Revista Nihon Yûkôkai Nº 3

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historia

Introducción a la historiografía japonesa (II)

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LA CONSTRUCCIÓN CULTURAL DE UNA POTENCIA IMPERIALISTA En este artículo voy a trazar un escueto panorama general del ambiente cultural en el que se desarrollaron la historiografía y las ciencias sociales japonesas durante las primeras décadas del siglo XX. Uno de los procesos principales que se deben examinar para comprender la práctica profesional de los científicos es el que llevó a Japón a romper con la milenaria influencia cultural china, proceso que discurrió parejo al del ascenso de las fuerzas proclives al militarismo. Será en el siguiente artículo cuando me centre en las principales escuelas y disputas historiográficas. LECCIONES DE UNA DERROTA: EL DECLIVE DE CHINA Y EL ASCENSO DE JAPÓN. Las consecuencias de la victoria de Japón sobre Rusia (1904-1905) no pasaron desapercibidas para los contemporáneos, que observaron incrédulos como una nación asiática (en todos los sentidos, perteneciente al mundo de los colonizados para la mentalidad imperialista dominante en la época) se sobreponía militarmente a una potencia como Rusia. En el orden inmediato, es sabido que la derrota del Imperio Zarista animó las agitaciones populares que dieron pie a la revolución bolchevique de Febrero de 1905; asimismo, en Japón se favoreció un gran consenso tendente a apoyar que el país se erigiera en una gran potencia, en el colonizador-libertador de Asia, así como cierto malestar por los términos en los que se estableció la Paz con Rusia. No fue solamente la potencia militar de Japón (y la economía que sustentaba esta fortaleza) lo que llevaría a las élites del país a considerar que Asia sudoriental era el terreno natural de expansión, sino la acción combinada de poderosos estímulos que actuaron en el terreno psicológico e ideológico, estímulos que provenían del mismo evento: la traumática derrota de China ante Occidente. China fue arrasada de manera humillante durante la Guerra del Opio por las potencias occidentales, que apenas encontraron resistencias por parte de una nación que otrora había sido el centro indiscutible del órden económico y cultural del Asia sudoriental. Para Japón esta derrota supuso, por un lado, un molesto recordatorio de su propia fragilidad, de la ominosa capacidad de la marina occidental, que podía barrer sus defensas sin excesivos problemas. La derrota china (con los humillantes tratados económicos que llevó aparejados) constantemente instaba a Japón a modernizarse para ser capaz de resistir una eventual invasión que la redujera al estatus de colonia.

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nihon yûkôkay · primavera2008


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