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NeoFronteras Trimestral

Reportajes especiales

2010 Edición de invierno 105 / 114

Cada una de estas enzimas se encarga de dividir o descomponer un tipo concreto de compuesto orgánico. Así, la quitina, que recubre el cuerpo de los insectos y que forma el exoesqueleto de los mismos, es degradada por las quitinasas. Tengamos en cuenta que los fluidos digestivos crean un ambiente agresivo frente al cual la propia planta también debe protegerse adoptando medidas. Esta capacidad de digestión de las presas parece haber surgido independientemente en los distintos linajes de plantas carnívoras, de las que se conocen más de 6oo especies. No se trata solamente de digerir y ya está. Además de tener que dividir complejas moléculas orgánicas, se las tienen que ingeniar para evitar que bacterias y hongos se aprovechen del festín que se reservan para ellas. Este botín, en forma de insecto, es como comida en una despensa y, por tanto, deben evitar que la presencia de microorganismos lo malogre de alguna manera. Para ello crean compuestos orgánicos especiales que inhiben la proliferación de estos microorganismos. Algunas plantas carnívoras, como la Heliamphora no ha logrado desarrollar enzimas digestivas y tienen que delegar la digestión, precisamente, en determinas bacterias que sí las producen, pagando un pequeño precio por los servicios prestados. Pero no todo está resuelto en el mundo de las plantas carnívoras. Por más de un siglo los científicos han perseguido la receta química del fluido interior de los jarros de las Nepenthes, familia que consta de más de cien especies. Hasta hace poco no se sabía muy bien el cóctel que las nepentes usan para digerir a los insectos que caen en sus jarros y sólo se conocían dos de sus componentes. Pero no sólo pueden ser insectos sus víctimas, también pueden ser presas suyas los ciempiés, las ranas y ocasionalmente pequeños pájaros o ratones. Aunque estos dos últimos sólo pueden ser víctimas de las que tienen las trampas más grandes como las nepentes. Por tanto, además de insectívoras algunas de ellas son “verdaderamente” carnívoras. Incluso hay también alguna especie coprófaga que engaña a algunos pájaros con unos frutitos y, mientras que las aves se los comen, esperan a que depositen sus excrementos en el jarro. Excrementos de los que la planta extrae los elementos que necesita. Pero el colmo de los colmos son las plantas “vegetarianas”. Nepenthes ampullaria, por ejemplo, se aprovecha del detritus vegetal que cae del dosel vegetal de la selva y que, al parecer, digiere en sus jarros. Algunas especies de Utricularia atrapan y digieren algas y la Pinguicula rosettes atrapa polen de otras plantas. Recordemos que a las plantas carnívoras sólo les interesan unos pocos elementos (en la mayoría de los casos sólo nitrógeno) de sus víctimas, pero necesitan dividir las complejas moléculas orgánicas de los que forman parte para extraerlos. Ésto lo consiguen digiriendo sus cuerpos con enzimas. Las plantas carnívoras no producen ácidos como el de nuestro estómago, pero producen estas enzimas. Entre las que se han sido identificadas formando parte del jugo digestivo de estas plantas están las quitinasas, esterasas, lipasas, peroxidasas, fosfatasas, preteasas o ribonucleasas. c http://neofronteras.com - Creado con LATEX y paperTEX

Recientemente los científicos japoneses Tatsuro Hamada y Naoya Hatano han descifrado el complejo cóctel digestivo y las enzimas antibacterianas de la Nepenthes alata. Su estudio se publicó en la revista Journal of Proteome Research y ha servido de excusa para redactar este artículo.


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