El placebo eres Tú - Joe Dispenza

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el placebo eres tú

La palabra meditación se ha estigmatizado. A la mayoría de la gente al oír hablar de ella le viene a la cabeza la imagen de un gurú barbudo meditando sentado en perfecta quietud en la cima de una montaña inmune a los elementos, o un monje con una túnica luciendo en el rostro una misteriosa sonrisa de pura alegría, o incluso una hermosa joven en la cubierta de una revista con la piel de porcelana, exhibiendo un estiloso atuendo de yoga y una mirada serena, libre de la esclavitud de las obligaciones cotidianas. Al venirnos estas imágenes a la cabeza, la meditación tal vez nos parezca a muchos poco práctica y demasiado difícil, como si estuviera más allá de nuestras facultades. O a lo mejor la vemos como una práctica espiritual que no encaja con nuestras creencias religiosas. Y algunos, agobiados por la infinita variedad de meditaciones que están a nuestro alcance, somos incapaces de decidir por dónde empezar. Pero entrar «ahí» no tiene por qué ser tan difícil o desconcertante. La cuestión es que la meditación está concebida para ir más allá de la mente analítica y sumergirnos en unos estados de conciencia más profundos. En la meditación pasamos de la mente consciente al subconsciente y, al mismo tiempo, del egoísmo al altruismo, de ser alguien y algo a no ser nadie ni nada, de ser unos materialistas a ser unos inmaterialistas, de estar en un lugar a no estar en ninguno, de vivir en el tiempo a vivir en el sin tiempo, de creer que el mundo exterior es la realidad y definirla con los sentidos a creer que el mundo interior es la realidad y que una vez que estamos en él, entramos en el mundo «sin sentido» de la mente más allá de los sentidos. La meditación nos lleva de la supervivencia a la creación, de la separación a la conexión, del desequilibrio al equilibrio, del estado de emergencia al estado de crecimiento y regeneración, y de las emociones limitadoras del miedo, la ira y la tristeza a las emociones expansivas de la alegría, la libertad y el amor. Básicamente pasamos de aferrarnos a lo conocido a aceptar lo desconocido. Vamos a analizarlo un poco. Si tu neocorteza es la sede de tu mente consciente y el lugar donde construyes pensamientos, analizas las cosas, ejercitas el intelecto y ejecutas los procesos racionales, en este caso para meditar tu mente deberá ir más allá de la neocorteza (o salir de ella).


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