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Domingo 24 de febrero de 2013

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AGENCIA REFORMA

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ÉXICO, DF. El español Eugenio Trías, fallecido el 10 de febrero, es considerado entre los más influyentes pensadores de las últimas décadas. En este espacio, tres filósofos recuerdan al autor de Ensayo sobre el límite y destacan la vocación de su obra, su modo de filosofar. De gran calibre La importancia del pensamiento de Eugenio Trías es enorme e irá creciendo con los años, porque lo que ha hecho Trías no es sólo filosofar al estilo de Ortega y Gasset, Eugenio D’Ors o José Luis López Aranguren, por citar nombres de filósofos españoles, sino que se propuso hacer una metafísica u ontología de forma sistemática, que nadie antes se había propuesto hacer en nuestro ámbito. Trías es un digno representante de la filosofía española del siglo 20, un pensador que se formó bajo la influencia de la filosofía alemana de grandes aspiraciones, y es lo que él concibió a través de conceptos como el que elaboró sobre el límite, un concepto que empezó a desarrollar a partir de la primera mitad de los años 70, construyendo una metafísica de mucho calibre que puede ser comparable con las mejores que se han elaborado en este siglo. Por otro lado, Trías es de los pocos autores que han abierto un cierto camino en el mundo de la filosofía en lengua castellana, junto con Xavier Rupert de Ventós, aunque desgraciadamente no hay escuela en la filosofía española. Cuando Trías publicó La filosofía y su sombra, causó mucha discusión e incluso se pensó que le iban a aislar, pero él siguió haciendo su labor. Jordi Llovet, coautor con Trías de Del amor, el deseo y otras pasiones Música y razón Eugenio Trías fue un filósofo de firme vocación. ¿En qué sentido? Nunca se resignó Trías a meramente pro-

Filosofar al límite

seguir las reflexiones de la tradición, sus vocabularios y categorías; nunca quiso dar segundos o terceros pasos y caminar por caminos escolarmente probados (cuando no aburridamente trillados): nunca se rebajó al aburrimiento que no pocas veces se abate sobre las academias. Por el contrario, con asombro, pero sin prisas, como debe ser, Trías constantemente quiso volver a explorar los primeros pasos del pensamiento, los que a menudo más importa indagar. En esa exploración de los primeros pasos de esa práctica cada vez menos frecuente, pensar por sí mismo, el concepto que acuñó Trías de razón fronteriza ocupa un lugar que merece no desatenderse, que al menos, a mí, me importa mucho no desaten-

der. Porque todo ejercicio genuino de la razón no puede dejar de ser un ejercicio de la razón más que limítrofe, lindante: un ejercicio que no sólo distingue y hasta se arriesga produciendo fuertes dicotomías, sino que también relaciona y, más de una vez, se arriesga a vínculos inesperados. Tal vez por eso la última vez que conversé con Trías me confesó que en esta etapa de su vida se sentía menos a gusto en la compañía de las palabras que demasiado a menudo no hacen más que separar, y más gozoso en la compañía de la música: ese nítido arte de vincular sonidos para subrayar el silencio que nos rodea. Carlos Pereda, autor de Sobre la confianza.

Impregnado de esteticidad La importancia de Trías no es menor en la filosofía contemporánea en lengua española. Su modo de filosofar es cada vez menos común en la “filosofía académica”. Hoy por hoy los filósofos discutimos problemas y argumentos altamente sofisticados. Eso, que de ninguna manera me parece negativo, ha hecho, sin embargo, que poco a poco hayamos ido perdiendo la costumbre, a mi juicio bastante sana, de redactar “ensayos filosóficos” de una forma más amena, más accesible para los lectores y, en pocas palabras, más vinculados a la vida y a la condición humana. Creo que Trías tenía esa virtud. Creo que su modo de entender la filosofía estaba im-

pregnado de esteticidad y, por ello, siempre supo abordar los temas filosóficos como si fuesen una provincia de la literatura y las artes. A pesar de que esa forma de hacer filosofía tiene sus riesgos --sobre todo si se le imita sin la suficiencia cultura filosófica y literaria--, Trías sabía mantenerse en los límites entre lo filosófico y lo poético y, desde ahí, logró componer una serie de ensayos tan creativos como sugerentes. Creo, en síntesis, que pocos filósofos de lengua española logran conjuntar la seriedad filosófica con la creatividad. Trías es un buen ejemplo. Curiosamente, aunque me parecieron estimulantes sus ensayos Lo bello y lo siniestro y su Prefacio a Goethe, en realidad lo que me resultó más interesante es su tesis doctoral, quizá poco leída, que se titula El lenguaje del perdón. Un ensayo sobre Hegel. Soy fanático de los Escritos de juventud de Hegel, y Trías dedica parte de su ensayo a éstos. Aunque no concuerdo del todo con su interpretación, debo admitir que es muy sugerente. Luis Xavier López Farjeat, catedrático y ensayista.


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