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GOOGLE CONTROLANDO
from CULIACÁN 060620
by Noroeste
@evillanuevamx / ernestovillanueva@hushmail.com / SinEmbargo.MX
¿Esclavitud en el futbol?
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No soy aficionado al futbol soccer ni mucho menos, ahora es la primera ocasión que escribo sobre este tema por la situación legal por la que atraviesa el empresario Guillermo Álvarez Cuevas de la cooperativa Cruz Azul. De entrada, el término “cooperativa” representa una figura jurídica en franca retirada. Es un resabio de la economía social de mercado que tuvo usos inadecuados a su propósito original. Ahora las figuras de las sociedades anónimas y las sociedades civiles han ido prevaleciendo como instrumentos legales para la constitución de empresas que tienen en el lucro o la ganancia su motivación principal.
Teóricamente, hay una diferencia entre la sociedad civil y la sociedad anónima, la primera tiene una finalidad económica, pero no fines de lucro y la segunda sí, aunque en la realidad esa división es sólo formalista. La cooperativa tuvo muchas consideraciones fiscales porque no tenía finalidades económicas ni de lucro, sino de distribución equitativa de la riqueza entre un grupo de personas físicas, aunque el uso devino en abuso, y en lugar de cuidar la esencia de su finalidad social se optó por asimilarla en la práctica a las sociedades mercantiles. El proceso jurídico que enfrenta el señor Álvarez Cuevas se inserta en una trama que podría incluir evasión fiscal y el uso de recursos económicos de procedencia ilícita (mejor conocido como lavado de dinero), cargos, empero, que deberá probar la autoridad competente en tribunales, aunque se han dado pasos al incautar diversas cuentas bancarias que presumen que puede haber elementos de convicción y eventualmente evidencias de que algo pasa en esa cementera emblemática.
El tema de Cruz Azul parece que no se trata de un caso aislado, sino de una práctica que podría replicarse en empresas propietarias de equipos de la Primera División de futbol donde habría, a simple vista, mayores márgenes de maniobra para incurrir en algunos de los supuestos legales previstos como delitos por la ley. Daniel Pensamiento, un periodista serio y conocedor del tema del futbol, me compartió algunos instrumentos legales en esa industria. Lo que vi me sorprendió, acaso por mi distancia de los usos y costumbres de este deporte profesional, al ver el uso de expresiones como “comprar” un jugador profesional, quien tiene un precio de compra y venta, lo que es lesivo de lo que disponen los artículos 1 y 5 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Y es que el futbolista está impedido de ejercer sus derechos humanos a plenitud, entre ellos el de la libertad de trabajo, lo que es un verdadero despropósito aquí y ahora. Se cosifica al ser humano. Se convierte en una mercancía y no en ciudadano en plenitud de derechos y obligaciones.
Es una práctica, que por común y visible, está ahí sin ser cuestionada o debatida su idoneidad jurídica. Se mira, pero no se ve, creando una verdadera paradoja: lo más visible es al mismo tiempo lo más escondido porque así ha sido, así es y -suponen, imagino- así seguirá siendo. No estoy de acuerdo con ese diseño normativo que no reside sólo en cuestiones de sintaxis, sino en temas de fondo, que a mi entender es contrario a lo previsto en particular al artículo 1, segundo párrafo, de la Constitución federal que es de una gran avanzada en la protección de los derechos humanos al obligar a la autoridad judicial a resolver conforme, no sólo a la Constitución (que es una de las características del principio de seguridad jurídica inherente a un Estado de derecho), sino a los tratados y convenciones internacionales firmados por México ubicados al mismo nivel jerárquico de las disposiciones constitucionales aplicando, además, siempre la norma que de mejor manera proteja los derechos humanos.
@JorgeGCastaneda
Los muertos de un día
JORGE G. CASTAÑEDA
Es cierto que las mil 092 muertes anunciadas el miércoles 3 de junio no corresponden a decesos ocurridos todos ellos el día anterior. Se refieren al total de fallecimientos reportados ese día, pero ocurridos en días previos, incluso hasta el 6 de marzo. Ya Jorge Andrés Castañeda y Sebastián Garrido demostraron en el Blog de Datos de Nexos hace unas semanas que ese es el caso de todos los datos de muertos en México por el Covid (o por lo que sea), salvo quizás, desde la época de Calderón, de los homicidios dolosos. Asimismo, varias investigaciones han advertido que el verdadero número de decesos en la Ciudad de México, y en todo el País, es muy superior al oficial: entre tres y cuatro veces. De suerte que nos encontramos en un caos estadístico bastante agudo, que invalida la mayoría de las comparaciones internacionales, o mexicanas en el tiempo.
El problema de la aclaración de López Obrador y López Gatell es que suscita más preguntas que certezas. Si se trata de un simple “ajuste” o “actualización” de datos, realizada con la misma metodología que se utiliza todos los días para entregar la cifra de decesos, ¿por qué de repente el salto del doble del pico anterior (501 muertos)? Si siempre se trata de cifras acumuladas, y se acumulan de la misma manera, ¿por qué antes nos encontrábamos con 300 o 500 decesos, y ahora con más de mil? ¿Es un hecho “extraordinario”, que no volverá a producirse? ¿Por qué se produjo esta vez, y no otras? ¿Por qué el martes y no el lunes, o el jueves? ¿Alguien “aventó” más muertos -el IMSS, por ejemplo- con motivo de conflictos internos al Gobierno? Pero si mañana o pasado reaparecen cifras de esa magnitud, o incluso la semana entrante, esta explicación se caerá por su propio peso. Si con la misma metodología, y sin más ajustes, siguen los totales al doble de antes, algo está pasando.
Por una vez, López Obrador y López Gatell parecen tener razón. Solo que se han metido en un lío peor por acertar en algo, y por haber mentido antes. En la danza de cifras y de pleitos entre las diversas dependencias del Gobierno federal, entre éste y los gobernadores (incluyendo a la Ciudad de México), y las revelaciones aportadas por varias instituciones y expertos de la sociedad civil y los medios internacionales, es difícil no hacerse bolas. Pero algo se puede entender.
La otra posibilidad, perfectamente válida, es que el Gobierno cambió de metodología. Como se cambia de matriz insumoproducto para calcular el PIB cada cierto número de años -o de décadas. Al término de casi tres meses de reportar los decesos de una determinada manera, decidieron pasar a otra, más precisa, o más completa. Lo que se suele hacer en esos casos es proyectar hacia atrás la nueva metodología y presentar las nuevas cifras anteriores. Y sobre todo, las cifras hacia adelante provendrán de la nueva metodología. La nueva normalidad -ya que les gusta el terminito- serán las mil muertes diarias, y dicho número subirá o bajará según lo que acontezca con la pandemia. Ya no en función de ajustes estadísticos o de mejores reportes, sino de
Esa suerte de esclavitud en pleno Siglo 21 en el futbol soccer no sólo debe estar en la agenda pública, sino ser objeto de estudio a profundidad para armonizar sus relaciones jurídicas con las disposiciones citadas de la Constitución, a partir de la reforma del 2011, que ha revolucionado el derecho mexicano, pero, como se aprecia, permanecen islas, como el futbol, que gozan de cabal salud donde el punto de partida es hablar del tema y en esta primera entrega para SinEmbargo, gracias a la hospitalidad editorial de su titular, Alejandro Páez, actúo en consecuencia.
‘Enrique Pozzolini’
RODRÍGUEZ
En México, sin embargo, las cosas no son diferentes. Aunque sin el tinte del racismo, las policías están convertidas en escuadrones del crimen organizado. Ningún Gobierno, desde el sexenio de Ernesto Zedillo a la fecha, se ha preocupado por sanear a estos cárteles de la seguridad que lo mismo reciben salarios del Estado mexicano que del crimen organizado.
Desde hace muchos años arrastramos el grave problema no sólo de la falta de profesionalismo de las policías, sino de la contaminación criminal que enfrentan y que las mantiene sumidas en el más profundo atraso. En varios municipios del País, sobre todo donde gobierna el PAN, es ampliamente conocido que los jefes de las policías municipales son, al mismo tiempo, operadores del Cártel de Jalisco Nueva Generación.
Los alcaldes arribaron al poder y, como siempre ocurre, ofrecieron a sus comandantes como jefes de plaza. Así, el narcotráfico ha sentado sus reales con mayor poder en las municipalidades mexicanas, donde priva el desorden, la corrupción, la impunidad y la complicidad abierta de autoridades con el crimen.
ETHOS R O D O L F O D Í A Z FONSECA @rodolfodiazf rfonseca@noroeste.com
Poner
las manos
Al conocido refrán: “Las cosas no caen del cielo”, algunos lo complementan diciendo que lo único que cae del cielo es la lluvia. El mensaje es muy claro: las cosas no llegan por sí solas, hay que trabajar, luchar y esforzarse por obtenerlas. Sin entrega, valentía, sacrificio y colaboración personal nada se consigue ni se puede obtener. Aún en el mágico caso que narró Alejandro Dumas, padre, en su cuento titulado “Las manos gigantescas”, queda claro que se requiere poner todo el esfuerzo para que pueda acontecer un prodigio. En efecto, en este cuento infantil señaló que había un joven muy humilde y trabajador llamado Willie, el cual se fue a laborar lejos de casa para obtener el sustento de su madre. Obtuvo varios empleos en granjas y castillos, pero era normal que enfrentara algún problema, riesgo o dificultad que pusiera en peligro su vida. No obstante, siempre lo auxiliaban unas manos gigantescas, que eran visibles para él, pero no para los demás. Como se trata de literatura infantil, es evidente que se recurra a estas gigantescas y mágicas manos. Empero, el mensaje es el mismo que el de los refranes citados: hay que luchar poniendo todo corazón y esfuerzo posible, porque sin nuestra colaboración no puede surgir ningún milagro. Aun cuando las cosas cayeran del cielo, al menos tendríamos que hacer el esfuerzo de extender las manos, como indicó la escritora cubana Dulce María Loynaz, en su Diálogo entre dos hermanos: “Están cayendo las estrellas... ¿Qué estás diciendo, hermano? Son estrellas fugaces. ¡Están cayendo estrellas!... Qué pensamiento extraño... ¡Cómo del cielo claro se desprenden estrellas!... Pon tus manos abiertas para que en ellas caigan... ¿Qué estás diciendo, hermano? Son estrellas fugaces, ni caen ni se recogen. No importa. Pon las manos”. ¿Pongo mis manos?
Policías: criminales que matan RICARDO RAVELO Sinembargo.MX / @RRavelo27
En varios países se organizan marchas en protesta por el brutal asesinato, en Estados Unidos, de George Floyd a manos de un policía, brutalidad sin límites que causa indignación. Ayer en Viena, Austria, marcharon 50 mil personas por este crimen y condenaron el racismo, presunta causa. No intervino ni un solo policía.
De esta forma, las policías municipales -las peores del mundo, por desgracia- están a las órdenes de los varones de la droga porque, a su vez, sus jefes, los alcaldes, son empleados del narcotráfico o bien narcotraficantes que utilizaron una sigla partidista para llegar al poder político.
Es por ello que en el 85 por ciento de los municipios de México la seguridad pública es una utopía. Pasó de ser una realidad, hace muchos años, a ser una aspiración que no tiene posibilidades de alcanzarse mientras el crimen organizado siga ganando terreno en el territorio nacional.
No existe un solo pedazo de territorio que esté libre de la tensión que genera la violencia. Y en gran medida, dicha violencia se genera por la impunidad que prevalece.
Los comandantes de las policías municipales y estatales secuestran, desaparecen, torturan, amenazan, matan, decapitan, descuartizan y sepultan a sus víctimas en fosas clandestinas. Así sirven al crimen organizado la mayoría de las corporaciones policiacas que paga el Estado para que nos den seguridad, pero nadie cumple y nadie exige que haya un cambio de paradigma para mejorar.
fallecimientos reales.
Las dos explicaciones son legítimas. Incluso una combinación de ambas se justifica. Pero tienen consecuencias. Si es la segunda, el número de decesos de marzo, abril y mayo sería superior. Si es la primera, las cifras tendrán que bajar a los niveles anteriores, con muertes acumuladas, aunque no se produzcan el mismo día. Pero en los dos casos, las mentiras anteriores, o una nueva, quedarán en evidencia. ¿Cuál es la buena metodología? ¿La anterior, o la nueva? O ¿por qué un solo ajuste, un solo día, y ya nunca más? Pronto lo sabremos.

El Secretario de Seguridad Pública Federal, Alfonso Durazo Montaño, está más preocupado por construir el camino que lo lleve a la Gubernatura de Sonora, su estado natal, que por cumplir con el proyecto de sanear a las corporaciones policiacas contaminadas.
En el pasado reciente, pero también en este presente perturbador, las policías han sido utilizadas como escuadrones del crimen. Históricamente, como sabemos, ninguna corporación policiaca ha servido a los intereses de la sociedad. Todas, sin excepción, han estado al servicio de poder y de los poderes fácticos, entre otros, el narcotráfico.
Y desde hace muchos sexenios, por desgracia, dichas policías se han mantenido sin presupuesto, sin profesionalización, sin capacitación de ningún tipo. Los presupuestos destinados para ello, sin medida, terminaron invertidos en otros proyectos o en la bolsa de los gobernadores, a quienes no les importó que la sociedad padezca, como ocurre ahora, los embates del crimen organizado.
Desde el sexenio de Ernesto Zedillo, cuando se creó el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el que se invirtieron unos 300 mil millones de pesos, no ha habido un proyecto que permita construir un sistema de seguridad sólido y eficaz. Todos han sido ensayos, nuevas policías y nuevos fracasos.
Con Vicente Fox, por ejemplo, se creó la Agencia Federal de Investigaciones, la dirigió Genaro García Luna, actualmente preso por servir al narcotráfico.
Seis años después se creó la Policía Federal Preventiva, adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública, que encabezó en el sexenio de Felipe Calderón precisamente García Luna, el mismo que ahora enfrentará un juicio por servir, desde el poder, al Cártel de Sinaloa.
Ahora el Presidente Andrés Manuel López Obrador creó la Guardia Nacional, integrada por policías y militares, según expuso, para resolver el problema de la inseguridad pública. Todo le fue aprobado. Pero resultó insuficiente porque ahora tuvo que llamar a las Fuerzas Armadas para apoyar a la Guardia Nacional contra el problema de la violencia del crimen organizado.
Y así, a lo largo de los años, hemos ido de ensayo en ensayo, de error tras error sin que haya solución al problema de fondo.
Lo que sí ha sido sistemática es la violencia y la violación de los derechos humanos por parte de las corporaciones policiacas y militares. Se han presentado casos de tortura, ejecuciones extrajudiciales -como la de Tamaulipas, cometida el año pasado por agentes estatales, de cuyo caso nada se sabe, por desgracia- y los casos duermen en los archivos de las procuradurías de los estados, en los juzgados, si es que se consignó el caso, o en la Comisión Nacional de Derechos Humanos, donde le han prometido a las víctimas hacer justicia.
Llama la atención, por ello, el caso de George Floyd y que México se sume a la protesta internacional. Está bien, no se cuestiona esa posición ni la protesta contra este crimen, el cual debe castigarse con todo el peso de la ley.
Lo que sí preocupa es que esa indignación frente a una muerte del exterior no se muestre en México frente a los miles de crímenes y violaciones de derechos humanos que han ocurrido en los últimos 12 años por decir lo menos.
Las policías incurren en excesos de fuerza a diario; los periodistas que cuestionan al poder son asesinados y muchos casos de esos comunicadores valientes continúan en la impunidad. Es el caso de los reporteros veracruzanos que, durante el sexenio de Javier Duarte de Ochoa, fueron asesinados por el crimen organizado o por los policías coludidos con el crimen y hasta la fecha no hay detenidos, salvo en el caso de Regina Martínez -la corresponsal de Proceso- y Gregorio Jiménez, el reportero del sur de Veracruz que fue decapitado por criminales.
Lamentablemente en México la sociedad no muestra indignación por ello. Simplemente está dormida la conciencia social, sumida en el letargo más profundo. ¿Qué hace falta para que despierte? México es uno de los países más inseguros del mundo y no pasa nada. Todos los días hay crímenes y no pasa nada.
Se puede caer el País a pedazos y, por desgracia, no pasa nada
Que desgracia la de México y su sociedad.