Libro 100 años Country Club de Bogotá

Page 46

Maldonado —explica Carlos Moreno—, porque ella siempre se sentaba en la taberna al lado del marido y no lo dejaba hablar, era muy celosa, y a él le gustaba tomar trago y jugar dudo con los amigos. También hubo otra Clarita, la señora de don Ernesto Cárdenas, que también molestaba mucho al esposo. Cuando abrieron el bar del vestier de señores, como allá no podían entrar señoras, en venganza el bar tomó sus nombres”. Más de 60 años de la vida de Carlos Moreno han transcurrido en el vestier; ha visto el poder desnudo; se ha ganado la confianza de empresarios, presidentes de Junta, mandatarios nacionales, gobernadores, alcaldes, embajadores; ha visto crecer a socios como Enrique Santos, a quien a veces se le sale decirle ‘cachifo’, como hacía ‘Bigotes’; o al mismo presidente Juan Manuel Santos, a quien conoció siendo niño y por quien profesa un afecto lleno de gratitud. “Por el vestier han pasado muchos presidentes de la República; pero el único que pensó que para mí era importante conocer Palacio, fue él; me invitó a un evento, me mandó a recoger como si yo fuera un embajador y luego me regresó con sus escoltas al Club; ha sido el momento más feliz de mi vida”. Con la autoridad que le da conocer a todos los socios, Carlos Moreno afirma: “El socio más bravo que ha habido en toda la historia del Club, es don Carlos Castillo de la Parra, ‘Bigotes’; el más necio fue don Gonzalo Moreno; el más elegante, don Bernardo Sáiz; el más chistoso, don Vicente Casas Santamaría; el más mal perdedor, don paisa Villa; y el más querido, todos”. Carlos conoce los montos de las apuestas de golfistas y jugadores de dado. Nunca los divulgaría.

LOS GRUPOS: MUCHO MÁS QUE UN TEMA DE PODER En el prólogo al libro Country Club, 75 años de historia, Alfonso López Michelsen hace esta semblanza de los grupos que se forman entre golfistas y que llegan a ser cada

90 |

uno “un club dentro del club”, como asegura Santiago Figueroa Serrano. “Como suele suceder con algunos deportes —explica López Michelsen—, en el golf se van configurando grupos de jugadores que compiten sábados y domingos dentro de un grupo que acaba siendo una cofradía con sus respectivos prosélitos. En el Country Club de El Retiro fueron famosos Los Pacos y Los Fabios, que le dieron su nombre a las canchas de Contador. El nombre de Los Pacos provino del doctor Paco Restrepo, que fuera por años una de las figuras más queridas del Club, a pesar de las torturas que les imponía a sus clientes en su gabinete odontológico. A la misma comparsa pertenecían José Carlos Villegas, padre de una tribu de golfistas encantadoras; (…) el Chato Gómez Brigard, cuyo hijo Carlos alcanzó a ser campeón nacional, y Edmundo Merchán (…)”. “A mis ojos —continúa López Michelsen—, todos ellos tenían la particularidad de ser de muy pequeña estatura y de un gran parecido físico que acentuaba el hecho de vestirse de la misma manera y ostentar unas cachuchas convencionales que para la época eran de rigor entre los estudiantes. Presumo que el nombre genérico de Los Pacos obedecía a que mucha gente no distinguía unos de otros y los cobijaba a todos con el mismo nombre”. El segundo foursome era el de Los Fabios. Su portaestandarte era don Fabio Restrepo, gerente de El Tiempo, un caballero de estirpe paisa a carta cabal. A su grupo pertenecieron en sus orígenes Rubén Jaramillo Arango, Bernardo Villegas y Leonidas Mazuera. Más tarde se sumaron el pelao Murillo, Sam de Botton y Juancho Uricoechea. Todos fueron jugadores de buena categoría, pero nunca comparables a Carlos Gómez Vargas y a Santiago Holguín Dávila, mis contemporáneos, que eran 20 o más años más jóvenes que el resto de Los Fabios. Siempre me han preguntado qué tenían en común con quienes los aventajaban en edad, dignidad y gobierno; pero en el juego de golf se traban amistades duraderas que no tienen otra explicación que la comunidad de intereses deportivos

| 91


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.