Donald dayton raices teologicas del pentecostalismo

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RAlCES TEOLOGICAS DEL PENfECOSTALlSMO

PROLOGO A lA EDICION CASIELLANA

1. El valor de lo personal e individual por encima de lo estructural o denominacional. 2. El valor de la experiencia espiritual por encima de la articulación teológica. Ambos factores se hallan tan íntimamente relacionados entre sí que se podría hablar de una relación de tipo circular. Es decir, uno es a la vez causa y efecto del otro. La experiencia legitima el rol de quien la vive, mientras que por ello se constituye en el receptor de nuevas experiencias. La autoridad deviene de algo que está más allá de toda estructura y por lo tanto la fidelidad está dirigida a la fuente de autoridad y no a las mediaciones humanas de ella. Los pioneros pentecostales que llegaron a América Latina respondían a una misión personal arraigada en una experiencia espiritual. Por ello no plantaron una denominación, sino grupos aislados unos de los otros, identificados con sus fundadores, con trasfondos denominacionales, gobiernos eclesiásticos y teologías distintas, que tenían en común una misma experiencia espiritual En realidad, en los países de origen el pentecostalismo naciente compartía la misma confusa variedad. Pero en ellos el proceso de estructuración fue más rápido. Surgieron entonces las grandes denominaciones pentecostales, con las cuales las pequeñas iglesias de América Latina trataron de vincularse. En algunos casos la iniciativa partió desde Estados Unidos o Europa; en otros, desde las iglesias latinoamericanas. A las unas las movía su pretensión hegemónica, a las otras la búsqueda de reconocimiento y estabilidad. No fue sino hasta fines de la década de los cincuenta que el pentecostalismo latinoamericano comenzó a tener una presencia significativa e inició su etapa de crecimiento permanente. Ciertamente no fue casual que esto coincidiera con la crisis de los gobiernos populistas y la formación del proletariado urbano. Quizás por haber nacido entre negros y mujeres, o por haber llegado de la mano de inmigrantes, el pentecostalismo echó raíces en medio de los desesperanzados y desposeídos. No fue una opción misionera artificial sino una simple realidad existencial. No optaron por ser pobres: eran pobres. Desde esta condición de vida millones encontraron un camino para articular su fe y sus esperanzas. ¿Por qué en y a través del pentecostalismo? La respuesta es compleja No desconocemos los intentos de explicación que se han esbozado, la mayoría de ellos desde una perspectiva sociológica o de la fenomenología de la experiencia religiosa. Sin embargo, tales acercamientos no son suficientes y la mayoría de ellos no logra entender la cuestión fundamental ni responder la pregunta del porqué se ha dado este fenómeno masivo en el pentecostalismo, Las causas que comúnmente se esgrimen

(liturgia, pertenencia de clase, capacidad movilizadora, mensaje escapista, comunidad de refugio, etc.), podrían aplicarse a otros grupos religiosos y sólo revelan ciertas facetas de la realidad. Donald Dayton nos propone aquí un acercamiento distinto al fenómeno pentecostal; discernir las raíces teológicas que le dieron origen..Por razones obvias, en su investigación no están presentes Latinoamérica ni la historia contemporánea del movimiento pentecostal. Dayton trabaja en lo que sería la pre-historia del pentecostalismo latinoamericano. Una aproximación superficial a su investigación podría llevarnos a preguntar: ¿Qué tiene que ver esto con nosotros? ¿No es, acaso, diferente el pentecostalismo norteamericano y europeo que el latinoamericano? ¿No deviene esa diferencia de los modos de inserción en contextos distintos? Si miramos atentamente descubriremos que mucho de lo ocurrido en el pentecostalismo de América Latina sólo es comprensible a partir de aquellas raíces teológicas. El trabajo de Dayton tiene la virtud de sintetizar en cuatro afirmaciones cristológicas las raíces teológicas comunes a toda Iglesia que se llama pentecostal: Jesucristo como salvador, bautizador con el Espíritu Santo, sanador y rey que vendrá otra vez. Más allá de los matices propios de cada contexto o de los énfasis peculiares, siempre subyacen estos temas como un denominador común. Los pentecostales los llaman «el evangelio cuadrangular» o «el evangelio completo». Como bien muestra Dayton, no son patrimonio exclusivo de los pentecostales ni han sido inventados por ellos, pero la manera de interrelacionarlos en su fe y práctica, sí les pertenece. No son meras proclamaciones doctrinales sino experiencias de vida. La mayoría de los pentecostales no sabría siquiera cómo explicarlos articuladamente pero sí darían testimonio de su veracidad a partir de sus vivencias personales. He aquí la clave hermenéutica del pentecostalismo: Jesús salva, bautiza y sanaporque me ha salvado, bautizado y sanado a mi. Puestas a funcionar en el contexto de las masas desposeídas y necesitadas de América Latina, estas doctrinas adquieren un valor particular. El evangelio es vivido en la radicalidad de su poder liberador y humanizador. Los abordajes psicológicos y sociológicos al pentecostalismo han desestimado o mal entendido tal dimensión. Por lo general se lo describe como una «religión de escapismo» donde sus integrantes piensan más en el cielo que en los problemas concretos de la tierra. Hace algo más de veinte años Christian Lalive d'Epinay lo llamó el «refugio o cielo (en su versión inglesa) de las masas». El error de tales interpretaciones radica en que no han sabido discernir el papel de protesta que tiene cierta him-

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