La novela de Santi

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Mi extraña familia

SANTIAGO VIEITES COUSELO 1ºA


Mi extraña familia CAPÍTULO 1

Mi familia y yo vivimos en una casa flotante ubicada sobre las Montañas Azucaradas. (No es que sean dulces ni nada, solamente son montañas). Mi padre es del siglo XXVI, una época en la que la Tierra se ha partido en dos a causa de un meteorito. Su trabajo es el de gerente de informes políticos y económicos, sinónimo de estar todo el día sentado en una silla firmando papeles. Bueno, eso hasta que pase algo malo relacionado con la integridad de la Tierra, ya que su segundo trabajo es el de superhéroe. Mi madre es ama de casa, lo que significa que tendrá que defender la casa de todo tipo de ladrones, como piratas, ninjas, fantasmas… ¡incluso del cartero! Mi hermana, que tiene 5 años humanos, es una vampira de 500 años reales. Aunque sigue yendo a la escuela infantil. Y yo, simplemente, soy un niño de 12 años que asiste al instituto, como cualquier otro niño. Y esta es mi familia, nada fuera de lo normal…


Una visita inesperada CAPÍTULO 2

Me encontraba con mi amigo Pablo, observando el pequeño hámster Michie. Era la mascota de la clase de biología y siempre estaba encerrado en la jaula. De pronto, sonó el timbre de clase de Lengua castellana y nos vimos obligados a irnos corriendo. Cuando solo habían pasado veinte minutos de clase, mi padre entró corriendo en el aula. Me sacó afuera con el permiso del profesor. Me acompañó mi amigo Pablo. - ¿Dónde está tu hermana? ¿La has visto? -me preguntó mi padre, muy alterado. - No, ¿no debería estar en el cole? -le respondí. - ¡Sí, debería! Pero cuando nos encontrábamos en el coche, le entraron ganas de comer nubes de azúcar. Como sabrás, tu hermana se comerá cualquier cosa parecida. Por lo que, de súbito, saltó por la ventanilla del coche. - ¿Y no tenías nada para darle? Porque si le apetecía comer algo esponjoso, podrías haberle dado una pelota de tenis. - ¡Ese es el problema! No me quedaban más, ya que esta no es la primera vez que le apetece comer alguna de esas dichosas nubes de azúcar. - Vale, si le apetece comer cualquier cosa esponjosa, ¿qué se podría comer? En ese momento, se me pasaron muchas cosas por la cabeza: Una esponja, un micrófono, el nuevo peinado del director… (Este último tiene una característica forma esférica y rizada, como en los peinados de los años 80). De repente, Pablo salió corriendo por el pasillo. - ¿Qué demonios te ocurre, Pablo?


Como no me respondió, comencé a seguirlo. Vi que entró en una clase, la de biología. Cuando entré en el aula, encontramos a mi hermanita chupando al pobre hámster. Un dato: A las niñas-vampiro no les salen los colmillos hasta los 800 años, por lo que mi hermana, de 500 años, simplemente estaba babeando una bola de pelo con patas. Cuando se dio cuenta de esto, se quitó los pelos de la boca y dejó a Michie en la jaula. Por lo demás el día fue normal.


Unas navidades de pesadilla CAPÍTULO 3

- ¡Por fin es Nochebuena! - exclamó mi hermanita. - Sí, y mañana es Navidad - contestó mi padre. - ¡Es verdad! ¿Crees que Papá Noel me traerá regalos este año? Mi padre se quedó callado durante unos instantes. -Sí… - dijo con un tono de inseguridad. - ¿Qué pasa? - preguntó mi hermana, mientras comenzaba a derramar unas pequeñas lágrimas. -No, no ocurre nada. Solo que acabo de recordar que necesitamos leche. -Ah, es verdad. Esta mañana no quedaba ni un solo litro. Mi padre fue corriendo por el pasillo, me sacó de mi cuarto, cogió las llaves de casa, me subió en el coche y puso rumbo al centro comercial. - ¿Por qué me subes a mí al coche? - ¡Porque se me ha olvidado comprar los regalos de tu hermana y hoy es día 24! - ¿En serio? ¡Eres uno de los superhéroes con más poder del mundo y se te olvida comprar regalos para tu hija que aún cree en Santa Claus! -Bueno, es que no tenía tiempo. Ya sabes que estos días estuve muy ocupado con un doctor maligno que quería destruir la Luna. Estuvimos en silencio durante el resto del viaje. Mi padre puso las noticias en la radio. Después de unos minutos de noticias poco relevantes, escuchamos lo siguiente: “Un hombre llamado Ernest Morrison está siendo acusado de asesinar a su mujer, que llevaba muchos años desaparecida. El cadáver ha sido encontrado bajo uno de los árboles del patio del asesino. Actualmente, el


juicio está en marcha, aunque parece que el acusado no dice una sola palabra” -Bueno, pues parece que el tío Morrison no vendrá a cenar esta noche. - ¿Tío Morrison? ¿Esa persona es familiar nuestro? -Sí, pero no solía relacionarse demasiado con nosotros desde que su mujer desapareció. -Espero que no le pase nada malo, aunque haya matado a su esposa. - ¿Que le podría pasar?, ¿que en realidad él no fuese el verdadero Ernest Morrison, sino un impostor y que su cuerpo esté enterrado debajo de otro árbol? -No sé… En ese momento, llegamos al centro comercial y después de dos horas de compras, nos montamos en el coche y volvimos a casa. Mi madre estaba sentada frente al escritorio, escribiéndole una carta a la tía Rosa. Después de un tiempo, esto es lo que puso finalmente en ella: Querida hermana: Siento mucho lo ocurrido los años anteriores en la cena de Navidad, que sepas que estoy muy arrepentida. Puede que me haya pasado un poco, sobre todo cuando te eché fuera de mi casa. Aun así, creo que no deberías haber intentado robar todo nuestro dinero. Espero que no vuelva a ocurrir nada parecido. Por lo demás, puedes volver a nuestra casa a cenar. Atentamente: Ana. Ese día, tía Rosa no asistió a la cena de Nochebuena. La verdad, no sé si tenía planeado robar más dinero aún, o si se enfadó porque nos dimos cuenta de sus intenciones pasadas. De todas formas, la cena de Nochebuena fue bastante normal (dentro de lo normal que puede ser). Al final, recogimos todo, nos cepillamos los dientes y nos acostamos.


Al día siguiente, ¡no había regalos debajo del árbol! Mi padre, con una histeria tremenda, comenzó a preguntarse qué podría haber pasado. ¿Sería la tía Rosa que había robado los regalos? ¿Se los habría tragado un gusano gigante? ¿Los regalos se habrían evaporado? Después de todo ese lío, mi madre descubrió qué había ocurrido con ellos: El basurero los había confundido con cajas de cartón vacías, ya que estos estaban escondidos tras los cubos de la basura de nuestra casa. Mi padre estaba muy disgustado. - ¿Y ahora qué? – se preguntaba mi padre. - ¡No tenemos regalos! ¿Cómo podremos celebrar la Navidad si nuestra hija no tiene sus deseados juguetes? – se desesperaba mi madre. Entonces, mi hermanita dijo lo siguiente: -A mí me da igual. Lo que realmente quería era pasar unas Navidades con vosotros. Entonces, todos abrazamos a mi hermana. Después de unos días comenzaron las clases, tan normales como siempre. Hasta que apareció la nueva profesora…


Un día movidito

CAPÍTULO 4

6:30- Mi padre abre la puerta de mi cuarto y enciende las luces. Yo, cegado, me pregunto por qué tantas prisas a esas horas de la mañana. Además, es sábado. 6:40- Estoy desayunando. Mientras, mi padre me cuenta cuál es el plan del día: vamos a ir en coche hasta un puerto y allí vamos a coger un barco para ir a una isla. 7:00- Subimos en el coche y comenzamos nuestro viaje por carretera. 7:30- A mitad de trayecto, el coche se queda sin gasolina. Mi padre se dirige a una gasolinera para comprar una lata de gasolina. Mientras, me apoyo en el freno de mano para poder alcanzar unas revistas. Pero, por error, quito el freno, provocando que el coche se estrelle contra un árbol. 7:48- Mi padre llama a una grúa para que se lleven el coche al taller… 9:04- Estamos esperando a que un autobús nos recoja, mientras tanto, escucho a mi padre quejarse. 10:30- ¡Por fin un autobús! ¡Después de un largo tiempo de espera, nuestro transporte ha llegado! 11:30- La alegría no duró mucho, el autobús hizo un recorrido por todas partes, menos por donde debía pasar, por lo que nos bajamos y esperamos otro transporte. 12:40- Finalmente, llegamos al pueblo. Se llamaba Fortville.


Pero algo fallaba, un detalle muy importante: El muelle estaba en obras, por lo que los barcos no podían salir. 14:20- Finalmente decidimos llamar a mi madre para que nos recoja. 16:00- Al llegar a casa, estábamos sin barco, sin coche y sin isla. Además, descubrimos que no habíamos ido al pueblo correcto, sino a uno que estaba en dirección opuesta. ¡Menuda aventura! 18.00- Mi padre está intentando vender el barco, ya que este nos ha traído demasiados problemas.


Nos convertimos en detectives

CAPÍTULO 5

Escuela Ernesto II, 16/2/2020, 9:27 AM. Las puertas del pequeño museo escolar han sido forzadas. Todos los objetos de valor que allí se escondían han desaparecido. Ninguna pista del ladrón, solamente polvo y estanterías rotas. La policía había pasado horas intentando encontrar algún tipo de huella dactilar, pero no encontraron nada. El guardia de seguridad nocturno no había regresado al trabajo a la noche siguiente, cosa que hizo sospechar a la policía de que él podía ser el presunto delincuente. Esa misma tarde, la policía entró a la fuerza en su casa, aunque él no se encontraba allí en ese momento. La policía lo está buscando por todo el país; puede que se haya escapado. El director de la escuela parecía muy preocupado por un objeto en particular: Un atlas de oro de 300 años de antigüedad, que estaba valorado en medio millón de euros. Finalmente, la policía decidió cerrar el colegio, para así poder continuar la investigación con más calma. Esto fue lo que me contaron. Puerto Rico, 17/2/2020, 2:33 PM. La noticia había llegado a mis oídos mientras estaba de vacaciones en Puerto Rico con mi familia. Estaba acostado en una tumbona frente a la piscina del resort en el que me alojaba. En ese momento, mi padre llegó con el periódico, en el que destacaba una noticia muy especial. Decía que en un instituto se había cometido un robo y que el ladrón aún no había sido identificado. Después de leer más atentamente la noticia me di cuenta de que esa escuela era la mía. Entonces, mi padre tuvo una de las peores ideas del mundo. Él iría al colegio a resolver el caso, por lo que nuestras vacaciones quedaron suspendidas. No sé ni cómo nos pareció una buena idea, ya que podría ser peligroso para él. Pero como nadie parecía


preocupado, pensé en acompañarlo sin que se diese cuenta, por si pasaba algo. Escuela Ernesto II, 18/2/2020, 8:01 PM. La lluvia caía a cántaros sobre la chapa del coche, provocando así un ruido continuo y monótono. Yo estaba escondido en el maletero del coche que conducía mi padre, por lo que pensé que no me pillaría. Pero no fue así. Mi padre abrió el maletero para coger sus cosas, por lo que de inmediato me vio. -¿¡Qué demonios haces aquí!?- me preguntó gritando. -Pensaba que te podría pasar algo, así que decidí acompañarte. Mi padre se quedó pensativo durante un rato y al final no tuvo más remedio que dejarme acompañarle. Al entrar por la puerta principal, observamos los pasillos desérticos del colegio. Justo en ese momento, el timbre del colegio comenzó a sonar misteriosamente y nosotros, completamente extrañados y un poco asustados, nos dirigimos a apagar el timbre al cuarto del bedel. Después de vagar por los pasillos sin encontrar a nadie ni ningún tipo de pista interesante, me di cuenta de que la puerta del cuarto de la caldera se encontraba entreabierta. Esto me pareció muy raro ya que, unos momentos antes, esta se encontraba cerrada con llave. De inmediato se lo comuniqué a mi padre y nos dispusimos a bajar lentamente por las escaleras que daban al cuarto de la caldera. Si la puerta estaba abierta, significaba que no estábamos solos en el edificio, pensé. Cuando por fin llegamos al fondo, tanteé la pared en busca del interruptor de la luz ya que la habitación se encontraba completamente a oscuras. Cuando finalmente la luz iluminó la estancia, pudimos ver el cuerpo sin vida del guardia de seguridad nocturno. Mi padre casi se desmaya. Comisaría de policía, 20/2/2020, 12:17 AM. La policía examinó el cadáver, para poder confirmar que el fallecido era el guardia de seguridad nocturno. Su muerte había sido causada por una fuerte puñalada en la espalda, lo que significaba que el asesino era


peligroso. Metido en uno de sus bolsillos, se encontraba un recorte de periódico que decía:

Múltiples robos asolan la ciudad Un hábil ladrón está atracando los principales museos y bancos de la ciudad sin dejar pista alguna.

-Al parecer, el guardia de seguridad estaba interesado en cazar a ese ladrón- pensé. -Quizá por eso fue asesinado. Después de unas cuantas horas declarando los hechos en la policía, nos dirigimos a casa. Mientras estaba yo solo en casa esperando a que mis padres regresaran de sus respectivos trabajos, escuché unos golpes en la puerta de mi casa. En el mismo instante en el que abrí la puerta, un par de personas, que no pude identificar, me amordazaron y golpearon. Unos minutos más tarde, me desperté dentro de una furgoneta. Estaba completamente atado, pero por suerte pude agarrar un cristal que se encontraba a mi lado. Justo cuando estaba intentando cortar las cuerdas, unas personas con caretas de Halloween me sacan de la furgoneta y tiran a un río. Gracias a que aún conservaba el trozo de cristal, pude cortar las cuerdas antes de ahogarme en el fondo embarrado de aquel lugar. Después de hacer esto, me dirigí a la superficie para tomar aire y, cuando hice esto, pude observar que la furgoneta de mis secuestradores tenía un logo pintado en un lado. Este decía: Treasure Island Park. Este era el nombre de un famoso parque de atracciones abandonado que se encontraba completamente rodeado de agua. Después de eso, la furgoneta salió a toda velocidad por la carretera, tomando rápidamente un desvío. Yo estaba completamente seguro de que me habían hecho eso debido a que yo había sido una de las personas que había descubierto el


cadáver del guardia de seguridad y también estaba seguro de cuál era el siguiente lugar que debía visitar: Treasure Island Park.


El fin del caso CAPÍTULO 6

Mi padre y yo estábamos a las puertas del abandonado Treasure Island Park. No sabíamos lo que podría ocurrir allí dentro, pero sí sabíamos que no sería nada bueno. Nada más saltar la verja de entrada pudimos observar las atracciones en un estado lamentable: La montaña rusa estaba completamente derrumbada, la madera del tiovivo completamente podrida, el casco del barco pirata estaba completamente agujereado… A todas las cosas se le había echado el tiempo encima. Cuando estábamos pasando al lado de las casetas de feria, pudimos escuchar como alguien doblaba corriendo la esquina para meterse en un callejón. En ese momento, mi padre se dispuso a coger un trozo de tubería que estaba en el suelo para defendernos por si nos encontrábamos con los ladrones, pero al doblar la esquina simplemente pudimos encontrar un recorte de cartón de la mascota del parque, una ardillita pirata con un gorrito y un parche. Fuese quien fuese, esa persona había escapado. Cuando volvimos a salir a la calle principal nos fijamos en que la puerta del tren fantasma estaba entreabierta. Nada más asomarnos, pudimos observar un montón de cajas y, sobre ellas, todos los objetos robados. En el mismo instante en el que entramos para poder coger las antiguas reliquias, aparece un hombre alto y corpulento armado con un hacha y, unos instantes después, aparecen otros dos hombres por nuestra espalda. Antes de que estos tres individuos nos pudiesen agarrar, apareció la policía y detuvo a los delincuentes. Se descubre que pertenecen a una banda que se dedicaba a robar objetos valiosos y que tenían su guarida en las alcantarillas, lo que explicaba por qué podían viajar por toda la ciudad sin ser detectados, o por qué podían “desaparecer” tan fácilmente. Unos días después, la policía llamó a la puerta de nuestra casa para decirnos que, por motivos de seguridad, nos teníamos que mudar de ciudad


y cambiar nuestra identidad ya que pasarĂ­amos a ser testigos protegidos. AsĂ­ que nuestros padres se dispusieron a hacer las maletas y a contratar un camiĂłn de mudanzas para poder iniciar un viaje que seguramente no nos dejarĂ­a indiferentes.


El gran final CAPÍTULO 7

Y así es cómo había acabado todo: mi familia mudándose de ciudad, la escuela cerrada por el asesinato del guardia de seguridad, una de las mayores bandas de delincuentes casi completamente arrestada… Nuestra familia se había metido en demasiados problemas, por lo que la policía nos dio nuevas identidades y nos obligó a cambiarnos de hogar. Nuestra nueva casa se encontraba completamente metida en una gran playa, por lo que estábamos completamente solos en un radio de al menos 5 km. El edificio tenía un aspecto moderno, con unas grandes ventanas que cubrían casi todas las paredes, una azotea y unas puertas minimalistas. Según me habían dicho, esa casa estaba a nombre de mi padre, quien la había construido durante los primeros días de su estancia en la Tierra, porque, como dije hace un tiempo, mi padre no es de aquí, sino que proviene de otro planeta completamente ajeno a la Tierra. Los días pasaban y los problemas no hacían más que aparecer. Multitud de veces la policía nos informaba de que posiblemente nos tendríamos que mudar de casa debido a que algunos remanentes de la banda de delincuentes nos seguían buscando. También nos llegaron multitud de correos informándonos de que tendríamos que saldar una deuda que habíamos contraído por poseer un terreno de vivienda tan grande. Hasta que un día, mi padre nos reunió en el sótano de la casa para enseñarnos algo realmente importante. Según decía, ese “algo” podría hacer que todos nuestros problemas desapareciesen. Y así era, porque lo que mi padre tenía guardado en el sótano era la nave en la que él había venido a la Tierra. Se trataba de un vehículo realmente moderno en el que cabían cuatro personas y un montón de equipaje. Nos dijo que con esa nave podríamos ir en busca del planeta natal de mi padre, para así poder vivir felices el resto de nuestras vidas. No lo dudamos ni un segundo, guardamos nuestras


pertenencias en la bodega y nos metimos en la cabina para así comenzar un gran viaje. Nada más despegar, comencé a sentir las fuerzas G sobre mi cuerpo y justo en el momento en el que el indicador de altura nos mostraba que estábamos a punto de salir de la atmósfera terrestre, un portal aparece frente a nosotros y nos absorbe hacia el espacio profundo. Después de unos segundos de confusión, aparecemos frente a lo que parece ser un planeta artificial. Digo esto porque su superficie parecía ser de un tono plateado. Además, éste tenía una especie de escotilla en su ecuador. Nada más aproximarnos a la escotilla pude volver a sentir el peso de la gravedad sobre mi cuerpo, haciéndome sentir una sensación un poco rara. En el momento en el que entramos en aquella colosal esfera, pudimos observar una gran metrópolis con seres de diferentes mundos del universo y máquinas realmente modernas. Fue ahí cuando me di cuenta de que mi aventura no había hecho más que comenzar.

¿FIN?


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