
14 minute read
Contribuciones y Desafíos de la Comunidad Latinx en Kalamazoo
from ED. 536
JOSÉ ALEXIS MEJÍA: INSPIRACIÓN MUSICAL Y COMPROMISO COMUNITARIO
PorJesus Grillo Para New/Nueva Opinión
Nota del editor: Este reportaje forma parte de la serie Contribuciones y Desafíos de la Comunidad Latinx en Kalamazoo de New/Nueva Opinión. Subvencionada por la Kalamazoo Community Foundation.
Kalamazoo, MI -En una época donde los hogares aún contaban con teléfonos fijos, una escena familiar se desarrollaba en la vida de José Alexis Mejía. El timbre del teléfono resonaba, y mientras su madre contestaba la llamada, Alexis se apresuraba hacia el teléfono en un intento por llegar primero, pero la victoria siempre se escurría entre sus dedos. Sin embargo, al otro lado de la línea, las noticias no eran alentadoras. Era la escuela llamando para informar que las calificaciones de Alexis eran decepcionantes. La tensión en el aire era palpable mientras Alexis anticipaba las posibles consecuencias. Las imágenes de “la chancla” o el cinturón como posibles castigos cruzaban fugazmente su mente. “Me gusta contar esta historia porque resalta las experiencias de nuestras familias inmigrantes”, comenta José Alexis. La narrativa toma un giro inesperado cuando, después de una conversación telefónica prolongada en inglés, la mamá de Alexis pregunta: “¿Qué dijeron?”. Su madre no entendía el idioma.
José Alexis Mejía Rosas, un joven miembro de la comunidad Latinx en el suroeste de Michigan, lleva consigo una historia impregnada de persistencia, superación y determinación.
La infancia de Alexis estuvo marcada por el desafío de comprender las luchas que enfrentaban los inmigrantes. “Recuerdo un momento en mi vida en el que no entendía completamente lo que significaba ser latino. En la escuela, hablaba en inglés e inmerso en la cultura estadounidense. Sin embargo, en casa, mi madre imponía una regla estricta: hablar en inglés estaba prohibido. Cualquier atisbo del idioma resultaba en la temida ‘chancla’ u otra forma de corrección. En casa, el español prevalecía. En ese entonces, no comprendía el motivo. Siempre había eventos escolares como el Día de los Abuelos, que los estudiantes estadounidenses celebraban con entusiasmo. Yo le decía a mi mamá: ‘Mami, quiero que venga mi abuela. Quiero que participe en uno de mis días especiales para que pueda comer algunas de las galletas que dan ahí’. Pero en realidad, no entendía por qué mis abuelos no estaban presentes. No sabía que estaban en México y no podían asistir debido a la falta de documentos”, comparte Alexis.
Hubo un período de diez años en la vida de la familia de Alexis que estuvo repleto de incansable labor para mantenerse a flote económicamente. Durante esa década, la determinación fue su constante compañera, y sus padres demostraron una resiliencia inquebrantable. Nunca permitieron que la desilusión obstaculizara su camino hacia adelante.
“Mientras me acercaba a mi último año de preparatoria, me enfrenté a la típica pregunta: ‘¿Dónde planeas continuar tus estudios?’ Sin embargo, mi situación presentaba un nivel extra de complejidad. Tenía dos hermanos mayores que habían optado por no seguir estudiando. A pesar de las decisiones de mis hermanos, contemplaba un camino diferente. Me pregunté: ‘¿Y si elijo este camino? ¿Y si me aventuro en la educación superior?’”
En ese preciso instante, una oportunidad inesperada tocó a su puerta: el programa CAMP. “Esta iniciativa entró en mi vida guiada por alguien a quien siempre he comparado con Lupillo Rivera. Su influencia en mi vida fue innegable. A través de este programa, encontré una forma de superar los obstáculos en mi camino hacia la educación superior.”
La emoción embargó a Alexis cuando recibió la noticia de su aceptación en la universidad. Sus pensamientos fluctuaron entre la emoción y la incertidumbre. “Decidí darme una oportunidad y ver cómo me iba, pero en realidad no tenía una idea clara de cómo sería este nuevo capítulo en mi vida.”
Alexis cuenta que, durante aquel verano, su mamá expresaba con orgullo en cada reunión o fiesta a la que asistían, ya fueran quinceañeras o bautizos, que “mi hijo va a ir a la universidad”. Sus palabras resonaban con un sentido de logro y esperanza. “Ella le decía a todo el mundo que iba a ser médico, a otros que iba a ser abogado. Llegué a ser astronauta”, comenta Alexis.
Finalmente, llegó el día del ingreso a la universidad. Alexis se encontró en una habitación repleta de personas que, en su mayoría, eran desconocidas. “Entré a mi cuarto y allí estaba un joven estadounidense llamado Nathan. mi compañero de cuarto.” Detrás de Alexis venía su mamá diciendo rezos y regando agua bendita por todo el cuarto. “Quería esconderme”, comenta, pero luego comprendió que su madre era la que más creía en sus posibilidades. Su entusiasmo, aunque expresado de manera peculiar, representaba su apoyo inquebrantable. “Este episodio se convirtió en un recordatorio de la importancia de contar con personas que creen en nosotros”.
Alexis comparte su historia con una mezcla de reflexión y emoción. “Luego de la primavera, recuerdo que elegí un atuendo genial, me tomé una foto y la subí a Facebook. Escribí: ‘Terminé mi primer año y aquí seguimos dando lo mejor’. Después, me sumergí en el trabajo en la Greenhouse junto a mi mamá. Trabajar allí implicaba jornadas laborales de doce a quince, a veces hasta dieciséis horas bajo el implacable sol y temperaturas abrasadoras. En ese momento, eso era lo que yo sabía, solo trabajar”, relata.
Alexis había acumulado experiencia trabajando en diversos lugares, desde campos hasta restaurantes y madererías. Su último empleo antes de ingresar a la universidad fue en un McDonald’s. “Siempre quería trabajar para contribuir al ingreso de mi familia. Ellos ya trabajaban incansablemente”, agrega.
Recuerda un día en el que, exhausto en su trabajo, recibió un correo electrónico de la universidad. El asunto decía “José Alexis Mejía, algo importante para ti”. En ese correo, descubrió que había sido excluido de la universidad debido a su bajo rendimiento académico. “No podía creerlo, pensé que quizás me habían malinterpretado. Verifiqué mis calificaciones y efectivamente, había fracasado. Comencé a recibir cartas por correo sobre las becas que estaba perdiendo”, comparte con sinceridad.
En ese momento, lo primero que vino a su mente fueron sus padres. Se sintió abrumado por la decepción y se preparó para hablar con su mamá. “Necesitaba hablar contigo”, le dijo cuando llegaron a casa. La preocupación en los ojos de su mamá lo hizo sentir aún más angustiado, evocando los momentos dramáticos de las telenovelas que su mamá solía mirar mientras crecían.
Con su madre sentada a su lado, Alexis compartió la noticia. “Hoy pasó algo grave”, le dijo. Luego, con cierta aprensión, le reveló que lo habían expulsado de la universidad debido a su bajo desempeño. Esperaba un regaño, pero la respuesta de su mamá fue inesperada. “No te preocupes, hijo. Puedes trabajar con tu tío la próxima semana o con tus primos. Te conseguiremos trabajo”, fueron sus palabras.
Este giro lo dejó desconcertado, ya que esperaba un regaño y en su lugar recibió apoyo. Había crecido viendo a sus padres trabajar incansablemente todos los días, incluso cuando estaban enfermos. Recordaba a su papá lidiando con dos empleos: el negocio y su trabajo. “Me enojé, porque ahora sí quería ser reprendido”, confiesa.
Este episodio lo llevó a replantearse su enfoque y aspiraciones. Sentía una profunda incredulidad ante su propia falta de dedicación en la universidad. “No puedo entender cómo no me esforcé lo suficiente para asistir a clases, sentarme y tomar apuntes. Eso no es difícil. Eso es lo más fácil”, lamenta. Esta realización lo impulsó a tomar medidas, a postularse en colegios comunitarios y a buscar oportunidades para reivindicarse.

La Western Michigan University presentó el nuevo programa destinado a reincorporar a estudiantes como él, y Alexis encontró su segunda oportunidad. La vida parecía brindarle un camino renovado, y su determinación se encendió de nuevo.
La aplicación al programa tuvo éxito y Alexis fue admitido nuevamente en la institución. Esta serie de eventos reafirmó su compromiso con la educación superior y su deseo de servir a la comunidad. Enfocado en las oportunidades que Estados Unidos presentaba, decidió alzar su voz y compartir su perspectiva con otros estudiantes. “Eso me motivó mucho a empezar a hablar sobre las oportunidades que veía aquí en la universidad y las becas disponibles. Comencé a captar la atención de diferentes líderes y directores dentro de la institución”, relata con determinación.
Esta etapa de su vida le otorgó un sentido de propósito y le permitió establecer conexiones significativas dentro de la universidad. “Se sintió como si el destino estuviera interviniendo. Justo en mi último año de universidad...”, concluye mientras su historia se convierte en un testimonio inspirador de superación y perseverancia.
Apasionado por la música
La música ingresó de manera significativa en la vida de Alexis, convirtiéndose en su refugio y pasión. “Fue en un momento en el que todos los músicos de la iglesia a la que asistíamos se marcharon. El teclado quedó disponible, y pensé: ‘¿Por qué no intentar aprender esto?’”, comparte con determinación.
“Una noche, llevé el teclado a mi habitación y comencé a tratar de tocar las canciones que había escuchado en la iglesia. Le dije a Dios que quería aprender a tocar el teclado, porque me sentía como un simple espectador mientras otros músicos tocaban. A pesar de asistir a la iglesia, no sabía tocar ningún instrumento”, recuerda.
Este momento se convirtió en un punto de inflexión en su vida. “Tenía alrededor de 13 o 14 años en ese momento. Simplemente empecé a tocar melodías por mi cuenta”, dice. “Fue asombroso para mí porque nadie me enseñó a tocar el teclado. Solo escuchando los sonidos, comencé a descubrir dónde colocar mis dedos en las teclas”, añade. De esta manera, su aventura autodidacta en la música comenzó.
“Con el tiempo, me enamoré de la música y empecé la preparatoria. Recuerdo que decidí aprender a tocar canciones diferentes, no solo las religiosas”, continúa Alexis. “La primera canción secular que escuché fue una bachata de Aventura llamada ‘Enséñame a olvidar’. Fue la primera vez que escuché esos sonidos y la música me envolvió por completo. La letra estaba cargada de intensas emociones, tristeza y desamor”, relata con sinceridad.
Su incursión en la música lo llevó a escribir sus propias canciones. “A los quince o dieciséis años, ya estaba componiendo mis propias canciones en el teclado. Eran principalmente canciones tristes. Si te las cantara ahora, te sorprenderías de lo que estaba expresando a esa edad”, confiesa con una sonrisa nostálgica.
La música no solo se convirtió en su pasión, sino en su salvación. “Cuando entré a la preparatoria, la música fue mi salvavidas. Me ayudó a mantenerme alejado de muchas tentaciones y vicios que estaban presentes en ese entorno. Había muchas influencias negativas, como drogas y otras cosas, pero la música me mantuvo enfocado”, relata con gratitud.
“Entonces escribí mi primera canción, una bachata”, recuerda Alexis, “y mientras el profesor hablaba, yo estaba allí escribiendo, imaginando cómo sonaría si le diera un toque de bachata. Pensaba en agregar congas y guitarras, visualizaba todo en mi mente”, explica con entusiasmo. “Así empecé a escribir la mayoría de mis canciones mientras estaba aquí en la universidad.”
“Fue en ese momento cuando me hice amigo de César Ortiz”, señala, “él estaba estudiando ingeniería de sonido para tener su propio estudio en el futuro. Es el genio detrás de todos los sonidos de mis canciones. Lo conocí hace unos diez años, nos mirábamos entre nosotros, pero no fue hasta nuestros últimos dos años de universidad que le dije que quería aventurarme en la música. Él me dijo ‘dale, vamos a hacerlo’.”
“También conocí a otro amigo a través de una fraternidad, su nombre era Gabriel Barreda. Él estaba estudiando para ser director de cine. Es como si fuera sacado de una película, porque los conocí a ambos mucho antes de comenzar todo esto.”
Pero fue en el otoño de 2019 cuando Alexis se sumergió en el mundo de la música cuando lo invitaron a asistir a los premios Grammy. “ Tuve el privilegio de ver cantar a Vicente Fernández y a Bad Bunny en persona”.
Pasaron alrededor de cuatro meses, cuando llegó la pandemia de COVID-19. En ese momento, Alexis ya estaba en la universidad y tomó la decisión de lanzarse como artista. “Antes de dar ese paso, me senté con César y le dije: ‘Oye, han pasado años, pero aquí estoy. Quiero entrar en el mundo de la música’”, relata Alexis. “Entonces me reuní con César y con Gabriel, e hicimos la producción de la primera canción.”
Así nació Guille Record Familia, la marca bajo la cual Alexis lanza sus canciones, nombre dado en honor a Guillermo Martínez, un músico y activista comunitario del suroeste de Michigan. “Él era músico, cantante y alguien que servía a su comunidad. Me dije a mí mismo que quería ser como él, alguien que aportara mucho a la comunidad latina."
Don Guillermo incluso me regaló una guitarra para que aprendiera a tocar.
Así, el 28 de agosto de 2020, Alexis lanzó su primera canción. “Recuerdo que sentí mucho miedo en ese momento. Mi familia estaba muy involucrada en el ministerio de la iglesia, mi hermano se convirtió en pastor y estaba completamente comprometido con la visión del ministerio y de servir a la comunidad. Temía que mi elección de ser cantante pudiera ser mal vista”, confiesa Alexis. “No quería que mi familia se sintiera decepcionada. Entonces, cuando finalmente lanzamos la canción, hice un viaje a Texas en secreto con algunos amigos. Temía la reacción de mi familia”.
“Recuerdo que cuando la canción finalmente se lanzó, mi papá me llamaba y llamaba por WhatsApp, pero tenía miedo de contestar. Temía que me reprendiera o que estuviera decepcionado”, comparte. “Pero finalmente decidí hablar con él. Para mi sorpresa, me expresó que estaba muy orgulloso de que estuviera persiguiendo algo que me gustaba”, concluye Alexis con una sonrisa.
“La canción se lanzó en varias plataformas de streaming”, responde con entusiasmo Alexis, “y desde entonces, ha pasado un largo camino desde ese primer paso”.
En respuesta a la pregunta sobre su nombre artístico, Alexis explica que durante su escolaridad todos lo llamaban José Mejía. Para reconciliar ambos apellidos y honrar a su madre y a su padre, decidió fusionar “Alexis” con “Rosas”, incorporando el apellido materno y el amor por las rosas. Este simbolismo lo llevó a establecer su carrera artística bajo el nombre de Alexis Rosas.
La pregunta sobre su repertorio musical actual lleva a Alexis a mencionar que tienen alrededor de catorce canciones lanzadas hasta el momento, cada una de ellas acompañada por un video musical.
Este 2 de septiembre marcará el lanzamiento de su último sencillo de su primer álbum. “En los últimos tres años, he presentado una variedad de sencillos, abarcando distintos géneros. Esta será mi última antes del álbum completo, que saldrá en noviembre, llamado ‘Nostalgia’.”
Desde sus inicios, su gran meta siempre fue sacar este álbum. Pero no quiere quedarse ahí. “Después de lanzarlo, mi objetivo es realizar mi primer show aquí en Kalamazoo”.
Alexis comenta, resaltando su compromiso con su música y su comunidad, sus metas hacia los próximos cinco años: “Quiero completar mi maestría y otros objetivos personales. Sin embargo, quisiera establecer un centro latino en el suroeste de Michigan, una región que, aunque alberga ciudades notables, carece de un espacio dedicado a la comunidad latina en los pueblos más pequeños.”, dice. Su sueño es abrir un centro que no solo provea apoyo, sino también una plataforma para que jóvenes adultos, sin importar la edad, puedan incursionar en la música y hacer realidad sus aspiraciones artísticas. Su objetivo trascendental es lograr que todos puedan unirse en un espacio comunitario que nutra tanto la música como el espíritu.
José Alexis Mejía no es simplemente un músico; es un embajador de la esperanza y la inspiración en el suroeste de Michigan y más allá. Su historia es una sinfonía en la que cada nota representa su amor por la comunidad y la música, una melodía que resuena en los corazones de aquellos que buscan unir sus pasiones con un propósito más grande.
Puede encontrar las canciones y videos de Alexis Rosas en todas las plataformas digitales buscando su sello: Guille Records. Su música es un testimonio vivo de perseverancia, pasión y determinación, que continúa inspirando a otros a seguir sus sueños.
Instagram: https://www.instagram.com/guillerecords/?hl=en
Sound Cloud: https://soundcloud.com/guille-records
Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC5R2UItvzCkhld0GOI3RWIA