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4A OPINIÓN Jueves 10 de junio de 2021. Mazatlán, Sinaloa DESDE LA CALLE Una buchona sinaloense para llevar, por f avor

ILIANA DEL ROCÍO PADILLA REYES

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ilianapadilla@unam.mx

Hace un mes me contactó una colega y amiga para preguntarme si podía hablar con un reportero de un medio europeo que estaba contactando personas en Culiacán. Preparaban un reportaje sobre feminicidios en Sinaloa, y mi amiga consideró que podíamos aportar a la publicación dado que acabábamos de trabajar juntas en un proyecto en ese tema.

Cuando el reportero me marcó, una vez que se presentó, comencé a exponerle algunos argumentos casi sin parar. Estimado lector, soy culpable de hablar mucho, puedo hacerlo por horas; soy profesora y mamá insistente. Al teléfono, le conté del caso de Perla Vega por un rato, porque es emblemático, los deudos siguen esperando justicia, y yo aprovecho cualquier foro para amplificar el clamor de su familia y amigas y pedir que las entrevisten. El joven me interrumpió: “Perdón, estamos escribiendo en especifico sobre mujeres en el narco”. Me quedé en silencio, organizando las ideas. Le pedí que guardara el caso de Perla porque entonces no tenía relación, que dejara ese relato para otro momento, y volví a comenzar la exposición.

Le mencioné, a grandes rasgos, que estábamos trabajando en un análisis de los datos de violencia letal contra las mujeres que presenta la Fiscalía del Estado de Sinaloa en contraste con los que había recopilado María Salguero, entre otras fuentes de seguimiento ciudadano. Como resultados previos, observamos algunas diferencias entre las tendencias que siguen los casos donde se utilizaron armas de fuego y las que siguen los casos donde se involucran otros medios: armas blancas, ahogamientos, estrangulamientos, múltiples golpes, y combinaciones de estas formas de extrema crueldad. Respecto a estos últimos datos, los que se registran como “otros medios” distintos a las armas de fuego, el porcentaje de crecimiento en el periodo 2008 - 2020 presenta una tendencia moderada pero constante. Por su parte, la tendencia en los casos con uso de arma de fuego, sobre todo aquellos que Salguero identificó por el uso de armas de alto calibre, parece seguir las mismas fluctuaciones en el tiempo que siguen los homicidios dolosos de hombres, y ambas coinciden (de manera general) con los periodos de enfrentamientos armados.

El reportero fue paciente y me dejaba hablar, yo le contaba que sostemos que estos casos de violencia letal contra las mujeres, con armas de fuego, también ocurren un marco de violencia machista. Aún en la presunción de que algunas de estas mujeres participaron en actividades ilícitas, y/o que los feminicidios tuvieran alguna relación directa o indirecta con estas actividades, las mujeres estamos sujetas a un esquema patriarcal que establece dominio sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas. Estudios de académicas que respeto mucho plantean las particularidades de esto roles genéricos en las organizaciones, también hablan de la participación de las mujeres: algunas son más sumisas, pero otras tratan de desafiar los roles aún con el constante riesgo por la intersección de estas violencias (las violencias de género y las violencias letales por los conflictos con las autoridades). Las mujeres tenemos agencia y también participamos, pero estamos condicionadas en diferentes relaciones de poder.

La voz en el teléfono intervino, de nuevo. Estaban buscando algo en específico… esperaban hablar con “una buchona sinaloense”.

Me sentí decepcionada porque percibí que había hablado casi en balde, puros rollos académicos que no serían atractivos para la audiencia. Le aclaré que yo no tenía lo que buscaban, no podría contactar a ninguna mujer en el narcotráfico. El reportero fue muy amable y lo entendió bien; hacía su trabajo. Propuse presentarlos con mujeres que habían desafiado el “origen es destino” renunciando a tradiciones familiares relacionadas con la narcocultura para trazar sus propios caminos en otro tipo de actividades. Estas historias también abundan en nuestro estado.

Después de hablar con el reportero quedé con un sabor de boca que no podía identificar. Me pregunté qué sería para esos extranjeros “una buchona”; quizás una especie exótica que vive en un México salvaje. Una figura que observan a través de las series y reportajes, esos productos de la televisión de paga que convierten nuestra relación política con las drogas en un espectáculo.

Pensé en muchas mujeres sinaloenses que conozco, y en nuestras historias y relaciones como entramados: vínculos que escogemos y vínculos que no escogemos del todo. No lo pensé desde la teoría, más bien teniendo en mente rostros e historias. Me pregunté: ¿Quiénes son las mujeres en el narcotráfico y en la narcocultura para estos curiosos del exterior? Serán mujeres como Emma Coronel, que nacen en esa red de relaciones donde eligen sus caminos, y a la vez son condicionadas. Que alcanzan fama entre las aspirantes, y también en la siniestra admiración de un público aficionado a las historias de mujeres que se exhiben poderosas pero en cualquier momento (esperan) pueden caer en desgracia.

Posiblemente, algunos de estos espectadores, consumidores del éxito – drama lejano, están poco interesados en las múltiples experiencias de las mujeres sinaloenses que participan en los diversos ámbitos de esas economías y sus formas culturales. En realidad estas mujeres son tan parecidas a las de otros lugares y a la vez tan particulares. Como ejemplos de las historias, se me vienen a la mente: las madres con vidas más o menos comunes que tienen ese negocio que recibe dólares para convertirlos en pesos; en aquellas que se aventuran ocasionalmente a “echar viajes” ya pactados; las sembradoras de amapola en la sierra que por la tarde hacen tortillas o sacan las sillas para tomar el fresco con las vecinas; las que son parejas de “un narco” por un tiempo, y después se dedican a su boutique o cualquier otro emprendimiento; las que admiran la narcocultura, usan vestimentas llamativas, posan en redes con botellas de licor costosas, cantan corridos pesados, y luego vuelven a sus casas antes de las tres de la mañana porque al día siguiente tienen que tomar el camión temprano para llegar al trabajo.

Por varias semanas no supe del reportaje y ya casi me había olvidado del asunto, pero hace días recibí un nuevo mensaje. Era una periodista del mismo medio, extranjera, aclaraba que no hablaba bien español. Me dijo que ya tenían la entrevista que buscaban, con todo el spicy latino, me imagino. De alguna manera la habían conseguido. Me escribían porque ya nada más querían saber “si las buchonas tenían tatuajes”. Sólo querían saber eso, sólo eso, de los tatuajes, específicamente, me aclaró. Traté de explicarme… luego reflexioné. - Sí usan, supongo. Contesté. - Ok… gracias. Cerró la conversación.

CANDIDATOS

La historia se repite. En junio-julio de 1990 escribí la novela “A imagen y semejanza” (me la publicó Siglo XXI en 1992) a partir de la declaración de mi paisano Enrique Jackson, entonces líder del PRI del DF, de que el PRI iba a barrer en la elección de 1991, con independencia de sus candidatos. “El paraguas del PRI es el que va a ganar, llámense como se llamen los candidatos”, dijo. Y en efecto, el PRI ganó por goliza (en el DF ganó en las urnas las 40 diputaciones en juego, de modo que el número uno de la lista plurinominal, Marcelo Ebrard, protegido estrella del regente capitalino Manuel Camacho, a su vez amigo cercanísimo del Presidente Carlos Salinas y supuestamente su sucesor, se quedó chiflando en la loma). Pero sería la última vez, según yo. En adelante, los nombres de los individuos comenzarían a pesar más que las siglas del partido que los cobijara. Con esa tesis escribí la novela (la primera en México de mercadotecnia política), pero como era una noción abstracta, para efectos literarios la envolví en una trama inventada que la realidad rebasó en 1994 con el sainete del asesinato de Colosio (esa es otra historia).

Ahora sólo son algunos los partidos que apuestan por el paraguas político-simbólico, en que es el partido el que va a ganar, con independencia de los nombres de los candidatos en las boletas. Evocan la arrogancia de mi paisano Jackson hace 31 años. Pero los tiempos han cambiado. Esa tendencia electoral no se repetirá masivamente. Los candidatos pesarán, no sólo el partido.

Recuerdo de mi infancia en los años 50’s (sexenio de Ruiz Cortines, durante la “dictadura perfecta”) las pintas en los muros de las ciudades, en las bardas de los pueblos y en las piedras de las carreteras. Era un mensaje muy, muy simple, para el pueblo casi analfabeto que el Poder quería tener y daba por supuesto (aunque entonces constaba de unos 26 millones de habitantes en vez de los 130 de ahora, una quinta parte). Mostraba cruzado con una equis el círculo tricolor del PRI, y una sola instrucción: VOTA ASÍ. Vaya que han cambiado las órdenes electorales. Algunos escépticos dirán que nada más son las formas, pero el fondo es el mismo. Puro gatopardismo. Quizá.

Fordlandia

Wikipedia: “Fordlandia (en portugués, Fordlândia, o Ford Land) fue, a principio de los años 30, una población brasileña establecida a orillas del río Tapajós, afluente del Amazonas, cuyos centros urbanos establecidos más próximos eran Santarém y Belém.

Fue ideada por Henry Ford para establecer más de 20,000 hectáreas de cultivos del árbol de caucho, cuya producción satisfaría la demanda de caucho de la fábrica Ford y rompería el monopolio británico y holandés, originado por las plantaciones en el sudeste asiático, principalmente en Malasia.El gobierno brasileño aceptó darle concesión sobre todo ese terreno, y otros beneficios, a cambio de 9% de los ingresos de Ford por este concepto.

Por diferentes factores, principalmente porque los trabajadores estaban siendo explotados y por la obsesión de Ford de trasladar cultura estadounidense al Amazonas por la fuerza (de hecho, los obreros importados se sublevaron violentamente), estas plantaciones no prosperarían y darían como resultado que para cuando se produjo el abandono de la ciudad, en los años cuarenta, Ford había acumulado pérdidas por valor de veinte millones de dólares (doscientos millones al cambio de hoy), mientras el caucho sintético convertía al natural en obsoleto.

Hoy, Fordlandia es una ciudad abandonada que descansa perdida en el corazón del Amazonas, frecuentada tan sólo por unos pocos granjeros y algún turista ocasional.

A Henry Ford le daban miedo las enfermedades tropicales, por lo que nunca llegó a visitar Fordlandia en persona.

EDITORIAL Inseguridad, la gran deuda

Ningún partido político, ningún funcionario, ninguna autoridad del pasado o del presente en la política mexicana ha podido resolver los problemas de la inseguridad en México, un tema que, además, comienza a convertirse también en la gran deuda de la Cuarta Transformación.

Es día que seguimos esperando una estrategia que las autoridades diseñen y lleven a cabo una estrategia nacional y regional en contra de la delincuencia organizada, pero en su lugar lo único que obtenemos son disparates, ocurrencias o simplemente el silencio.

Lo peor del proceso electoral que acabamos de vivir es que ni siquiera los candidatos en campaña se atrevieron a abordar el tema, ni siquiera en forma de promesa, cuando en un campaña se promete de todo, o por lo menos antes así era.

Resulta que ahora, nuestros excelsos políticos ni siquiera quieren hablar del tema, mucho menos con la enorme cantidad de candidatos asesinados, plagiados y golpeados durante la elección.

Los funcionarios del Gobierno federal también le sacan la vuelta al tema, lo ningunean o lo que es peor, inventan argumentos increíbles (porque nadie los cree), para justificar la enorme cantidad de homicidios.

El problema es que durante las últimas décadas hemos permitido que la delincuencia organizada se apropie de cada centímetro del territorio nacional y ahora que los tenemos afuera de nuestra propia casa seguimos haciéndonos como que la cosa no es con nosotros.

La delincuencia organizada va tensando la cuerda, copando todos los espacios que le dejan libre, en esta ocasión fue la política, un espacio que antes estaba vedado para ellos y que ahora están tomando a la fuerza.

El día que comiencen a gobernar entraremos en la última fase de un estado fallido, que hace mucho tiempo se encuentra en construcción.

CIZAÑAS DE CECEÑA ¡Hoy cumplo 50 años de cartonista!

La idea de nosotros mismos es destino

ÓSCAR DE LA BORBOLLA

@scardeaborbol Sinembargo.MX

Todos tenemos una idea de nosotros mismos: una descripción, una fotografía o una película que nos mostramos; es lo que somos para nosotros, lo que asumimos ser, y nos sirve para actuar, movernos por el mundo y decidir. Nos consideramos altos o bajos de estatura, capaces o incapaces, inteligentes o lerdos: no importa qué. Siempre nos ubicamos en algún punto de unas coordenadas que nos sitúan entre dos extremos muy sencillos: lo mucho y lo poco. Esas coordenadas son múltiples y arman una compleja red donde se mezclan aspectos de todo tipo: cuantitativos y cualitativos, objetivos y subjetivos, reales e imaginarios. Así, uno puede creerse alto, gordo, feo, genial; dotado de buena o mala suerte y de mil aspectos más.

Esa idea de lo que somos nos hace temerosos o imprudentes, prácticos o reflexivos, y es lo que nos permite no solo desenvolvernos con seguridad o desconfianza, sino arriesgarnos o de plano no atrevernos, e incluso exigirnos dar más o dar menos de nosotros mismos.

Al principio uno no sabe nada de sí mismo, pero muy pronto, a fuerza de aciertos o descalabros, va adquiriendo un contorno, una idea de la frontera que lo contiene a uno, frontera que sobre todo es establecida por el juicio de los demás: tú puedes-tú no puedes, tú eres torpe-tú eres sensacional, tú eres bueno-tú eres malo… con el tiempo y, principalmente, insisto, debido a la índole de personas con las que uno convive, se va formando en nosotros esa idea, esa identidad. Somos lo que los otros nos dicen: la suma de las opiniones que los demás formulan a propósito de nosotros. Pero, ¿seremos eso?, ¿seremos ese, seremos esa persona que nos han dicho que somos? Si nos hubiéramos enfrentado a otros problemas, o a los mismos pero escalonados de distinta manera, y hubiera habido junto a nosotros otro tipo de personas con otra clase de opiniones, seguramente no seríamos el que creemos ser, seríamos otro: nuestra identidad sería distinta, y distintas también nuestras aspiraciones e incluso logros.

Como podrá entenderse fácilmente, nuestra identidad no solo es relativa, sino resultado de las opiniones subjetivas de un puñado de personas que el azar puso junto a nosotros. Si la suerte hubiera colocado frente a mí una secuencia de obstáculos y dificultades para ir enfrentándolos conforme fuera capacitándome para solucionarlos y, además, me hubiera visto rodeado de personas con juicios favorables, la idea que tendría de mí sería una muy otra y, seguramente, me asumiría de manera más feliz y también sería más capaz y hasta más eficiente.

Cada quien es quien cree ser y, a causa de ello, termina siendo exactamente ese. La idea que tenemos acerca de nosotros se convierte en nuestro destino. Este es el caso más triste en el que una creencia termina por dar forma al ser, pues nuestro ser no es más que la suma de opiniones con las que nos han con-vencido.

BUHEDERA

GUILLERMO FÁRBER

gfarber1948@gmail.com www.farberismos.com.mx/web

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