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Recibirá Yuliana Bedolla el premio Whitley 2023

Son 40 mil libras esterlinas que recibirá la bióloga marina mexicana, Yuliana Bedolla, por su trabajo de conservación. Bedolla logró erradicar las especies invasoras en dos islas de Baja California donde se encuentran las principales colonias de la fardela mexicana y del petrel negro. El dinero será

“ continuar con el trabajo de prevenir que haya la introducción accidental de especies exóticas invasoras, pero al mismo tiempo queremos trabajar con la comunidad local para que esto se lleve a cabo muy de la mano con las cooperativas pesqueras que ahí viven”. gatos, en 10 años la especie iba a desaparecer de la isla”, dice la científica.

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Mientras que estos felinos atacan a polluelos y adultos, lo que los hace particularmente dañinos, los ratones van principalmente sobre los huevos y polluelos pequeños.

Sin embargo, “el ratón casero, aquel que conocemos comúnmente en las ciudades, puede alimentarse de aves más grandes”, asegura la experta. En Hawai, precisa las ratas están causando un gran daño en los albatros. “Empiezan a roer la piel y a comerse el cerebro, las vísceras. Hay algunas fotos muy impactantes. Generalmente eso lo hacen con los más pequeños”.

Otros mamíferos invasores también amenazaron en el pasado a las poblaciones de aves nocturnas en Natividad y San Benito. Los conejos, por ejemplo, competían por el hábitat de anidación con los petreles, mientras las cabras y los burros pisoteaban toda el área de anidación.

Luego de décadas de conservación, las dos islas se encuentran entre las ocho en el Pacífico de Baja California que ahora están libres de mamíferos invasores. Sin embargo, el riesgo de reintroducción permanece en medio de un flujo constante de personas, equipos y materiales que viajan entre el continente y las islas.

De hecho, en 2006 se introdujo accidentalmente en San Benito Oeste un ratón. “No lo pudimos contener a tiempo y se esparció por toda la isla”, cuenta Bedolla. Su erradicación se logró solo siete años después con un costo de 654 mil dólares. En 2019, una rata negra llegó a Natividad y logró ser capturada después de tres meses.

Trabajo con la comunidad Bedolla utilizará los fondos para impulsar el papel de las mujeres locales y las cooperativas pesqueras para fortalecer el monitoreo de aves marinas y los protocolos para prevenir la introducción accidental de mamíferos invasores, particularmente gatos y roedores.

“Queremos continuar con el trabajo de prevenir que haya la introducción accidental de especies exóticas invasoras, pero al mismo tiempo queremos trabajar con la comunidad local para que esto se lleve a cabo muy de la mano con las cooperativas pesqueras que ahí viven”, explica la ganadora del premio Whitley. En concreto, son las cooperativas pesqueras locales las que participarán activamente en la implementación de protocolos de bioseguridad.

Además, hace un año, el equipo del Grupo de Ecología y Conservación de Islas también formó a un grupo de mujeres locales, esposas de pescadores, comprometidas con la conservación de sus islas.

Raquel Arce, oriunda de la isla Cedro, ubicada no muy lejos de San Benito Oeste, lidera un emprendimiento de ecoturismo y conservación llamado Cedros Nature Experiences. Fue ella quien se acercó a Bedolla para pedir información sobre cómo podía su equipo emprendedor, compuesto hasta ahora solo por mujeres, participar de los programas de conservación y recibir capacitaciones para mostrar adecuadamente la biodiversidad de la zona, incluida la isla San Benito Oeste. “Me pareció muy importante que si queremos ofrecer una actividad turística aquí en la isla, podamos reflejar el cuidado que nosotros le estamos dando a lo que queremos mostrar”, cuenta Arce.

El equipo de Cedros Nature Experiences recibió, por parte del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, una capacitación en cuestiones de bioseguridad y también en monitoreo de aves. A partir de entonces, Arce y las demás mujeres de la empresa transmiten a los visitantes de la isla San Benito Oeste, tanto a turistas como a pescadores y otras personas que van a trabajar, los procesos de bioseguridad que deben seguir. “Hay que revisar todo el equipaje que ellos traen, así como la vestimenta y las botas para que no vaya ingresar un animal o insecto que provoque daños”, explica Arce. Además, “concientizamos a las personas que van para allá para que no dañen los nidos de las aves. Les explicamos que deben caminar exclusivamente por las áreas que se les está indicando”, agrega. Para Arce, no se trata solo de promover la isla como un destino turístico, sino de atraer un turismo responsable. “Gente que realmente quiera vivir la experiencia de venir a un lugar que no es de fácil acceso, pero que entrega una experiencia única porque son lugares vírgenes”.

Lo que se espera ahora, con la ayuda de los fondos que Bedolla recibirá del premio Whitley, es continuar con las capacitaciones. “Lo que queremos es que ellas sean nuestras portavoces en sus comunidades”, dice Bedolla. “Que den pláticas de educación ambiental y que estén recordándoles a todas las personas que visiten las islas cómo deben llevar sus cosas para prevenir la introducción de especies invasoras”.

Además, la idea es involucrar a las mujeres en el monitoreo de las aves para conocer cuál es el éxito de reproducción de las especies. De esa manera, los datos que ellas puedan recabar en el terreno les permitirá a los científicos llevar un mejor censo de los animales. Por último, también se les brindará a las mujeres más herramientas para que ellas mismas puedan someter sus proyectos de conservación a fondos que el gobierno de México entrega a grupos organizados de comunidades locales.

“Me mantengo positiva”, dice Bedolla, “porque he visto a lo largo de los años que con compromiso y perseverancia no es demasiado tarde para actuar. Aún podemos marcar la diferencia”.

Yevgeny Yashin, físico-químico de profesión, entró a trabajar en la central nuclear de Chernóbil en 1977.

ONU NOTICIAS

Con motivo del Día Internacional de Recordación del Desastre de Chernóbil, celebrado esta semana, los empleados de la central han compartido dos de los periodos más difíciles desde su apertura en 1977.

Zona cero

Evgeny Yashin era un químico de 40 años en la central de Chernóbil cuando se produjo el accidente del reactor nuclear en abril de 1986, que provocó evacuaciones masivas, la muerte de 31 personas y enfermedades de larga duración para otros miles.

“Todo el mundo hablaba de la explosión del sistema de refrigeración de emergencia del reactor”, declaró a Noticias ONU, recordando un fatídico viaje en autobús al trabajo el día del accidente.

“Pero, al pasar junto a la cuarta unidad de potencia, nos quedó claro que era mucho más grave de lo esperado; la pared del reactor se había desprendido por completo y se veía un resplandor parecido al de un horno de fundición de acero. Actuamos de inmediato”.

En aquel momento, ni se esperaba ni se había evaluado la magnitud del accidente, dijo, y añadió que no se habían establecido protocolos, porque era inconcebible que esto pudiera ocurrir en los reactores. Como supervisor de turno de 300 empleados del taller químico de Chernóbil, la principal tarea de su equipo era preparar agua desmineralizada, recibir residuos líquidos radiactivos, almacenarlos y procesarlos.

Evacuaciones masivas ”Preparábamos el agua para extinguir el reactor, caminábamos con el agua hasta las rodillas y organizábamos el bombeo”, cuenta. “El agua parecía fluir sin cesar, el sistema se puso en marcha a pleno rendimiento y cada vez se necesitaba más agua”.

El 27 de abril, los habitantes de Pripyat fueron evacuados junto con parte del personal de la planta, dijo, recordando los autobuses que atravesaban la ciudad, parando delante de las casas para recoger a los evacuados.

Los familiares no pudieron llamarles, avisarles ni hablarles de la ruta de evacuación, dijo, recordando que descubrió que su familia se había trasladado fuera de la zona.

‘Muy pocos de mis colegas siguen vivos’

A principios de mayo, el personal que quedó sufría graves efectos secundarios, mientras los médicos vigilaban su salud mediante frecuentes análisis de sangre, dijo, y agregó que a algunos los sacaron “de la zona” para que descansaran. ”Siento las consecuencias en mi

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