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Historia
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El Cementerio General de la ciudad de Ayacucho
los templos y conventos, en función de sus devociones”2. En el caso huamanguino, la sepultura en los templos eran muy frecuentes. Una ley de 1539 autorizaba y garantizaba a todos los habitantes “vecinos y naturales de las indias” por igual, a enterrarse en los monasterios o iglesias que quisiesen”3. Cualquier vecino podía ser enterrado en un templo de la ciudad huamanguina siempre y cuando pudiera costear la sepultura. La historiadora Yolanda Cerón elaboró una estadística con 125 testamentos para saber los lugares de entierro elegidos por los testadores. Manifiesta que muchos de estos pedían ser sepultados en la Catedral (45.13%), el 17.70% pedía ser enterrado en el templo de San Francisco de Asís, el 10.2% en Santo Domingo, el 7.96% en Nuestra Señora de las Mercedes, 5.31% en el Hospital de San Juan de Dios, 3.54% en Compañía de Jesús y el 0.88% en Santa María Magdalena4.
El presente artÍculo trata sobre un tema que es parte de la historia de las mentalidades, como un aporte a la historiografía regional sobre los lugares de entierro. En él se responde a preguntas como cuándo fue creado el Cementerio General de la ciudad de Ayacucho y, antes de que exista un cementerio público, dónde se enterraban los vecinos de la ciudad.
José María Vásquez Gonzáles Wálter Aguilar Revista de Análisis Político Regional - Retablo
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n la colonia, a través de los testamentos, los herederos y albaceas de un difunto cumplían su última voluntad que era su entierro en la iglesia parroquial de la que fue feligrés. El derecho de sepultura era una de las prerrogativas de la parroquia, ya que de él obtenía parte de sus ingresos. Las parroquias o templos formaban el centro de la vida civil y religiosa de los feligreses1. Como dice Verónica Zarate: “La elección de la sepultura estaba más bien dirigida hacia
Los habitantes de la ciudad de Huamanga tenían ciertas preferencias al momento de elegir y establecer el lugar de entierro, pero en lo posible manifestaron su deseo de ser sepultados en la misma iglesia en la que yacían sus familiares. Estos entierros en lugares sagrados sugieren pistas sobre las mentalidades colectivas en relación con el fenómeno de la muerte entre 1780 y 1800, donde existe un afán inconsciente por reposar en tierra sagrada, en templos, conventos o capillas subterráneas, denotando una identificación borrosa con el cuerpo físico de la Iglesia Católica.
Construcción de la Ciudad de los Muertos La construcción del Cementerio General de la Ciudad se realiza porque era imposible seguir sosteniendo los entierros en los templos de la ciudad. Según la Beneficencia Pública de Ayacucho, el Cementerio General fue construido el año de 1845. En el artículo escrito por Manuel Bustamante, se afirma: “Se la divisa a distancia entre las carreteras al campo de aviación y al Cuzco con fachada de rosetones que los sustentaban. Lo edificó el 36 Prefecto del Departamento, General don Isidro Frisancho, el año de 1845, con la cooperación del vecindario, sin agravar en absoluto, el Erario Nacional”5. Los datos confirman que el Panteón de Ayacucho se construyó el año de 1826 y lo reafirmamos con la siguiente trascripción textual: “El Panteón que el año de 1826 principio a formarlo hacia el otro lado del puente del Apurímac, el Señor General Prefecto don Juan Pardo de Zela es chico, y aún no tiene nichos. Sus puertas son de hierro…”6. El panteón o cementerio se ubicaría en un llano denominado Pichiurari. El Cementerio General de Ayacucho es uno de los tres primeros que se construyeron en el Perú. Fue fundado en el mencionado año de 1826 por el General Prefecto don Juan Pardo de Zela y el 13 de octubre de 1831 se realizó su inauguración, siendo prefecto del departamento don Manuel Cabrera y Olano. La Capilla “El Señor del Sepulcro”
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se inauguró el 28 de octubre de 1846, con la asistencia de muchas personalidades de la ciudad como el prefecto Luis La Puerta7. Luego se hizo una gran alameda con la contribución del Dr. Frisancho, que en su momento también llegó a ser prefecto de Ayacucho. Los Pabellones del Cementerio En 1869 don Bruno Bueno8, prefecto entusiasta y obrero, mando construir cuatro salones. Dos a la derecha, “San Lázaro” y “San Ramón”, y dos a la izquierda, “San Cristóbal y San Salvador”. Los restos más antiguos corresponden a doña Josefina Ruiz (1873) y a don Florentino Santillana (1875). En el pabellón “San Cristóbal” se encuentran enterrados los restos del Intelectual Don Manuel Antonio Hierro Pozo (fallecido en 1953). En 1939 se construyó el pabellón “San Vicente Ángel del Juicio Final”. Hoy en día existen numerosos pabellones en el nombre de Santos y Santas (por ejemplo, “Santa Esther”, “Santa Victoria”, “San Carlos” y otros) que reflejan la devoción a los santos que tiene no sólo la Beneficencia Pública, sino también la comunidad ayacuchana. En Ayacucho no existe una cripta de héroes nacionales. Pero sí encontramos héroes confundidos con el resto de muertos comunes y personalidades notables. Por ejemplo, se ubica la tumba de uno de los vencedores de Tarapacá, el coronel Manuel A.
“Imagen antigua de Ayacucho que registra una romería al Cementerio General”.
Oyanguren (fallecido el 24 de diciembre de 1922) en el pabellón “San Ramón”. Privilegios y mausoleos
“El Cementerio General de Ayacucho es uno de los tres primeros que se construyeron en el Perú”
Los mausoleos son un tipo de estructura funeraria caracterizada por agrupar, en un edificio separado de los demás construcciones del cementerio, los entierros de miembros de un mismo grupo social definido por sus lazos de parentesco o afinidad9. Al interior del cementerio podemos ubicar de la Familia Cossio y Santini de procedencia Italiana. Otro mausoleo importante es de la Familia Ruiz Zambrano; pero llama la atención el del Círculo de Obreros Católicos de Ayacucho. Otros son el de la Sociedad de Obreros y Artesanos 9 de Diciembre. Así, los niveles de riqueza y poder ya no sólo se quedan
en la ciudad de los vivos sino también se traslada a la ciudad de los muertos y expresa la estratificación frente a la denominada ‘democracia’ igualitaria de ultratumba, que revela un deseo de perpetuar las desigualdades económicas y sociales existentes entre los vivos. 1 Verónica Zárate, Verónica. 2000. Los nobles ante la muerte en México, Actitudes, ceremonias y memoria, 1750-1850. pp: 247-250 2 Verónica Zarate. Op. Cit. p.251 3 López Beltrán, Clara “La muerte se ve cada uno quien fue. Rito y función social de los funerales. Virreinato del Perú”, p. 93 4 Yolanda Cerón “la búsqueda de la salvación y el reconocimiento público a través de los testamentos en huamanga”, p.82 5 Manuel, Bustamante “Necrópolis de Ayacucho” En: Revista Anuario No 10-11 del 31 de diciembre de 1960. 6 José María Blanco “Diario de la marcha que hace su Excelencia el Presidente Provisorio de la República peruana, don Luís José Orbegozo, a los Departamentos del Sur. En: Huamanga: Una Larga Historia. CONUP. Pp: 239. 1975. Ver también el mismo artículo en Antología de Huamanga de Edgardo Rivera pp: 95. 7 Este prefecto mando construir diques, explanadas, murallas y reparo en las laderas de Soquiaccato, para impedir las ruinas que causaban los aluviones; y del enverado de la calle de San Francisco y la Alameda. 8 Quién mando construir cuatro cuarteles de nichos en el Cementerio General y el empedrado del trayecto hasta la puerta del panteón. 9 Juan Camilo González: “El Cementerio de Usaquén, un estudio de caso sobre las manifestaciones espaciales del orden jerarquizado de la sociedad”. En: www.elcementeriodeusqquen p. 264
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