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Vicent Van Gogh Su paso por el siglo y la herencia del maestro

Vicent Van Gogh Su paso por el siglo y la herencia del maestro

Por Fernada Quinto

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Dos aspectos de vital importancia enmarcan la vida y la obra de Vicent Van Gogh: la crisis social y espiritual del siglo XIX y el carácter del proletario que reviste la figura del artista en la sociedad moderna. Las obras de Van Gogh, implican un arte de denuncia y dotan de un nuevo sentido expresivo al arte de su época, dejando una profunda huella e influencia a una de las dos grandes corrientes del arte contemporáneo: el expresionismo.

El significado de la obra vangoghiana no se encuentra –como algunos creen- en su desequilibrio mental, sino en su enorme capacidad y destreza como pintor, en su novedosa concepción del arte de pintar y en la profundidad que depositó en sus trabajos: una visión del mundo actualizada por sus vivencias personales.

“La leyenda de la locura que padeció Van Gogh […] ha servido para fomentar los mitos románticos de genialidad e inspiración.”

Van Gogh, mantuvo un contacto estrecho con la realidad, con su pintura. Las fatigas, el hambre y la explotación aparecen en sus obras del periodo holandés, el cual retrata a obreros o campesinos entregados a pesadas labores, retratando la pobreza en su época expresada por medio del feísmo de sus rostros.

Obra que parece caracterizar toda la carrera pictórica del humilde artista holandés, se reconoce en Dos mujeres en un campo pantanoso con carretilla (1883), donde las siluetas femeninas y la tierra que trabajan se recortan sobre un fondo de variados tintes azulados y una franja blanca, centro de luz y atención visual.

Dentro del periodo parisino afirmó su estilo y experimentó nuevos recursos: la pintura clara y la soltura de la pincelada. Cuadros como El Sena o El puente de Langlois, los dos de 1887, permiten observar como asimila técnicas aplicándolas a su personal percepción no solo de la realidad, sino de lo que piensa es el arte.

Uno de los secretos de las pinturas de Van Gogh, se encuentra en que no busca el equilibrio ni la calma, sino que emplea los elementos en forma de oposiciones: formas y ritmos que tienden a la tristeza en contraste con colores alegres, lo que da por resultado una tensión interna del cuadro que no solo llama la atención, sino que exige ser mirado. Por ello un cuadro de Van Gogh no puede ser ignorado, no pasa desapercibido, es una señal, un angustioso llamado de atención.

Autorretrato delante del caballete. 1888

Al comparar El puente de Langlois con Puente en Arlés, cobra significado la distinción entre impresionismo y postimpresionismo. El primero es de suaves tonalidades, donde azules y amarillos degradados se equilibran para dar una visión de aire pleno, contrario a la segunda, donde con el rojo y el verde se expresan las terribles pasiones humanas.

El pensamiento de van Gogh, puede apreciarse en Terraza de un café en la noche (1888). Los motivos de la imagen podrían parecer aspectos de la vida diaria, pero si se han leído las cartas a Theo, significan los peligros que acechan al hombre y que el cielo estrellado es, para él, un dejo de esperanza.

Cuadros como La carreta o Los zapatos con agujetas reflejan una peculiaridad, su falta de raíces, su carácter peregrino. La primera, retrata dos carretas de gitanos, nómadas como él, y la segunda, de acuerdo al psicoanálisis, los zapatos de un hombre que ha caminado mucho. “Las cosas hablan por su ausencia.” Es también el caso de cuadros como Silla y pipa, El sillón de Gauguin o La recamara de Van Gogh, contenidos de soledad, aislamiento y tristeza.

La rueda de los prisioneros es de las obras más impactantes del arte moderno, de carácter sombrío, tenso y angustiante, ansiedad y desesperación. No es la única pieza genial del artista, pero sí una de las más demoledoras.

En los autorretratos puede historiarse las aflicciones y terribles acontecimientos de la vida del artista. Si comparamos; el de la pipa (1886) el del sombrero de fieltro gris, “el puntillista” (los dos de 1887) aquel otro donde se le ve con la paleta y los pinceles frente al cuadro (1888), el dedicado a Gauguin, verdadero testimonio del sufrimiento que ha padecido, el de la oreja cortada (1889) donde se le ve consumido, verdaderamente desvalido.

En las diferentes versiones de girasoles, las flores, siendo signos de belleza y hermosura, se ven crispadas y angulosas, convirtiéndolas en símbolos de agonía y fin, siendo el agua y el sol, señales de muerte.

La serie de paisajes como Cipreses, Camino con cipreses y Noche estrellada (de 1889 a 1890), semejan alucinaciones y salta a la vista la tensión que las anima empleando una eficacia asombrosa en verdad.

Notable retratista, Van Gogh proyecta sus ilusiones, angustias y esperanzas en los retratos, lo cual se observa en los retratos de Doctor Gachet, los cuales revelan sentimientos: dulzura o ternura con pena y amargura.

El último cuadro que pinta van Gogh, Trigal con cuervos (1890), al analizar las aves de mal agüero que invaden al trigal, el camino cortado que no llega al horizonte y el cielo tempestuoso, son señales de que la tragedia esta por ocurrir. El cuadro queda en el caballete y él se suicida para ponerle fin a la angustia que le produce la vida.

Vicent Van Gogh es una concepción alucinante del mundo y una de las más altas formas de comunicación plástica que se han propuesto en la historia del arte.

Trigal con cuervos. 1890

Notas Este articulo se basa en el texto de Mario De Micheli titulado “El drama histórico de Van Gogh” de su libro Las vanguardias artísticas del siglo XX 2ª, ed. Madrid, Alianza Editorial, 1981. Todas las citas de Van Gogh que se reproducen en el texto se tomaron de Lettres de V. Van Gogh a son frere Thêo. París. Ed, Grasset, 1937.

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