NotiSUR 21 de marzo 2017

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Martes 21 de Marzo del 2017

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Era confesor de día, pederasta de noche A muchos no les importa que el padre Jorge Raúl Villegas Chávez esté acusado de pederastia y abusos sexuales en contra de cinco menores CIUDAD DE MÉXICO EL UNIVERSAL

U

na mujer coloca en el altar un papel con las peticiones para la oración universal. Es la misa del segundo domingo de Cuaresma en la parroquia de San Juan Bautista de la Salle, al poniente de la ciudad de León. El cura dirige la mirada a los asistentes y eleva súplicas a Dios: Por los sacerdotes y seminaristas de nuestra Diócesis, para que vivan llenos del amor de Dios y de un profundo espíritu de servicio hacia los hermanos… por las necesidades del sacerdote Jorge Raúl Villegas Chávez. Oremos. “¡Te rogamos Señor!”, claman los feligreses, sentados en bancas semicirculares y escalonadas, por quien fue su cura durante ocho años, de 2004-2012. A muchos no les importa que el prelado esté acusado de pederastia y abusos sexuales en contra de cinco menores, ni que haya abusado de la confianza que como confesor le tenían. “Aquí nunca se le supo nada”, dice tajante la encargada de distribuir los misales en el acceso al templo. Recuerda al padre Raúl como una buena persona, serio, atento, que daba sus misas con mensajes “muy bonitos” a la comunidad. En el grupo encargado de las labores en el templo afirman que “las tentaciones del diablo” lo perjudicaron. En sus oraciones piden por él. A un lado de esa parroquia está la casa que por ese tiempo habitó el padre, en la colonia Piletas, cuarta sección. Su voz aún se escucha en la grabación de la línea de la parroquia, en la que da cuenta de los horarios de oficina. Ignoran o no quisieron ver su doble vida, porque el padre Jorge Raúl Villegas Chávez, sin desprenderse de la sotana, alternaba su ministerio con una relación amorosa con una mujer con la que procreó una hija que

hoy tiene 12 años, motivo por el que fue separado de su ministerio y enviado a una casa de retiro en Tlaquepaque, Jalisco, en septiembre de 2012, en la que se le brindó acompañamiento y apoyo sicológico. De ahí salió para convertirse en un agresor sexual, ya no sólo traicionó sus votos de celibato como hizo en León, sino que actuó como un depredador sexual que iba acumulando víctimas, en Irapuato, amparado en el poder que le daba estar rodeado de una sociedad en extremo católica y obediente, y el secreto de confesión con el que manipulaba a sus víctimas. UN CURA DE ALTO RANGO El padre Jorge Raúl Villegas se desenvolvía en la más alta jerarquía de Guanajuato. Como vocero de la Arquidiócesis de León, tenía trato con los periodistas y daba entrevistas en radio y televisión. Fue vocero del arzobispo José Guadalupe Martín Rábago durante ocho años; incluso, éste lo comisionó para preparar la visita del Papa Benedicto XVI en marzo de 2012. En las giras del nuncio Christopher Pierre se encargaba de su agenda con la prensa. Sus conflictos legales comenzaron en 2012, cuando le llegó una demanda por incumplimiento de pago por un crédito hipotecario, en el expediente 919/2012. Tras perder, le fue embargado y rematado un inmueble. En febrero de 2013 le llegó otra, ahora por el reconocimiento de paternidad y pensión alimenticia que promovió en su contra la mujer con la que tuvo una vida conyugal y procreó una niña. Villegas Chávez se incorporó al gobierno eclesiástico con la llegada del obispo José Guadalupe Martín Rábago a la Diócesis de León (1995) y colaboró en tareas para el semanario Gaudium, así como en la vocería clerical. En 2014 se hizo público su juicio de paternidad. La Arqui-

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diócesis de León tuvo que salir a decir que el presbítero Jorge Raúl Villegas Chávez se encontraba “separado” de su ministerio por esa causa. “Fue apartado del ejercicio sacerdotal debido al proceso que enfrenta en los tribunales correspondientes a nivel eclesiástico”, anunció en un comunicado la Arquidiócesis, dirigida por el arzobispo Alfonso Cortés. TRES PERSONALIDADES Ya no se volvió a saber de él hasta el 13 de febrero de este año, cuando policías ministeriales del estado lo detuvieron en la casa pastoral del templo del Espíritu Santo. Inmueble ubicado en la colonia Moderna, en la ciudad de Irapuato, a espaldas del plantel educativo en donde, se dice, abusó de al menos cinco menores. Entonces quedó al descubierto: pese a que estaba inhabilitado, Jorge Raúl Villegas Chávez, en la ciudad de León, en 2016 volvió a oficiar misa en el templo de San Cayetano Confesor, de la Diócesis de Irapuato, en donde se dio a conocer como “el padre Jorge”. “Sólo daba la misa de siete de la mañana”, cuenta una mujer de piel clara que tiene su domicilio frente a la parroquia ubicada en la calle Primo Verdad, del Barrio de San Cayetano, a unas cuantas cuadras de la colonia Moderna. Retomar su actividad sacerdotal lo acercó a la congregación Hermanas de las Pobres Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes le abrieron las puertas del Colegio Atenas, clasificado como uno de los más exclusivos de Irapuato. La directora de la escuela, Carmen Carbajal Méndez, reveló a la activista Norma Nolasco, representante legal del Grupo Unido de Madres Solteras AC (Gumsac), haber conocido al “padre Jorge” en el templo de San Cayetano cuando oficiaba misa; lo encontró agradable y carismático, por lo que le ofreció trabajo en la institución.

Sacerdote Jorge Raúl Villegas Chávez, acusado de pederastia.

CADENA DE DELITOS En la Procuraduría General de Justicia del Estado existen en su contra cinco denuncias por los delitos de violación calificada, corrupción de menores y abusos sexuales, en los que las víctimas son menores, hombres y mujeres, y otra más en la Procuraduría General de la República (PGR) por el delito de pederastia. A las víctimas, un niño de 10 años, tres niñas de 14 y 15 años, y un adolescente de 16, les brindaba la confesión, asistencia psicológica y fungía como su guía espiritual.

A pesar de todo, los feligreses aún creen en el Sacerdote.

El “padre Jorge” ingresó al colegio de religiosas en agosto pasado sin cartas de recomendación. Las oficinas de la dirección del plantel lo designó como confesionario personal. Confesaba y brindaba asistencia sicológica a alumnas y alumnos. Les decía que necesitaban un apoyo, alguien en quien confiar y que él era esa persona. Les hablaba de los deberes religiosos y los conminaba a orar. “A las 12:00 del día, cuando se canta el Ave María, el padre Jorge llegaba al salón, sacaba a una alumna para llevarla a la dirección del colegio, ahí pedía que le recitara el Angelus que había dejado como tarea”, describe la madre de una estudiante de secundaria. El rezo terminaba en toqueteos y otras cuestiones sexuales,

incluso como penitencia para las niñas. A la primera víctima, una alumna de 14 años, la confesaba los días viernes y bajo secreto de confesión la violaba; los lunes le daba terapias como su sicólogo. Así fue por tres meses, según consta en la denuncia del 10 de febrero formulada en su contra en la Agencia del Ministerio Público del Centro de Justicia para Mujeres en Irapuato. De la segunda víctima abusó mediante tocamientos en su cuerpo a través de una tarea que le dejó. Todo fue en secreto de confesión. El sacerdote usaba frases religiosas para aprovecharse de los estudiantes. Todos los abusos que cometió los hizo en el nombre de Dios, acusan activistas. “Se subía la sotana y se bajaba el pantalón”, señala Norma Nolasco.


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