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Martes 19 de octubre de 2010
El paseo imperial llamado Reforma
ENRIQUE LAVIADA
Espionaje
L
o que nos faltaba. Ahora resulta que salen a la luz las evidencias acerca de cómo en el sexenio pasado el espionaje era una de las actividades favoritas entre la alta burocracia de la revolución democrática. Se sabe por trascendidos, aún no completamente esclarecidos por las actuales autoridades, que en el pasado reciente funcionaba una especie de KGB, presuntamente al servicio de Claudia Corichi, que colocó dispositivos electrónicos y espiaba a los funcionarios de distintas dependencias para “conocer su comportamiento” y, así, documentar cualquier posible traición. Aunque todavía no se aclaran los términos bajo los cuales se realizaban esas actividades, nos parece oportuno aclarar que cualquier parecido con el oscurantismo estalinista, desde luego, no es una simple coincidencia. Para nada. Y no es extraño que los espías “corichianos” tuvieran como encargo especial a los encargados de las finanzas gubernamentales, en donde se firmaban y pasaban buena parte de los negocios que en este momento se investigan. Por lo pronto, las autoridades judiciales se disponen a citar a los ex secretarios Javier Calzada y Jorge Miranda para que rindan declaración sobre el asunto. Al primero, Calzada, parece que se lo tragó la tierra y no aparece por ningún lado, aunque algunos de sus cercanos opinan que se encuentra trabajando para el PRD (¿?) y no está enterado de nada relacionado con este nuevo escándalo. De Miranda se dice que vive en la capital del país, dedicado a su propio despacho de asesoría financiera y que en este momento se encuentra muy ocupado en cumplir contratos con distintos gobiernos locales y empresas privadas. Se esfumaron, pues. Mientras tanto se extiende la versión de que serían más las dependencias afectadas por el febril espionaje, al estilo de las nieta de Stalin, y se señala a al Issstezac como un ejemplo bastante descarnado. No es un secreto que la insaciable senadora Corichi exprimió a esa institución para “canalizar” recursos hacia las campañas de sus candidatos, los suyos, que no necesariamente se reducían los perredistas, sino que también incluyeron a priístas y panistas, según afirman fuentes del propio instituto. Tanto que, recientemente, se dejaron escapar detalles sobre una ríspida discusión (léase altercado) entre el anterior titular de la dependencia, Víctor Infante, y un tal Miguel de la Torre, subdirector de Finanzas (todavía en funciones, hágame usted el favor, estimado e impaciente lector), debido al “mal manejo de los malos manejos”, por decirlo de alguna horrible manera. Y es posible que haya grabaciones de por medio. Acertijo: Sigue la búsqueda en la Seplader, la Contraloría y la Procuraduría para documentar la degradación de un grupo que espiaba y quería seguir espiando hasta encontrar a los malditos traidores que provocaron la debacle… Todo antes de parase frente a un espejo. enriquelaviada56@hotmail.com
FRANCISCO JAVIER ACUÑA (*)
C
Asunción, Paraguay, Arnaldo Samaniego, y su equipo técnico elaboran acciones para sus primeros 100 días de gobierno, en caso de que el Partido Colorado acceda a la jefatura comunal en las elecciones de noviembre. Las propuestas serán reveladas la próxima semana”. En la versión zacatecana de esa estrategia de posicionamiento de la imagen del gobernante ante la sociedad como un político de resultados, encontramos que Pedro de León Mojarro, en su columna del 15 de octubre de 2010, en un periódico local, ya no le interesó que la táctica tuviera como referente un número de días, y tampoco la cantidad de acciones, aumentándolas a más de 110; aclaró en este sentido: “100 días, 100 acciones tiene como componente principal más de 35 acciones que tienen que ver con la participación organizada y corresponsable de la ciudadanía; del orden de 15 para la seguridad, y más de 60 acciones contemplan el apoyo y la atención a los jóvenes”. El impacto que pretendía dar Miguel Alonso respecto de la eficacia de su gobierno ahora está en duda, en primer lugar, porque de ninguna manera Cien días, cien acciones es un programa de gobierno, ya que involucraron a casi todos los ramos de la administración pública. Tampoco es, ahora, una muestra de acciones contundentes al inicio de la nueva administración, tal y como lo dejó ver en su primer discurso. Pareciera, más bien, que es un gasto excesivo de publicidad del gobierno, ya que ahora tenemos dos eslóganes que anuncian la era alonsista: Contigo en movimiento y Cien días, cien acciones.
aminar por el paseo de la Reforma es una delicia, salvo cuando se vuelve una pista de ciclistas. Esa preferencia del jefe de Gobierno por las bicicletas es respetable, pero es una distinción absurda. Los ciclistas sólo pueden ir mirando al frente, no pueden ni deben hacerlo hacia arriba o hacia atrás. Reforma es una sucesión de rascacielos que merecen ser vistos sobre un autobús sin techo y que la recorra de cabo a rabo sin parar, más que en los semáforos para que se pueda apreciar el contraste de las alturas y las perspectivas de los huecos entre los alineados edificios. No como lo hace el turibús oficial, que interrumpe ese regalo a la vista del turista, pues abandona el trayecto para tomar atajos a La Condesa y a la Roma, visitas que pueden hacerse antes o después de recorrer de continuo la gran avenida, por lo menos del Monumento a Colón hasta la Palmera o a la Diana, rescatada por el regente Manuel Camacho, hombre afecto al Centro Histórico y a la prestancia de Reforma, antes de hacerse de izquierda. La avenida de 12 carriles y camellones arbolados al centro es augusta y señorial por la voluntad de Maximiliano de Habsburgo, quien ordenó su ampliación a un arquitecto vienés que siguió la tendencia que en París transformó los Campos Elíseos, será por eso que el nombre de Reforma es más pomposo que atinado, porque esa vía fue un paseo imperial o un paseo de reyes y virreyes. Y lo ha sido siempre, desde la época prehispánica era el recorrido del Tecutli Tenochca del Teocali en el Zócalo a su residencia en la cima de Chapultepec. En 2006, la escultura del Ángel fue remozada; es, sin duda, inspirada en la de Berlín –aunque aquella más antigua (de 1873)– y que reubicara Hitler en 1938. El Gobierno del Distrito Federal debió escoger como emblema el Hemiciclo a Juárez, el de Cuauhtémoc, ubicado en otra glorieta del Paseo de la Reforma o el formidable monolito de Tláloc (que aguarda afuera del Museo de Antropología), pero no. Acaso exaltar la raíz autóctona es un motivo ajeno a la imaginación del autocrator quien se inclina por La Victoria Alada, la que ha sido centro de torpes debates alrededor de su apariencia que no es femenina ni masculina sino asexuada, a diferencia de la diosa helénica Afrodita. Definitivamente, el Ángel es un signo de la nueva y única obra concluida de la administración capitalina: la conversión del DF en espacio gay friendly como lo presume el secretario de Turismo. Y qué bueno que el DF sea friendly, “pero sin discriminaciones, que sea amable y no solamente amigable, término cursi –muy gringo– que a Efraín Huerta, el poeta comunista amantísimo de la Ciudad de México, le habría causado escorbuto. La ruta del Ángel es voluntariosa y superflua. Debiera hacer escalas en las inseguras esquinas en donde se anida el comercio informal y se aloja la droga en los niños y en las niñas; debería descender al tumulto del Metro, volar en defensa de la gente pobre y vulnerable que vive el miserable infierno del acoso de la violencia estructural, la codicia urbana y la rebeldía suburbana que deja grafiti en cada fachada, sea moderna o por su valor histórico o estético catalogada. Mejor que no vuele, que disipe la bruma de smog y que por las noches tape los baches que en el asfalto dejan los transportes privilegiados, los ligeros y los pesados, y que desde la banqueta observan descalzos a los que todavía caminan y usan huaraches.
(*) Maestro en derecho hcuauhtemoc@yahoo.com
*Especialista en derechos humanos fjacuqa@hotmail.com
Los 100 días de Miguel
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CUAUHTÉMOC HINOJOSA HERRERA (*)
esconozco quién sugirió incorporar en el discurso de toma de protesta de Miguel Alonso Reyes como gobernador constitucional del estado de Zacatecas, el compromiso de que su gestión presentaría resultados contundentes y sólidos en los primeros 100 días de trabajo. Idea que a la postre derivara en múltiples críticas al mandatario, quien en el pasado 11 de octubre transformó las 100 acciones en un “programa”. Tal parece que se puso de moda el que los gobernantes pretendan convencer a sus electores de la eficacia de su trabajo mostrando, a los 100 días de ingresar al poder, las acciones que se realizaron en ese periodo de tiempo. Así lo hizo el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, quien el 11 de enero de 2010 dio cuenta a nuestros vecinos de aquel estado norteño de las 100 acciones que su gobierno realizó en 100 días. De igual manera, Héctor Astudillo Flores, presidente municipal de Chilpancingo, Guerrero, para el periodo 2009-2012, deja testimonio en un video de sus “cien acciones para progresar”, llevadas a cabo en ese mismo número de días. A Manuel Martínez Garrigós, presidente municipal de Cuernavaca, Morelos, el pasado 8 de febrero, un medio de comunicación local le reclama que, al concluirse el plazo de los 100 días, no se haya mostrado avance alguno sobre el compromiso de la realización de “100 acciones prioritarias”, igualmente, marcadas para dicho plazo. Por otra parte, la publicidad del PRI en Mérida, Yucatán, nos dice que “los primeros 100 días de la administración de la alcaldesa Angélica Araujo Lara están marcados por acciones, no palabras”. Al sur del continente americano encontramos que “el candidato a intendente de
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