Harvey david la condicion de la posmodernidad

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gía, el colapso de la especificidad y la identidad espaciales y la aceleración aI parecer descontrolada de los procesos temporales. Desde este punto de vista, Heidegger es un ejemplo de todos los dilemas de la modernidad, tal como los expresa Baudelaire. Profundamente influido por las intervenciones de Nietzsche (cf. supra, págs. 31-4), piensa, sin embargo, que ellas conducen a un nihilismo total e inaceptable. Precisamente de ese destino intenta rescatar a la civilización. Su búsqueda de permanencia (la filosofia deI Ser) se conecta con un sentido arraigado de la geopolítica y deI destino que es a la vez revolucionario (en el sentido de mirar hacia adelante) y fuertemente nacionalista. Desde un punto de vista metafísico, suponía arraigarse en los valores clásicos (en especial los de la civilización griega presocrática), subrayando asi una orientación paralela hacia el clasicismo por parte de la retórica nazi en general y la arquitectura en particular. EI rechazo de los valores platónicos y judeo-cristianos, deI «mito» de la racionalidad de la máquina y el internacionalismo era total, aun cuando el aspecto revolucionaria de su pensamiento lo llevaba a comprometerse con los avances de la ciencia y la tecnología en las cuestiones de la práctica. El modernismo reaccionario, como el del nazismo, acentuaba simultáneamente el poder deI mito (de la sangre y la tierra, de la raza y la madre patria, deI destino y ellugar) y movilízaba todos los recursos deI progreso social hacia un proyecto de realización nacional sublime. La aplícación de este sentido estético particular a la política alteraba el curso de la mstaria desmesuradamente. EI caso nazi no es en modo alguno único. La estetización de la política tiene una larga historia y plantea profundos problemas para las doctrinas deI progreso social ilimitado. Tiene sus versiones de izquierda y de derecha (los sandinistas, en todo caso, estetizan la política alrededor de la figura de Sandino a fin de promover la adhesión aI programa politico de izquierda de liberación nacional y justicia social). La forma más clara que asume el problema es el desplazamiento deI énfasis: desde el cambio histórico hacia las culturas y destinos nacionales, que hacen chisporrotear conflictos geográficos entre diferentes espacios en la economía mundial. Los conflictos geopolíticos invariablemente implican una cierta estetización de la política, donde la apelación a la mitología deI lugar y de la persona juegan un papel importante. En ese sentido, la retórica de los movimientos nacionales de liberación es tan poderosa como la contraretórica -impuesta a través del imperialismo y el cclonialismo-ideI destino manifiesto, la supremacia racial o cultural, el paternalismo (la carga deI hombre blanco, por ejernplo) y las doctrinas de la superioridad nacional

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