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Adiós a Mario Vergara, el incansable buscador de ‘tesoros’

A DÓNDE VAN

LOS DESAPARECIDOS

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ELIANA GILET

HUITZUCO, Guerrero._

Había tanta gente reunida para despedir a Mario Vergara que ya no cabía en la iglesia. En el centro del pasillo central, cerca del altar donde el sacerdote oficiaba la misa, descansaba el féretro celeste, con un retrato suyo usando la pañoleta roja que se ataba a la cabeza para caminar por los cerros. Alguien colocó también su resortera, una pala y una varilla usada para confirmar la presencia de fosas clandestinas y que simboliza la búsqueda de las familias rastreadoras en México. Tomás Vergara Hernández, el hermano de Mario, fue secuestrado el 5 de julio de 2012 mientras trabajaba como taxista en este mismo pueblo guerrerense, Huitzuco de los Figueroa. Con su desaparición, las vidas de Mario, su hermana Mayra y su madre comenzaron a girar en torno a su búsqueda. La familia fue pionera en romper el miedo y organizarse, junto a otras, para dejar de esperar que la autoridad saliera a buscar en el campo los restos de sus seres queridos ausentes y hacerlo ellas mismas.

Durante los 11 años que pasaron desde la desaparición de su hermano, Mario se convirtió en un puntal de los familiares en búsqueda, un hombre que supo enseñar a ubicar fosas clandestinas, y brindar apoyo a quienes requerían de su ayuda, de cualquier lugar del país, especialmente en su comunidad. Por eso, la Iglesia de Santiago Apóstol estaba llena de gente llegada de todo México. Más aún por lo prematuro de su muerte, antes de cumplir 49 años, tras sufrir un accidente la tarde del jueves 18 de mayo en la recicladora de materiales que la familia abrió para poder financiar, precisamente, las tareas de búsqueda.

Antes de bendecir el cuerpo, el sacerdote brindó la palabra a María Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos, y una presencia fundamental en las brigadas nacionales de búsqueda, en las que Mario ejerció su maestría.

Doña Mary, como le llaman las familias de cariño, explicó lo difícil que era para ella estar ahí, frente a esta muerte, tomando la palabra por la gran familia de buscadores que no hallaba consuelo, comprometiéndose a seguir buscando a Tomás y a las más de ciento once mil personas que han sido desaparecidas en el país.

Con la potencia en la voz que da el cariño dijo: “Mario, dejaste una gran familia aquí presente, sufriendo tu ausencia. Pero sabiendo que el Señor, en su infinita misericordia, te recibió con los brazos abiertos, porque llevaste a muchos hogares la felicidad de tener estos restos que tanto anhelamos, que llamamos ‘tesoros’. Yo sé que, desde allá, vas a seguir ayudándonos y te ruego que en un sueño nos digas dónde están nuestros hijos. Quedamos miles y miles de madres con este dolor, pero sabemos que tenemos un aliado más, sabemos que tú, como buen buscador, seguirás a nuestro lado. Mario, jamás te olvidaremos”.

La información como motor Cuando se confirmó la noticia de su muerte, los principales medios de comunicación titularon que había fallecido el buscador que, apenas dos días antes, ubicó el cuerpo de Lesly

Martínez, una mujer de 30 años, originaria de la Ciudad de México, que estuvo desaparecida desde el 30 de abril hasta que Mario halló su cuerpo en Guerrero. El 16 de mayo, pasado el mediodía, había recibido información de una persona anónima que le contó sobre un cadáver abandonado en una brecha junto a la Autopista del Sol, que conecta a Ciudad de México con Acapulco. Mario dio aviso a las autoridades y convenció a su informante para que lo acompañara a identificar el sitio. Cerca de las seis de la tarde publicó un video en sus redes sociales describiendo la ropa que vestía el cuerpo que acababa de encontrar a unos cinco metros de la carretera, en el tramo entre Puerto Morelos y Quetzalapa, en el municipio de Huitzuco, y también un dato importante: era una mujer de cabello rojo.

Al día siguiente del hallazgo, Mario denunció en una entrevista que los peritos y los policías de investigación de la Ciudad de México que llegaron a Guerrero a levantar el cuerpo no respetaron los protocolos adecuados, una vez que se dieron cuenta de que se trataba de Lesly. “Es algo horrible”, dijo, “porque ellos mismos nos han enseñado que nosotros contaminamos la escena del crimen y son ellos [los] que la contaminan. Hace falta profesionalismo”.

En esa última entrevista, detalla la diferencia que hay entre el método de búsqueda de las familias y el de las autoridades: se necesita información para encontrar restos. Así lo entendió Mario muy pronto.

Fue en su primer caminar, en 2014, cuando fundó con otras 200 familias el colectivo Los Otros

Solís, quien termina su mandato el próximo 30 de noviembre, señaló la abogada, es dar una indemnización económica a las familias, lo que significa solo una compensación parcial de la reparación del daño, y no la atención integral, que abarca la atención psicosocial de las familias y su acceso a la justicia.

“Dejará una deuda pública y una deuda social muy grande al tomar con ligereza el seguimiento del caso”, advirtió. Las familias volverán a reunirse el 26 de mayo con el www.adondevanlosdesaparecidos.org es un sitio de investigación y memoria sobre las lógicas de la desaparición en México. Este material puede ser libremente reproducido, siempre y cuando se respete el crédito de la persona autora y de A dónde van los desaparecidos (@DesaparecerEnMx).

La presidenta de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) estatal, Magdalena López Valdez, presente en la reunión, minimizó el malestar de las familias, aseguró que el gobernador atiende la problemática de las desapariciones y que la convocatoria fue para una mesa de trabajo. “Hubo acuerdos con las distintas autoridades que no puedo informar. Claro que se ha hecho el censo de víctimas [de desaparición y desplazados], y por parte de la CEAV se tiene conocimiento porque se hicieron las entrevistas con las familias y sí hay identificación de estas; claro que podemos hacer un censo un poco más amplio porque puede ser que [algunas] familias estén desplazadas o no quieran decir lo que pasó. No presentamos cifras”, señaló. ¿No debieron tener el censo desde hace cinco años, como lo estableció la recomendación de la CNDH?, se le insistió. “Eso va a salir de las mesas de trabajo”, dijo apresuradamente la funcionaria.

Mujeres integrantes de colectivos de búsqueda de personas desaparecidas cargan el ataúd de Mario Vergara en su recorrido, desde la iglesia de Huitzuco hasta el panteón municipal, el pasado 19 de mayo.

Desaparecidos de Iguala, en el que también participó su hermana Mayra. Gracias a ellos, en la zona norte de Guerrero se descubrió una gran cantidad de fosas y de cuerpos inhumados clandestinamente, lo que marcó el inicio de los colectivos de familias dedicadas a la búsqueda de enterramientos en todo el país. Solo cuando se organizaron, contó Mayra en una entrevista, lograron que la entonces Procuraduría General de la República fuera al estado a tomarles muestras de ADN, para compararlas con sus propios hallazgos. Para entonces, el colectivo había encontrado más de 50 cuerpos y fragmentos en menos de dos meses. María Herrera también se acercó a Mario a pedirle ayuda para encontrar a Raúl y Jesús Salvador Trujillo Herrera, sus dos primeros hijos desaparecidos desde el 28 de agosto de 2008 en Atoyac de Álvarez. Su hijo Juan Carlos había quedado impactado con la búsqueda masiva de fosas que se hacía en Iguala, Cocula y Huitzuco, por lo que llamó a Mario y lo invitó a formar parte de lo que después se llamarían las brigadas nacionales de búsqueda, una especie de escuela para familias de todo el País, en la que se

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El ‘tamaño de la solidaridad’ enseñan métodos de rastreo de fosas. Desde el primer encuentro, en 2016, Mario se convirtió en maestro.

Mario encontró en Miguel, otro de los hermanos Trujillo, “un hermano del alma”. Ambos se complementaban: Mario lograba con su carisma que la gente llegara a él con información, y Miguel les hablaba hasta que conseguía los datos certeros del punto de búsqueda. Porque no es suficiente saber la zona donde se encuentra un enterramiento clandestino, hay que conocer también el punto en el que podría estar la fosa, con referencias claras, porque si no se tienen, el desgaste es mayúsculo y la desazón aún mayor.

Es como buscar una aguja en un pajar.

En los últimos 50 años: ONU

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