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Especulación sobre Banamex

JORGE G. CASTAÑEDA

Cuando se anunció la intención de Citigroup de Nueva York de vender una parte importante -la banca de menudeo- de su filial en México, conocida como Citibanamex, hace casi un año y medio manifesté en este mismo sitio un par de dudas sobre lo que podía suceder. En primer lugar, me pareció extraño, como a muchos otros comentaristas, que un consorcio de tal historia, fama y competencia como Citi anunciara la intención de vender un activo sin tener ya amarrado a un comprador. Pensé que eso dificultaría mucho la venta, y que si bien había varias explicaciones de esta ausencia, la más probable podía ser que originalmente ya existía quien iba a adquirir las operaciones en cuestión en México pero que esa institución había sido vetada por alguien.

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En segundo lugar, especulécomo lo estoy haciendo ahoraque habría en el fondo un par de vetos cruzados para la venta de Banamex. El primero sería, desde luego, de López Obrador que, si bien el sentido estricto podría decirse que no posee un derecho de veto, a través de los entes regulatorios, o amenazas, o chantajes, o cualquiera de los recursos que los presidentes mexicanos han tenido en estas materias desde tiempos inmemoriales, podría en el fondo impedir la compra por parte de algunos, aunque no podría escoger al comprador. Asimismo, sugerí que habría también un veto de las autoridades norteamericanas que, a pesar del hecho de que Citibanamex es un activo radicado en México, al pertenecer a un banco norteamericano habría un elemento de compliance y reputational damage que llevaría inevitablemente a las autoridades regulatorias norteamericanas a aceptar o vetar a posibles compradores. A lo largo de este último año y medio vemos que más o menos estas previsiones se han cumplido. En efecto, fue un error de Citi lanzarse a esta aventura sin tener un comprador ya asegurado. Todo indica que el motivo de esta omisión fue que el adquiriente ya apalabrado -Santander de Españafue vetado por López Obrador, no debido a los méritos intrínsecos de Santander como banco, sino por el hecho de ser una institución extranjera, por más que fuera dirigida por una persona con quien López Obrador mantiene una buena relación. Y segundo, en efecto, se fue produciendo, de una manera o de otra, implícita o explícita, directa o indirecta, de los gobiernos de Estados Unidos y de México, a la posible compra por parte de varios tiradores. México, a través de López Obrador y de manera muy pública, en los hechos vetó a Banorte, Banco Azteca y todos los bancos extranjeros que hubieran podido interesarse por la adquisición de Banamex. Estados Unidos insinuó que por cuestiones reputacionales ni Banorte, ni Banco Azteca, ni Inbursa -Grupo Carso- podían ser compradores. A raíz de estos vetos cruzados quedaron al final solamente dos grupos: Grupo México de Larrea, y Mifel de Daniel Becker, apoyado por varios fondos extranjeros, entre ellos Apollo y el Fondo Soberano Abu Dhabi. Es aquí donde nos encontramos ahora. Cuando Citi decidió marginar a Mifel, por razones aún desconocidas para mí, en todo caso, sólo figuró en la recta final Larrea. No era un mal candidato. Se trataba de una empresa sin actividad bancaria que, por lo tanto, no implicaría despidos a raíz de una fusión entre dos bancos. Es, desde luego, una empresa mexicana. No tiene problemas con el fisco mexicano. Y no parece padecer de los cuestionamientos reputacionales de los otros bancos mexicanos que en algún momento se habían interesado por Citibanamex. El único prietito en el arroz era que Larrea no sólo es conflictivo per se, sino que ya se encontraba, y en los últimos días se halló de manera mucho más aguda, en una situación de conflicto con el gobierno de López Obrador. He escuchado tres interpretaciones de por qué se cayó todo esto. Una, la que sugirió Darío Celis desde hace varios días, a saber, que Larrea se habría molestado/indignado/enfurecido a tal grado por la expropiación o cancelación de la concesión de Ferrosur en Coatzacoalcos, que decidió retirar él mismo su oferta inicial de comprar 80 por ciento de Citibanamex por 7 mil millones de dólares. No la descarto, pero me parece improbable. De haber sido así, sería un golpe demasiado severo contra López Obrador para un empresario que ha sido sistemáticamente concesionario, pero tampoco se ha caracterizado por su gran valentía ante distintos gobiernos mexicanos. La segunda hipótesis, la que sugiere Citigroup, es que ellos tomaron la decisión de suspender la venta a Larrea, lo cual se debería -aunque no se dice claramente- a que no querían meterse en los líos de Larrea con el gobierno de México y no querían quedar como la piñata que recibiera golpes de las dos partes en conflicto. Si Larrea tenía razón, o López Obrador la tenía en el tema de los trenes, no es asunto de Citi, que finalmente se desesperó ante las prácticas bárbaras y bananeras mexicanas, y prefirió simplemente posponer esto de manera más o menos indefinida y con una solución que no va a ser de fácil implementación.

La tercera, que me parece la más interesante y la que menos he escuchado, es que Estados Unidos había más o menos aceptado a Larrea como comprador, pero que cuando empezó la especulación de que Larrea se retiraba de la compra, y López Obrador se adelantó para decir que le gustaría que el Estado mexicano adquiriera la institución bancaria más vieja del país, el Tesoro norteamericano le hizo saber a Citi que por ningún motivo sería aceptable ese comprador. Lo último que hubiera deseado la autoridad financiera norteamericana habría sido que un activo estadounidense importante y prestigiado fuera adquirido por un gobierno que muchos consideran como vinculado al narco, antiamericano, corrupto y autoritario.

¿Qué tanto le importa esto a las autoridades hacendarias norteamericanas? No lo sé, pero no parece absurdo pensarlo. ¿Para qué diablos hubieran querido realizar una operación de esta magnitud, y sobre todo de este impacto mediático, con un gobierno como este, sobre todo que esto sí se decide en el Tesoro, en Estados Unidos, y no en el Consejo de Seguridad Nacional de Washington, o en la misma Oficina Oval? ¿Quién iba a ser el guapo que le instruyera al Tesoro a permitir la venta de Citigroup en México al gobierno de López Obrador, cuyo lugar en la historia y cierre final está más que abierto a todo tipo de hipótesis?

PUERTO VIEJO Los precios

Mala noticia...

La Suprema Corte de Justicia continúa estando presente en la agenda marcada por el Presidente de la República. Por un lado, el Ejecutivo Federal y sus fieles legisladores, insisten en que los ministros que integran el tribunal supremo deben ser electos por medio del voto popular arguyendo que, por esa vía, serán verdaderos representantes del pueblo facultados para cumplir con su función de censores de los actos del Ejecutivo Federal y de los legisladores, determinado si se apegan a los ordenamientos constitucionales, y en su caso, decidir la inconstitucionalidad de los mismos.

Por otra parte, las andanadas de improperios presidenciales hacia la Suprema Corte, no han amainando, inflamando el sentir de los fanáticos del Presidente y soliviantando la división social, así como el choque entre los poderes de la Unión.

Le he escuchado decir al siempre impredecible Senador Ricardo Monreal, en velada crítica al Presidente de la República, que un país dividido no llega a ninguna parte, como tampoco ayuda a la nación, la confrontación entre las esferas de nuestro sistema de gobierno, tal y como ahora sucede con el diferendo entre los poderes Ejecutivo y Legislativo con el Judicial, alentado por el propio Presidente de la República, cuestionando el actuar jurídico de los ministros, y no solo eso, pues también los insulta y los denigra tachándolos de corruptos, de conformar una pandilla de rufianes y de estar al servicio de los intereses de los

El Octavo D A

JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ domicilioconocido@icloud.com conservadores. Dada su enorme popularidad, los dichos y acciones del Presidente de la República, prácticamente se convierten en un grito de guerra que convoca a sus seguidores a tomar acciones en contra de los que disienten de la palabra presidencial.

El sábado 20 del mes que corre, el Gobernador del estado de Veracruz, Cuitláhuac García logró reunir ante el edificio del tribunal superior del país, a decenas de incondicionales del Presidente de la República, para protestar en contra de la Suprema Corte de Justicia, señalándolos como traidores de la patria y enemigos de la 4T, acentuando su inquina en la Presidente del máximo tribunal de la federación, Magistrada Norma Piña.

El acto de protesta organizado y encabezado por Cuitláhuac García, fue más allá, mucho más allá del discurso razonado explicando el motivo de las inconformidades con el tribunal superior, tal y como se espera de un político, de un Gobernador en funciones que, en su momento, juró respetar y hacer valer el orden constitucional. Nada de esto sucedió, ya que las voces amenazantes de las huestes del veracruzano, no conformes con la violencia verbal, significaron su enojo, con deseos de muerte para los ministros, para lo cual, utilizaron ataúdes.

Y claro, como de la violencia verbal a la física, hay un tramo muy corto, no faltaron las agresiones de toda clase a los periodistas que cubrían el cuestionable evento.

La rebelión escobarista: página olvidada de un general mazatleco

No aparecieron ni mencionados de manera general en nuestros libros de texto, pero luego de la Revolución Maderista, se dieron varios intentos de golpes de estado en diversos puntos del país.

La última conjura fue todavía en los años 60, cuando el General Celestino Gasca fraguó levantarse fallidamente contra López Mateos... y aun no entiendo por qué se llama como él una población cercana a La Cruz de Elota, hoy convertida en spa y centro turístico playero. El levantamiento del General Gonzalo Escobar duró alrededor de tres meses y en él participaron un número aproximado de 50 mil personas con un saldo de 2 mil muertos al final de la contienda, dato menor si revisamos la cantidad e impacto de los involucrados. Al comienzo de las hostilidades, Escobar estaba al mando de casi 30,000 hombres, incluido un gran contingente de indios yaquis

La rebelión inició el 4 de marzo de 1929, día de la toma de posesión del Presidente Herbert Hoover y eso no fue coincidencia. Escobar esperaba que, de ganar algunas batallas y tomar rápidamente el control del gobierno, recibiría el reconocimiento de la administración de Hoover por defecto, ya que sus políticas exteriores aún no estaban definidas; pero Hoover respaldó a Portes Gil y la constitución establecida. Esto tuvo un impacto significativo en el resultado de la rebelión, según el columnista Drew Pearson, quien dijo que muchas de las guarniciones que desertaron para unirse a la revuelta pronto regresaron al gobierno federal al enterarse de la decisión de Hoover.

A pesar de que en ese momento se daba la Guerra Cristera y a Escobar le hubiera sido útil una alianza con ellos, en ningún momento cayó en ese oportunismo. De cierta forma, respetó a sus compañe-

Pero si los absurdos citados fueron graves, peor resulta el visto bueno que le dio el Presidente de la República a las acciones tomadas por el Gobernador veracruzano, gesto que literalmente se convierte en luz verde para que los fieles seguidores del Presidente, vayan a la cargada en contra de todo aquel que se declare disidente del Presidente de la ros de armas. (Otros dicen que jamás se pusieron de acuerdo). Plutarco Elías Calles, Secretario de Guerra y Marina pero dueño del poder político y con apoyo gringo, aniquiló al movimiento en un tiempo breve. Los rebeldes formaron dos zonas de ataque, una en el noreste encabezada por el General Escobar y la otra en el noroeste, por el General Francisco R. Manzo. Por el lado federal, Elías Calles designó a dos grandes columnas de defensa, la del noreste al mando de Juan Andrew Almazán y la del noroeste a cargo del General Lázaro Cárdenas. Una vez sofocado el levantamiento, la mayoría de los generales sublevados emigraron a los Estados Unidos, aunque otros fueron fusilados en caliente, al modo de don Porfirio. La última batalla fue en Nogales, Sonora y no concluyó en masacre total por la intervención negociadora de los militares estadounidenses, listos en su lado de la frontera, en espera de los acontecimientos. Escobar también supo ser prudente y no llevó a los suyos a un sacrificio inútil. Cárdenas indultaría años después a todos los fugitivos y con eso terminaría por un tiempo esa orgía de generales buscando el poder en México a punta de cuartelazos, aunque en 1938, Saturnino Cedillo intentaría lo propio con Lázaro Cárdenas, ya Presidente. Gonzalo Escobar nació en Mazatlán. Trabajó durante varios años en la casa comercial de la firma Wohler Bartining, que estuvo ubicada en la calle Belisario Domínguez y Constitución, según informa el cronista Roberto Tirado Castelo. No era cualquier militar: al momento de la asonada era uno de los oficiales más populares del ejército mexicano, destacado por su papel en la derrota de Pancho Villa en la batalla de Ciudad Juárez; el logro de aplastar la rebelión Delahuertista en 1923 y la de Eliseo Gómez Serrano en el 27. También fue uno de los miembros del polémico Consejo de Guerra que condenó a muerte a Felipe Ángeles por instrucciones de Carranza. Al recibir el indulto, hay que destacarlo, su grado le fue restablecido en el Ejército.

República o que sea señalado como tal, por el Ejecutivo Federal. Mala noticia, sin duda para un país, que aspira a salir de la asfixiante violencia que lo ahoga; que clama porque pare la seguidilla de 80 asesinatos en promedio diario y que se le ponga un hasta aquí, al crecimiento imparable de desaparición de personas. ¡Buenos días!

Ustedes pueden encontrar en la red información general sobre el movimiento en general, hay hasta una novela importante escrita en clave y en tono de farsa que ya es un clásico: “Los relámpagos de agosto”, de Jorge Ibargüengoitia.

Al ocurrir el Movimiento Renovador, en Mazatlán era jefe de la zona militar el general de Brigada Jaime Carrillo, a quien los mazatlecos apodaron “El general Varita de Nardo” porque su canción favorita era justamente “Varita de nardo”. La semana próxima detallaremos aspectos poco conocidos de estos combates en Mazatlán y el resto de Sinaloa.

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