia en América Latina es comprender al levantamiento estadístico como mecanismo indispensable para comprender mejor el papel de la población africana en nuestras sociedades", dijo a IPS en un paréntesis de la reunión Marcelo Paixao, del Observatorio Afrobrasilero y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Brasil fue pionero en estos estudios, que han progresado en Colombia y Ecuador, pero también comienzan en Perú, Uruguay y Cuba, dijo Paixao. "Como Brasil tiene un sistema de estadísticas fuerte y el Mercado Común del Sur (Mercosur) armoniza su sistema de producción de datos, se llegará también a Argentina y Paraguay", que junto a Uruguay y Venezuela conforman el bloque, añadió. Recordó que Brasil "es el segundo país de población negra del mundo, sólo superado por Nigeria, con 79 millones, 47 por ciento de sus habitantes". Antes, según Paixao, "nuestra intelectualidad pensaba a los negros como un problema, pero ahora hay una preocupación sobre la temática racial con sentido positivo". Producto de esta percepción se han tomado medidas, como que a los escolares brasileños se les enseñe historia de África o que en 28 universidades públicas haya un sistema de diferenciado para el acceso de estudiantes negros o indígenas. "Hay otras medidas en salud o en el mercado de trabajo, pero el principal aporte de los nuevos


enfoques es la constitución de un ambiente moral favorable a las políticas inclusivas. Es difícil de medir y es paradójico que esta búsqueda afanosa de medir con datos y cifras procure y conduzca a resultados que no son medibles", admitió Paixao. Joan Antón, del Ministerio de Coordinación del Desarrollo Social de Ecuador, presentó a su país como el único latinoamericano con un sistema de medición de indicadores sociales para la población afrodescendiente. Los afroecuatorianos, cinco por ciento de la población según el censo de 2001 aunque puede aumentar al menos a 10 por ciento según Antón, son junto con los indígenas los que muestran los peores indicadores económicos y sociales "reproduciendo la misma pirámide social y racial de los tiempos de la colonia", dijo el experto a IPS. "Esa situación se traduce en que los afrodescendientes e indígenas estén bajo el promedio nacional en asistencia a las universidades y por encima de la media nacional en mujeres desempleadas o en población carcelaria, de la que son el 17 por ciento", señaló. Fernando Urrea, investigador de la Universidad del Valle, de Colombia, expuso cómo la Constitución de 1991 y la Ley de Negritudes que significó un reconocimiento político a las comunidades afrodescendientes en realidad afectó negativamente su visibilidad. Cuando el censo de 1993 preguntó a los colombianos si pertenecían a un grupo indígena o comunidad negra, la población afrocolombiana que así se registró fue de unas 564.000 personas, el 1,5 por ciento del total nacional. El censo de 2005, luego de encuestas sobre reconocimiento que preguntaban a la persona cómo se consideraba racialmente, estableció en 4,5 millones (10,6 por ciento del total nacional) el número de afrodescendientes. Pero estudios de la Universidad del Valle han estimado los afrodescendientes en 7,6 millones, el 18,6 por ciento de la población nacional. "La explicación es que en Colombia, como en Venezuela o Ecuador, la inmensa mayoría de la población afrodescendiente es urbana, y en particular se concentra en 16 áreas metropolitanas", dijo Urrea. Advirtió por ello a las organizaciones venezolanas para que "no tomen como espejo para sus mediciones a los grupos indígenas, que tienen una situación diferente. La mayoría de la población afrodescendiente no vive en comunidades rurales sino en las ciudades, con un proceso de individuación y subjetividad que hace de la vida urbana una experiencia totalmente diferente", remarcó Urrea. García reconoció que algunas reivindicaciones de los afrodescendientes venezolanos calzan sobre el patrón de comunidades, como por ejemplo la dotación de tierras para labranza o la reserva de representantes propios en algunos cuerpos deliberantes. También, dijo, el reconocimiento y estímulo con programas específicos a su papel en la preservación ambiental, pues comunidades de afrodescendientes están asentadas en zonas claves de biodiversidad, parques nacionales y fuentes de recursos hídricos. "Pero sobre todo lo que queremos es un reconocimiento constitucional, legal y de políticas públicas a la dimensión afrodescendiente de los problemas, como la pobreza, pero también de nuestras potencialidades y los aportes a la construcción nacional que hemos dado durante siglos", postuló García.


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