El Nihilismo Europeo

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32 valores. Pero puesto que la desvalorización de los valores supremos es una destitución de los valores anteriores que surge de fenómenos claramente sabidos y es, por lo tanto, una destitución consciente, la nueva posición de valores tiene que tener su origen en un estado de conciencia nuevo y más elevado (cálculo). Así pues, el principio de una nueva posición de valores sólo puede imponerse si se despierta y extiende un nuevo saber sobre la esencia de los valores y sobre las condiciones de la estimación de valor. La transvaloración de todos los valores válidos hasta el momento tiene que ejercerse y erigirse desde el estado de conciencia sumo de una conciencia propia de la esencia y de la posición de valores. Sólo en la posición de valores así entendida llega a su acabamiento la caducidad de los valores válidos hasta el momento. Sólo mediante la transvaloración de todos los valores el nihilismo se vuelve clásico. Lo caracterizan el saber acerca del origen y de la necesidad de los valores y con ello, el conocimiento de la esencia de los valores válidos hasta el momento. Sólo aquí la idea de valor y el poner valores llegan a sí mismos; no simplemente en el modo en el que un actuar instintivo al mismo tiempo se conoce a sí mismo y ocasionalmente se observa, sino de manera tal que esta conciencia se vuelve un momento esencial y una fuerza motriz de todo actuar. No ocurre solamente que lo que designamos con el equívoco nombre de «instinto» se transforma de algo previamente inconsciente en algo consciente, sino que la consciencia, el calcular y «recalcular psicológico» se convierten en el auténtico «instinto». Mientras que en la sección B el nihilismo es experimentado como estadio intermedio y se lo convierte en criterio del pensar y del actuar, la sección final del fragmento 12 alcanza la posición del nihilismo clásico. Se ha calculado el «resultado final», en el que se computa nuevamente el ente en su totalidad y se expresa sin encubrimientos el saber de la esencia de los valores y de la posición de valores. Repitamos la oración principal del párrafo final: «todos estos valores, recalculados psicológicamente, son resultados de determinadas perspectivas de utilidad para conservar y acrecentar formaciones de dominio humanas: y sólo falsamente proyectadas en la esencia de las cosas. Sigue siendo la ingenuidad hiperbólica del hombre lo que le hace ponerse a sí mismo como sentido y medida del valor de las cosas.» Con esto queda dicho: la esencia de los valores tiene su fundamento en «formas de dominio». Los valores están esencialmente referidos al «dominio». Dominio es el estaren-poder del poder. Los valores están referidos a la voluntad de poder, son dependientes de ella en cuanto auténtica esencia del poder. Lo no verdadero e insostenible de los valores supremos válidos hasta el momento no radica en ellos mismos, en su contenido, en que se busque un sentido, se ponga una unidad y se fije una verdad. Lo no verdadero lo ve Nietzsche en que esos valores sean trasladados a un ámbito que «es en sí», dentro del cual y a partir del cual habrían de valer en sí mismos y de modo incondicionado; mientras que, por el contrario, tienen su origen y su ámbito de validez sólo en una determinada especie de la voluntad de poder. Si volvemos a pensar el título del fragmento n.12, «Caducidad de los valores cosmológicos», desde la sección final, se verá ahora que ese título sólo cubre la totalidad del fragmento si comprendemos de


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