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Parasitología médica
a.C.) y en él se hallan las primeras descripciones de parásitos que afectan al hombre, además de detalles de enfermedades de posible origen parasitario, tal vez gusanos intestinales. Uno de éstos es sin duda el nematodo Dracunculus medinensis, del que se describe su naturaleza infecciosa y la manera de extraerlo de la piel. Los estudios de Hipócrates (460-375 a.C.) también contienen descripciones de gusanos presentes en peces, animales domésticos y seres humanos. De igual modo, Lucrecio notificó la palidez en los mineros, quizá consecutiva a infecciones por uncinarias. Los documentos de médicos latinos también son valiosos. Celso (25 a.C. a 50 d.C.) y Galeno de Pérgamo (129-200 d.C.) comunicaron la existencia de helmintos, como Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis y Taenia. Al parecer, los médicos árabes Rhazes (850-923 d.C.) y Avicena (980-1073 d.C.) describieron a Ascaris lumbricoides, Enterobius, Taenia y Dracunculus medinensis. Una estatua del faraón Mentuhotep II en Egipto, hacia el año 2000 a.C., sugiere que sufrió elefantiosis. La esquistosomiosis es otra parasitosis que se detalla desde esa época en el papiro de Ebers, en el que se encuentra la palabra “aaa” que pudiera referirse a la “descarga del pene” relacionada con la presencia de sangre en la orina y cuyos remedios se basaban en el antimonio, o quizás a la esquistosomiosis hematobia. Aunque los primeros parásitos observados fueron helmintos, en virtud de su tamaño macroscópico, también se registraron enfermedades causadas por protozoarios, si bien no se logró reconocer el agente causal. Por ejemplo, un documento escrito en sánscrito alrededor del año 1000 a.C. se refiere a la presencia de diarrea con moco y sangre en un individuo, posiblemente una infección amebiana. A este mismo padecimiento se alude en textos de Babilonia y Asiria, en los que se refieren problemas de sangre en heces (antes del siglo vi a.C.). En sus trabajos, Hipócrates informa de abscesos hepáticos y perianales. Galeno y Celso describieron los abscesos hepáticos, tal vez consecutivos a amebas. A fines del siglo xi d.C., Avicena mencionó casos de disentería relacionada con absceso hepático. En cuanto a la leishmaniosis se han hallado descripciones de las lesiones en lápidas del siglo vii a.C. De igual manera, hay documentos de médicos orientales y árabes, como Avicena, que hacen referencia a lesiones ulcerosas, secundarias a infección por Leishmania. En relación con el paludismo se tiene noticia de las fiebres periódicas en China (2700 a.C.) e Hipócrates la menciona en el siglo v a.C. Muchos de estos grandes hallazgos se conservan en la forma en que se registraron; por ejemplo, la fabricación del papiro en el antiguo Egipto a partir de la planta Cyperus papyrus. En otras culturas, como las de India, China y Japón, la escritura fue esencial para consignar tales informaciones. Otro suceso importante fue el descubrimiento de productos naturales que permitían expresar en tinta los pensamientos. Todo esto explica que los primeros registros parasitológicos procedan de esas civilizaciones. Sin embargo, el papel, los colorantes y la escritura no fueron los únicos requisitos para iniciar los estudios en parasitología; era necesario que el hombre se preguntara por el origen de las cosas. Sólo en ese sentido se explica la aparición de filósofos y otros pensadores, como Hipócrates, Aristóteles, Sócrates y Platón, y luego Avicena, Rhazes, Galeno y otros más. Durante el imperio de Alejandro Magno la cultura helénica extendió sus territorios al Oriente, hasta que en
el año 146 a.C. la eclipsó la invasión romana. La Edad Antigua finaliza con el colapso del Imperio Romano; este período tuvo carácter militar y la historia de la parasitología aún no registraba hechos decisivos.