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El esclavo (in) satisfecho: renunciar al trabajo por TikTok

Desde la psicología se ha manejado el concepto del “Esclavo satisfecho” para hacer referencia a aquellas personas que viven resignadas y hasta agradecidas por la vida laboral precaria y miserable que llevan.

Quien padece este síndrome, acepta sumisamente esa condición sin la más mínima iniciativa para cambiarla. Reciben malos tratos de sus jefes, aceptan bajos salarios y un ambiente de trabajo tóxico. No solo soportan esa condición, sino que la agradecen.

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Generaciones atrás, existía ese estímulo llamado “jubilación”, que motivaba a los trabajadores a permanecer en el mismo trabajo por muchos años, más aún si se tenía la responsabilidad de mantener a una familia. Pero los jóvenes de hoy ya no tienen esa “zanahoria” que los motiva a trabajar treinta años en una misma empresa, mucho menos a recibir malos tratos o bajos salarios.

Ante esta inconformidad, ha surgido (principalmente) entre los jóvenes la práctica de renunciar a sus trabajos y transmitir todo en la plataforma TikTok o Instagram. Algunos hacen una transmisión en vivo mientras renuncian a sus empleos; otros graban la renuncia y lo comparten después en sus redes sociales. Esto no es un fenómeno local, ni nacional, sino internacional. Cada vez más jóvenes se inspiran en estos desafíos para renunciar a sus trabajos sin futuro y encontrar la felicidad en otro lugar, y lo hacen ante la cámara para que todos lo vean. De hecho, los hashtags de TikTok #quitmyjob y #Iquitmyjob han obtenido más de 250 millones de visualizaciones hasta la fecha.

En Sinaloa, recientemente se viralizó la renuncia de una maestra que, tras ocho años de servicio, renunció por falta de salarios dignos. En su transmisión en TikTok, compartió a sus amigos de esta red social que, preguntó al personal de la SEP si le correspondía algún finiquito o compensación por los más de 8 años de servicio y le dijeron que nada, pero que sí podía pedir una compensación en AFORE por desempleo. Finalizó su publicación con la frase: “Hasta nunca Secretaría de Educación Pública, ojalá algún día paguen sueldos dignos a los maestros”. Al parecer la condición económica es la principal motivación para renunciar a los trabajos actualmente, pero esa no es la única razón, expertos afirman que la pandemia ha impactado en la manera en cómo vemos el trabajo en nuestras vidas. Sobre todo, las generaciones más jóvenes renuncian, o se niegan a nuevos empleos porque éstos no van acorde a sus metas personales o tienen desapego por los valores de las compañías. Parece que la pandemia trajo consigo la conciencia de que la vida presente no es eterna y merece la pena disfrutarla. Una segunda causa es el auge del trabajo a distancia. Muchas personas que durante los últimos tres años se adaptaron a trabajar desde casa, ahora no quieren regresar al trabajo presencial. Y es que el teletrabajo permite estructurar la jornada laboral a gusto personal y permite mucha más flexibilidad. Por eso, mucha gente que no quiere perder esa libertad, prefiere renunciar para buscar un empleo desde casa, o híbrido. En conclusión, la clase trabajadora se ha dado cuenta de que ya no es ese “ejército de reserva” (en términos marxistas, la mano de obra que siempre puede ser desechable y sustituible), mucho menos son esclavos satisfechos de recibir latigazos y malos tratos. Sino que son seres humanos que merecen ser bien tratados y, sobre todo, bien pagados. Es cuanto...

Estudió en la Escuela de Funcionarios de la Generalidad de Cataluña, donde se licenció en Administración Pública, y en el colegio Ateneo Politécnico de Madrid. De joven militó en el Partido Obrero de Unificación Marxista y el Bloque Obrero y Campesino. Fue delegado en noviembre de 1936 como miembro del POUM en México a fin de conseguir dinero y armas, y con el encargo de Andrés Nin para entrevistarse con Lázaro Cárdenas, Presidente de México, a fin de solicitar asilo político para León Trotski, según relata en sus memorias. Al regresar a México en noviembre de 1940, esta vez como exiliado de la dictadura franquista, solo tenía una ligera experiencia editorial adquirida por el contacto con el trabajo de su tío Josep Costa Ferrer en revistas satíricas barcelonesas como L’Esquella de la Torratxa o La Campana de Gràcia. También, de joven, CostaAmic había participado en la elaboración de alguna revista, si bien su futuro profesional se orientaba hacia la administración pública. Una vez instalado en Ciudad de México, tras una breve estancia en la ciudad de San Andrés Tuxtla, se dio cuenta de la existencia de un amplio público lector que la deficiente industria editorial mexicana no podía satisfacer. Ante este hecho decidió iniciar varios proyectos relacionados con el mundo del libro, como negocio y como herramienta de promoción cultural, además de dar nuevas oportunidades a los autores más jóvenes. Llevó a cabo este ambicioso propósito y podía enorgullecerse de haber editado casi dos mil títulos. Él mismo decía: “A lo largo de los años hemos tratado de impulsar la cultura de México. Hemos procurado poner el libro al alcance del hombre común. Por desgracia entre nosotros el libro no es visto como un artículo de primera necesidad, sino de quinta, de última... Los editores tenemos que procurar que para este hombre común el libro se convierta en un elemento indispensable, ofreciéndole una lectura amena, que le permita desarrollar el gusto por leer... Si no se trata de autores consagrados o de temas políticos, económicos o sociales que se sitúen en un momento determinado y que exijan una publicidad inmediata, es muy difícil la publicación de libros en nuestro medio. El verdadero editor hace su trabajo por amor al libro y a la cultura”. En 1940 fundó Ediciones Libres con su amigo Julián Gorkin y los mexicanos Ermilo Abreu Gómez, José Muñoz Cota y David Castañeda. En 1942 se estableció por su cuenta y dirigió Ediciones Quetzal y ‘Altres-Costa-Amic/B. Costa-Amic’. Publicó unos mil quinientos libros de autores mexicanos y unos cincuenta en catalán, reeditando obras de Ausiàs March, Bernat Metge, Verdaguer o Prat de la Riba, Rafael Tasis o Pere Foix entre otros, siendo el editor más importante en obras publicadas en este idioma en el extranjero. A la vez, fue uno de los miembros más reconocidos de la organización Comunidad Catalana de México.

De 1948 a 1954 vivió en Guatemala, donde se encargó de la Secretaría de Educación de dicho país, tras lo cual regresó a México. Recibió la Cruz de Sant Jordi de la Generalidad de Cataluña en 1986, quien también le otorgó el premio Catalunya Enfora en 1989.

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