Angelus Novus II - Enrique Verástegui

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Enrique \fcr$slqgui

ANGELUS

NOVÜS


EL EQUINOCCIO DEL CUERPO Y EL ALMA


1.

Nuestra lucha no es contra la sangre y la carne si­ no contra las potencias <Jel mal. Epístola a los Efesios, VI, 12.

2.

¿En qué minuto, en efecto, dos am antes alcanzan la más completa posesión de sí mismos sino cuan­ do se declaran perdidos el uno en el otro? Thcilard de Chardin


Al amanecer desperté con gorriones saltando en tu cuerpo como en un dulce poema: había encontrado mi destino. Una alegría. Mozart. Bosque de abedules en verano. Aún dormía ella cuando un bellísimo misterio me asaltó: no vi sino un abultarse de su vientre (brote de dalias) delineado incesantemente como dulce mar de pintura por esta luz de verano. Mi ventana llena de música a través de las persianas entrecaídas: otro mundo me esperaba. O tro mundo hermoso como un sueño pugnaba por brotar de sus muslos laxos en el lecho. Nuestra ciudad vacía como siempre. Un fresco rocío temblaba en sus pezones. Iluminé apenas esta mesita de trabajo: cuadernos con flores, versos fugaces como apariciones de un ángel en tu cuerpo, el texto Diario de un seductor es un gladiolo en la noche. Esta partitura transparente como un ciclo se va llenando con un beso aquí, y más allá la reflexión desnuda como un cuerpo rodando en el prado con flores de la página es la tempestad de la vida.

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lín la bóveda verde pálido del amanecer el amor tumultuoso parece la belleza que el mundo no ha tenido. Mi máquina hermosa como un piano inventaba esta Sinfonía del sueño del amor con signos transparentes, productos de una historia sólo perceptible en nuestros ojos, experiencias convulsas iluminando este alocado destino de soñar flores para ti. Teclear esta máquina resonaba lejanísimo en esta ciudad abandonada del verano. Sonaba como un lecho agitándose bajo el cielo: rumor de muslos trenzándose como flores que esta luz de la mente te ha nombrado. Una música heroica desplazándose en el paisaje del orgasmo -este poema que somos y transcribo acucioso: deseo matinal. II

Respiraba serena como yo tranquilamente alucinaba un amanecer en tus muslos. Esta terrible felicidad de su cuerpo era un perfecto Angélico. Una pintura real como el sueño que no tuve: gorriones libres saltando en el bosque de mis versos.

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Ella duerme (lago turquesa impecable como un atardecer de verano): te contemplo. Aquella pradera del pubis huele tan naturalmente como yo imagino un Paraíso impecable en tus labios entreabiertos: esta plenitud del sentido. Pradera aterciopelada que cf.: manera imprescindible de una dicha. Te persigo. Enciendo ahora la radio: Mozart heroico como estos gorriones saltando en nuestra mesa de estudio. Mujer que no busco definir y sin embargo poseo entre el lindero de la noche y este día espléndido de tus ojos -una bárbara inocencia. En tu delicado pubis lentamente este carmín de mi lengua mezclándose al clítoris tierno como pétalos de dalia, fresco y salado -yo abrevaba infinitamente. Ese dulce fuego de un vello marrón y la piel sedosa: un Ikebana de cuerpos enlazándose alocadamente sin otro decorado por fondo que estos libros prohibidos -única realidad (hasta entonces) aceptada. Nuestra sabiduría llegaba como con Dios en tu vientre: este mundo anhelado en un copular de verano. Pasar de un do sostenido a un si bemol es temblar

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como flores una mañana que supervive en nosotros. Floreció tu vulva como el delicado azafrán en mi poema donde sin descansar (igual que esta mañana ansiosa) me apoderaba de ti y viceversa: una verdad irrebatible como la música del amanecer en tu cuerpo. Reflexionar este Paraíso de un cuerpo que amando su dicha se rebela. No un instrumento para destruir: esta finalidad de un vivir sin trabas. El fin sin conclusión es el cuerpo adorado -un gozar desesperadamente nuestra vida. Fiesta adorable bajo el ciclo de marzo. Pegado a su cuerpo abrí su blusa tensa: saltaron sus gruesos pezones llenos de vida, pequeños como gamos violetas. Este corsario empicó al conquistarte el método directo del sentido, tan infalible como perfecto. Ni ilusión ni metáfora -mujer adormecida en mis manos: tus muslos son mi léxico arrancando estos matices de tu cuerpo. Palabras espléndidas como catedrales de tus pechos que son ángeles/demonios, fuego/cielo, mundo/libros llameando en tu carne, -esa luz verbal: amor en presente indicativo.

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III Del Paraíso apenas conozco tu cuerpo hermoso como una fruta. M editando tu piel dulce conozco la vida. Son dalias tus muslos -potros suaves. Se abren mis labios para probar tus senos dulcísimos. Allí leí una terrible hermosura como el amanecer de tu cuerpo fresquísimo. Te amé tan alocadamente como un Tchaikovski. Horadé profundam ente excitado ese paisaje de tu cuerpo ofrecido a esta avidez que soy. Como un buen vaso de brandy llegué a tu vida o te poseí en mis labios como el brandy de tus pechos. Amor es com penetrarnos espiritualmente para hacer cosas. Defino este dulce desconsuelo de habernos conocido: soy lo que eres. No lo que fuiste ni serás aquello que fui. Nos envuelve tristemente el humo del atardecer. Esta luz del silencio ha limpiado nuestro mundo. El pecado pudo habernos definido y el infierno negarnos. Pero no tenemos definición de pecado ni la virtud se apartó de nosotros. No tenemos (ni buscamos) lugar en el infierno. Me abriste otro mundo mejor: tu cuerpo. Me ofreciste tiernamente tu cuerpo para alumbrar mi destino liberándolo en poesía. Mujer (locura dulce como mandolina

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es la metáfora) continúas deslumbrándome ahora después de muchos años de casados como un verso sin esa tristeza brumosa del otoño. Eres mi metáfora preferida como esta flor de nuestra vida. IV Estoy ahora palpándote arañándote desabrochando suavemente la blusa que aprieta tus senos crecidos como manzanos en flor. Quiero clavarte esta flor de locura en tu corazón angustiado. Tengo dolor de cabeza. Estoy hastiado. Y tú floreces como una bendición que clava mi cuerpo a tus labios: es una soledad tranquila como la noche esta belleza del cuerpo que sueña el rápido trabajo de su mente concibiendo una tormenta de seda en verano. Mujer adorada y esta soledad tan peligrosa como un sueño. Esta cortina ahora se ha movido tan ligeramente como un adagio y una mariposa posada en tus pezones me lleva hasta ti: estudiar esta época ahora que no hay plata para los Magazins permite practicar rápidamente teorías irrefutables. Tu vientre es un macetero con flores porque no tiene soledad. Voy a besarte a florecer como una rosa enloquecida en tus muslos vientre cabellos frescos como pasto con rocío. Y juntos hemos probado a escribir un poema a dos manos. Llámame amor cariño corazón enloquecido. Dime locura de una noche de abril. Esta ciudad no se merece parejas tristes como una película del Dr. Caligari. Este semen es un alto castaño al borde de un bar donde una mujer solitaria recuesta su hombro para pensar su vida. Tú eres abril y yo vengo del otro lado del mundo. Atravieso esta ciudad como una vulva no poseyendo descanso. Y preparo ahora una olla de spaghetti. Cuando menstrúas todo se oscurece hasta no poder beber ginebra dulcc en tus labios embriagados. El húmedo olor de tu nuca como estas pecas de tu espalda suavísima necesitan ahora una caricia con crema humectante.

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Ahora te has puesto a lavar y estamos a oscuras. M e pides que abra una lata de arvcjitas. M e miro en el espejo de tu rostro para montarme en ti como en un carro halado por cisnes dirigiéndose al mar. Todas las noches antes de escuchar Mozart lavas tus trusas. Debes tener hongos como flores blancas porque lavas obsesivamente tus trusas que cuelgan como flores de trapo en la ventana. Estos spaghettis ya están cocidos. Preparar una salsa adecuada ahora requiere experiencia. Me gusta rodar en tus senos mejor que comer spaghettis. Vámonos de aquí ahora rápido ya. El mundo es una cereza mordida sin prisa mientras se lee a Nietzsche proponiendo una embriaguez nómada. ¿Alguien tiene derecho a burlarse de nuestro amor? Música de violines en la radio para enlazar tu cintura. Libros amontonándose entre flores y frascos de perfume permiten comprobar esta certeza de tu análisis de una época que no te recibe tan bien como a la lepra corroyendo un cuerpo paralizado ahora que nosotros nadamos lentamente en un mar de música de Bach. V Podías tener esa terrible languidez gustada en tus pezones. Podías tener esta ternura de flores en tus manos interpretando algo de Bach, noche alocada de marzo cuando un orgasmo larguísimo se abrió como una flor desconocida en nosotros. T odo puede ser esta energía: las cosas se producen como esta bendición en tu vientre y el sonido de estas olas tranquilas no puede relucir tan ligeramente como cualquier otra cuestión que no tenga su vaga incomprensión de las cosas. Ahora que esta lenta quietud de Montsouris -no hay otro lugar que no tenga un misterioso aire encantado y unos cabellos revoloteando como mariposas en mis manosparece una belleza sonámbula como un cassette de flores de la noche de Pink Floy,

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nochc de locura con música astral donde entre el sonido de meta­ les con flores de mi cassette y la alocada belleza de estas noches una niña me lleva la contra y su madre la contradice a la niña. El arte de educar a los niños es hacerlos felices dejándolos realizar sus sueños. El arte de vivir la vida es aventurarse en un bosque de frutas deliciosas. Una flor brota dulce en la carne por eso y la retórica no existe ante la vida creciendo límpida como este soñar un mar turquesa. El matrimonio tanto como su alegría son experiencias ineludibles y el amor te conduce como temporales desatados contra los rascacielos de esta ciudad donde a la mañana des­ piertas desesperado para hacer el amor. Estas condiciones -locura, soledad- van cambiando ciertamente y las lecciones te salen como fórmulas algebraicas trazadas sobre el arco de la noche. ¿El Perú? El Perú queda ahora tan lejos como yo mismo de mi primer amor, un golpe de vista en cualquier cable de periódico. Un poco de nostalgia no es tan peligroso como sentir que no se está en ningún lado. Y un poco de soledad no es tan saludable como alegrarse por cosas inútiles -p a ra el poder- como soñar. Pero estas discusiones en el cuarto nos valen tanto como un curso de sociología en la Sorbona. El hecho de contradecir es más bello que cualquier otra cosa no tan fresca como tus labios ardorosos cuando me besan y esta flor en mis manos es tu cuerpo poseído una noche de primavera bajo el ciclo de tus ojos. VI Te deseo, y reconciliémonos para ir a un cine: tú exquisitamente incontrolada como este soñarte huraña, yo tan dem ente como una flor en tus labios. ¿Prefieres deleitarte con un Visconti al que sólo puede verse probando helados de fresa? Entiéndeme: esta pelea teniendo su origen en el malentendido: ese demonio tan irreal,

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tiene menos sentido que incluso enfrentarse a ella y para los esposos aún jóveries y fieros, fresco furor, ello es tan poco inteligente como no amorosamente rentable: amándonos conseguimos más que no dándonos la palabra, ese mantenernos así espalda contra espalda cuando debiéramos juntarnos y saborear nuestros labios como cerezas intercambiadas en medio de una conversación sobre cómo abolir el mal tiem po y la intransigencia. ¿Te parece? Amarcord todavía posee algo de esa energía salva­ je que nos impulsa. Una pelea entonces equivale a lavar trapos sucios, un momento de limpieza en el baño: algo necesario pero quizá intrascendente como toda función donde la concien­ cia no domina, y su energía (como la de, Amarcord) posee un fin inadecuado. Te deseo, y probemos helados de fresa con mermelada y almendras. Abraza este cuerpo adorado, estrecha tu belleza a la mía. Ahora tenemos una experiencia más que arrojar como un naipe, una opción que no jugaremos en este perpetuos intercambio de experiencias, y pareceres, que es nuestro matrimonio: Santuario donde cuerpo y alma se conocen hasta en sus moléculas indesci­ frables. Una terrible voluptuosidad queda expresada así en la unidad sintagmática de cuadros di­ versos aunque relacionados por un mismo fin: posturas sexuales de todas las formas realizadas por las pare­ jas en la cama. ¿Enviaste a escribir un legajo contra mi amor, hacer por mi parte lo mismo? Oh, preciosa, la incomprensión echa por tierra esta belleza de vivir tanto años de privaciones, tantas luchas, tanta riqueza compartida entre nosotros y repartida a nues­ tros amigos. Esto no es una filmación y sin embargo te habla un lenguaje enfocándote en pano-travclling, un habla directa y perfectamente compatible a nuestras ideas: haber hecho del matrimonio una máquina de guerra, un ángel con su espada desenvainada atravesando el corazón de un tiempo que había perdido inteligencia y co-

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raje, sensibilidad y destreza, arrogancia y ternura es un trago para beber, pensativos, aunque no menos anim adam ente, en esta fiesta a la que hemos sido invitados como flores terribles. A bre tus labios entonces y cántam e tu canción preferida. Tú, exquisitamente incontrolada como este soñarte huraña, yo tan dem ente como una flor en tus labios habremos nuevamen­ te vencido en la m archa que hombre y m ujer se proponen cuando se juntan y aparean, cuando se juntan y piensan que todo aquello fue sólo una pesadilla no tan maravillosa com o el Win W enders que aca­ bamos de ver, y entonces, reconciliados, la vida prosigue límpidamente. VII Penetro en tu cuerpo como en una Pagoda: flores verdes abriéndose en la pradera de una calle desolada como tus pechos de la blusa celeste desabrochada en mis manos, símbolo m odelado como este soñar: tu cuerpo emergía como una flor desolada en estos edificios adorables de Lima y la flor de tu cuerpo se abría en mis muslos: llam aradas de un sentido rescatado en un combate sexual ahora cuando la época se vuelve irreal es acceder a la perfección de un verano como pétalos de neón donde nos abrazamos. Noche de luccs en estos ojos abiertos como tus muslos, cariño, un corazón adolescente destrozado en otoño, y el cuerpo de una flor brotada ahora en mis labios son llam ara­ das de hielo, cabellos tan mojados por una llovizna de neón como el pasto donde nos encontram os esta tarde bajo un cielo mal­ va: tus muslos se abrían lentam ente y eran mi cielo desplegado com o un espejo convexo donde ambos, hermosos y altivos, tu mano izquierda en mi cintura, mi brazo derecho rodeando tus hombros, el vientre muy abultado bajo el largo vestido floreado, Arnolfini y esposa, caminan, E nrique y Carmen,

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en el centro de una película de P eter Brook: una pareja, besaba tus pechos, dulce com o la noche: mis labios abriéndose lentam ente para probar un pezón violeta {flash): florece en verano/vientre, tienen el ciclo sereno com o una flor: ondulando en llam aradas doradas son mi locura (plano-flash): en su profunda m irada dirigida al presente, la historia: ese desecho/pubis, y cam inan seguros: flores frescas com o un botón rosado se humedecen al recibir mi angustia (flash): por esta avenida rechazada como toda tragedia donde el am or no rehuye su esplendor/vulva, una perfecta belleza para la gente asom brándose al verlos: lla­ m aradas rosa refractan mi rostro: Courbcrt: origen del mundo: en el ondular azul donde hundo mi cuerpo (plano-flash alterno): pasear serenos com o este cielo de prim avera/ espalda, rostros tranquilos: terso ciclo marfil donde brotan llamaradas verdes, m irada profunda como flores: entre las flores lilas de mis ojos {plano-flash), cuerpos esbeltos, caminan, E nrique y Carm en/ muslos, edificios con flores dulcísimas son su belleza: llamaradas de flores violetas se elevan, un enfoque perfecto: para descansar en mis hombros curvados so­ bre ti (plano-secuencia)/ sueños, problemas para el futuro son sólo la clínica: am ada como el cielo de estas flores de tu cuerpo me acarician (plano único)t donde el producto del amor, ciclo de la belleza, debe nacer, manos entrelazadas, toda belleza es naturaleza de Dios, abrazados, la vida en el vientre abultado es su poder: posan no para ser destruidos, cámaras múltiples: serpientes, leones hambrientos, leopardos que m uerden la náusea de lo dcscchable, cóndores desolados, el mar es un puma verde tragándose la tristeza indeseada: esposos de la belleza, cuando el tiem po persigue es que ha brotado una época, chaqueta turquesa, pañuelo violeta, jeans marrones apretados, para invitarte a una película tan agresiva como la música dul­ ce de un aventurarnos en otoño, después de posar para Van Eyck, m ientras 237


a lo lejos un auto enfocaba tu serena belleza adolescente y no eras sino este paisaje de versos leídos apasionadam ente en el orgasm o del amanecer: escritura de un cuerpo herm oso com o el verano, y también sudor, y cansancio, y placer compartido en el lecho. Poem a releído no por estos párpados que te atrapan, una lengua d e flores: -je t’aime, ahora que mis palabras se estrem ecen cantando esta belleza furiosa, y he vuelto a vivir. VIII Relum bra tu flor invitándome a su abismo. Tu sexo impecable com o esta noche destella su fulgor solidario. Contem plo la locura de tus muslos. Alucino. A bro tu cuerpo como cortinas a un jardín inglés. Ilum inado medito este copular exquisitamente contigo como con una gacela sobre las yerbas doradas de la noche. Gimes ondulando lentamente tu cuerpo mientras muerdo tu belleza necesaria como estas palabras que te nombran. G olosam ente hambrienta hasta la náusea te engulliste el cetro de mi poder: mi falo enhiesto. Tus labios abiertos se cubren con rocío. No quiero vivir esa m uerte hedionda en oficinas infernales. Tu alocado sexo me llama invitándom e a seguirte. Esa orquídea deslumbrante. Pétalos determ inando mi rum bo en este mundo. H em os buscado perder la náusea d e no-ser. Y apenas ahora me fascinan estas flores soñadas de tu cuerpo. Abrazarnos es florecer solitarios en el cielo. No hay tiem po que pueda transcurrir sin ti: luz eterna como el orgasmo. Persigo el éxtasis rodando contigo sobre una alfombra persa. Encuentro mi ser en tu cuerpo.

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Aventura perfecta como ser nada ni nadie ahora: sólo una flor desolada colocada en tus pechos. Contem plam os la noche como un vivir la perfección d e la fe. O lfateo lentam ente las flores de tu m undo alum brándom e este alejarse de sí. Ser que encontré acariciado en tus manos. No tener un lugar en el tiempo es una conquista. U n estilo. El amor (¿entiende alguien nuestro am or?) persistía guiándonos com o el arcángel de luz por este mundo irreal. Existes: sala desolada como terraza al m ar violeta aterciopelado de la noche, tan bellam ente tranquila com o el magnífico am ante m aduro leyéndote su espléndido equinoccio del cuerpo y el alma: IX/1 D e noche el m undo se duerme y desaparece: los cuerpos reanudan la alianza del cielo. Astros y m ares, demonios, dioses, máscaras, flores, animales y yerbas copulan, copulan, copulan. ¿Cóm o el hom bre podrá hurtar su eternidad en esta fugacidad de- soñar? El hombre miserable en el mundo, ¿cómo verá florecer esta felicidad de su cuerpo? El rum or apenas callado cubre la noche y en el cielo, desnuda, la luna ilumina el mar de tu cuerpo. No hay silencio: hay roces, gestos, sombras. E n el am oroso com bate -pezones desgarrados por un ligero mordisco,

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estos dulces arañazos desesperados han dejado la firma de su placcropusimos la miseria y el soñar: nuestra verdad. X/2 Equinoccio con flores verdes como un copular: el orgasmo. Y estos frescos olores son metáforas tan reales como el mar de un lenguaje pasional: flores verbales, analogías del silencio -mi mujer. Afuera saltos de sonidos de Shubcrt en un abedul y serenam ente la contemplo: párpados cerrados y en tus bellos hombros curvados -suave blanco, casi desnudos- cabellos m arrones se pliegan como una túnica estam pada con flores a su cuerpo: si escribo de ti es porque confirmas este alocado existir de un abedul donde tus brazos se aforran tiernam ente. XI/3 E ntre elegirte herm osa o rica, decirte dulce higo masticado ahora en m adrugada, niebla, violenta vegetación de tropos en la página, bendición, terrón de azúcar, terco llanto, cuerpo de primavera, las horas son un M etro no tomado tan a prisa como el orgasmo para agradecer tu linda m aternidad, bella dulzura delicada como azucena que mi insomnio cuida en esta cuna de niña apretando sus labios a tus pechos cuando, pensativos, contemplamos la lenta película del amanecer en un cuarto situado sobre la niebla de una ciudad dormida.

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X I1/4 E ntro ahora en una librería. Sábado en la tarde. El mundo avanza tan rápido com o ferrocarriles cromados en una noche oscura. No me seducen estos best-sellers en pocket-books: dem asiado baratos para mí. T odos estos poemas angustiados se han reducido a unas monedas, a esta faclura recibida por el libro que com praste. Esta bella m uchacha que me vendió este libro no sabe quién fue Evcrdardi ni lo ha leído. Sabe el precio de su edición antigua mas ignora la calidad del texto. Me mira pasar de frente hasta el polvo de un viejo anaquel donde están todos estos libros pasados moda, y se venden muy poco. Melville, M ontaigne, Albio Tíbulo son flores dem asiado complejas para un mundo inerte. Esa música ligera afuera me recuerda un super-m arket no tan perfecto com o una catedral y salgo también a hacer mis com pras para un muy largo fin de semana en que con la radio encendida escucho programas culturales, o deportes, basket y voley, tennis mientras nerviosam ente trato de hacer algo que no sea literatura ya que mi poesía está en jugar con mi niña, arreglar sus juguetes que son estos versos al pulirlos cuando con su m adre preparam os su nutritivo biberón. Después mi mujer se arregla sobriam ente y tomamos un taxi para ir al cinc. El viento se lleva mis apuntes usados como un desodorante. Mis versos escritos para ti son una torre de marfil levantándose en un estante donde busco sin prisa alguna algo de Lockc para leer este fin d e semana. XIII/5 T e he visto saltar felinamente a mi lecho de verano. Encabritarte allí como una garza revoleada dulcemente 241


en el pasto de nuestras ligeras especulaciones. El mundo cruel como el invierno se pierde en el pasado. Te has deslizado como leona hambrienta de locura en mis brazos. Eres un trago bello como la noche interminable para nosotros. Desnuda -sin bata- como un motor ensamblado a mi cuerpo eres una perfecta ilustración dadaísta. El pasado feudal no tan saludable como el orgasmo es una inabdicable ironía para nuestro mundo. Echada sobre el pasto levantaste primero una pierna para colocarla en mis hombros cuando abres tus muslos humedecidos. Mueves ahora tus gruesas caderas bajo mi cuerpo -un ritmo admirable para la perfección de ese cuerpo que trajina y se eleva. Ahora estás satisfecha, ¿es eso importante? Sí, la satisfacción es la imagen de la libertad hecha realidad. XIV/6 Un campo de tulipanes se mece en el viento bajo tu vestido. Tienes una inocencia perfecta como pecado en mis muslos. Echada sobre la cama floreces como llamas doradas en un verde prado y pruebo lentamente la locura de tu especie removiéndose como un pálido quejido ante el espejo donde nues­ tros ojos se encuentran. Tu carne desesperada en la noche busca un espíritu que la posea: bodas rabiosas como llamaradas de azucena en un mundo sombrío. Toda cópula es pureza, tu mente florece en el falo que te copula. Un terrible desesperación al entrar tú en mi lecho. Rechazamos una época no deseada al abrazarnos esta noche ilumi­ nada como tus ojos. Tu desesperación ahora será aplacada antes que puedas salir nuevamente a la calle donde veo tu cuerpo cimbrearse mientras sorteas autos al cruzar un crepúsculo pálido donde un farol estalla. Una terrible desesperación impide ser nauseabundo como esta época.

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XV/7 He copulado una flor, mis garras se clavaron a sus pechos, mariposas y labios le acariciaron las espaldas. No tuve pausa en el amor. Poseí el Paraíso en tu mirada vacía cuando accedes al orgasmo. Sólo tuve de esta flor su prisa por brotar en tus manos. Me aplasté contra tu piel: en tu cuerpo como en una visión dulcísima escribí el no desesperado poema maduro que no tuve. Mi poesía llegó a su plenitud en tu mirada, disfruté desesperadam ente la calma apasionada y maliciosa de tus labios. El jardín espléndido de tu cuerpo fue mi obra. Escribo fue porque soy este poema que obsesiona tu meditación. Digo soy porque fuiste el tema imprescindible de mi verso. Mis garras se clavaron a tus pechos. Anoche mis labios se apoderaron de tus muslos. Copulé el último Paraíso que guardabas, dulcemente saboreamos esta pureza de estremecernos en verano. XVI ¿El cuerpo amado desaparece ahora del mundo, cuando el mundo desaparece del cuerpo que acaricias? Sala desolada con terraza al mar violeta aterciopelado de la no­ che. Dalia (levantándose para coger mis flores): hermoso como amanecer en la primavera azul de Estambul. Pliegues levísimos de una ola de celofán florecen en la carrete­ ra. Brillan tus ojos ahora: tiempos convulsos, reloj quebrándose como un infierno. El destino: florecer de un azar, ¿podrá haber aún una altísima conciencia en este final del siglo

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XX? Música: catres desechos, rumor de somieres como flores bajo el paraguas. ¿He perdido a mi Dios? No lo necesito y sigo adorándolo, amando, soñando, cantando, rezando, orando en tu cuerpo como en una capilla de montaña. Estos amantes caminan ambriagados, caen sin destrozarse en el abismo de un asfalto destrozado por las flores. Mares de asfalto, follajes de hierro tras este abrazo separándonos del resto, hundidos sin no elevarse en un remolino rasgando lo que no puede ser ya clásico ni proporcional, y está perdido en la alfombra con flores de nuestros pasos. No espero ya nada (¿qué puedo esperar si el mar revuelto hace con nosotros lo que nosotros hacemos del mar: belleza y lujuria alocada, maraña de sentimientos?) y sólo esperar el final como la cifra de un cero en conducta es el lago de bacterias, el barro alimentando la orquídea de vidrio, origen de la mente. Todo a oscuras, y huele a caduco. Dalia y Lirio enroscándose a un verso: amado y amada tienen esta verde tea en las manos implorando amparo, un lecho seguro como un mar sin epitafios. Dalia {contemplándolo, enamorada): Una dulce demencia lila se agita­ ba en tus ojos ahora cuando rugías contra la noche. Cuerpo (pensativo, flores en sus manos): Esta alucinada llamarada de mi tea se consume tanto como la tristeza del amor. Dalia (se estrecha profundamente a él, abrazándolo): Amame tan loca­ mente como un leopardo rugiendo en mis ojos. Tu lámpara encendi­ da como una flor mi rumbo en el mundo. Cuerpo (después de besarla, contempla la noche): A rder en sí mismo, ser esta llama purísima del silencio. Dalia (levantándose para poner un cassette): Escucha: una música de flores. Orff, Vivaldi, Mozart. Cuerpo (se para en el pie izquierdo y eleva los brazos): Vivaldi danza allí detrás de la noche como un ángel alegre. Dalia (coge sus manos y lo besa): Todo está allí permanente como la primavera que cambia en cada estación. Cuerpo (da un paso, manos en la cintura, contempla el mar): Detrás de la noche esta alegría de encontrarnos para caminar en prados de terciopelo.

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Dalia (coge una de sus manos para abrazarse a él): Y detrás del silen­ cio este lecho alterado como música. Cuerpo (meditabundo): Toda flor es bella cuando destroza una roca, no en su jardín. Dalia (imueve las manos, mira el cielo): Truenos, relámpagos, ciclos de azucena. Cuerpo (la coge por la cintura besándola locamente): La llamarada apa­ sionada de tus ojos son este cuerpo que pruebas lentamente. Y por entre estas callejuelas de la ciudad vamos tratando de precisar el concepto de serenidad, el ánimo de lo circuns­ pecto, la gracia de lo ininquictable -todo eso no necesitado tan desesperadam ente como una violeta para ser acariciada len­ tamente. El marido tiene ahora los ojos enrojecidos después de levantarse de la mesa para acercarse a ti: limpio lago de lirios ofrecido ahora en noches de luna ante mis labios desgarrando tiernamente la ter­ sura del vientre, solazándome en volverte el estropajo de mi inspiración con que refregué el tizne de mi época. Desesperadas disquisiciones como intrusiones de filosofía desgarrada en este canto dedicado a nosotros. Transcribo ahora nuestras locuras: danza, poesía, cine, flores como dulces arañazos en la noche, y una pose tras otra cada vez más enloquecidamente insaciable que es nuestro matrimonio, poema nupcial de lo que ha sido nacer a tantos disfrutes y de­ cepciones, a tantas emociones como imágenes de Spinoza y Kropotkin convertidos en bellas flores adoradas sobre esta página. Y no nos interesó conocer lo cotidiano ni llevar una vida infeliz: vivimos de hotel en hotel, teniendo siempre nostalgia por la carta nunca llegada y te vi salir desesperada muchas veccs a la puerta en la m a­ ñana, bajar las escaleras nerviosamente esperando encontrar una carta a tu nombre, unas líneas confirmando por lo menos que no éramos el sueño de nadie,

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un producto del pasado, esta locura de tu marido cuando se pone a producir esa materia para tus ojos, y el no saberse muerto le da un carácter de vida al olvido que nos redujo a maletas y libros en estaciones desoladas de tren, a sentir llenarse con lágrimas nuestros ojos cuando en la ra­ dio una melodía peruana retumbaba a miles de kilómetros donde sólo este contemplar el Paraíso de nuestra vida y abandonarnos ahora a las multiplicidades de un desearse quedaban como inspiración de la página, germen de una gramática hccha esa alocada flor del exilio. Sala desolada como terraza al mar violeta aterciopelado de la noche: amada, mi flor cordial acariciándote ahora: si la belleza no es lucidez entonces la historia es absurda, deja caer lentamente su trusita rosa pálido por los muslos, Dalia: tú eres m i idea: recoge esa flor atractiva, y ruge: pero tu cuerpo sobre el que domino como una interpre­ tación a su símbolo: ahora dispuesto a saltar sobre su cuerpo: es el fruto maravilloso de tu distinguirte de una historia sin ética para la his­ toria: como en un lecho revuelto para probar la demencia de mayo. Cuerpo: sin belleza es imposible precisar una historia que vuela en la mano trazándote un destino real. M undo adorable como el violoncello dorado del orgasmo pulsado para este verano recibiéndonos como una música compulsiva. Dalia: todo estilo en la construcción prefigura la historia de un mundo espiritual. Terraza al mar violeta aterciopelado de la noche, estos poemas leídos son tu cuerpo. Esta noche celebraremos con tragos y música de Stravinski (en cassette) el aniversario de bodas, y no será más dife­ rente que otros días pero hay costumbres nunca perdidas y a la luz de una vela enroscada, el mantel limpio con flores, nos dedicaremos a contemplar esta belleza de celebrar algo a toda hora y en todo lugar siempre celebrado:

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no tanto el matrimonio como esta magistral comunión de nues­ tros cuerpos. Porque no hay madurez sin ir hasta el fondo de la vida. Celebrarem os nuestros años de haber empezado este relam paguear nuestra carne en alfombra de flores, este enloquecernos para distinguirnos de la corriente y la falsa imagen idílica, esas metáforas sombrías, la retórica que enturbió nuestra literatura cambió tan radicalmente de sentido cuando empleamos este apasionada lenguaje de los cuerpos, su lucidez, y limpidez, este terrible florecer de un estilo perfecto como vivir en loquccidamcntc la vida: amantes, soñadores, ser la libertad de oponernos a la ineficiencia, esplendor y lucidez, espíritu no pudiendo existir sin la carne, placer, conciencia, construir una tan alta literatura como una catedral, criticar no tan circunspectamente la humillación moral de nuestra época, la soledad a la que nuestras mejores mentes se van sometidas por la pcrsccusión de un poder irreal, para este ser el Paraíso de ser como somos: un esplendor de contrarios, el ciclo de los infiernos. XVII Vamos gruñendo bellos felinos hambrientos perdidos por los caminos hirsutos de un desesperarse insatisfechos. Tu cuerpo me lo sorbía tan lentamente como un riquísimo coñac con lilas entre la niebla amarillenta del puerto: un bar perfecto como tus pechos donde manaba la dicha de haber caído en la vida, en esa corrupción de este vivir que irrumpe secretamente en la noche, sabia como tus pechos que yo probaba delicado y enloquecido. El placer, el deseo, el goce, la cópula,

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la caricia, el meneo, el manoseo, lo turbio, la carne: ah, yo pruebo desesperadamente esta delicia de la flor que copulo, yo soy un gruñido marrón ahora acariciando tu piel sedosa, ese animal alejado de la soledad que somos cuando nos sacamos ropa y moral, cuando siempre insatisfechos no tenemos más irresistible Paraíso que hundirnos en la noche de la sábana, y rodar tan limpiamente por la alfombra como dos esputos sanguinolentos arrojados por alguien al pasar y rezar, rezar muchísimo ahora porque todo nos sea dulcísimo y bello, infinito como un barco llevándonos de un puerto a otro, como el profundo horizonte del mar que vi -romántico y desolado- en tu pupila una noche cuando el viento de abril arrastró las estrellas hasta la misma disolución de tus amplias caderas, navio cargado con flores como cielo de garfios en mi cuerpo, mujer que dilapidas mi vida, mujer en cuyo cuerpo yo extraigo como trozos de entraña, esa dulce sabiduría floreciendo en mi página. Y vamos trotando por estas enmarañadas praderas de un vivir alocados, vamos bebiendonos todo el licor de los bares perdidos, cayendo más alto o más bajo, floreciendo como pus delicuescen­ te en la llaga de parias sin aflicción, aflorando como esputos en labios de hambrientos que rugen una tristeza irremediable, vamos como esta belleza que aún no ha perdido su alucinarse en el fuego de la dicha, óxido y musgo pisado en escalinatas de piedra una noche de mayo. Tan sólo Vivaldi, el bellísimo Vivaldi a veces brilló en el silencio y tu cuerpo encendido de besos, limpiado con saliva y belleza cuando sin haber hecho nada nos damos el premio de vomitar este gozar la flor de vivir hasta el alba, lúcidos alejándonos cada vez más de una retórica como del pasado detes­ tado.

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XVIII Quiero bebermc hasta morir toda tu leche. Alba, noche, primavera, mar turquesa bajo la luna. Nada es apacible ni insostenible como cuando te pierdes entre las callejuelas rosadas de una ciudad a la que acabas de llegar, entras en sus jardines crecidos bajo los puertos del cielo y entonces nos cogemos la mano para llamear bellos en lo profundo de un corazón de primavera. Trotando ahora expulsados del territorio, sin náusea, arrojados del Paraíso de lo pútrido, sin necesitar maldad, arrostrando temporales sombríos, y la nieve, tormenta de una historia arrojándonos como flores extrañas del alba. Peruanos no expatriados de su inteligencia que arden perfec­ tos en la noche donde florecen. Compañera, mujer espléndida, herm ana adorable, cuerpo invicto, pecado intachable, explosión intacta, mar conduciéndome de regreso al punto de partida: tus pechos ahora olidos como un florero no más delicado que aquel que se nos rompe cada mes en la mesita del hall, tus pechos perfumando mi página, tu cuerpo aún no terminado de penetrar como no se penetra una con­ ciencia cuando vuelta un papel para soñar es arrastrada entre jardines y hoteles, paisajes y noches interminables como ésta ahora arrojándonos contra las rocas de una desesperación tranquilísima, todo eso es mi locura. Ya no retórica, ni dulce palabra, no la soledad ni tus cabellos que el viento enciende en la terraza, ya no la castidad de un matrimonio que nunca pudo ser casto porque ni la época ni nosotros, reflejos de otra sensibilidad, más nueva, completamente lúcida en su analizar su época, lo permitieron. Ya no esta castidad de un matrimonio feliz y con hijos, con familiares preocupándose por uno y nos alimentan, nos ayudan con su consejo, su medicina, su comida. Oh no, soñarás, soñaré, sin descanso. Te floreceré, me ofreceré a quienes quieran un placer exquisito como beber coñac frente al mar. T e dije: muévete, y muévete rápido como un ciclo de ternura desesperada

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para alcanzar un orgasmo profundo como la noche. Situarnos lejos de toda pestilencia -la inmoralidad, ¿no te parece?- evitada sólo con un buen duchazo. Interpretas mejor ahora a M ozart cuando el amor estrecha len­ tamente tu cuerpo. Nadie resiste un adagio tan alto como tu marido estremecién­ dose en la noche de tu vida. Conociéndote como conozco tu cuerpo M ozart es nada si el orgasmo no florece en tus labios, un movimiento azul en la noche como un piano de lilas. Esta cinta, este borrador, estos libros de flores cuando el mundo perdió su sentido. Dulzura, tristeza estival, noches de luna seduciéndome como tus labios, verano estrellado como jardines de seda, lagos de terciopelo y flautas de ternura en atardeceres viole­ tas y hoteles de mármol y ópalo verde, vientos con música de night-clubs a orillas del mar de Menorca, noches con autos último modelo, una autopista bordea limpiamente la bahía ahora sembrada de luz fluorescente, llevándonos a esa orquesta rojo y dorado, olas como praderas de vidrio, papel celofán en el cielo. Nada es trágico para nosotros postulando la fiesta como un sentido del mundo. Tiempo, licor anaranjado, flores apretadas en tus manos, todo eso necesario para vivir una vida no concebible como escarnio. Pero tus pechos perfectos como frutas de sueño abriéndose cada noche a la inspiración del poeta, intactos después del asedio y el tedio, tus pechos como tu lindísimo cuerpo con un bikini brevísimo como este relámpago interminable en una tormenta de seda me han inspirado apagar la radio para alcanzar el orgasmo de tus ojos. Tu cuerpo tan conocido para mí como esta música adolescente de Mozart. T u cuerpo hermoso como brotes de lirios continúa inspirando mi espiritualísima poesía. U na fiesta alocada para florecer lúcidos al alba.

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Manchas violetas en tus ojos profundos como el mar. Nada se apiada del amor. Todo escarnece lo lúcido ahora cuando la primavera son estos violincs de tus muslos. Sinfonía de la aventura de nuestra vida para transfigurar la soledad.

XIX Toda pasión es un lenguaje indescifrable como estas flores del cielo. El otoño hunde tristemente la ciudad en la memoria, y brota un pezón espléndido como el cielo en la neblina del mundo. Una mujer como una ternísima caricia posee el sabor del azafrán, ojos no turbios como un atardecer sin nadie a quien estrecharse, el cuerpo intenso del verano. En mi poema el azafrán parece un sueño, una verdad convidándonos el placer de pertcnccerle. Esta mujer que he perseguido no es la rosa oscura, relampagueante, suave. Ella apenas muestra un muslo terso en mi lenguaje, una aventura encendiendo tiernamente mis labios y el deseo. Mi táctica del abordarla no fue no arriesgarse sino esta red de flores como un sueño que mis palabras constru­ yeron, sintaxis dulcemente combinada que hizo de la mujer una mariposa posándose en geranios rosáceos, un lecho fogoso como el poema del vivir. No es la mujer un azafrán azul, un soñar sin locura la metáfora no profunda del horror: sus muslos son llamaradas de lila en mi lenguaje, ecuaciones verbales como el cielo de lo eterno en esta página, y el amor me perpetúa en un verbo indicativo.

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XX Avanzabas como estrellas verdosas del atardecer. Destellos de escaparates violáceos y letreros de neón en el hielo de la noche. Todo era lila. Todo profundo como tus ojos. Tu cuerpo insinuándose en el vidrio plateado en las avenidas, detenido en el cruce de semáforos extraños en la noche era un buen licor para mis nervios. Verano invierno primavera otoño: tu cuerpo buscaba la perfección del verano -el cosmético más caro, la trusita de encaje rosa pálido con una cinta coqueta en los bordes permitían abrir lentamente tus muslos para hacer el amor y el dcpilador, el rouge, el sombreado verde metal en el párpado te enrojece los ojos por la noche. La crema limpiadora, humectante, esta crema atcrciopclándotc el cutis como pétalos de lirio no tiene la calidad de este poema poseyéndote como a una yegua furio­ sa ni, tampoco, la verdad del arte donde toda verdad perfecciona su sentido. El perfume de tus axilas -como un usar blusas rosa pálidotiene el prestigio de una firma que ha resuelto masificar el estilo de una clite, el aliento de tu boca no tiene la frescura asegurada por la publicidad aunque es mucho más cálido cuando me besas desesperadamente. Estamos jodidos, fregados, estafados. Nada para asombrarse en un mundo que no posee dignidad ni be­ lleza. El mejor clima no es siempre el aire acondicionado. El viento fresco no como el del ventilador suavemente reemplazando lo salado del mar por la tibieza de la historia marchitándose en papeles amarillentos.

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Julicttc Greco es ahora una pieza de museo. Ningún cine interesante como para identificarnos con un héroe hermoso como una sinfonía de Mozart. Bcrtolucci todavía puede ser traducido como un Shakespeare. Sacar nuestras propias conclusiones de una película filmada en invierno es escribir un poema aterrador. Nada penetra tanto en nuestra intimidad como un rock movido. Nuestra aventura llamada vida es un trago inalcanzable para el mal gusto. Tú vistes ahora un estilo sastre perfecto para espantar la crueldad. No asaltar un banco es pecar contra el ciclo que te bendice. Afuera los árboles tiznados se estremecen ante el rum or de un auto atropellando suavemente el pasado. Shakespeare sin embargo no ha pasado de moda como su época. Hacer este balance de nuestro matrimonio como preparar pasteles con crem a chantilly no es pelearse con la primavera. Plantearse un matrimonio sin aventura ni serenidad es ridículo no porque vaya yo a criticar la iglesia -celebrar un matrimonio abstractamente es tan absurdo como denigrar el cinc desesperado del expresio­ nismo- o tú a no hacer más pasteles chantilly. No celebramos nada ni tenemos por qué cantar al matrimonio si éste es un recibo al mes, un impuesto que pagar como la luz eléctrica, la basura, el dueño del apartamento, el comestible, el combustible, la cocina que se malogró y el televisor no visto tan bien cuan­ do no hay antena parabólica. Esto no es tan adorable como una película de Win Wenders. Tu sacrosanto amante hoy que cumplimos una decena de años de casados hace la cuenta de los gastos que podemos permitirnos, el mucho café consumido, el precio de la lavandería, la plancha eléctrica consumiendo demasiado vatios, y esta hermosa blusita mejicana bordada a mano que no puedes dejar de adquirir -te quedará tan maravillosa como esta vieja casaca de cuero cubriéndome del frío cuando me pongo a escribir. Tantos años como los que tiene ahora nuestra hija.

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Inteligente, bella, dulce, tan alta como una mandarina con flo­ res blancas, nuestra hija será desposada por un joven amable y educado. El corazón de la ternura para una inteligencia brotada como la estirpe de su progenie. Querida, perfectos como ángeles azules al celebrar su matrimonio, un pronunciar el sí que a cada rato para calmar el deseo de los dioses, esta necesidad de las flores de la ternura desesperándose en la memoria de la piel renovamos en la alfombra, en la mesa de cocina, entre las sábanas frescas de la noche, en la tina verde de este baño pequeño cuando la hijita que fue creciendo se quedó dormida de tanto jugar y entregarnos su alegría, señora de la belleza con una niña con alas de libélula en los brazos, tus senos profundos e intensos tiemblan en el canto de mi pa­ ladar, deliciosos y con sabor a almendras como esa primera vez en que te hube arrinconado contra la pared a la luz pálida de una bombilla de azotea, bajo la bóveda de un cielo estrellado, maceteros con geranios y manos acariciando suavemente tus cabellos marrones. Y año tras año hemos continuado sin descansar esta batalla contra el m ercado que nunca nos ha dado un kilo de algo completo, que nos adulteran la leche y ya aprendimos a encolerizarnos para no ser estafados. En estas noches cuando ya cansados de leer como en estos atarde­ ceres de domingo cuando mejor que escribir un poema es ponerse a conversar de lo que fue o no fue nuestra vida, leer un libro de memorias cualquiera, asear la casa, prepararse para espectar la última película premiada en Cannes, caemos siempre en Abelardo y Eloísa perseguidos como flores que destruyen el rencor, beber un trago hasta que volvíamos a rodar juntos por los prados marchitos de la vida o la historia, hasta que el rosa de tus labios sea este dulce poema donde lo perdurable de la vida se afianza a tus muslos para huir todavía de la tumba esperándonos al final de esta no

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imperdonable locura de haber intentado combatir contra el tiempo, haber caído como el sol que es ceniza en el horizonte, al fondo de tus ojos sin nostalgia porque volverá como gorrioncillos y flores doradas otra vez en el canto de tu vida, el irreprimible canto de tu vida al florecer en mis brazos. XXI Quiero ahora acariciar tu rostro en este verso: párpados, cutis, mejillas como el amanecer en un hotel de se­ tiembre, tienen después de hacer el amor y tomar guinda en un bar algo tan dulce como no perderse en la noche: cabellos como olas de neón derram ándose en mis hombros, cariño, darling, preciosa, ricura, son un tesoro para un mundo irreal: -te hablo así por teléfono y no veo tu rostro ahora cuando lo siento apacible como un trébol expresándose silenciosamente en mis manos. Un sólo gesto tuyo habla mejor que una sinfonía de Katchaturian. Esto es silencio, locura, belleza, aventura interminable como la vida en un mundo despreciable. Estamos (tú como yo) solitarios y lindos -desafiantes- frente a un mundo marginándonos y desgarrándonos: amar es una única velocidad necesaria capaz de salvar la corrupción de la historia, no esa historia extraña como un cuento de terror sino esta otra, más bella, producida en la música del silencio: estando allí los dos solitarios, no protejidos por nadie, solitarios como flores brotando en este cuarto de hotel situado a una cuadra del bar donde conversamos estas cosas: rostro bello como una fucsia, resplandor aturquesado en tu piel bajo una caricia de mayo, tus labios delgados fascinándome cuando como una flor en celo empiezan a abrirse para cantar un bello adagio de Shumann: querida, este poema sólo alcanza a expresar la terrible felicidad de tu cuerpo cuando se desviste en pe­ numbras para abrazarse tiernamente a mi soledad,

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tengo ganas de llorar o reír -no puedo, te quiero, terrible tropología enternecida ésta que todo lo envuelve y sólo puede decir en un verso: te quiero, amable amada infaltablc como mi vida. XXII Levanto ahora, flor precisa, mi dedo cordial para aplastar la tecla marfil, eso es bellísimo cariño, donde brota un mi sostenido después que un do bemol, flor delicada como un meñique, saltara antes que un re, yema anular, un artífice perfectamente maravilloso como cuan­ do me haces el amor, dices, del Concierto N Q] de Thaikovski, belleza incomparable como tu corazón, y un pezón marrón tiembla dulcemente bajo la blusa transparente. Pongo a todo volumen un cassette donde interpreto a Tchaikovski mientras el mundo es aún un resplandor dorado a lo lejos. Legañoso, despeinado, bostezando te pido venir aquí y hundir tu lengua morada en mi boca. Tengo ganas de continuar escribiendo este poema ahora: tú eres mi piano, yo la música fresca ondulándose en tu cuerpo. Camisas, sandalias, trusas rosado intenso yacen arrojadas como flores en el piso. El olor de la casa impregna a veces (si la hija tiene diarrea) el perfume a pachulí de tus blusas violetas y se ha cagado en un libro que habla de caca. Un olor tan natural, tan (¿cómo decirlo?) intenso, tan (¿qué adjetivo ponerle ahora que lavo sus pañales?) profundo: materia dura blanda viscosa desliéndose en detergente y lejía. La caca hiede como todo en este mundo: moralidad ausente. Lomos ensangrentados: sigue il íuo corso, y lascia dirlagenti. ¿No hay nadie a quién querer en el mundo? Mujer e hija y el sufrimiento de no tener poder para actuar. Mi cuerpo se desangra, todo en mí es dolor y sufrimiento como pujar en el parto. Ahora, esta felicidad de adorarnos. Ahora, el combustible de la noche florece en el auto y la belleza abultada en tu pubis me seduce: re, flor empujada: un amante perfectamente maravilloso como cuando

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tocas el piano: do, flor delicada, mi, flor cordial acariciando tu clítoris tenso como una almeja. Novus ignis in me fu ñ í el adurit indeficeienter. Estás dulce y me sorprende. Estás ácida y no me sorprende. Amanezco triste pero tampoco te sorprendes: no podemos permitirnos no criticar una época absurda e irreal. Mis foldcrs se llenan con mis poemas, mis maletas están llenas de partituras para tocar como tus pe­ chos y yo, como un condenado, continúo escribiendo poemas para leer en las noches frente al mar turquesa de tu vida. El amor arde como sal en esta herida de existir. Una úlcera debe estar creciéndome como un volcán, una sensación agresiva corroyéndome lo que me rodea. A las 10 de la mañana sólo el teclear de esta máquina como el sonido de un portazo ininterrumpido en el ascensor continúa escuchándose a lo lejos. El amor pierde y adquiere características desconocidas. El amor se transforma, y madura. P ero persiste. Nada de lo sublime ni de lo extraño deja de ser el poema de nuestro aventurarnos en la noche. Suena el calentador de agua. El agua debe hervir como tu sexo ahora, yo abrevar tan alocadamente en ti como en un lago. Mi hija grita, grita, grita. Luego se ríe y conversa dialogando consigo misma y con nosotros y grita llena de vida en nuestro brazos. Una escandalosa, como yo, como tú cuando rechazamos lo que nos disgusta. Música bella, sonidos de Berg, Shómberg en la radio. Un picotazo rosáceo en tus senos, ave de rapiña lanzándose sobre el calor de tu vientre. T e digo lindura. Amo las llamaradas de la primavera de tu cuerpo. XXIII Anduve entre los techos buscando tesoros inocultables. Entre estas luces de autos volando como luciérnagas encendidas para ti te he visto pasar hermosa y rapidísima

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como si algo incomprensiblemente bello diera brío a tus tobi­ llos, fuerza a tus muslos, energía a esas duras poleas de tus ancas cortando la brisa en el mes donde no tristeza sino estos besos lentos resbalándose por tus cabellos contra las ta­ blas de un bar es lo que falta. Te he visto allí con tu casaca turquesa apretada a tu cuerpo y labios dulces como cerveza ahora cuando admiro en ti un elevar suavemente los ojos a la piedad que te abraza. E ra entonces el reino alocado del verano: ¿mi edad? Edad de músculos tersos todavía y el emprendimiento de grandes tareas no es poca cosa para las que el amor exclusivamente impulsa. Una edad como ahora tú cuando te arranqué la blusa transparente de tu cuerpo para poder ofrecerte esta energía de mi vida que llamea dulcemente en tus muslos. Un permanente tejer/ destejer palabras frescas como flores de lis son una relación de pareja amantísima, amor no tan romántico cuando al convite del cuerpo apenas se le opone ya el triste marchitarse y quizá su desesperanza. Contra el bello atardecer rosado -hermoso siempre a pesar de la náusea barajada por una retó­ rica anticuada- he visto alzarse el hermoso abedul de tu cuerpo resistiendo la brisa, una especie de mástil, brazo desarrugando enérgicamente la ropa lavada. No hubo oscurecerse alguno en ti ni en mí: hubo corazón atormentándose como en este bellísimo verso el manantial donde nadamos limpiamente es nuestro soñar. El párpado ocluido indica la destrucción de la mente. El ojo es acción pero lejos de su conciencia no puede rodar. Mayo es ahora un río turbulento. Escucho todavía el chirrido de carros apurados, el sudor ha envuelto mi espal­ da mientras voy ligeramente desesperado buscándote por estos sitios. Fuerzas del poder, no se me enfrenten. Fuerzas públicas, no se interpongan ante esta inteligencia encarnada ahora en una pareja conversan­ do en la yerba, tobillos nerviosos como gatos.

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Te he seguido largos años por estas calles. He perseguido tu cuerpo sinuoso como un río donde he nadado diestram ente hasta alcanzar tus pechos. XXIV Uñas afiladas clavándose a la piel del deseo. Palabras de am or grabadas desesperadam ente en el ciclo de la noche: corazones sangrantes, flechas, flores, huyen de un sitio vulgar. Parejas enloquecidas encontrándose sobre la fórmica de mesas nocturnas como la vida para beber su soledad, flores destrozadas en paredes de triplay amarillo: aquí emborrachándonos un bello día otoñal cuando el mar verde como cerveza nos arrojó a un lecho violeta de un hotel de la nochc escribí una plegaria al ciclo tras afiches irreales, plegarias desesperadas en una ciudad desolada como esta noche. Como un goliardo dictándose un excelente curso de poesía en la universidad de tu cuerpo donde florezco pensativo, bello lirio seductor, y mis versos siguen allí -rojo sobre amarillo- en algún bar de Lima. Contra la podredumbre del tiempo, contra la miseria, contra los plagiarios, como un mar de flores brotadas contra la mentira y la cizaña. Pero no nos detenemos, ángeles vestidos sin flores inadecuadas, flores vagabundas, y volamos ahora felices entre esos desechos de la tecnocracia, silenciosos como estrellas brillando en un mar tan dulce como tu vientre delineado perfectamente por el pincel de un lirio. El amor: tu cuerpo y el mío atrayéndose y manoseándose, tu lengua entremezclándose en la mía como probando el fuego de un coñac solitario, y yo me hundo en tu cuerpo y sin ti ni conocería ni gozaría belleza, yo he besado la cruz de tu vulva sangrante y he probado el cáliz suavísimo de un clítoris como un caramelo de licor de menta disolviéndose en mi lengua, pero el amor -¿qué es el amor

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(aparte de cualquier definición, lejos de toda política que no es más que la represión de lo espontáneo?) ¿Oué puede ser el amor sino entrelazar nuestras manos y contemplar tan soñadoramente la tarde como una flor adorada? ¿Oué puede ser el amor sino sentir aspirar el olor de tus axilas violetas -o dedicarnos a bailar un buen rock con­ vulsivo en la cama? ¿No es tu sexo la flor de un corazón desolado estremeciéndose en la noche cuando deposito mis labios en ti? ¿No son tus pechos crecidos dos perfectos odres de miel y tiemblan apoyándose en ti como en la belleza de tus ojos? ¿Y no son tus pezones protuberancias con botones rosa donde terminan las mamas? ¿No son tus muslos columnas de un templo gótico elevándose una tarde en una plaza imponente de Francia? ¿No es tu vientre un lago tan tibio como una masa de carne abierta y cocida en una cesárea? ¿No son tus talones tus pies adorables como el azúcar probado en un coñac extremidades que a diario te sudan y lavas? ¿No son tus cejas el oscuro relumbre del arco iris esta velocidad igual a tus largas pestañas impidiendo que el polvo de los campos ensucie el cristal de tu vista? El mundo es lo que el tiempo abandona a su propio obrar con­ vulsivo. Y te digo por eso medusa gotas de rocío del cielo de nuestras vidas y te nombro adorable como los nombres de todas las flores, fragante como para ser atraído a ti cuando el amor humedece tus muslos y yo soy esta flor crecida tiernamente en tu vientre como un sueño que ha modelado tus senos. Poner en el papel la belleza de un amor admirable como Mozart. Un poema apenas como flores de primavera brotadas en nuestra máquina reflexiva y pensar ahora sobriamente nuestra vida. Sueños como flores brotando del sabor de tus pechos: 2 elementos distintos pero relacionados como una ecuación: 25 = 33 + 42 (teorema de Format): esta lucidez sólo tiene sentido en el mundo, extraño sin este amor, constelación de mariposas que se hace

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y deshace en el lecho, esta cama rechina, tú le mueves lentam ente como gimes, oh mi mujer, el amor sentido por ti es besarte los pechos exquisitos como una barquichuela lentamente bamboleándose ante mis ojos cxtasiados, esta belleza de un violonccllo pulsado lentamente una noche: cambio ahora de radio pero el amor continúa espléndido como el cielo. XXV Ella duerme ahora, el vientre hermosamente abultado. Yo escribo este poema para atrapar la fugacidad de la aurora: nada puedo ofrecerle a no ser su propia imagen transfigurada en poesía. El retrato de su cuerpo son las flores del cielo. Amor es sólo una palabra no tan sin poder en nuestro mundo: esta cantidad de vida y la calidad de lo que vibra tranquilamente. Dulzura de la noche: una flor abriéndose lentamente en el florero de tu cuerpo es nuestra bendición. La ciudad ha desaparecido: queda apenas un rumor de flores en las manos. Estos gorriones son el límpido deseo de la naturaleza que nos falta y el deseo este brioso lenguaje de unos cuerpos modelados por la luna tantas veces contemplada desde una ventana de hotel perdido en la noche. Ellos se conocieron así: bellos

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y errantes por esta ciudad desolada como un campo salvaje al que le falta poesĂ­a. Al amanecer tan sĂłlo estos alocados gorriones del poema saltando en tus cabellos marrones florecĂ­an mientras yo acariciando tu bello vientre abultado colocaba mis labios en tu pecho.

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CONCIERTO DE FLORES PARA UNA MUCHACHA ANGUSTIADA


1.

La ciudad nos da símbolos com o el campo nos da frutos.

CESARE PAVESE, La poctic* del destino. 2.

T odas las m añanas deberíam os purificaros, todas las noches amamos. A cada segundo deberíamos estar listos para el fin. BAND D G 307/Zajicek: Purlflcation.


I SOLO A MÁQUINA (DE SOÑAR) 1: Escribo una frase en la página cuyos vocablos combinaré de otro modo: "una llamarada envolvió la mujer /la mujer envolvió una llamarada*. A má­ quina escribo: una llamarada envolvió la mujer ¡la mujer envolvió una llamarada. Antes había escrito: escribo una frase en la página -y agregué una coma y agregué: cuyos vocablos combinaré de otro m odo. Después reuní llamarada & mujer por gozar, obsesivamente (este adverbio puede ser reem plazado con derivados de goce, dulce, mesura, desmesura, salvaje, perdido, fuego, hielo, ‘ incierto, cierto, preciso -o lo que quiera el lector) de lo ambiguo. Si escribo que escribo una frase en la página, no escribo que escribo la frase: escribo que escribo una frase en la página, ni escribo su condicional precedente: si, y debo completarla: 1.1

¿El conjunto de lo imposible es lo imposible del conjunto?

YO ROMPO MI MENTE: NO ES IMPOSIBLE

1.2

¿Es posible el conjunto de lo imposible?

EL CONJUNTO D E LO IMPOSIBLE

1.2.1

Las vidas más rutinarias y tranquilas en Smeraldina transcurren sin repetirse (cf. Italo Calvino)

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SOY ESTO:


M U LTIPLE DISPERSO CARNE ESCRITURA D E L VIENTO FLOR ESPONTANEA CORAZON SILENCIO ARMONIA LA M ITAD DE 2 + 2 = 3 E/ ANUNCIO CONJUNTO D E LO IMPOSIBLE INTERRUPCION DE LA M AQUINARIA BELLEZA PRACTICA ROTURA A PER TU R A PARTITURA GENERATIVA MUSICA D E FLORES PAGINA D EL CIELO T ER R ESTR E TU cuerpo SENDERO D EL ALBA Q U E ALUM BRA PARTITURA EN EL VIENTO EL AM OR NOTACION M ULTIGRAM A DENOTACION ::: ::: TR O PO CONNOTACION : HELIO TRO PO O pero no es imposible el conjunto de lo imposible porque así como lo gramáti­ camente expresado se produce como abstracción (rojo, verde, violeta para cada frase yuxtapuesta a sí misma: todas las rectas pasan por una recta, se­ gún Lobachcnsky) lo matemáticamente no expresado se refiere a la posibili­ dad de su propia existencia como ser: lo imposible entonces es un lenguaje expresado como proporción de la no proporción y gramática no es sensación sino combinación algebraica de signos. Cuando escribo gramática no es sen­ sación sino combinación algebraica de signos, escribo que el signo es una abs­ tracción de la sensación -y de este modo se produce como no- arbitrario aun­ que sean múltiples sus significaciones- pero sus relaciones son tan matemáti­ cas como la teoría de conjuntos expresada como teoría de números.

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2:

Oh amor -el amor: labios

corazónJ cerebro/ hígado sin rebobinar estigmas senos con leche sin abrazo el abrazo sin sonido el estampido muslos desnudos labios sin rostro

/pechos mordiscos violáceos frescos delgados

labios : labios /vulva lengua insaciable & senos duros suaves

muslos velados

tan bellos cabellos del alba manantial

vellos dorados

:/:

océano ser el placer

: frescura

lago océano placer

ser/placer :/: mordí: florecer vagar

estar denudos clítoris bulbos pulpa /& vagar en un mundo cuya página es el poema máquina bélica luz del cuerpo tobillos en la yerba pezones delicados temblaban

viento de estío muslos abriéndose saboreando mi falo grupas tan puras tormentas de carne revolviéndose a la noche O o /& piensa

danzaba el deseo :vivir vivir

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vivir (supervivir /transgredir /subvertir)

mundo terrible

O ombligo de lirios silvestres entre muslos que aprietan

destrozado tetas donde con ternura mamé lo que te había dibujado aves sobre abedules o melocotones con abejas tranquilas amantes de un día una noche un relámpago amantes enloquecidas corruptas m asturbadoras ebrias de semen de luz de ternura labios carnosos y dulces hetairas adolescentes lésbicas putoncilas sin dicha manege a trois con jóvenes viudas o divorciadas trituradas por un tiempo cuyo sentido reside en luchar contra el tiempo chiquillas que se acostaron con nos chiquillas que te ofrecí como lenguaje de mi propia luxuria & mi boca ha llegado tu culo ha sembrado con versos tan dulces como tus nalgas & M etros incandescentes emisiones de radio Epicuro reflexiones saladas esta llama purísima de unas nalgas desgarradas al alba entre vagones sonámbulos en un campo pálido y lejano oh - ah - oh sodomía en un espejo cóncavo sodomía que con suavidad desdoblábase en un negativo donde manadas de motos se arrojaban sobre una noche angustiada blandiendo palabras insoportables como imágenes de ángeles destrozando con flores atorm entadas tu espejo & penumbras o gritos gemidos tarde en la noche dos entre dos entre gemidos rota ( ) abierta ramera /& aquella que ama culeada /¿Amar tu belleza no es una flor brotada tras el espejo?

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/& dormía labios en tierra tormentas de carne revolviéndose de noche montes ríos follajes gorjear: yo escribía en el nivel E + 1 agonizaba el invierno en Lima & México sacudía sus últimas veladuras de estío en un vuelo que me llevaba y depositaba en tus pechos: errante nómade vagabundo sin no más equipaje que su propia hermosura azotada por reflectores sombríos -ya no tuve fronteras oh alocado potrillo sin freno & no hay linde no soy inmutable ahora como una flor marchita un paria -me dije escritura del sueño palabras que son como balas allí donde contemplaciones cansadas se apolillaron & florecían mis versos: máquina de escribir grabadora versos como garras contra la niebla Conciertos de percusión desesperada en hoteles pasillos de flores de papel mache chambres hediondas baterías /maracas fisión de lenguas y lucha de hablas idiolectos extraños implosión /explosión campos irreales :/:

:/:

:/:

-he ahí tu realidad El /alucina selvas de cemento

•he ahí tu sueño

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muros de vidrio picado golpeado perseguido insurrecto vaga: flor permanente atravieso perfectamente el temporal de la historia asido a esta máquina percusiva como a una Garcsson impecable mientras la tarde se ha evaporado como un auto que va de w-d & sólo ahora tus besos tus pechos probados tan dulcemente como tu lengua mordida en la noche tu belleza exquisitamente aterrada por una sensación inestable esta dulzura de chiquilla que no ha terminado de conocer aún un milagro en la vida podrán restituirme la adolescencia olvidada el gusto por estas minúsculas flores silvestres brotadas tan bellamente como mordiscos rosáccos en las laderas de un talle ondulado bajo la falda que levanto para m order tu pubis abrazado a tus muslos como a una azucena eran adolescencia y ahora son belleza para nosotros acostumbrados a destruir el pasado como un crepúsculo inservible pero llegan plagas como virus de cáncer & porcentajes depositando camionadas de tristeza en un bar barras de fórmica noches portátiles como silletas de circo donde resuenan /trac-troc/ Sumadoras de plástico & este ritmo salvaje y desconocido como la noche puede ahora impulsarme más allá de mí mismo e incluso más allá de lo dibujado tan angustiosamente en la palabra (que es realidad) y significa verdad cuando trastoca a la realidad -cabellos enmarañados pálido nerviosísimo yo vago como flor pensativa en tus párpados que me seducen ¿el orgasmo es un fogonazo violeta - tierna máquina bélica embistiendo los torreones de lo hierático? : : las máquinas bélicas son matrimonios que se trasladan -oposición simétrica /disim étricaen tom o del objetivo insufrible & voy como un Kamikasc volando sin nada (que me refrene) profeta /exposición de lo agreste yerbas que en mi paso han brotado

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y entre locomotoras y urbes son el furor de lo eterno develaduras de nieblas /se estremece la urbe & caminando en un cementerio cruces de terror semáforos rascacielos

soledad cuerpo productivo = no metafísica & muchachas perdidas en el laberinto de las esquinas -¿qué hora es? Es ist 5:45 Uhr Stutgart Londres París Copenhague estalla un petardo en el Traditional Bank of methaphors: "lívidos silencios" "pieles céreas" "ojos adormilados" "pulcros jardines" "exquisitez desmayada" "prudencia” "orden cultísimo" ( + ) /saltan como cerraduras de una caja fuerte resortes tan tardíos como Arlequines & Clowncsscs y gárgolas macabras = escombros de axiología envejecida que el volquete de un caos deposita en la extenuación de un mundo que no por electrificarse

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(por clavarnos Centrales Atómicas) tendrá más luz que la brotada en ojos de hombres tan bellos como álamos cuyas flores son volantes que vuelan una noche de verano: -5:45 el M etro engullía (multitudes siempre de prisa): escaleras como dobles correas de metal que subían & bajaban llevando su carga de miseria vestida al caldero de fábricas oficinas camales

(así): ------ >

& estallaba una mano trazó un cír­ cu­ lo

a níteda naque por-

al centro; vacío animal solitario sucia perdida 15 años Leduc

en el piso pi­ diendo u-

das-ne-mo-nas M ETRO ODEON París

oh tu cuerpo modelado tan bellamente como una vasija con flores recién

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cortadas a la nochc: esplendor de barro, y tiemblas al acariciarme pero entonces levanto la vasija de tu cuerpo donde florecen mis ojos y pruebo el licor de nuestra vida vagabunda ¿dónde estamos? ¿salir de la nochc no fue arrasar a la realidad? tus ojos pálidos brillaban como un cuarzo en la muñeca de muchachos atados a su propia soledad oh pczoncitos maduros y bruscos dulce brote de sorpresa en mis labios tallitos de espárrago que he masticado bajo el chasis d e un camión dormido senos brutos refregados contra la sed de mi rostro en un vér­ tigo a lo Coltranc música logarítmica oh - ah - oh música tranquila ahora un lecho d e enroques vertiginosos como un jaque doble & cruzado hasta el fondo: lengua i pichula culo poema luz i vulva yo te amaba en un ascensor que se desprendió al abismo oh te culcaba de pie de rodillas de bruces -rostro enfureciéndose con los años poemas improvisados para ti en un jardín desvaido versos tan ardientes que se evaporaron como el agua que hierve a 100 grados bajo el estallido de una pasión que nos envolvía a su rueda -¿& era estío otoño -m artes 13 ni te cases ni te embarques? ¿era atardecer amanecer ' -rebelde colgando de la luna? & llovía cuando entramos al café: Lampa Juárez José Leal St. Michel Danubio Leningrado el Sena lento y espeso dormía contra las riberas de mármol cielo y música aturquesada el Mediterráneo avión de neón en el Soho muchachas misteriosas en Praga donde suavemente charlaban Mukarovsky y el alba en P1GALLE /tocaste: flores de cera preservativos extraños Jardín de las delicias: Bacon Velásquez Brueghel & en la radiola;"... si quiere ver la vida color de rosa

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/¿cerveza + anfetamina^/ "eche 20 ctvs. en !a ranura" flippcrs/máquinas tragansiedad se bamboleaban sobre la nieve cielos tártaros como sábanas frescas ondeaban en las Estepas cuando mi vista como una góndola se abrazaba al Danubio y el este era oeste giraba en mí como en un carro de guerra yo atravesaba este siglo /kamikasc/ danzaba el rito sagrado y te amaba, muchacha, tu vientre era un potro salvaje Pagoda bendita en la noche arquitecturas azules follajes rosa y simétricos niebla y catedrales góticas posándose tan levemente como mariposas en mis cabellos de flores altares donde oré/rodé sobre ti montañas de piano y coro caoba oscuro rugían el Angelus muros rectos y altos con argollas de bronce llenos de musgo reliquias con incrustaciones latinas se elevaron como ángeles de Chagall en mis ojos & rodábamos de un sitio a otro entre cinematecas ciudades Vascongadas: \Gora Euskadi askatuta\ Irlanda: / willl arise andgo now, andgo lo Innisfcrre arrabales llenos de lodo y calderos inmensos como Mezquitas dije M punk" cabellos púrpura verdosos ondas de río encrespado & vivíamos la radicalidad del instante lo material del espíritu oh mística de lo impalidcscente tu piel que he amado gozado amado hasta el vómito música sin instrumentos :cl cuerpo música pura lírica sin palabras aventura sin desventura -movimiento :: determinado/indeterminado aventura profunda & galope del universo lírica sin palabras pero palabras con lírica & lírica con palabras pero palabras fundidas al tiempo palabras con luz corazón entrañas música sin instrumentos pero música en conceptos pero música palpable carnal concreta música mental follajes de escritura adversativa = constelación de poses pero tú amas no obstante ser turbia & sin embargo música densa como un verano en tu cuerpo

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partitura del cielo lenguaje de meteoros

O o centro motor/rotor música del cuerpo -en mí: pasión reflexión partitura del cielo

: amanecer O /luz

:hierbas xopular /disyunción /: :lirio /delirio

escritura espontánea

/oasis

o

-lengua sedienta O

:/: ( / ) : vulva

: frescor /olas de luz

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ritmo espontรกneo follajes

...

al

ยกviento! ยกviento!

cuerpo = alma insurrecta

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3: & el amor es (la traducción del amor): gramática/álgebra. M OVIM IENTO VERBALES SUJETOS A L CUBO: k3 Silencio armonía ritmo espontáneo. El verbo = remolino inmóvil & ver contigo el vértigo. Oh, el am or es sentimiento bio/químico es magnetismo. Fusión /fisión de moléculas. Electricidad celular. Energía radiante: luminosa: convulsiva. Multiplicidad musical. Aventura intransitiva. Escritura adversativa. Pasión = campo electromagnético que une & desune los cuerpos. Paisaje en la niebla /sol: pezoneitos imprudentes brotes de goce en la piel del silencio: una

llamarada

envolvió

mujer

1

2

3

5

4

5

3

2

la

mujer

envolvió

una

llamarada

1/4 = 3

2/5 = 3

3/3 = 0

4/1 = 3

5/2 = 3

3 0

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II BALLET DULCE: A LLEG RO AGITATO EN EL LOCO ASFALTO D EL VERANO 4:

5:

Tiempo: 8/49’58”: Equinoccio. Lugar. Mar de los clavidordios. Potrillos del alba. Amantes: A/B. Desnudos. Combinados. Signos: Tauro/Leo. Horizonte: El sol de los ojos - ángulo agudo 45°. Música de fondo : Por el cielo camino yo. (& remarques en sus combinaciones andinas).

/Bosques de retam a en el M antaro /A eleva en girasol los brazos: sable, gladiolo. Se eleva B trotando como un pistilo en la

corola que él ha depositado ante ella -tú eres mi luz y mi bondad& se han desplazado en la yerba

como

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a saltos -tensos los mĂşsculos gorrioncillos picoteando un grano de uvasobre la noche o la maĂąana en mis ojos

cambia este tiempo

y todo es -e l pecho rojo un gorjeo de los chaucatosbcllcza para ti

en mi bosque de retamas.

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6:

ACTO II. /Rocas de cemento /Escenografía en los Barrios Altos de Lima IB sentada en el borde de una pileta

su cuerpo hermosamente

compacto

es el lugar inalcanzable de mí el canto predilecto de una emoción inteligible & el amor

suave _un gcran¡0 una juz_ sc desprende mente________________________________ _ en mí ahora

•mis bosques mi retamallevándote

como un poco de yerba en mi mente

por esos sitios

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trazando un arco de piedra en la noche mientras el río que habla con lengua de piedra es una orquesta roja en el Rímac

y y° he vuelto a conducirte -m anos enlazadascorno una azucena en mis labios sobre tus pechos hambrientos - te am oLUCHAN « VIVIR H A M B R IEN TO S---- > LUCHAN /ASALTAN UN BANCO /RENACEN -b ro tes verdeses el canto de lo que se enfrentó a la noche.

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III NOTIONS M ATHEM ATIQUES POUR UNE ESTHETIQ UE FUNTIONAL 7/ Maquinísimo nómade: // U H

// // // // // // : Tranvías de hcliotropo Boings de gamuza Talgos en riele s// // //

// // // // // U U I l de viento ;j

máquinas volantes

... / ... ... / ... : ... / ... desintegrándose

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: !

!- -


en un cielo marchito Máquinas de náusea aceleraban a la n potencia entrando en V a las 16 velocidad de la luz (multiplicadas así):

(E = me2)2 x (E = me2) 2 turbinas gástricas descargaban toneladas de barro molido en el infierno del WC & yo me revolvía ~ en mi náusea del ser Sartre /Camus mesas de café y versos disputa en los Barrios Altos de Lima disparos y chavctazos donde escribí para ti & un alba La Victoria Huancavelica Paruro salpicaduras desesperadas como hoteluchos envueltos en una sensación agresiva y colérica -íbam os perdidos por la ribera del Sena una tarde (ojos deslumbradores como manuscritos teológicos) llovía Barrio de la Soledad demolido por bulldozers carnívoros entre las ruinas el suave despojo de un piano callado hélices giraban degollándome 1 2 3 4 5 6 veces mariposas de 1 2 3 4 5 6 pétalos filosos giraban lentas como perfidia por este atizar a la noche o ser pureza para ti horadando (como un taladro) los ciclos & et und an d /o d er brotan (alors): mechones de musgo pálido mucosidades /virus

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bloqueos proto-plasmáticos o emisiones mierobiológieas entre O O

conexiones cibernéticas

00-00 diafragma alfa /omega -oleajes de moho esputos de óxido filmaciones de edificios de plástico

ciudades más abandonadas al caos que la metralla de una película en sepia sin más cámara ni moviola que un ojo desnudo como látigo de profeta en harapos: -sal de este cuerpo [chaira húmeda como pasto crecido tras una autopista] -destruye esa merca o muerdes la luna [su punta recorta flores a la niebla] & tus cabellos tus muslos que saben a leche cortada [un letrero de neón COCA-COLA o M OTOR OIL ULTRA FLEX se extinguía tan levemente como cassette de Alice Cooper en un Drugstore negro

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y dorado cuando nuevamente -praderas de rabia y hemos de permanecer amargamente enfrentados a este tiempo no tan bello como un buen rock convulsivo- me hallé trotando en tu vientre) ¿no se encienden tus ojos... / / -rápido (y m aniobraba con no menos soltura que un caballo de San Angel elevándose como luz en una época derruida] -rápido [repetía] -o te tragas tus albóndigas turbias I I . , . apenas acaricio lentamente tus nalgas sedosas? ¿cambiar una pose -3 de la mañana- no significó acaso el reverso de hoteles desvencijados destruyéndose bajo la teología de nues­ tros cuerpos que se acariciaban como una bella destrucción mental del pasado? sólo proponíam os eso precisamente: no la inconsciencia que podía arrojarnos como clavicordios sobre unos tulipanes iluminados por la luna -el cuerpo acariciado entonces por una mente proyectándolo a imagen de una necesidad insaciablesino reflejar esta angustia por desear no pertenecer a una imagen de hogar concebida como pasado que pudiera destruirnos sin que por esto tener que separar las propias identidades de nuestra obra hecha para no hacer concesiones a cosas tan circunstanciales como el pasado que desechábamos una mañana de mayo esta bella tristeza de julio en que el tiempo de la cólera llega y mi mar y tu mar enloquecido como estos versos que trotan hacia el verano han sido mi carro de guerra, relámpagos implacables como visiones de Angelus Silcsius /tiempo do ha comenzar el final de estos tiempos -tiempos tan turbios como un tem poral agitando este lago tranquilo de mi espíritu extraviado: ah sendero de Bochmc & abrí tus piernas Issicha Puytu Qays i Layli Issicha cortaba flores tristes en la noche Leyla i Mecnum Kcrem i Aisli mejillas rosa ciclo azul trigo dorado polleras violeta en el M antaro Issicha era esta rueda que transforma el sollozo en prado

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oh Issicha o Ruth Carmen Elsinor Afrodita pechos de ritmo sereno al dormir Al-adib solitario vagaba con su tribu del sol & Taiyó-zoku barría con el clasicismo perpetuo V NAROD V N AROD V NAROD al-Fachr atin: Wen-Hsüeh Ko-mig/ Wen-hua-ko-ming W EISH EN Praktischer Traum W EN-SHUEH K O M IN G / W EN-HUA KO-M1NG Güzelleme Mawaqif HUN G C H ’I = SHIH Shih-jen = Jon min OPOIA Z Wissenschaft der Gedicht SHIH-JEN = JEN MIN Yenilik Wu-Ch’an WISSENSCHAFT DER GEDICH T Schönheit Wu-Ch’an & Sair al-lamhat al-mudia contrasoñaba un Paraíso creado como flor destructiva en el Laboratorio de la Página

. iba a escribir: sueño en tu cuerpo reflexiono: nadie se prostituye nunca al soñar la noche no al ser deseada yo no al preocuparme por desear florecer en tus ojos: toda reflexión no embellece tanto (al empezar otro siglo) como al ponernos a soñar la diferencia de estructura de composición 8

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(icomo el amor) (la montaña) (el bosque) despierta de Bach & BEETHOV EN para no dejar destrozarse el lenguaje al espíritu (llameará entre los que no poseyeron) preciso: que deshecha un mundo feudal esta daga (sino la luz de sus cuerpos desnudos) cuando escarbando M ahler /Berg /Shostakovich (o embellecidos) proponen Iflamíferal un cambio de estructura (en el sendero de yerbas) verdades que adecúe la música a la tecnología industrial á flores (donde una pareja de enamorados caminan) en impulsada por la ética (oh fém inas m i cielo & parias en lucha) encuentro entonces que brotan que la mecánica del verano rebelándose no puede ser translúcida contra el ser en formas arcaicas (oprimidos) (sucios) (callados) de la nada pero que la estructura del poema nowe wyzwolenia es perfecta como una máquina del cielo el saber amanece hecha cuerpo armonía centro de contradicciones armónicas que impulsan el relumbre de sí donde el cuerpo será al fin cuerpo completo Africa Asia Europa Oriente Medio Oriente Latinoamérica ahora que todo esto es la naturaleza de nuestra vida difícil como la de intelectuales que viven a salto de mata haciendo de su experiencia un cuerpo y del cuerpo una experiencia como una escritura que reflexiona sobre su propia existencia porque debemos ser enfrentados a la metáfora de formas antiguas que aprisionaban el espíritu antes de poder proponer un nuevo estilo tan fluido como la percusión de esta conciencia en la máquina donde escribo: ¿qué escribo? escribo que me apodero de tu cuerpo pero que tu mente no está tan liberada aún de la noche como para que yo deje de despertarm e en tus párpados & sin embargo es tu destino enfrentarte a lo que pueda yo haber tenido de abstracto: no quizá aún el cuerpo de Paulo Silenciario pero quitándome la casaca de terciopelo podías apretar tu rostro contra mi pecho mientras tus manos

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me bajan el pantalón para apoderarse del falo endurecido antes de ponernos a inventar poses que pudieran escandalizar a vecinos estúpidos & sin que supiéramos aún si la condición del amor pudiera conducirnos a ser vulgarmente incomprendidos por una época acostumbrada a usar una retórica inservible para estos tiempos que cambian tan rápidamente como una mujer de calzado pero ser un adolescente aún cuando uno encuentra su cuerpo parecido a la madrugada y se descubre al deseo insatisfecho como una mujer cuando ama es permanecer aún no indiferente a lo que en el mundo se presenta apenas como incidentes inconexos pero cuyo ser es precisamente la escritura que organiza su conexión interna cuya movilidad está«atrás del espejo ante el que nuestros cuerpos se revelan no tan brutalmente sensuales como en una cama pero inevitablemente parecidos en lo que cada quien es para el otro que es conciencia de lo que uno de ellos hace cuando aquellos que me se hace deja de ser algo menos mutuo para convertirse entonces en lo que se ha aborrecido como la indiferencia pero esto no es tan cierto ahora cuando nuestra vida es vagar de ciudad en ciudad buscando ser apenas lo que puede destruir lo que no es tan dulce como tu belleza probada a la noche & no es que la noche se parezca a tu cuerpo que se revuelca bajo mi cuerpo pero cuando brotan flores en tu vientre como luces en mis ojos que te acarician puedo entonces desestimar lo que no me parece tan indestructible como nuestro amor & tú desechar viejos papeles pasados a los que no enconstraste tan lúcidos como la propia belleza de estos versos: un hogar al que pudiéramos llamar comuna esta tribu terrible como su propia belleza era lo que no podía ser retórica que pudiese apartarnos de una historia en la que nuestro propio deseo insaciable eran los ojos encontrados por una época

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que se negaba para encontrar un sentido necesario al desarrollo de posibilidades lan menos inciertas que el pasado a donde sólo podía llegar el rencor pero no nuestra propia locura capaz de haber producido precisamente el mundo donde lo no práctico es no preguntarse por la perfección en la posibilidad de hallar un teorem a del cielo ahora que te llevo conmigo & ruedo en el viento del estío invernal oh ruedo en el hastío del otoño estival : trozos de hielo puro m ordiendo estos lirios de mi delirio sin posesiones ni lengua amigos ni raíz sin futuro podrido pero lejos de lo inmutable porque lo extraño no es hoy verdadero & lo verdadero te ha brotado luz sobre noche expuesta como este siglo desembocó oprimiéndome duro Kupplcrin /wander sisli gccclcr este cuerpo maltrecho estaciones de llanto parques pequeñas tribus trotantes perdidas como la mía en el ancho seco duro frío río de cemento que no conduce sino a otras puertas del mismo laberinto: cavernas iluminadas entre montañas de concreto oh tren tren de Esperanto & concierto eléctrico una noche de mayo atravesando /besando la nuit Übcr esta máquina de gladiolos & yo tecleaba en un taller de mecánica fresca: Moscú París New York M ontreal Pekín Tokio Milán poetizando cómo temblaba eyaculaba te amaba Dusseldorf Liverpool el Danubio: violencia amclódica Stockhausen/Sun Ra/Boulez

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& catres rompidos gemidos culcar música de la urbe: autos turbinas claxon huelgas fábricas prosodia de motos veloces -trotando al verano sobre mares de concreto tren train polyglotte iba llevándote hacia mí toi traines restes du Meditación lila ciel harmonieux aux train possesso destructions du monde vieux langa de carne angustiada trenes de hielo picado traurigezug garçon desgarrándose -en pleno remolino histórico & los 4 jinetes del Apocalipsis pasaron como el Halley de 1910 dejando una inquietud un puñado de Odas en mi corazón : cielo /hierbas -viento y ansiedad 9. : / : noches de estudio Selvinski /Vera Inber /Bagrtiski y de luz TEORIA/PRAXIS: CONSTRUCTIVISMO en mi pueblo & Jlóbnikov /Maiacovski /Tsveiáeva floreando actuando INSURRECCION D E LA PAGINA bravura de pantera lúcida yo años sin salir a la calle practicaba & años durmiendo a la intemperie en m ataperreando en parques donde se los jugaba billar con la luna LABORATORIOS "SHKLOVSKI" y flores y libaciones con material densamente poético campos de amar y sufrir: (pero perdido olvidado en mi país) Cañete (que está guiándome & T’icn Chien /Chao Shu-li /Lu Sin y va conmigo) linterna Hsiung Fu-shi /Wu Chi-yen /Kuo Mo-jo de la noche 14/16 horas ---------------------------------------------------diarias experimentando Al-hichazi /Fayturi /Fadwa Tugan desarrapado entre Al-Bayyati /Al-Qabbani /Alí Al-Ruqai desarrapados: ----------------------------------------------------

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estudiando cómo expresar toda esta sensibilidad & el modo de producción de los sueños las fuerzas productivas del espíritu el análisis del método & el método de análisis en lo particular y en la totalidad todo se poetiza: sueños & realidad /teoría del conocer en la poesía relación de formas

Tadcuz Rozewicz /Jcrsy Harasymowicz Ismail Kadaré Jao Yan Jiri Kolàr Wole Soyinka /Keita Fodeba /Tchicaya /Kalungano /Rabemanajara, etc. Orhan Veli /Oktay Rifat /Behzat Ishikawa Tabuboku /Michizó /Chuyc Kobayashi Takiji /Sakutaró A. Shlonsky

•i

y profundizar este bello terrible duro trabajo de producir flores como Variaciones de Lobachevsky:

¿..............!< ....... * - ............... ¡ * ............ i - r

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Ax: Dado un punto (<j) y una recta (x-y): 1. Entre un punto y una recta pasan varias per­ pendiculares a dicha per­ pendicular. /2. Si por recta a-b pasa la perpen dicular c-d> entonces por perpendicular a-by pasa la

ibello material poètico /profètico

que fui mezclando en mi Probeta Espontánea como un orgasmo bajo la luna por ese gramo de poesía por ese único infinitesimal átomo de hermosura que el mundo ha perdido pero no necesita -como tú para aplicar la estética

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perpendicular a-e. /3. Pa­ ra probar entonces que ver sos soñados como una fuga de Bach en la máquina son el ax. de Lobachenski: hoy que tu cuerpo ha rodado como una bola de billar -pálida & abstracta muchacha desnuda en De Kooning Dubuffett Bacon a imagen de un tiempo que ha destrozado el conjunto un conjunto menos perceptible que estos cuadros que se desha­ cen en níquel smog ciudades de plástico fórmulas químicas personajes de M etros extraños /terraza & frescor lienzo turquesa especulaciones románticas -escribo bajo la lluvia truenos pedazos de firmamento como enormes bloques de acero van encendiéndose suavemente en mis manos empuñando esta máquina de láser volcada contra la crisis de la economía mundial crisis Mental /Familiar /sexual (crisis político-cxistencial) -tiempos en que catástrofe & palanca de cambios con algo no tan innecesario como una secuencia aterciopelada de tropos mientras esta noche mi pulso se acelera cuando te monto & un oscuro ciclo con flores acuáticas se desborda en estos muslos de mi mujer elevándose para arquearse en mi cintura y mis manos hermosamente palpan el suave peso de unas nalgas sabrosas como alcachofas -dulce traseñto que sabe como un pastel con crema chantilly y giramos 2 4 6 veces hasta lograr una aproximación al efecto del desborde sexual & una dulce fuga en rock a 4 manos viendo /bebiendo en el charco el rocío estival 1 0 . oh femme depourvone sos mes ycux y desnuda y envuelta en el pachulí que arrecha a la gente en tu Bus oh muchacha muchacha culo maduro conmigo escrituras que han incendiado una Estación de gasolina & percusiones - baterías - noches eléctricas:

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el peligro es algo que se cultiva indecorosa pero inteligible y dulce y bruscamente como el amor oh flores caladas en papel carbón de la noche cul cul mamelón mcrvcillcux vers ct averse du parlcr vers ct revers du reve envers du vers á la page du corps -yo poseía todo el universo en tu piel corazón explosivo ----- > mi amor: belleza carnal verdad concreto-florida nociones matemáticas para una estética funcional & ese prestigio de la filosofía: el ser (para Feuerbach) oh el ser no existía sino como absorbido por el no-ser (que es en Lupasco acción) senderos de Zen se abrían y cerraban a mi paso refulgutcos lejanos: Esplosivcsflcich in traum crncbel lucerna torbellinos de luz sin fronteras piccolo monti lontano filosofía del tiempo terrible () explosión de la noche montagna dormente amar tu luz tu sensualidad liberada no ser sino hacer hervor del deseo oh corpo arato di la sposa riversa () tits in land pasión desbordada prato c capanne del vento () rum ba del cuerpo que enrumba cielo terrestre hecho hclccho del lecho lirio salado te acariciaba clítoris y besaba destello dulce y rosa el sabor frijolito espléndido de este amarnos a mordisconcs en una ciudad que se desvanece como una inyección de insulina & el Diagnóstico del 21-5-74: "esquizofrenia paranoide '1 centrípeto/centrífugo notación/natación a contra el río cuerpo y sensibilidad contra la maquinaria del mundo vómitos de ternura violeta hermosa santidad diabólica menstruación nutritiva sierpe delicada esputo dulcísimo

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excremento de nardos orquídeas que cago en tus ojos -estoy grabando este Concierto en delirio inspiración de las úlceras náusea exquisita charcos de bilis girando y poética en un mundo infernal grabando estas percusiones de mi máquina reflexiva: estilo múltiple - escritura pcrcusiva: deseo + poiesis trastocando mundo y lugar en el mundo me llevan Je t’aimc Ich liebe dich I love you pero la respuesta no llega como ecos de un ojo en el espejo & aquí: postrado ante la divinidad de tu cuerpo sensualidad ¿sensualidad? -sicótico sexual asumir mi particularidad místico agresivo mi distinción entre maquinarias que me devoran el pecar pernos rodillos correas reactores válvulas in put/on puíel carburador está perfecto radiador perfecto no había ser no habían sino estos sueños luz incorrupta esta máquina trabajando fuerte jardín abierto este papel florigrafiado oh rosa lúbrica ganas de culear con la mar con la luna flor delictiva y el viento me envuelve acaricia copula con ternura & te brindo la llamarada llagada de mi cuerpo oh te ofrezco lo más puro de mi luxuria pero ahógate conmigo en este bello y sucio placer alucinado húndeme en tus nalgas oh galopa relincha en el vicio te sodormía solormía sodolía sodomía socomía cuerpo veintiúnica explosión de belleza fornicar hasta morir renacer cuerpo tierra fuego vida cuerpo navio del placer de la noche

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LA EDUCACION FORMAL



APARICIONES EN UN PANEL DE COMPUTADOR

I

Poeta atrapando una muchacha

Tu rostro agresivamente sereno gruñe ahora en la tarde y caminas por estas calles, altivo y sereno, bello como un abedul. Tus ojos son machetes que arrasan a la podredumbre que odias. Tus pasos patean lo que se opone a tu rumbo. Desde un lugar perdido en el parque observas derrum barse un atardecer en la ciudad. Todo -cielo enrojecido tras moles verduscas- te es atractivo y vuelas, una muchacha como dulce acordeón en tus manos se desliza en la yerba y ahora ella te escucha y se desnuda -lecho de yerbapara ser amada por un leopardo. II

E l instinto aún se entromete

Todo cuerpo enloquece bajo la mano que dibuja su más secreta verdad: la mente se rebela contra su corazón, el instinto aún se entromete como el buen gusto en el computador que programo. Páginas, mariposas, azucenas son el cuerpo que permanece. ¿El cuerpo que ama no se metamorfosea en la mariposa que unas manos atrapan? Una muchacha se escapa del lienzo donde Chagall me plasmó como un ángel tocando un dulce laúd y se encuentra conmigo sobre la banca de un parque. Su belle­ za será este poema. Su inteligencia el florero como un ángel que vuela escondido en sus ojos. Sus labios son mi fruta, su cuerpo una mariposa que vuela detrás del vidrio de mi computador. Si la lógica no se pareciera a la vida que cambia entonces sabríamos que: a) la mariposa de tu cuerpo es una falacia,

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b) c)

tus pechos como fruta una inducción incoherente, el ángel que alumbra tus ojos una proposición tan poco ló­ gica como el slip de un verano al que desnudas. Sin embargo una lógica no es tan incomprensible como la vida. T u cuerpo que atrapo como a una m ariposa en mis manos es un trago de gin. Suena ahora Alban Berg en la radio pero yo prefiero no col­ gar el teléfono para no perder tu voz. Tengo a Chagall en un libro pero mi laúd me hace pensar en tu cuerpo. Una mente irreal como un cuadro inexistente es tristeza ligeramente sombría: tu cuerpo es tan real como el poema que te sueña pero no esta época perdida como un desperdicio donde un deli­ cado rasguño en tus muslos es toda esta angustia -e l poema como garra asiéndote por la cintura- y esta belleza, muchacha lentamente atrapada como mariposa que yo me atreví a soltar en un panel.

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AMANECER EN SAN VALENTIN

I T e he preferido al dulzor de la noche esta noche en diciembre, un viento ligeramente helado y hermoso como un Concerto para címbalo de Durante acaricia tu inaccecible tristeza y yo me acerco a ti para hacerte girar y envolverte en mis brazos como a una tris­ te chiquilla desprotegida en la noche. Y te he preferido a la noche esta noche larguísima como tu vida, triste como tus ojos posándose en mí ahora que elevas tu copa -sonrisa levísima como un entreabrirse de flores al sol- para brindar por todo lo mucho, o poco, que yo he podido ofrecerte y cruzando este punto en que la primavera se ha tornado verano tu palabra adorada me transfiere a un instante posible y tranquilo, cuerpo entreabriéndose para eternizarse bajo mi cuerpo que te recibe. Dulce y perfecto como he imaginado tu vida te he conducido a mí para abrevar en mis labios, y te he levantado por encima de la noche de Lima y el tiempo que pasa y no vuelve es esta casa a donde hemos vuelto a danzar como con Nictzschc sobre campos de heno, verdad en un tiempo aún irrealizado y lejano. ¿Qué hay más allá del pasado, qué aquí en tu cintura serena­ mente batiéndose como ramas de belleza en mis manos? El Concerto se agota como este trago en diciembre,

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trazamos un arco sobre el arco intranquilo de la noche donde pasión y locura y este milagro de vernos caminar por sobre una ciudad obsti­ nada en florear desde sus m aceteros colgados nos restituye a la luz, a esta verdad que yo he puesto en tus labios ahora. Y te he llevado, girasol en mis manos, a dar tres vueltas elípticas en torno a ti misma en un ruedo del Rímac, un trago entrelazado a tu nombre en la noche de la victoria, o Magdalena donde contemplar este mar (que es helado y tiene una orquesta iluminada bajo sus aguas tranquilas y dulces). Pero te he preferido al dulzor de la noche esta noche en diciembre y tus labios en "Bcrtolotto" eran ci­ ruelas dulcísimas bajo este ardor d e labios que te mordían. Y girando a una vuelta de ti, y apretado a ti, te he visto sonreír levemente, dirigirte conmigo sobre una esquina solitaria en diciembre en que eras tranquilidad para ti y silencio, todo el tiempo del mundo perdido sin ti. II Hoy es atardecer en San Valentín lleno de música de nogales y coro de Angelus que me van suavemente estrujando a tu mirada profunda y tranquila como azucenas. Emancipación con Rufino Torrico -trazo de un ángulo perfecto para un parquecito donde Leo y Tauro encontraron su verdadero zodiacoconvergen en este cuadro de ojos, cabellos largos como alfalfa llena de lilas y mis manos acariciando la curva de tus hombros dulces como duraznos, o flores violetas, brotan en ti (toma primera

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de un fotógrafo ambulante) y se deslizan hasta tus pechos dul­ císimos, tus labios (toma siguiente en una banquita perdida) como suaves corolas hambrientas se abren dejándome entrelazar mi lengua a tu lengua durante un instante que tiene todo el sabor de estos primeros años de enamorados y el fotógrafo ambulante te ha paseado ahora por una Avenida de olmos y flores y gente apurada mientras yo, recogiendo flores pisoteadas, te contemplo en mi carne y he recuperado tu sonrisa, bellísima -¿ m e das y te enciendo un cigarrillo?una noche en el "Mochica" todavía yerba e imprevisible como yo que te hablo, gotas de garúa por encima de las copas, probando que mi tesis -u n último anarquista y una conciencia estética como nunca la tuvo este país sólo eras tú misma cuando quedas como flor de pureza en mi papel- de una escritura perfectamente lúcida puede ser esta sonrisa en plena tarde que me retiene co­ mo tu propia belleza a la belleza que yo te presento en estos versos: una conciencia estética sólo puede transformarte en flor agresi­ va y su diferencia al presente es un mundo aún poco consciente de sí. No tuvimos diferencias, y el mundo que nos golpeó hizo que nuestras vidas se estrecharan, se comprendieran más de lo que ya se habían comprendido, una perfecta conjunción sobre este cielo donde yo habré desabotonado tu blusa adorada para acariciarte aquí bajo los faroles de San Marcelo. III Saboreé largamente el dulzor de tus labios entreabiertos y en tu cuerpo como un mar donde cuerpo y mar, mar y toda mi tristeza

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se envolvían y distendían suavemente encontré calor, y caricia, comprensión, palabras tranquilas que salen de una esposa que luego ya de todos estos años term ina por com prender finalmente mi propia locura: esta vida como una obra de música es nuestra propia belleza y belleza, lucidez que destruye las circunstancias de su propio mundo hostil, es el mejor invento, y el experimento, la metáfora, el símbolo transformando miseria en belleza sobre esta tierra. El mundo vale por esto: poemas, clases, cuadros tuyos o míos, y lo otro como quedarse sin trabajo y desesperadamente a veces tratando de ganarse la vida escribiendo tesis eruditas para un estudiante obtuso, o demasiado poco ocupado en cosas como política, o arte, estos últimos adelantos de la mecánica cuántica, no existirían sin el sentido de lo que cultivas tan asiduamente como todo arte admirable en un mundo aún inmaduro para com pren­ dernos. T odo esto es la vida, sin embargo, y el amor es lo que se sobrepone a ti misma, o en nosotros, antepuestos a un mundo incomprensible y dormido. El marrón y el lila, toques discretos y elegantemente combinados a tu cabellera castaña cuando te vistes, como ahora, para pasear en San M arcelo tienen la propia yerba de estas palabras que muerdes en un fondo verde y revuelto. Esta callecita que se pierde como un sendero con hojas crujiendo a nuestro pa­ so por entre el parque de la Exposición, más allá del Museo de Arte, y con una bellísima fuente llena de faunos y mujeres desnudas en cuyos bordes hemos venido a besarnos tiene un misterio de poesía sólo percibido por noso­ tros. Conversábamos de todo esto y lo duro que es vivir en este tiempo donde sólo el amor es un milagro capaz de soste­ ner nuestro mundo

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y pienso que la cuestión de pareja es sal en las legumbres del día. Sal, no condimento, ni mucho menos hojarasca para entrever mejor el sentido actual del futuro (y no sólo el pasado). Sin embargo en ti mismo está, como en un jardín que ha empezado a florecer, tu propia libe­ ración y tu tranquila capacidad para realizar a esta necesidad no sólo del cuerpo -libre cuando se une a otro cuerpo en la noche bajo el deseo- que, además, moldea bellamente a su época como una arquitectura de vidrio sobre co­ lumnas de acero, allí estás tú, y allí estamos, flor en las manos, este libro como un amor que nos ha liberado a ti y a mí de aquello que vuelve a caer como hoja marchita en el fondo del estanque donde nos abrazamos. ¿Qué más podré agregar a esta cuestión en que una libera­ ción sólo puede provenir de ti misma, y en donde tú misma debes entenderte como cen­ tro de un universo complementado a la obra en común, marido y mujer, luchar por cosas aún posible y bellas? Te he lanzado mis brazos a tu cintura para arrancarte del oto­ ño, y tú juegas con mis cabellos encrespados como con un racimo de uvas, estos versos palpando tus caderas poderosísimas ahora en la madrugada de Lima cuando sabemos que un colectivo nunca ha podido tener dos timones que partan en direcciones opuestas y estas palabras son flores en tus dulces cabellos, tus senos arden bajo mis labios, últimos compases de un Conccrto para címbalo donde esta madrugada, mañana, antes, y siempre habrá nacido como todo en nosotros mismos.

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ADAGIO DE LEOPARDO CON FLOR EN LAS GARRAS

Gira lentamente la noche y el leopardo es una belleza aún perfectamente agresiva en un conglomerado de gente. Tiene el leopardo su fuego que el mar gruñe en mis ojos y hay que saber recoger verdad por encima de cualquier contingencia pues emitirla ha sido siempre tan hermoso como percibirla. Treintaitrés años son una pieza clásica: no un trayecto tan irreal como el pequeño Volkswagen donde el horror a mi belleza es un reverso de mi amor a natura y el leopardo es fuego que salta armonizado en músculos, cerebro c impulso. Sus gruesas uñas son geranios hambrientos clavándose en el rostro de una época arruinada. El cerebro es una joya encajada en una cabeza triangular, sus dientes cuchillos afilados desgarrando horrorosam ente la gacela que traga. Su garrotazo tiene la furia del universo pero el pasado es lo que yo desecho a mi paso. Ponte a buscar precisión en un tiempo lleno de imprecisiones y sabrás que los que te odiaron se admiraban viéndote aún rugir, enguido y tranquilamente colérico, delicado como flor rapaz deslizándose por estas calles donde esta terrible energía era un trayecto armónico y orquestado. Sabrás que los que te lanzaron largas peroratas como ladridos bajo las patas del aserrín eran ahora ceniza y tristeza, irremediable fracaso como el no haber comprendido esta pureza de tu rugido: soñé esto y mezclé de todo un poco como en una farmacia a donde el buen hombre que lo deseara podía encontrar remedios para su pena. Fui

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esta farmacia, o aún todavía un frutero en la noche: chirimoyas, ciruelas, mandarinas asediadas por manos sedientas. T odo esto fue, sin embargo, azufre en las narices (y se llamaban humanos) de quienes te odiaron como un libro vanamente deshojado en sus manos ineficientes y mucho más inelegantes que este espejo de mostrador donde desde la barra - té de floripondios, un dulce de frijol colado- y dándoles la espalda los he contemplado hin­ chados y abotargados como un gran corcho en el mar, rumiando la frustración de lo que no floreció ni pudo florecer ya en ellos. Todo lo que ha sido am ado creado florido saltó tan ferozmente como verano gruñéndotc su belleza una mañana que sobrevive. Nada es sin apoyo de nada y mi leopardo es un dulce geranio de garras hambrientas. Su cuerpo es una máquina perfecta en el poema de su rugir. Cuando se acopla a su hembra el mundo se tambalea. Tú entonces te desesperas sintiéndome refregar mi pecho duro sobre tus lomos sudorosos, una garra en tus brazos, la otra -fuerte como un garfio- acaricia tus pechos crecidos, y el falo que te penetra es fuego que rasga tus entrañas. ¿Hay algo más terrible que toda esta perfección de mi música? No existe jaula para el leopardo que clava su mente en una pradera con flores. Unos han dicho que primavera enloquece el corazón y estos tiempos son todavía intranquilos y absurdos. Otros, menos inteligentes, proponen destrozar la vida. ¿Nosotros no hemos resuelto ya defender irrevocablemente nuestro amor como lección de gratitud con el mundo? El cielo cuando amanece se sonroja límpidamente y ahora la gente ya sabe que el leopardo soñado como primavera -su acción es belleza- ha podido modificar la historia. Toda la incomprensión de este siglo ha sido el altar donde nuestros corazones se estremecieron sin dejar de florecer bellamente intranquilos.

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Un gorrión que sueña en la tarde no ha podido aún volar suavemente porque una cosa ha terminado por significar otra, y el mundo es absurdo. Y nosotros hemos debido apresurarnos a m antener esta altivez. He dibujado este fuego de mi leopardo como una máquina simbóli­ ca atreviéndose a jaquear al infierno ahora cuando el tiempo que precede a toda cosecha trae siempre un cierto estoicismo, un orden que permite que todo esté perfectamente acoplado, y en su sitio. Y evadirse no es una misión del hombre pero el hombre ha de acechar siempre lo que se opone a sus sueños. El hombre encontrará madurez en el arte de comprender que lo viejo, y no el pasado, se desecha a cada paso, el futuro que destruye lo viejo es también levemente indefenso. ¿Existe conjunto más hermoso que un equilibrio en sus partes? He desprendido de esta partitura al ballet del leopardo cuya comprensión es dulce música en mi vida, y esta es mi luz como flor pensativa, brazos desplegándose en este salto de leopardo cuya estructura son geranios sobriamente brotados en tus manos ahora que ha girado la noche y yo he abatido a lo inútil.

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TEMA Y FLORES DE UNA SUITE DE LA NOCHE

Yo que hube de ser un artista gráfico de gran ciudad -ram o de azucenas, geranios en tus muslos pero continuamos, calle arriba- haciendo disquisiciones sobre el mundo -e l hecho en sí- desde el momento mismo en que el dulce amor es tan perfecto como la enternecedora flor moderna: -espera, tengo que llamar. Sin embargo continúo: Elizhabcth Barret y Browning, cada quien por su lado, construyeron su propio Paraíso. Bueno, paso mañana a eso de las 8 . No te preocupes, estoy bien. T e decía que en Londres hablaron de nosotros como de ángeles llegados del cielo: no HelPs Angcls pero teníamos casacas de terciopelo, tú estabas lívida como el ocaso del mundo -e l ocaso- que debe irse al carajo. Yo te leía un poema: ventanas, flores, luces encendidas, luna está solitaria y hermosa en mis ojos, mientras colocaba elegantemente mis codos en la ventana para pensar en todo lo que ha sido este mundo. Ah, salió mi firma en Le Monde. También Cahiers du Tercer Monde reprodujo el manifiesto que escribí contra los militares fascistas pero todo eso fue antes de que nos deportaran de Londres. M andel está hermoso a esta hora, los salvajes galos gruñen. Podemos estar también caminando por Barranco, Salaverry, esta avenida de azucenas, una flor en las manos. Continuemos: la belleza me seduce: Living Teatre, también Judith Malina (cuyo cuerpo tan compactamente inescrupuloso se evitó cualquier piedad conmigo) montan algo de Artaud. Me dices que Ginsberg -claro que caía una torm enta enteram ente bíblica en P arís- tiene unas manos "electrizantes" pero bueno: nada de ello es saludable -me refiero al Tantra Yoga, los experimentos corporales- si no florece la mente lejos de la caducidad de esta época. M ira el paisaje: su dulzura es fuego hermoso en la mente.

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Claro, lleva siglos construir una civilización tan elegante como ésta y la elegancia fue nuestra conquista. Espera, aquí hay otro teléfono. Por supuesto: se ha predispuesto sólo lo que se destruye. T e decía, ah claro, tengo versas alocados saliéndome del alma como un proyecto de Visconti, algo dulce sin embargo, grandes y fuertes trípticos, proyecciones de sueño para un mundo que no me ha escuchado. Mira: alquimia, guitarras, un evidenciar la putrefacción para permitir renacer la moral, este delicado perfume a gladiolos silvestres somos nosotros: no aquellas pesadilla de nuestro tiempo. Pero bueno lo que podemos hacer es entrar en un magazinc -to ­ da una época ha pasado- y tirarnos un contrcau. Pura poesía: toda una época ha pasado y en el cambio florezco yo. Te continúo leyendo mi poema: enamorados escondiéndose entre laúdes y autos que pasan, somos extraños seres que no pueden caminar con la misma lentitud que el que copula una vez al mes. Caminamos, hacemos aerobios en el lecho. T odo lo no hecho está por rehacerse y lo hecho es esta luz muy dulce en mis manos. Una etapa se cierra y otra se abre cada vez más dura, cada vez más ruin, cada vez más difícil y he debido preparar mis lomos para ser picoteada por los bui­ tres, poner mi otra mejilla que quisieran devorar los gusanos, entornar mis ojos como goznes que quisieran arrancar las tena­ zas de la incomprensión. He debido disponerme como un monje o budista a permanecer duram ente entregado a su oficio. Y sí, mi vida brota en la ciudad como una flor mística, el poema es perfección, pureza, precisión. No voy a decir que no llamea la modernidad, no voy a pensar que no he podido nada contra un mundo que se me ha disuelto como el escape de un auto. No he tenido fatiga, tengo tus cabellos dormidos en mi hombro. Y además, sin imperfecciones

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podemos no vivir como lúmpenes. Y también: asaltar lo marchito es una actividad hundiendo el mojón cuando jalo el excusado. Bueno, ¿qué podemos hacer sino deshacer lo que ha obstruido el camino? Continuemos: tus ojos encienden el fuego del verano, el mundo se derrumba y no haré nada por salvarlo. E n los escombros brota una flor como búsqueda de algo distinto. U na flores en tus muslos como taza de té delicadamente levan­ tada mientras me miras: el poema es eso, y requiere tanta delicadeza como disponer tu espíritu a temblar solitario en tu cuarto húmedo y oscuro, atelier para un tríptico moderno. (Pero cuando he terminado de leerte este poema el mundo ha desaparecido tras la visión donde brota la belleza).

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MARCHA DE CABALLOS EN LA NOCHE

Me encuentro galopando esta m añana de mayo por una calle ajetreada como un loquerío. Estoy solitario pero en mis ojos saltan flores, ciclo, autos, un parque vuela, y yegua y caballo se acercan a la noche como a un parque. Mi cabeza levantada en la calle es un ángel aparecido en tus ojos que buscan apasionarse. Tu cuerpo apisonando cemento, y flores, silencio, madrugadas inagotables, desemboca en una avenida con autos estacionados como piezas de un ajedrez. Mueve el alfil pero no enroques aún la lógica que funciona como cuchillo. Caballos sin destino aparente trotan a nuestros costados. Salvajes, domésticos, locos, sus problemas son nuestros. ¿Podemos hacer aun algo por ellos? Pensar obliga a no ser tan animales como para abandonarlos a su propio terror solitario. El mundo se ha envanecido ahora pero tú para mí eres pasto, y bondad, lluvia, yegua m ordiéndome hojas, alfalfa, manantial que trago de noche, y este enrocar un cuerpo al otro son como manos aferrándose a un acompasado trotar de caderas que abrazo tan desesperadam ente como un muchacho solitario. Esto no es aún locura que pueda ser dominada. Potros que buscan no perder su identidad son estas calles. Un mundo no desolado es la meta buscada cuando tú cabalgas como yo sobre ti por senderos terribles, y entonces te he deseado perenne, bella, indiscreta, suave y no tan posesiva como mano no deseando separarse momentánea­ mente del potro que busca montarse una yegua perdida en la calle. Tus ojos llamean como piedras preciosas, tu cuerpo pequeño pero esbelto seduce, tu crin alisada por mis manos ansiosas

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cuando me pego a tu cuerpo, y tu boca acostumbrada a lanzar insultos, son un tesoro arrancado a la noche. Yo soy tus ojos, esta crin sudorosa es el hermoso lomo culebreante del potro al girar sobre el pasto y saltar ahora a tu lecho. Tú eres todo mi pasto y yo para ti soy hambre y sed, lluvia que em papa suavemente tu pelambre sedosa, tu tiempo y este tiempo me son dispares y fragantes. Cuando te doy caza alzas patas y muslos, relinchas hinchando peligrosamente tus pechos indiscretos como una in­ vitación indecente. Luego eres serena como fuga de Bach, este allegro en el concierto de Schumann son mis relinchos. Toda esta ciudad te pertenece, estos bares, estos sueños. Un ansioso muchacho saltando una reja nocturna para encontrar­ se contigo son estas palabras acariciadas como un caballo. ¿D esaparecería la noche si yo arrancase tristeza a tus ojos? Galopas, gritas, y galopas saltando por sobre autos atollados. Caballos desenfrenados compiten contigo, este jinete palpa tus ancas insatisfechas antes de poder sentir tu cuerpo encabritarse bajo mis piernas 'y tus cabellos enjabonados en una bañera perfuman mi mundo, tus pechos como fruta abultada y este deseo bajo el vuelo de mis manos que te acarician son el poder de la vida. Alza ahora tu desenvuelta cabeza hacia el este como para contemplar arrugarse a un otoño pero cuando te desnudes muerde la flor de la almohada. Tu culto poeta tiene gustos vulgares y exquisitos. Mis manos en tus cabellos son flores de alfalfa crecida. Levantar tus piernas antes de elevar tus cascos traseros para saltar un obstáculo es más hermoso que llegar a Urano. T e he traído hasta Breña y te he llevado a Miraflores. T e he acariciado dulcemente arrecha en Pueblo Libre y hemos subido ágilmente al San Cristóbal. Toda esta ciudad atareada como una fábrica te pertenece, su belleza no se parece a un escapa rata con maniquíes inmó\

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viles pero el mundo que rechazamos no podría com pararnos a algo tan horrible como su propia mal­ dad. Trota, potranca, trota ahora tan velozmente como estos desenfrena­ dos caballos van pasándose unos a otros, llegando cada quien a su propia meta elegida. ¿Interesa m eterse a un corral como a un mundo domesticado don­ de ya todo ha concluido? El amor es estar montándote a ti como sobre el lomo nervioso, hosco de la tormenta en que a la tarde descendemos para ver nuestra vida, ponernos a pensar en todo esto que ahora es una playa de autos silenciosa y dormida posee una fuerza que el tiempo pierde en perseguirnos. Tú para mí eres pasto, y bondad, lluvia, yegua mordiéndome hojas, alfalfa, manantial que trago de noche, ello es belleza. ¿Podré ofrecerte algo no tan innecesario como sabiduría fundida a tus labios sedientos? ¿Te parece tan violenta esta vida como para no perderla tan solamente en soñar? Hemos cabalgado invierno, verano, otoño, primavera. Tú te encabritabas en un cine, yo me introducía en el manantial de tus muslos. Allí he bebido tan desesperadamente como engendré ternura y belleza delinean­ do un vientre hermosamente crecido. Entonces mis manos eran un chal arrojado a tus hombros enterne­ cidos y te conducían por calles enternecidamente bordeadas con sauces y flores. ¿Esta vida que nos fastidia no es cabalgar aún en contra de la noche? Yo continúo galopando por un tiempo desesperado como muchedum­ bres esclavizadas pero toda soledad se destruye apenas trotamos ordenadam ente en manada. Ah galopa, oh galopa, eh galopa, tú galopa, eh ah oh ah eh ei galopa relincha galopa. M ontándote a pelo y con mi muchacha -c ad a quien

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sobre sus propias cabalgaduras, tiesos como H úsaresconversamos ahora que yo he conducido tu trotar bajo crines sedosas como un látigo desenvainado en mis manos. Y ahora has saltado por encima del otoño, abismos turbulentos son superados antes de bajar a beber en mis ma­ nos. Tus pechos se llenan de hermosura y tu carne son flores que yo he acariciado en tus flancos. Trotabas y yo en tí era brío y destreza, tu relinchar elevando hermosamente las patas de yegua insatisfecha y agreste. No te abandono en día o nochc, invierno o verano, apenas me apeo de ti para coger yerba y darte a mascar en la nochc. Masca mi pasto: te digo. Masca mi cuerpo, estas flores terribles como cuchillos son tus dominios. No te comparo a la noche pero eres también mi muchacha, pantalla con caballos enloquecidos que proyecto ante ti. ¿Su desesperación no es un tiempo envejecido que los oprime? El amanecer se enrojece tras una fábrica ajetreada, los caballos son flores acaneladas que saltan en un fondo verduzco. Cabeza altiva, cuerpo flexible y desarrollado, trote poderoso como una tor­ menta. El pescuezo no tan ligero como su trote pero su musculatura, y su brío, sus piernas, la bella curva de su lomo grueso anchándose en las ancas, el pecho amplio, pétreo, hermoso, imponente, la forma perfecta de su cuerpo son una creación del cielo. El caballo de crin espesa es indomable como la yegua que va con él. Uno juntándose al otro son el brío de una madrugada solitaria. Flores que un enam orado arranca a la nochc y arroja hacia las ventanas de su muchacho que se despierta para recibirlo como a un ángel aparecido en sus ojos. Oh, ah, eh, uf, galopa muchacha. Esta manada pasa ahora ante automovilistas cansados. El caballo que va adelante tiene una musculatura tan briosa como su cabeza cuando voltea,

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la yegua que trota a su lado mueve las ancas como una mujer apurada. Ambos han salido a pascar a la noche, regresan de un cine elegante. ¿El amor que propugno no resiste el odio del pasado? Tu lecho es verano, este cuerpo encontrado como un destino es el destino que me aleja de todo pasado y saber que tú en mí eres yerba, pasto mordido ahora cuando un látigo relampaguea fugazmente y sangre mi piel, mi dicha es dolor, este montón de sufrimiento que el mundo al tornarse pasajeramente enemigo es nuestra vida. T e amo y te amo aún muchísimo más cuando parece que ya no comparto nada contigo y todo está perdido, cuando parece que fuéramos uno hacia el otro un recuerdo lejano, foto apenas de una pareja desnuda en el bolsillo de la camisa. El amor suele atravesar pruebas terribles como un bache. ¿Por qué no he de volver a inseminar carne y lujuria, limpiar tu mente de cosas pasadas, impulsar, perfeccionar tu rumbo aterrado, estilo de yegua alunada que yo impuse a tu trotar por el trasfondo de una ciudad, un tiempo horrible como el divorcio entre artificio y naturaleza destrozando aún tu derecho a dem oler el pasado? Sabías con quién te ibas y con quién te venías. Cuál tu lugar en la película y a qué película asistir una noche. Cuál la mano que podía coger estas riendas y conducirte a un sitio tumultuoso como un lecho de amor. Todo encuadre es tan bello como jaquear a un rey moribundo y si ahora estos caballos se precipitan hacia ti es porque te has sumi­ do en la película. Esta manada pasa ahora ante automovilistas cansados. Caballos de Apocalipsis estirando sus cuellos en un horizonte enrojecido. Oh trota, y trota ahora sin temor por este tiempo donde no estamos más solitarios que esta gente saludándonos a un lado de la carretara ahora que hemos continuado galopando como flores predestinadas a brotar cada vez que la primavera aparece.

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ANOTACIONES EN UN LIBRO DE NIETZCHE

1.

Definición de la historia.

Escombros del futuro son cuarteles, decreto-leyes, Estados, geo-políticas que son vestigios del pasado: al poder pertenece esta norma, a la humanidad transgredirla.

2.

Reflexión del oficio.

¿Q ué es un tema? -nada. ¿La poesía? -todo. E n el equilibrio frágil de la nada y el todo resplandece intacta esta verdad del poema.

3.

La Estética dice:

Si nadie encuentra la misma luz en el poema, el inquisidor siempre trató de hallar oscuridad.

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YENDO AL COLEGIO PARA RECOGER A MI HIJA (Para Vanessa)

Un sauce con ramas tercamente delicadas sostiene un lánguido follaje verde pálido destrozándose como ligera llovizna de flores que se curvan sobre el auto que pasa lentamente perdido en la mañana. Una pequeña fábrica arroja desperdicios sobre la vereda soli­ taria. Flores celestes se incrustran al follaje verde adhiriéndose pensativo en la pared rosada. Sobre una vereda contemplo transitar a la gente bellamente apurada. Abro un libro donde el auto que pasa lentamente intranquilo se dirige a su perdición. Mi hija aún no se aparece pero allí está, esperándome, en el colegio. Un chillido de pequeños jilgueros traviesos atruenan los jardines de la entrada. Un tormentoso río de cemento grisáceo nos separa. Estoy parado en una esquina con una flor que señala el libro donde el auto busca una dirección inservible. Paredes intensamente violetas con dinteles de yeso blanco, las ventanas ojivales o cuadradas se mecen en el ramaje de árboles crecidos como un sueño. A izquierda y derecha una avenida con árboles oscuros. Al frente del colegio que abre sus verjas -cruzando la calleel sauce aún curvándose sobre el auto que pasa parece recoger los productos de la fábrica. Cierro el libro y me acerco al colegio, mi hija apretándom e la mano vuelve a casa ahora conmigo.

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LIBRO DEL MAESTRO EN MECANICA DE TORNOS

Saldrás esta noche de tu pueblo, la sierra es azul, el mar verde como un eucalipto, esta madrugada -fría y con flores que hielan tus huesos- el camino encontrado. Abrígate un poco ahora, tus manos fabricarán pernos como azucenas que ajustas al motor del ómnibus que te conduce velozmente a la ciudad, y el mundo que ahora tendrás no será más el mundo que conocis­ te. ; (Saldré de mi chacra esta noche pero abrazaré antes fuertem en­ te a mi padre, un gran y apretadísimo abrazo, muchísimos besos a mamá, acariciaré lentamente estos largos cabellos de mis hermanas. Diré: abuelo, regreso pronto). Cuando salgas será bueno que vueles de tu pueblo en m adruga­ da y tu llanto silencioso humedezca no más a tu rostro que a todo este pasto revuelto donde el ganado hambriento y retrechero jugaba inconscientemen­ te contigo: evita llorar sobre todo por este camino tan largo y difícil como una bronca. Y el ómnibus cambia muchas veces de llanta pero no de ruta: va disminuyendo lentamente su velocidad con la neblina y entonces ponte a pensar allí, y reflexiona, medita como un buen pastor perdido en chacras con flores fruncidas porque una vez que el mundo acelere y te encuentres desembarcado en calles desconocidas el pasado se habrá alejado tanto como el ómnibus que ya no volverás a ver. Es duro pero debes saberlo antes que Lima te devore o tú acabes por devorar lo que este tiempo tampoco ha podido darte.

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(Soñaré en el mañana, regaré tranquilamente mis plantas y continuaré preparándom e para acometer este oficio ahora que sueño en el espaldar de este ómnibus que me conduce velozmente a un mundo desconocido y extraño). Después sabrás que retornar es tan imposible como descansar. Despídete de tu chacra, llora momentáneamente por tu gente quedada allá en la provincia pero no olvides que el camino es largo y difícil como tu propia vida, y el mundo que ahora tendrás no será más el mundo que conociste. 1 Nada te pertenece, tú no has perdido tampoco tu belleza en medio de la peste. El cemento es agrio, triste el tiempo irremediable. ¿Serás aún tan inexperto como para no ajustar tu torno a las flores que brotan irreprochablemente en tu destreza? No es tan extraño caminar en la ciudad como en una película en trasnoche y el semáforo puede cambiar instantáneamente de color, un auto perderse en urbanizaciones desiertas y tú no detener tu obstinada cami­ nata. No husmees tam poco demasiado en vitrinas apagadas y aprende que tu ser no necesita consejos sombríos. Una misma visión unifica el oficio y la técnica aprendida en tu taller artesano permite transfor­ mar en lucidez al inexcusable invierno. Esto no es aún el Paraíso pero puede llegar a serlo y aquí sólo verás lo que ha sobrado: basura como rastrojo, noche tan vacía como esta olla que ni el fo­ gón quería y lo que faltan son brazos tan poderosos como tú en una ciudad aún ignorando que tú llegas para sostenerla. Estás en Lima: ahora sabrás que esta ciudad se engulle tan rápidamente al provinciano,

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y si esta destreza no florece en las calles tampoco podré cosechar limpiamente lo que he producido. 2

Bien, acabas de llegar perfectamente a la ciudad. Tu mujer, tu mujer encinta y tus pequeños hijos se han quedado a esperar tu prim era carta, tu prim er jornal. Escríbeles que vas bien y es tan atractiva esta ciudad como un buen libro de tornos pero grande y desconocida como una casa de ricos: nadie te co­ noce todavía y los amigos no son como en tu tierra, una ayuda con la que contar. En el periódico ayer salió un aviso para contratar gente en una fábrica en conservas pero era muy larga la cola y los puestos, pocos. Un beso para los niños -Froilán el mayorcito dices que puede ya sacar su cuenta- un cariñoso abrazo para todos. Quizá esta semana entrante tenga mejor suerte y bien, acabas de llegar a Lima: ahora sabrás que tu vida cuesta muchí­ simo menos que tu sudor y ya no tendrás tiem po de arrepentirte. 3 ¿Llegar temprano al parque Universitario puede ser tan hermoso como no haberse enfermado ya de TBC? Transitan lentamente por aquí omnibuses inmensos como cate­ drales que pueden llevarte a tu destino. Súbete a uno: azul con franja roja (esta va del Rímac a la Victoria) o rojo y franja blanca (del Callao a Lima) o champa de petróleo y franja naranja (por Lince y aledaños). Recuerda bien tus colores. Memoriza bien los paraderos y no te bajes antes ni después. Bájate en el momento preciso y exige que te den tu vuelto centavo por centavo. Tienes que ahorrar pero no más de lo que te has gastado en conseguirlo.

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tus ingresos tienes). No sabes de estas cosas todavía (si ' 3 su debido tiempo las sabrás (alguien del sindicato te Peí' hablará). .5

B i¿

p. ya has conseguido un trabajito. . 3 sabrás que no es más difícil que el haberlo encontrado.

S .^to es lo que ganas si lo que pierdes C u ^ p o y sueño- te arroja en el foso de los micros, -tic/ ^ adquieres no tiene aún la calidad de tu sudor gastado lo ^ en tu fábrica. , ¿marga esta vida y qué amargo el dolor. Qi>^ ¿udad podrá parecerse a la soledad f i s ^ jiO a la patronal a la que he podido aplastar pe^ 0 yerba mala bajo cuchilla de tractor que arrasa a lo que impide su paso y tú estás lejos de mí, este pequeño radio es tristeza y olvido, a f {I^ leña y Huarango que brotaba en un monte lejano H * a tijera abierta contra el maleficio en la mesa que un y C' buen ebanista sacó JcfCC que don José Concepción le dio del tras herrarle un caballo. f?ngo y hojas de sauce curvándose en una acequia tranquiW * la eran choza escondida, flores 0 dulces camotes aún continuaban ardiendo en la tarde, c o ^ u é amarga mi vida y qué amargo el dolor de no estar en A i1' mi pueblo, junto a mi dulce fogón, 0 ¡ihora tendrás que pagar tu luz, pe* jjjlla envuelta en papel de envolver fierro para espantar b </ zancudos y palomitas {'0 que caen como tristes polillas d¿ en una vasija de agua.

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Es amarga la vida como todo en este tiempo pero no más que esta ciudad donde tú has levantado tu hogar. 6 Más gastados pero no menos arrogantes, igual coraje, una pesadumbre en mis hombros van mis compañeros de niño, mis pequeños amigos, estos hermanos demacrados y todavía frescos como este país que los parió, como este tiempo: una práctica inabsurda o concreta como mando de torno en las manos, una flor que se me embellece en la mente, energía que tengo como sudor derram ado en cada palabra escrita minuciosamente en el ciclo. Más arrogantes y no menos jodidos: tengo que pagar con mi muerte el precio de haber nacido, pagar con mi vida el desprecio sentido por una ciudad, un tiempo, una inefectividad enredada como trago sucio en mis flores. T odo es deuda y todo salario, neblina en estos años malditos como una pesadilla donde me han de veras pisoteado y de veras me encuentro arrojado como en un foso de Roma. Pero ya tienes un trabajo. A hora sabrás que las canas llegan más rápido que todos es­ tos ahorros que soñaste.

7 Te tomabas unos tragos una noche como un no evitar contemplarte en el tiempo: por el nuevo hijo, compadre. Y por usted también com padre que ha cumplido un año más (o menos) de vida. Nunca sabemos si nuestra vida se pierde y el próximo no somos

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tus ingresos (si los tienes). No sabes de estas cosas todavía pero a su debido tiempo las sabrás (alguien del sindicato te hablará). Bien: ya has conseguido un trabajito. Ahora sabrás que no es más difícil que el haberlo encontrado.

5 Cuánto es lo que ganas si lo que pierdes -tiempo y sueño- te arroja en el foso de los micros, lo que adquieres no tiene aún la calidad de tu sudor gastado en tu fábrica. Qué amarga esta vida y qué amargo el dolor. Esta ciudad podrá parecerse a la soledad pero no a la patronal a la que he podido aplastar como yerba mala bajo cuchilla de tractor que arrasa a lo que impide su paso y tú estás lejos de mí, este pequeño radio a pilas es tristeza y olvido. Había leña y Huarango que brotaba en un monte lejano y esta tijera abierta contra el maleficio en la mesa que un buen ebanista sacó del alerce que don José Concepción le dio tras herrarle un caballo. Huarango y hojas de sauce curvándose en una acequia tranqui­ la eran choza escondida, flores como dulces camotes aún continuaban ardiendo en la tarde. Ah, qué amarga mi vida y qué amargo el dolor de no estar en mi pueblo, junto a mi dulce fogón, pero ahora tendrás que pagar tu luz, bombilla envuelta en papel de envolver fierro para espantar zancudos y palomitas del río que caen como tristes polillas en una vasija de agua.

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Es amarga la vida como todo en este tiempo pero no más que esta ciudad donde tú has levantado tu hogar. 6 M ás gastados pero no menos arrogantes, igual coraje, una pesadumbre en mis hombros van mis compañeros de niño, mis pequeños amigos, estos hermanos demacrados y todavía frescos como este país que los parió, como este tiempo: una práctica inabsurda o concreta como mando de torno en las manos, una flor que se me embellece en la mente, energía que tengo como sudor derram ado en cada palabra escrita minuciosamente en el ciclo. Más arrogantes y no menos jodidos: tengo que pagar con mi muerte el precio de haber nacido, pagar con mi vida el desprecio sentido por una ciudad, un tiempo, una inefectividad enredada como trago sucio en mis flores. T odo es deuda y todo salario, neblina en estos años malditos como una pesadilla donde me han de veras pisoteado y de veras me encuentro arrojado como en un foso de Roma. Pero ya tienes un trabajo. A hora sabrás que las canas llegan más rápido que todos es­ tos ahorros que soñaste.

7 Te tomabas unos tragos una noche como un no evitar contemplarte en el tiempo: por el nuevo hijo, compadre. Y por usted también compadre que ha cumplido un año más (o menos) de vida. Nunca sabemos si nuestra vida se pierde y el próximo no somos

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sino tristes lágrimas en ojos de nuestra familia. Siempre habrá motivo para alegrarse y otro para soltar lágrimas como garúa sobre Lima. Estábamos viernes y mañana día para descansar, tengo que sacar a la suciedad como tesoro perdido en el overol. Refregar duramente estos trapos de gasolina, asearse para acompañar al domingo a un parque de la realidad. Entre la bruma de unos tragos recordabas el huaylas que zapateabas en torno a tus sauces, un sembrar tuyo que ahora es fuerte fatiga en un rapidísimo torno de factoría. Y no -no te trajeron aquí locas ilusiones ni ningún otro vals que no has querido cantar todavía. Aquí me han traído un fuego que no calentaba sino el silencioso rumor de una cacerola dormida, un encontrarme lejos de aquel pasado que nada me prometía o este buen buscarme un oficio que me ha dado mi pan. Pero ya te has conseguido un trabajo. Ahora sabrás que hay que pagar hasta lo que uno se atreve a cagar en la ciudad. 8 En el Parque Universitario podrás todavía pagar por menos (pero multiplicado por diez) de lo que te cos­ taba un plato tragado tan rápidamente como un mecánico saca y pone otra bujía en su batería. Si has saboreado o no chanfainita, pescado frito, arroz con fri­ joles sabes que no en cualquier paladar sino en la digestión cacarea tu pollo: proteínas y más proteínas, según decía el m aestro de escuela. No tienes tiempo para saborear tu comida y lo que digieres es la oscura mirada de un capataz que te obli­ ga a funcionar tan perfectamente como poleas de una Diesel ensamblada a tu maestría. No pidas lechuga y el tomate es aún un fuerte rubor que ha guar-

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dado tu esfuerzo. El color del mar a las 3 de la tarde apenas se puede engullir fugazmente y verdura fresca son tus pulmones, el agrio ajo este carajo contra el patrón. El ministro de Economía ve de pasada, si ve, lo que tú has sentido aquí dentro, garrotes en el estómago, y muy escasa comida a tus niños. Enróllate bien esta larga chalina en el cuello. A bróchate perfectamente esta gruesa casaca de cuero porque este clima húmedo ensuciará tus bronquios. 9 Amaneció domingo, ¿a dónde irás a parar ahora? Apenas uno que otro ligero auto pasa rasgando este largo silencio de la tarde. Amaneció domingo y no sabes aún dónde ir, no tienes tampoco más que polcas ruidosas en una sirena que sueña 4 veces por día en el mismo sitio 6 veces a la semana. Mi vida es un látigo sacando llores de sangre a mis espaldas, tarro de leche sobre un mostrador donde la cuenta no alcanza aun a llenar el estómago de mis hijos. ¿Se puede llamar a esto lucidez, valor, rugido de puma enfrentándose inabdicablemcntc a lo que debe ser destuido? (Eres más de lo que has sido y no serás tampoco menos que tu propio oficio). -No me ha quedado sino sobreponer mi chicote a esta batería de un sueño donde mi vida es fuego moldeándose como tornillo a la huacha de una noche perdida. Y tu vida no podrá desacoplarse al todo (tus compañeros como maquinaria pesada son una palanca que ac­ túa interrelacionando un orden) y el orden

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esta precisión impidiéndole descuidarte un instante, bello procedimiento del que si fugas tu mano perderá la virtud de un buen concertista al que sólo puedes, a veces, escuchar, rápidamente en la radio. No te habrás de fugar de ti mismo para ser otro, y pierde tus ilusiones perdidas: no lloverá aún maná en tu cielo. Estás en Lima y aquí, como en cualquier otra ciudad llena de industrias, hay bondad y maldad, turbiedad, limpidez, y serenidad. Tiene esta ciudad sus vicios que cuestan la pérdida del razonamien­ to, sus tristes callejuelas que hieden -pasa, pasa trabajador provinciano sin mirar de reojo siquieraa pecado y avaricia, gula, envidia, y tormento. Recuerda: llegaste aquí como un niño y tus alegrías, tus no muy alocadas borracheras in­ cluso, serán gorrioncillos tan alegres que vuelan como chalina en tu cuello, sentimientos como pajarillos piando bellamente su propia can­ ción preferida. Y sin perder lo que eras tienes ya lo que serás: duras manos callosas como piedra que manejan perfectamente a una palanca de acero, ajustan o precisan los pernos de un sentimiento valiente, transforman en flor repujada al fierro labrado con una cuchilla afilada, sistema automático cuyo brillo te ha podido destruir lo poco o mucho de aldea que aún tenías en tus ojos. No sulfures aún tu destino y m antente diestro, ágil, fresco como higo recién m adurado en su planta. Amaneció domingo y mañana 20 pabellones, baños anegados, orín apelmazado, girar de máquinas y más girar de máquinas enloquecidas taladrando tus oídos, tu fatiga, tu silencio serán tu caminata solitaria en un parque, un áspero zapatear en el Coliseo. Te visitan parientes y amigos, un herm ano que estudia matemá­ ticas puras te ha pedido este consejo práctico para un teorem a que sólo tu mecánica concreta ha podido hasta ahora resolver.

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10 Y a todo el que había nacido en el valle le llegaba su hora: Jo­ sé Manuel, Maruja, Ley, Victoria, G ato, Ñaño, Aurora partían todos los años de un paradero en San Agustín -enchapada a plaza San Martín- y en tu maleta apenas cabían esa niñez fogosamente jugada en calles y chacras, potreros, ruinas incaicas, o que comió hostias no consagradas, hurtó ciruelas y nísperos, se puso larga sotana roja con blanca casulla de monaguillo en misas dominicales y noches de novenario que terminaban con procesión y castillos de fuegos de artificio a medianoche. (Esto parece "La voz de la tradición" en Radio Nacional y M artínez Smar aún se despierta cantando las locas ilu­ siones me sacaron de mi pueblo"). Partían y llegaban todos los años al parque Universitario. Terminaran o no terminaran su secundaria, terminaran o no terminaran sus estudios primarios, consiguieran o no ingresar a la U todos seguían el mismo camino pedregoso hacia Lima y como largas casuarinas iban enraizándose por todo el Perú. No los esperaba un canto de triunfo, ni los esperaba un fracaso académico. Partían y llegaban al parque Universitario, esta vida y su muerte po­ dían ser libros, vendedores de preservativos estériles bajo dinteles de Colmena. Partían y llegaban con cada buena cosecha como cuando se term ina­ ba un año escolar donde yo también era arrojado dos veces del Paraíso materno: de la placenta primero y de mi aldea pequeña a esta ciudad donde hay bondad y maldad. Allá en el terruño ya le estaba quitando el pan a mis hijos, un sitio caliente a los que tienen que nacer. Partían y llegaban, y yo ya estoy afincándome en Lima: para enviar esta ropa que no me queda a los más menorcitos, y poner el doloroso sudor en el pan de todo este tiempo.

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Y ahora al planchar mi overol he querido estar otra vez en la feria agropecuaria pero sĂŠ que a mi pueblo no se llega por carretera sino por este sueĂąo que uno realiza limpiamente en su obra.

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MUSEUM AETERNUM (El poeta -una iluminación- se dirige a las flores)

I Está lo que produjo Arona -diccionario con menos procacidades que una muchacha desnudándose en tus manosy lo que hizo Amézaga es una trocha arrancada a un fin de siecle, vuelta maravillosa al jardín de Melgar. El ópalo del otoño se marchita en la noche y en el bolsillo tengo el libro por donde ahora pascas. Mira cómo este hombre (y es Unanuc) ha dejado reposar tranquilam ente sus manos en el parque Universitario: mármol y yerba, cielo azul despejado, jubilados con niños como gatos saltándole en sus rodillas han venido a recostarse lentamente en Unanue. Allí está Rosscl, aportó el estoicismo y toda esta discretísima precisión que debemos agradecer. Olvidamos lo que nos ha faltado, tenemos por presente apenas la tarde arruinada de una época triste c impasible como ésta. No hablemos de sirenas cuyos muslos de bronce poseen esa tan escasa lujuria que sobra en nuestras más castas amigas. ¿Ouién dejó que el musgo mordiera sus labios a Rossel? Trabajar dijo Llamosas en el s. XVII es algo perdido en un mundo aún incipiente: "Pues aquí cada genio arrebatado, /tiene el Arte u ocioso o perdonado" y en esto prefiguró a esa persona admirable,

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flor violenta, Manuel González Prada. Yo me he trom peado ya por Clarissa: esto lo sabe perfectamente el "Mochica" y el jardín -espejo de Amarilisai que llego trayéndote estas flores que se denudan como muchachas acariciadas en mis manos. Doblando a la izquierda para ver a Salaverry -que viajó hasta París a desposar a Ismena- me encontré a la derecha de un lago verde pálido, tranquilo furor como un bote con enamorados impulsándose en la tarde con Althaus hablando enloquecido y otro loco -M.A. García-, algunos clasicistas, tristeza en los ojos, pelo verde como yedra bajo un volumen de ceniza -apenas la saliva de un verso que cuelga en sus tristes labios A veces la sabiduría se dispone a descansar bajo una lápida y su epígrafe es musgo y noche: viajero, ten la paciencia de no detenerte hasta encontrar tu camino. Se sabe que no puse todas mis complacencias en Arona pero aquí está Márquez también: uno conoció la naturaleza hasta el borde mismo de su vieja hacienda (más allá la vida era un castillo desconocido) y el otro -¿o fue Corpancho?se ahogó temprano -Panamá, L a bohemia de m i tiempopero lo que conocemos de él aún no florece como un mar en labios de ninguna furia adolescente. No hay mármol ni yerba aún fresca para Amézaga -y bregué ya por Althaus- donde poner mis alas. Ingeniero Paulet, Pedro Ruiz Gallo- la obra soñada ahora florece como bellas máquinas en la noche. No interesa el mármol o su alegoría en bronce: encender versos como flores en ojos de gente apesadumbrada produce inteligencia, espíritu fresco en una aventura amarga. Exquisitez y profundidad son niveles de una misma experiencia que deben engarzarse.

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No rechines, por favor, tus dientes estériles y si no me entiendes -no gustas el artctampoco podrás demostrar a Gódel. ¿Cómo vivió -trago y fuego- toda esta gente: corazón enloquecido en la mano? ¿Se dirigían a nosotros cada vez que en el Palais -triste verbena del Apoloalzaban su ajenjo que brillaba tras la penumbra del verano? Todo un largo siglo ha pasado desde entonces y la locura de J. Chávez alzándose sobre los Alpes es hoy una realidad tan natural como volar para tocar apenas el cielo con las manos. ¿M añana otra dimensión podrá efectuar la belleza que se transforma en objeto apenas vuelves a ser espejo? Tuvo un centro también este fin de siglo: piadosamente o elegantemente tuvo su misterioso autor que concentró a todos: fue Lucrecio y todas estas verdades que liberaron mente y cuerpo de su atadura mítica. Nuestro XX olvidó a Lucrecio. Buscaba la forma, una cierta expresividad en estructurar el hecho interno mientras Yerovi era un piropo lanzado desde mi bicicleta a los 1 2 años: "sal a tu ventana ingrata y escucha la mandolinata que te doy en el jardín". E n una taza de café ahora, o en un chilcano de guinda, como un lago de lágrimas se hunde este pasado que yo tan borracho como un ángel he rescatado para ti y éstos son nuestros poetas: ni han usado peluca empolvada como azúcar impalpable ni son pastiches de Vcrsaillcs, no están catalogados en Harvard. Fieras inteligentes y rabiosas batiéndose elegantemente a duelo donde también yo con esta punta de mi espada tracé estos versos para ti y mis hijos.

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Il Tengo abierto este libro de González Prada. No leo su verso a la "flor de inefable nombre: flor del olvido ' 1 /Leo ahora Anarquismo, acción como caballo que enrumba hacia el Paraíso espera­ do. Habla como león desatado para el que sólo existen dos patrias: patria de ricos, y patria de pobres. Esta flor que olvida es entonces su sabotaje a la noche. Su prosa parece concentrar la violencia de una daga que gobierno para destrozar una noche desolada. ¿El arte no puede volver a ser el sueño del mundo? Sólo el artista ha de significar un bello estado animicus en el tempus sin dejar de obrar con /desde/ en la palabra: no entiendo otro Anarquismo que no pueda ser un trabajo intelectual. Aqueste estilo directo y tan filoso como cuchillo de salteador de caminos es florecer en el hielo de la noche. ¿A quién podía leerse entonces? ¿Brotaban flores lánguidas en las fiestas galantes de una noche perdida en el otoño? Tiempo pasado, tiempo de mierda. Sólo podíamos ser ahora una flor de futuro desesperándose en este pasado arruinado como tristeza de otoño. ¿Estos versos que florecen en la punta de una espada no son faroles en tus manos? Un acto de amor -sueño profètico- proyectándose como navio en el espacio de mañana bajo estos versos -crí­ tica y flores de tu intelecto- que remueven el fondo del pretérico: flores como garfios clavándose a mi carne cuando la tristeza me arroja, petardo en verano, contra las vidrieras de la noche. Epoca en que apenas son posibles estos dos métodos:

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1

.

no estética sino esteticismo, rebelión dulcísima como sabotear un culto a dioses caídos no tan bellamente como Orfco giraba levemente en una muchacha.

2

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realismo no como refracción sino como rebelión ordenada desde estos carros de guerra desplazándose en formación clásica.

Yo soy un obrero de la máquina (de escritura) y esta condición liberará tu página de una cierta sin razón -opuesta siempre a construcciones como esta donde el sentido es haberse orga­ nizado-. Tracé rojo donde -ferrocarril tan bello como un alba- cabalgaba el rojo y he trazado negro donde ondeaba el negro como el caballo de un futuro construido sobre esta gramática (presente imperfecto de modo indicativo): -yo hago, bello matiz en todo un activismo y no un ser /no ser de Hamlet tan incnunciablementc inconsistente como impreciso el hecho a cuestionarse: consistencia es comprender y organizar a lo que se agita como estas palabras, tiempo de estío bajo lluvia de belleza en el lenguaje. 2 Presente y pasado son mañana, el ayer la flor de un manuscrito que descifras como a un lucero en la yerba: un símbolo -triolet- permanece anclado bajo la lluvia, su herrumbre parece el trébol de una calle de Barranco. Pasa un tranvía lentamente y subo en él: estos tranvías ya no existen pero yo ahora tiemblo bajo el lloviznar de un ayer que pasa

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como este tranvía llevándome hacia una noche incierta. ¿Existe aún retórica de clase? ¿Perversidad tan pálida como ojeras de una mujer perdida a medianoche? ¿No se puede considerar la clase obrera como máquinas con flores que brotan en verano -un cambio de estilo en el mundo? Soñando que yo sobrevolaba como una mariposa sobre el rumor a tranvías de la noche me atreví a despertar entonces como flor en la mariposa de tus muslos. Eres un trago, mujer -¿quién soñaba a quién?- que me contem ­ plas posado ahora como mariposa en tus pechos. ¿Quién soñaba a quién? ¿Kouang-Tseo, Prada? ¿Esta mariposa es la canción de las flores amargas que gusta­ bas? Estar en este tiempo es decir que sobrevuelas tranvías como óxido en la noche y soy la belleza de un proyecto que florece en mis ojos pero el tranvía voló hecho pedazos y yo ahora sueño este poema. 3 "Ardua tarca corresponde al escritor..." dijiste: "... su obra tiene que ser de propaganda y ataque..." y te habla de Rudy el Rojo y también nombré a Cohn-Bendit, profetas en la revolución estudiantil leyendo a Malatesta y a Marcuse, a Bakunin y a Fidel. Tus discípulos se dirigían a ti -toda la Inteligentzia: Colónidas, futuros Amauta- con un hermoso furor en los ojos. Tiempos presagiando la dictadura de Leguía. "Viva Piérola" gritó un estudiante por joder y en Barranco el mar era una bella copa de ajenjo en un tranvía con lilas aún obstinándose en llegar lentamente al barrio chino.

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González Prada era un nombre escondido en nuestra mente, el renacimiento de un tipo de lucha y volví a escuchar "Vi­ va Piérda" en el comedor universitario, los estudiantes discutían: en el gobierno de Castilla se da la "ley chinesca" (17-X M 849)"... ley dada bajo los auspicios -"el hacendado, el latifundista, es un señor feudal*1, 7 E.y "en el Presupuesto General de la República una partida de 50,000 pesos" -25,000 para la inmigración china y 25,000 para "otros" considerando dicha ley: "el pago de 30 pesos como prima a los introductores" (¡ii) (a los introductores) "de brazos siempre que no bajases de 50 el núm ero de personas inmigrantes (de otras nacionalidades)" "y además" -daba privilegios- "por 5 años a Dn. Elias al igual que a don Juan Rodríguez para introducirlos a los departam entos de Lima y la Libertad respectivamente" y entre 1850/53 ingresaron al país más de 5,000 chinos traídos como sartas de ganado "por los corredores establecidos en Makao" y por cada chino se pagaban 500 pesos costo: 500 pesos contrato: 8 años sueldo: 4 pesos al mes pero también en el gobierno de Castilla se abolió la esclavitud de los negros -que en 1541 fueron encadenados y traídos a reemplazar a estos duros trabajos indios. Son años de formación de la personalidad de don Manuel y las beatas se persignaban al mirarlo pascar tan altivo por estas tardes de Chorrillos. "Para verme con los muertos busco plazas, no desiertos" y en las calles (ahora) esta muchedumbre camina enlatada, y sin destino en tiempos de crisis de Poder. Epoca de la gran crisis económica internacional -España ha pretendido recuperar sus colonias-

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y el ministro Piérola firmó el contrato con Drcyfus. "Viva Piérola" gritó el estudiante (algo aconsejable según la economía clásica) y las inversiones crearon una imagen ficticia de bienestar. Y era la expansión final del capitalismo europeo. Y las murallas coloniales cayeron en Lima por otras aparentemente impenetrables pero invisibles: ‘España nos quería como país productor de oro. Inglaterra nos prefirió como país productor de guano y sali­ tre" -cf. 7 E. y eran primeros elementos sólidos de capital comercial y bancario -"los profiteurs directos e indirectos de la riqueza del litoral empezaron a constituir una clase capitalista” -clase confundida y enlazada a la aristocracia: "Castilla marcó la solidificación de una clase capitalista" y los ingleses "rapiñadores del guano y el salitre" como dijo Prada -tiempos en que brotaba el ghetto negro de la Victoria en el gobierno de Pardo- tenían una educación hipócrita y victoriana, suaves orgías bajo el misal anglicano. ¿Podré ser feliz? ¿Ouién me asegura no haber perdido lo mejor de mi vida procreando cultura en un país tan descon­ siderado y con gente aún malagradecida y banal? ¿Quién podrá no decirme que una vida perdida son estos versos, belleza predicada no tan inconcientemente como las piedras caen en mis flores? Todo un mar de bohemios bajaba entonces hasta la calle Capón y probar opio era algo tan dulce como absolver pecados en miér­ coles de ceniza, Vallejo y Valdclomar, Mariátegui y Falcón buscaban a don Manuel para aprender su verdad aún hasta cuando vino ese entrechocar de espadas: Palma vs. González Prada -un asunto (ahora) nada importante, las guerras civiles eran balazos a medianoche y la sangre

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flores del camino de las montoneras de la sierra. Pasó la guerra del Pacífico, defendimos • -espada en mano* a la patria en peligro y estuvimos con Cáccres. Aristocracia y oligarquías, podridos. ¿Y donde metes el dedo, sale pus? Sale pus en donde hay oligarquía. Tu anarquismo era la salida -"libertad ilimitada y mayor bienestar” como LUM E & VERITAS, este nuevo diseño de Fouricr: burocracia liquidada y estructural federal del país (desaparición del patrón oro: la moneda) -como dijo Read: "creando en su lugar un medio de cambio basado en la capacidad productiva del país: tantas unidades de cambio por tantas unidades de producción". Y en San Marcos -"Viva Piérola1' (Facultad de Ciencias Econó.) y el estudiante quiso decir administración civilista -"bases más solidad" según Mariátcguiy recién entonces comprendí su grito como flor en la noche. Me consegí tu libro Anarquismo para aplicarlo ahora que nada había podido arrugar tu rostro altivo: LOS VIEJOS A LA TUMBA, LOS JOVENES A LA OBRA no solamente un lema como cuando los estudiantes desplegaban sus banderolas rojas en las calles de Lima y yo, belleza de un motor que mueve la historia, me uní a la marcha como a un sueño donde una muchacha me espe­ raba para ser conducida a la victoria.

III

En el parque Vallejo Todo muchacho es discordia y saca canas a su tiempo, y no hay muchachos que no sean Vallejo, o Eguren, Martín Adán,

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una cierta violencia tranquila bajo esa mirada intranquila como un gato en la noche. Pasen, rcvuélquense y duerman avariciosamente hombres que lo persiguieron: al final se comprende que toda bondad resiste a la injuria y el silencio es pasto de olvido. El camino de un hombre está sembrado con llantos, cercos atragantadores, dientes rechlfleros que se levantan a cercar el fuego de sus pasos que ruedan co­ mo flores en el pasto. Ve, muchacha también tú y háblale ahora a quien forjó -dulce dolor- el carácter de su país. Dale tu mano, y acarícialo como al misterio de la vida, esparce este polen de sus versos sobre estas calles inciertas. Su mentón descansa en el puño cerrado y esta vida son flores de piedra en su canto. Tiene melena de león y una hermosa piedra negrísima engarzada en esta sortija que él me ha brindado esta mañana cuando el invierno llevó mi vida hasta lea y Camaná donde el maestro girando como un cosmonauta alrededor de estas latas con flores resolvió darme su impecable lección. Y yo estaba girando como un astro en el silencio de Lima, trotaba como un caballo de fuego por un camino de zarzamoras donde ninguna buena posada se abría. Sólo tú, melena de fuego, librito de albaricoque me abría su palabra rebelde. Los días de guerra y de paz son laboriosas odas tranquilas a este flujo del tiempo, precisan a este vivir enfrentado como luz a un presente perdido y la noche es este botín de la vida, la vida el botín de un largo trabajo.

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Este hombre padeció guerras, y llantos, incomprensiones absur­ das, órdenes de arrojarse bajo un ferrocarril de Trujillo. Ve, muchacha, y libéralo, cosecha estas flores que él te ofrece en sus ojos. Y ten el valor de aprender en él lo que en él fue destino, asunción, trabajo. Trajo carácter, fuerza, voluntad, y sufrió mientras no daba tregua a tanta iniquidad, este duro combate que opuso para vivir. No tuvo avaricia en su llanto y apenas sonríe seriamente tranqui­ lo cuando se ha logrado el com etido buscado. Así es cómo se forma el genio, con dolores que sólo el mar percibe, con valores que la muerte no podrá destrozar. Anda muchacha y evita inclinarte, el abrazo es un abrazo directo, estrecho, compacto. Su mentón descansa en el puño cerrado y esta vida son flores de piedra en su canto. Dulzura de primavera, tiempo cruel y absurdo, todo muchacho es discordia, y extrae canas a su tiempo. Pasen, inquiétense, y dejen que este hombre contemple su mun­ do como un llanto. Fue sufrimiento, metal sin tregua, esplendor en los ojos. ¿Quién se llamó puro? ¿Y llamándose puro te arrojó pedradas de terciopelo en las manos? Sólo tú, melena de fuego, librito de albaricoquc me abría su palabra rebelde. Y este sueño de un ángel rebelde no será inapelable como todo pasado pero su rebelión es un gorjeo que habla con Vallejo escapando a esas redes de bullicio y pereza. Y tú, muchacha, mira que el arte es aprendizaje y

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herencia. ¿Cuál es la función de un joven poeta? Solamente pidiendo mi mordaza todos se justificaban contigo y a 35 años de tu muerte nadie hizo nada consistente. ¿Puedes escucharme todavía? ¿Todavía te preocupa que todo aquel pasado no fuera tan bello como amanecer entre abedules, palabras que florecen como tus manos bajo el mentón pensativo? Ningún buen estudio sobre 61 y el hombre es un libro ilegible, algo tan poco digno de su noble trabajo que quien no te rescataba de exégesis ininteligibles como este tiempo y su absurdo muy poco digno podría ser tam­ bién para ti, y para todos. Y te trastocan, a su modo te interpretan: no hay mármol real, piedra de Huamanga, sillar arequipeño, sino palabrería vana y sin sentido. ¿Dónde ha residido tu belleza briosa y grandiosa, sabiduría de siglos, libro milenario de un pue­ blo que te cuida como a su sangre? ¿Y cuál es, nuevamente, la función de un joven poeta y no otro sino este que posee la conciencia del progreso del arte de su país? Tú, bella muchacha, ¿cómo podrás vivir vanamente ignorando a tu fuego que florece en estas manos revueltas? Estábamos en el parque Vallejo, gran piedra lustrosa, y un bronce en lo alto -alas de alondra, fuego: espiritualidad sublimaday al frente, tras nosotros, el bello juego barroco de una fa­ chada de iglesia -ángeles, alas, fuego votivo en piedra o madera: sangre mestiza-, una especie de comunión continua: "Espíritu indígena" c/o "Espíritu Mestizo", y como telón al fondo un enorme edificio con oficinas bancarias -símbolo sin gusto y no perdurable de un capital monopolista-, y todo esto era una estructura en tiempos diversos y opuestos: A.- Imagen de Vallejo (Inti) B.- Imagen del barroco (Inti mestizo)

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C.- Alienación capitalista (aculturamiento) en un mismo lugar del siglo XX donde yo me lanzaba a rescatar­ te de manos inconvenientes para colocarte sobre esta discusión trascendente. ¿Cómo podríamos, de otro modo, vivir ignorando a estas llamas tranquilas de nuestro corazón angustiado? Ah, pasen, rcvuclquense, y duerman avariciosamente hombres que lo persiguieron: al final se com prende que la bondad resiste más que su injuria y ésta es pasto de olvido. Porque no hay tregua posible luego del fin, y porque tampoco hay fin posible después de la tregua.

IV

Una acuarela de Eguren El cielo rojo y su ojo dorado, el verde cabello revuelto está lleno de fuego en otoño. Un muchacho aprieta contra su pecho un paisaje de versos como una muchacha que el hombre que va apurado en un ómnibus olvida ahora apreciar. Todo esto es silencio, y murmura la tarde -¿qué mur­ mura? laúdes, órganos color caoba, oleaje de un mar a lo lejos-: nada es como este librito olvidado donde una dulce delicadeza que el mundo ha perdido coloca sus manos en el rostro acongojado y se echa a llorar, estremece su vida en pastos donde el ciclo de una azucena lo escucha y protege. A parta lo que no te es propicio, el mercurio que trepa a grandes pasos con la fiebre, color insensible y lerdo como el plomo de la muerte. Y ten el candor de relinchar como un pony colorado

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y este tiempo es un gran prado de luz como un cuadro donde el charango azul y la mano roja florecen, y se entrelazan, dulce hombre en harapos de la noche, para torcerle el cuello al arsénico -negro cisne de plástico-, verdaderas gotas de sangre en el verso y no color diluido, compás de manos alocadas que trazan su sueño y lo cumplen. 2

Vuelo azul de Barranco a Lima: José María Eguren camina con un pincel delicado -"continuaré mi verso desolado"-. ¿Y yo lo puedo oír porque hete amado? Tengo un lejano arcabuz de fuego que habla como un Ananké olvidado: -'’lanza el oboe vespertina queja"y tus palabras son venados saltando un cerco de símbolos floridos (para Marcuse). I o Este luchar por la existencia implica obliteración no de tus sueños sino (para mí) fortaleza moral en un corpus sensual. 2o ¿Mas por esto en Eguren su Ananke no es una vuelta al estado de inocencia primera? No sé qué es la moral y es mejor derribar los monumentos de lodo que se anteponen a la tolerancia. Pero los desbordes de una moral -como una libertad cuando no es el provecho comúnindigna mi ánimo, obliga a blandir el fuego del ángel que se posesiona del sueño y trae paz a los muertos. Conclusión I o

Existencia es proporción + dirección a la libido.

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REPRESION

LIBERACION

« de Eros: 1° de Eros: « causa división del traba­ 2 ° división móvil del traba­ jo: estática, silencio y de­ jo: progreso, estética y sorden. concordia. 3o Metáforas: Prometeo. 3« Metáforas: Shelley. Conclusión 2°: Realidad es una proyección del trabajo. 1

2

Muchacha, esto es lo que pude entrever en Eguren. Te he puesto cerezas con miel en un frasco y ahora estás conce­ diéndome tu apreciación de estas cosas como caderas que he poseído para engendrar niños que arañen la piel del cansancio, destruyan las cosas que sobran en nuestra sala. 3 Llegará, tarde o temprano, otra mañana bella como un parpadeo de hojas donde incluso se atrevan estos rehiletes que traen buena suerte a volar dulcemente -alas transparentes como garras y ángeles como llamas rojas posándose en un temor que se desha­ ce- en mi gran pelo revuelto como un mar donde chapoteas tragándote el furor de estos ojos que te iluminan. Y llegará, tarde o temprano, y más tem prano que tarde, este día -fiesta y bellezacomo un ángel liberándonos de la prisión en que estamos para por fin abrir este libro de versos como un gran cuadro de fuerzas sobre la pared de tu tiempo.

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1

LA EDUCACION FORMAL

I

Teoría de la virtud

Salir de improviso al verano. No hay cerezos ni manzanos aún tiernos y con flores. No todavía los pinceles de flores que han de causar una im­ presión favorable, un toque delicado en un jardín desvaído. Toda una etapa -arpas de niebla y tristeza- como una pesadilla ha terminado y es viernes. Mis estudios de antiguos manuscritos se multiplican. ¿Puedo permitirme beber una cerveza? No soñaré un lenguaje más extraño que el desconcierto y la náusea, un poco de mí y mucho menos aquí donde todo es daltònico, y nada florece: estas novelas, por ejemplo, estos poemas con olas grises como el silencio. ¿No te parece que nuestros académicos se acostumbraron a jun­ tar palabras como monedas, tener mucho renombre y muy poca belleza? Ninguna cerveza podrá calmar a este tiempo: 6 pm. -espero a Pedro. Viene en su auto atrevido y esta noche será el recital donde habré de leer un poema aún irreverente como todo en la vida, una bendición como un florero sobre esta página soñada. Imaginar una persona poética mientras busco el punto de confluencia entre Garcilaso Inka y Guamán Poma de Ayala no será una metáfora que pueda degustarse en el "Haití" pero es cultura que agiliza la mente. Hay también todos estos libros sobre Lima -crónicas anacrónicas y recientesy todos bajo un mismo denominador común:

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una ciudad que se proyecta no como existir sino como irrealidad no contiene esta verdad acumulada suave­ mente en el pasto bajo estos geranios donde unos enamorados se acarician lenta­ mente: su futuro es el presente y una persona real ha de florecer como esta luna en la noche sin perder serenidad ni pétalos que han de moverse -tu destreza dará realidad a los frutos de tu visión- en la conciencia donde el poema adquiere su verdad perdurable y ahora Salaverry parece una ribera tranquila sembrada con autos, hospitales de cáscara verde, cafés con terrazas donde el viento desen­ mascara a un palimsesto expuesto bajo esta luz de mis ojos. Dicen que la ausencia de sol en la capital de la tierra del sol en una paradoja inexplica­ ble como inarmonía, o concierto, y que todo esto, la carne caliente, y su ardor, es un producto de la imaginación encendida en displicentes damiselas euro­ peas insatisfechas. Que no hubo cronista -ni nuevo apolillado cronistaque no se hubiese, lodos además de segunda, bebido la hiel del mal gusto obviándole a esta ciudad su amor a las flores y su verano de uvas, su primavera y sus brincos de luz malva en otoño, su invier­ no lleno de brisa olor salado a mar en los grandes cruces donde revolotean papeles como hojas en bloques de soledad fríos y con fluorescentes, tiene una certeza que las repeticiones gastadas no tienen. Crónicas extranjeras hablaron de una ciudad no definible o indiferente -muchos balcones y monasterios, muchas leyendas y el poco silencio de un fervor recogidopero siempre hundida en la niebla: nunca al cuidado de luces trasladándose como pesebres sobre el ondu-

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lar de estos cerros marrones. Viajeros que huían de su propia nostalgia nos han dejado atardeceres grises como pliegos en 8 octavos por donde hemos caminado sin saber que eso era olvido, o retórica, una versión menos m oderna que la antigüedad de nuestra fuerza, o sabiduría: se habló, además, de una república aristocrática donde tú ni yo existíamos fuera del mal tiempo, leopardos furiosos obligando a los veraneantes del sur a re­ cogerse como hojas resecas en arcones de olvido y rencor. ¡Aplaca tu ira, Señor! ¡Aplaca tu ira! Y nosotros arrojándonos contra la noche llegábamos -yerba fresca- a barrer los últimos residuos de una aristo­ cracia que se iba y debía irse a un lugar tan acogedor como una vitrina en el Museo del Larco H errera pero ahora, en la noche, los semáforos verde /ám bar /rojo como flores tranquilas se abren a nuestro paso por estas calles donde la gente se aferra a una amable sonrisa como a geranios y plantas de ficus que uno riega en la tarde. Ni perla en la noche ni ciudad de tapadas: esta ciudad es un intelecto cuya energía transcurre en barriadas con flores, y sin trabajo, con hambre, y violencia, leopardo levantado su garra de pronto para cuidar a su hijita.

II

E l pequeño guerrero

El tiempo que pasa no vuelve pero bajo la primavera mi viejo libro de Guamán Poma ajado en flores son estas calles por donde mi hija camina. Calles tranquilas o tumultuosas, bosque de ficus como un m acetero lleno de muchachos jugando estas tardes de sábados soleadas y frías

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en que he puesto raíces. Y mi vida se va en esta muchedumbre que vaga en torno a un charango infinito, un poco de yerba que muerden estas fauces de un cantar desolado. Todo era entonces inaccesiblemente triste y lejano, y nadie venía a reunirse en tom o al rasgido de esta flor desolada una tarde perdida cuando estar en la ciudad era desear compañíá, una mano que aún pudiera guiarte por entre los recovecos de todo este tiempo. Una alocada boda fue levantar estos brazos y hacerlos girar contra el viento como contra los pótalos de mis versos que envolvieron a esta esposa para danzaría en verano: pasto, flores, versos donde ella fue lujuriosa y hermosa como cuando uno emigra a la gran ciudad y encuentra el amor que te habrá de limpiar, procrea la belleza que habrá de sonreirte como un libro en que está la alegría y la tristeza de todos estos años amargos. Tu charango y la quena y mi largo silencio musicalizado no fue­ ron pasto de nuestra prisa, ni alimento para un olvido: en su música como un jardín de flores silvestres todo era el orden donde yo contemplaba esta armonización entre naturaleza y cultura. Poseer aún a la luna como tus propios ojos que arañan el papel del silencio es tu verdad visionaria de lo moderno, una forma de toda esta vieja sabiduría persis­ tiendo, bajo los sueños que remodelan tu mundo y al volver a tomar el mismo ómnibus verás una abeja en tus labios fruncidos, ciudad inexperta como una joven socióloga recién graduada realizando su primera encuesta de probabilidad en mi mundo.

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Mi vista como un cóndor se ha clavado en lo que se desata afuera y afuera son cestos de verdura que pasan por entre carretillas de comida, mercadillos de toldos con ropas bellas como este cielo, o camisas naranjas, chompas rojas, pañuelos rosados como flo­ res donde yo entresaco estos versos aún no perdidos en un insomnio largo como burocracia o niebla biliosa en los labios resecos. ¿Q ué es, o para qué sirven todos estos estudios de factibilidad como planillas de sueldos inalcanzables don­ de lo que verdaderamente cuenta es lo que el hombre se dice a sí mismo, un m urm urar como paredes pintarrajeadas de noche?. Sin embargo hubimos de tocar frío vacío sin flor en el hielo de un frigidaire que no ha conte­ nido esto para lo que fue construido (en vez de pan la náusea alimenta a tu despensa) y el ómnibus sale ahora de una calle olvidada como gota de sudor en tus sienes, una cátedra no más rentable que lo poco recomendable de esta vida en noches de hastío, o silencio. ¿Esta próxima esquina ha de ser ya el final de un viaje que apenas es una prim era estación de todo lo que una vez tu hubiste propuesto? Sólo el caminar fue tu meta como un sueño donde avanzas briosamente lúcido, un único vuelo que aún proyectas sobre la noche y he vuelto a clavar mi vista sobre una niebla que parece aho­ ra un trapo lleno de arrugas y es el blando lomo de un animal varado allí donde en el borde del mar largos edificios (como nichos de cementerio) se bambolean contra la ventanilla del bus. Y ya estoy lejos de allí, la nueva cátedra que yo buscaba enve-

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jcció antes de poder describir a todo este pulular de moscas sobre las carretillas de comida ahora cuando yo alejándome del oeste hacia el este contemplo por esta misma ventanilla de bus en el que lentamente torres o grúas de San Felipe se inclinan como lomos de garza en la niebla a mi propia vida sobre la imagen inusual de un tiempo que sobrevive sobre su propia situación precaria, este poema como un autobus color a petróleo, franja naranja, avanzando esta mañana cuando Leal aún está despejado y yo me he bebido un té caliente tratando de disponer estas páginas como un campo donde los ángeles se revuelven bajo tus párpados y combaten contra la noche como contra lo que ha sido incorrecto a esta hora cuando todo es límpido y yo tengo un tiempo no más preciso que el que tengo para ir esbozando este poema. Voy diestramente preparado a la batalla y mi batalla -no mi trofeo- ha sido enfrentarme (toda esta época) a una incomprensión como un trofeo donde tú sabes que lo que has pensado embellece a un mundo intranquilo: este mundo concebido como velocidad no es la noche y apenas pasa ante ti como si se guiñara la vista, como si apenas este libro que hubiese estado leyendo se abrie­ ra o cerrara de golpe en un nuevo arranque el bus. No tengo lápidas para 30 años de burocracia. Esta vida no ha sido tan bella como un solsticio anunciado sobre estas noches de yerba y mi visión se ha constituido con todo lo mucho que me costó no poseer más que poesía, espléndida visión de una clase -Comas, Agustinofloreando como pasto con lilas desde el San Cristóbal, tierra donde yo me he detenido a sembrar yerba y música como estrellas iluminando

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a tus ojos de noche cuando caminas hacia tu casa, o abres un cuaderno com o una fiesta provinciana cuya música triste y lejana sacude tu vida y la niña que va conmigo ha salido a su sangre, sus delicados pasos como un Yaru Maru aguerrido y con grite­ río en una fiesta de sauces son ahora perfectos. El hombre que va con ella ha debido ser melancólico o pensativo, tiene todavía un candor que su época cuida como a una flor. El padre en que se ha convertido es todavía este niño que flo­ rece en las calles como en un libro de Guam án Poma, o Garcilaso, y sus flores son esta linda sonrisa que mi niña, pequeño guerrero, te ha brindado por mí.

III Escuela de Bellas Artes. Con mi roja casaca granate de ángel mor». io y rebelde y el color sonrosado de tu piel en mis ojos yo he salido bus­ cándote por estas calles terribles, tu blusa ligera y oscura, los carbones encendidos de tus ojos eran el mar: no, por una vez, como lánguidos botes en una tarde insoluble: una furiosa tranquilidad como flores que se contemplan en olas saladas, y frescas. ¿Qué somos nosotros, y cuál nuestro delirio? Una ciudad furiosa bajo sus garras limpiadas y afiladas ha de tener un bello estilo de ángel de cabeza le­ vantada por estos pinceles de la Escuela cuzqueña, una gracia elegante en todos sus miembros -incluye aquí tus alas levantándose como alas de gorrión al hacer el amor- cuando el demonio bosteza tallado en la madera de una antigua iglesia barroca. Ni am anerada ni descuidada: clásica

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como todo arte disciplinado y creativo y todo este tumulto de flores -el otoño como una palabra en la que tachas hojas marchitas -es el mar que mi disciplina gobierna. ¿Qué ha podido erguirse como garras de otorongo de monte tras estos ojos atreviéndose a arañar serenamente a la tarde? Si como el sol tú volaras de este hacia oeste donde eres un milagro del cielo levantán­ dose para alumbrar de azul dulce la noche tu vuelo será el origen de la belleza que buscas, y está en ti, estas flores se abrirán dulcemente a tus labios en lo alto de un barranco -y abajo 'Terrazas*, otras playas permanecen cercadas por este amor límpido y fuertecomo un libro donde aprendemos a comernos a besos, o tú ajustar tu mirada como pernos de un suspiro lentísimo. Fuera de toda verdad lo inexplícito no es nunca cierto y lo incierto se desenmascara aquí con poses escrupulosas y no naturales donde sólo los elementos naturales poseen esta disciplina que pocos hombres todavía conocen. ¿Para qué hablarte aún de fuerzas productivas? Saber que nuestro poco exceso en desarrollo electrónico impide, por ejemplo, que tú puedas dedicarte a crear, o amar, esta atenta lectura a lo que el visionario de ojos de flores proyecta en su sueño en una verdad que obliga a todo un cambio de pers­ pectiva en las cosas, y a muchas interpretaciones posibles bajo una sola metáfora que explique la dualidad de este tiempo donde, de todos modos, las fuerzas productivas predominarán sobre ti y la historia. El geranio de la lucidez se abre como tu cuerpo bajo la luna y lo que no tiembla ni es susceptible ni responde es confusión para toda verdad, o visión. Conoces ya mi palabra: mi rostro tiene sudor pero no maquillaje y ahora,

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al volver, preferimos bordear el mar sembrado con abundantes rosales floridos y no introducirnos entre los maniquíes de Miraflorcs. ¿Por que no nos vamos mejor a otro sitio? Y hemos dicho que el mar y el ciclo, las chacras, somos noso­ tros y quienes han venido a lavar sus pecados reciben nuestra ben­ dición ante el vidrio y la niebla donde a veces te he visto tan delicadamente como un puñado de azucenas en mi taza. Este auto: no mío y sin embargo capota negra en el poderoso motor rojo, aparcó en un atractivo café con toldos de colores y una vez más hubo que defender a Vallcjo amenazado como un lirio por polillas académicas. Así conversábamos.

IV (Tazas de (ó sobre esta mesa mirando el mar). -"Yo creo que el lnka Garcilaso es la síntesis y Guamán Poma el leopardo que permanece en acecho como en un manto de Paracas, o tallado en la piedra de un templo de Chavín, una sierpe a la que el propio lnka desenreda según el cultismo de toda esa época. Creo en la lucidez del lnka como en la energía de Guamán Poma y uno y otro son como ojos de nuestro rostro: no somos un país de tuertos ni de bizcos sin embargo y algo más. ¿Qué nombre dar a la acción, definirla como un Paraíso que pueda transformar su tiempo? Ya dije: toda diferencia entre Garcilaso y Guamán Poma es una absurda pérdida de energía en hombres dedicados a nuestro pasado: tuvieron una estrategia -toda esa mitología en el trasfondo de la memoriaysu acción, que no tenía por qué ser un libro de Rousseau en manos de Robes-

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picrrc, pero sí un Libro de Marx blandido por Fidel Castro, se llamó Taki Onqoy: Vilcabamba y su proyección comunista a toda la tierra: M acchu Pichu, bella altivez de los inkas, construye pero no se conmueve aún cuando estremezca a tus ojos. Y yo me he puesto a pensar: ¿por qué no hemos escrito hasta ahora una tesis -partiendo de la analogía entre el ábaco chino y el Quipus de nuestra Inka- sobre el desarrollo de las matemáticas entre nosotros? Sólo encontrando esta ciencia perdida podemos hallar también a una escritura afín a los menesteres de las relacio­ nes simbólicas. Un arte antropomorfo, como en los mochicas, debió haber produ­ cido una escritura de tipo crcto-micónica B (como en los griegos). Un arte geométrico, como en los inkas, debió haber producido una escritura cuneiforme (como en los persas): un arte tan elegante como el Nazca debió haber producido una escritura ideográfica comparable sólo a los caracteres chinos. Donde hay lengua conocida, y sistemas métricos decimales, debe haber escritura y cien­ cias matemáticas. Y todo eso está perdido. Y todo esto parece (y no es) una disquisición exquisita, una serie de comparacio­ nes producto de una fuerte pulsión mental. ¿Qué tiene que ver toda esa charlatanería conmigo? En nuestras chacras, Huarochiri, Yauyos, sembrar y cosechar son la constelación del viento, y la flor. Saca tus propias conclusiones. Nuestra literatura debió ser grande y poderosa, debió poseer una escritura espléndida como todas estas ciudades donde aún permanecemos amándonos. ¿Cómo no explicarse entonces que todos, absolutamente todos nuestros cronistas hablen de un mismo origen

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y los mitos que superviven -Inkarrí, Tutupaka- sean los mismos?" Pero el motor arranca y tu exquisitez de chica de San Marcos, cabellos de azucena, pelambre encendida y aleonada en el viento llevándose al auto por un larguísimo precipicio al borde de un mar sembrado con flores ha term inado leyendo este poema que ahora gruñe, como gato de calle, en tus manos.

V

(Lee, afilando su rostro, este poema):

No vi plata no vi azucenas. Detrás de estas casas quizá un rumor a mar descompasándose como una chica arrechísima que entre página y página delibera -piano de noche- sobre la nostalgia y la dicha es el mismo que una noche hace años contemplamos entre versos y luces instantáneas, chalinas contra el frío. Pero ahora otros edificios -templos con palabras sánscritas, ¿se nombra allí de veras el nombre de Dios? ¿o es todo es sólo una forma de acumular el pecado? -se interponían entre yo y el mar, tus labios y la larga línea circunflecta donde todo se irradia desde uno. Cruzando el otoño habíamos salido a Magdalena: el mismo Cabaret, como una bolichera hundida, apenas dejaba entrever su mástil y su horrenda calavera sobre una multitud de pasos apurados, y yo que tenía que ir tejiendo los pétalos de la figura de mi An­ gel volando en tus ojos apenas tenía tiempo para verte arisca como un potro, moviendo palancas de un auto que buscaba cierta calle, cierto número inconcluso,

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lu cabellera de gata con pulgas, color aleonado, y mi libreta donde depositabas un poco de tus clases en San Marcos se abre como una flor desolada para recibir el dibujo de tus senos. En Magdalena donde ya el mar es un charco indistinguible y el horizonte una palabra que no encuentras por ninguna parte yo supe entonces que debía remitirme a esta dialexis de la que me hablas como un Paraíso olvidado. Tenías la piel fresca como brisa de agosto y yo cogí tus senos para sentirte palpitar sobre esta realidad destrozándome, como toda esta tristeza, contra tus labios. Probamos cerezos y música de la comunidad de las aldeas perdidas entre lagunas azules donde chapotean muchachos como otorongos entre los dulces tallos de las retamas floridas. Tu cuerpo duro como un durazno se abrió en mí y me ofreciste un mordisco al lado del tiempo, bajo una música de pétalos en el viento de nuestros ojos. Más bello que el otoño te esperaba yo como una flor y así (mis brazos se apretaban a ti) tú eras pura como una brizna de yerba en el estío. Y tu temblor, tu bella ansiedad desnudada, todo este cariño fue el ruiseñor que sobrevoló nuestros cabellos revueltos de mariposas y rocío de la mañana. Yo tejía estos temas como resolviendo a Godel, o Fermat, un ejercicio de bella cons­ trucción en esta ciudad temida como un manuscrito lleno de lucidez y paraíso, verdades que una cultiva como una flor en el bolsillo de la ca saca para releer o, en momento así -cuando el ómnibus frena y nuevos pasajeros suben o bajan hasta el destino buscado-, completar apenas con la última pincelada precisa. Tejer temas diversos como una ciudad, o un país, hará que tu lucidez florezca como un laboratorio en tu escritura.

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Nada de esto fue innecesario a nuestro tiempo ni imprevisible como un desastre natural. Sólo era bello el futuro esperado: yo, y tú, este pasado que rechazamos al proyectar mi visión. Pero en la tarde -era abril y la niebla sucumbía lentamente en mis labios- dulcemente, locura de vida, muchacha, me hablaste de ti y que en ti vislumbró al candor que yo tuve cuando caminé por primera vez sobre estas calles movidas y desbordadas fue como sentirte irrumpir en mi sueño, saber que no te era más extraño que el jardín donde mi soledad se disolvió como un gemido en tus labios, noción de realidad tenida como este poema en el que las gotas de lluvia fueron también un camión de verduras que pasó por aquí como un sueño llevándose besos y morrales de viaje, estos locos amantes sobre la capota mojada. El pantalón corduroy negro apretado modelaba mejor tu figura que el gris y tus pequeños pezones dulces destacaban como gruesas ciruelas maduras en el dulzor de mi boca y esto fue Tchaikovski mientras me depositabas una mirada en los ojos, habiendo cumplido con este tiempo para decir que no vi plata, ni azucenas: nada que se parecie­ ra a una belleza de la que sólo tenemos un bello presentimiento cuando nuestros ojos se encuentran y ahora Rosaura enrumba hacia el centro como a un mar con luces.

VI Epílogo: el conocimiento interior La tarde se ha oscurecido. No siento luz en los rostros que pasan ahora por una acera tan fría como carrocería de auto en invierno. El tiempo es desolación: no una parábola de Borges. En tus manos mi poema revoloteaba como un gorrioncillo afiebra-

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do. Y era viernes. Y la vida no fue ya silencio. No fue ojos vacíos. Ni hágase una tregua que el gobierno iba a pedir: dimos, entonces, una vuelta por entre los baches de la noche, y el auto ronroneaba, saltaba por sobre veredas mal iluminadas bajo árboles con postes donde los mafiosos se recostaban, y buscábamos realidad entre aquellas calles, un parque en tinieblas con un café donde esperamos unos minutos mientras la música salía de la roccola y se disolvía en cerveza. "Vamos allá, compadre" -dijeron unos muchachos, y eran apenas chiquillos admirándose de que pudiéramos estar en Lima y no como ellos deseaban con Verlaine en los labios. Pedro arrancó a toda velocidad y nos internamos por entre ba­ rriadas sombrías para llegar hasta Lince. ¿Qué buscábamos? Putas como pastillas de novrium para calmar la ansiedad, o tal vez poseer el libreto de la obra de teatro que Pedrito aún no se anima a montar bajo mis críticas a sus gustos todavía inmaduros c irreales. Arrancamos a toda velocidad, tú conocías por primera vez la ba­ rriada: mis versos tienen la furia de estas paredes y pienso en todo esto ahora que lo hemos rehuido -cara de sapo- cuando se nos aproximaba por la acera contraria: sus traducciones de autores extranjeros son un acto de esterilidad consentida por la irrealidad del grupo al que yo permanezco indócil y amable (aparecer casi siem pre con su firma, y las estacas de su casa son huesos de albañiles en su bolsillo). Autos y omnibuses se deslizan lenta pero atropelladamente a la noche, y un radio colgado desde un retrovisor suelta una melodía cansada.

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Tengo ganas de alcanzar aquella tristeza como una conversa­ ción que habrá de concluir con el alba -esquina de Iquitos con Grau- antes que todo vuelva a ser como niebla en tus labios. Y en mi mente repiquetea como en un templo el clamor del mal tiempo. Pero he llegado ya hasta mi arte y ahora veo cómo el invierno se deshace en labios del amane­ cer. Nadie cabalga, nadie se atreve a florecer contra la noche, y de un chancho que eructaba blandamente van quedando tan só­ lo ya esos gestos serviles. Y nada más. Y nada menos coherente que lo que no florece. A rañas tan grandes como volkswagencs se han disecado y se exhi­ ben en Colmena, y Lima es eso: gente con poder y sin talento pero contraponiéndose a quienes crean soluciones coherentes. Tengo horror de este tiem po y me refugio en tus senos. ¿El ballet de las olas podrá todavía engullirse la noche? La misma nostalgia pero el tiempo ha variado y quizá su color: se dan maticcs guinda, zafiros, esmeraldas, prusias, un verde pálido con brillos dorados o plateados como muchachas que yo acaricio en mis labios. Pero el color si no descansa amplía la paleta del pintor. El mar es tranquilo de noche y los faros de los autos empalidecen ante la propia inmensidad de la luna: en la mañana todo es desierto, algunas gaviotas sobrevuelan a un pescador solitario como enamorados esperando una palabra de Dios. Am ar en este tiempo exige un sentido de orientación y pe­ ricia que no encontrarás en libros inapasionados, o displicentes. ¿Para qué sembrar más palabras, proponer esta educación formal como inflexibilidad de una estrategia que dará flexibilidad

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a tu vida? Sabemos que la estética es acción ética: eso es cielo y eres algo más que cielo: esto es metáfora, no una imagen sin frescura ni belleza. Dulce oleaje dulce como verano donde desde un suave pardo -tus ojos- yo penetré para limpiar mi impureza ahora que el tiempo se ha oscurecido y yo debo continuar adelante. (Y con mis labios frescos saboreé tus pezones de Querubina con poeta en verano).

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LEONARDO



I Toda adoración del cuerpo precisa a su época y en el lienzo como en toda estrategia la precipitación obs­ truye la visión de conjunto. Ha vuelto lentamente el verano y tus muslos son pinceladas posadas una noche de enero. Sobre un campo con luces, como sobre este cuaderno de notas, yo he trazado este vuelo de un ruiseñor que se agita en el bosque de tu carne, esa grieta que habla como un gemido bajo los astros. Tú eres mi campo de enero, pongamos por caso una conclusión terminante en medio de una discusión tediosa. Este papel un triángulo de Pascal donde si "p - q" resonara como un momento de ternura, esc entrechocarnos como geranios bajo la luna, entonces lo falso sería lo que se opone a la perpetuación de la especie. Nuestras objeciones de verdad, o falsedad, son condiciones que predestinan la realidad y lo que existe es un acontecimien­ to determinado por nuestra época. El mundo es un proceso: no una lógica que sirva para envanecer o justi­ ficar deshechos consumados. Quiero decir que en el fondo (o contra él) de un mecanismo ilógico se afirma a ese algo que late como un corazón en la mano: aquello que permite que aún existamos, el dominio sobre el instinto, y el mundo -esta voluntad como un lienzo y tus muslos son estas flores sinuosas bajo un cielo tranquilo. No es un papel el lugar donde nos hemos trenzado como gera­ nios: un parque lleno de enamorados como un rumor a mandolinas se abre en el follaje de nuestros cuerpos que ruedan, acariciándose, sobre la yerba. ¿Importan estación, tem peratura y posición de los astros

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en un astrolabio hecho para imperar sobre el cielo? El cielo somos nosotros cuando logramos integrar dos personalidades disimiles -cada quien con sus propios infier­ nos, sus paraísos convulsos como un mar- en un solo resistir a lo inerte, y cuando más allá de la noche el trabajo se abre, no una vuelta -como podría decir el hombre poco discretoa la vulgaridad sino a un enriquecer esta vida, con vida: este acto de cultura que es, sencillamente, intercambiar experiencias como flores, producir este mundo a tu imagen y semejanza habremos conquistado el cielo una mañana de abril mientras contemplas lo que se produjo en tu carne. II. Escribir no es meditar y esto no es comprometer manos, y papel, máquina de flores en el curso de las cosas, no disponerse a modelar lo espontáneo hacia un objetivo preciso. Escribir de lo que se es como de lo que uno realiza es el proyecto de toda vida. Si "p - q", pongamos por caso este amor, una relación entre marido y mujer que lleva ya (para asombro de todos) seis, siete o más años fueran fáciles problemas de lógica en un mundo que nos desprecia estaríamos ya destruidos y sin experiencias que proponer a la gente. La equivalencia no es equivalente y "a = b" significa no anulación del uno en el otro sino inexistencia del otro: este descubrimiento esencial -que vislumbramos en Wittgcnstein-* obliga a ser cada quien lo que es y lejos de toda incorpórea apariencia nuestra igualdad •

W itigcnstcin: Traciatus logico-philosophicus, 4.241

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se traduce en lograr objetivos idénticos bajo funciones distintas. Un matrimonio como todo hecho de historia parece un enfrentamiento continuo: serie de contradicciones donde lo que cae se llama error, o pasado, miedo a lo que vendrá, cosas de las que uno por haber nacido en tiempos convulsionados se ha sentido inaccesiblemente aludido, pero donde -a diferencia de la historiaintercambiamos lucidez, y belleza, sobriedad: dulces contradicciones como cuando tú dices que todo es belleza y yo que sin todo la belleza no existe. Y el mundo heredado: libros, cuadros, los años felices, y estos tiempos terribles, ha de volver como por arte de vasos comunicantes y enriquecido por los propósitos de nuestra vida a esta página para dar testimonio que tu historia se hizo, y la luz, y los sueños. Escribir de lo que se ama como de lo que uno aborrece es movilizar la conciencia y el arte, más que variar, se acentúa según transcurre la vida: tan imposible como no diseñarse un modelo dantesco para describir a este mundo resulta no resolverlo según se produce la historia: el proceso está ahora en la mente rebelde, el furor del mundo moderno es su conciencia como la flor del amor. No un lema para profesores distraídos, o meditabundos: no, por tanto, materia de examen entre cuatro paredes porque entonces habríamos distanciado de nuestro cuerpo afecto, sensibilidad e inteligencia integrado todo -bajo la voluntad- en más que examen trabajo de la materia. Y la conciencia es un matrimonio que, hecho de historia y cuerpos, es no sólo un buen argumento para una discusión consistente y madura: no existe apropiación del cuerpo por parte ninguna, allí importa sólo cuando se es proceso el grado de relación de una pareja.

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Fuera de su legalidad el matrimonio es una palabra cuyo contenido está en relación contraria a la mucha distancia que tenemos al contrato de cuerpos a los que no hemos podido acariciar como un objeto cualquiera. A medianoche tu cuerpo que en el día se inclinaba atentamente sobre un escritorio metálico se agita, libremente, bajo el poder de mi cuerpo y la energía que yo coloco en tu carne, el placer que recibo será tu buen humor de mañana. III. Sé que tu cuerpo como tu mente requieren ser removidos bajo su largo vestido floreado. Una muchacha y un muchacho juntaron sus proyectos y cuerpos bajo la luna: ella como un laúd y él es el sueño de ella, su música y su improperio. Realizan tarcas intelectuales, y Bach se acurruca tranquilamente en mi corazón angustiado en otoño: tú eres este sueño, esta pasión contenida en mi carne. Un matrimonio, otra vez, tempestuoso y actual, un romance -no como un problema de lógica- va durando más de la cuenta y el principio de la pareja opuesto al matrimonio es una flor tempestuosa, demasiada energía en programadoras sombrías. A veces caminan tranquilamente abrazados por una avenida con árboles como peatones observándolos lánguidamente y el ciclo es rojo al oeste, estas flores se doran bajo la tarde. Los autos pasan como balas de fuego y estos muchachos -sin posesiones pero con una hija adorada- son mi música. ¿En qué puede sustentarse un espíritu crítico desenvainado como flores que no se corroen en un tiempo donde todo es un óxido amargo, triste, y frecuente como la hambruna?

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Trato de explicarte que una pareja, más que su matrimonio, es una ecuación insoluble en una época destructiva y esta ecuación no es nunca una flor que se tome como bendición, y el procrear es misterio y bendición enviada por la naturaleza para enriquecer el concepto del hombre y la inactualidad, dices, no implica ningún final al problema. No es una sabiduría tampoco reemplazar una ecuación con otra y el matrimonio que se deriva como una pasión sin conciencia ha de concluir en ceniza. No es solución evadir problemas tan dulces como esta pareja: eso es imperfección, y es incstimulante en seres tan absurdamente elegantes como nosotros que, esto es ética, optam os por la historia como por una cuestión estética. No hay soluciones transitorias, y hasta el transitar es perpetuo: un concepto fugaz como aquellas metas ubicuas determina pero no se pierde en lo que florece en nosotros. Sin embargo, toda belleza es multiplicidad, aquel poseer un modo específico y distinto para relacionar (y relacionar es la palabra) el encuentro entre superficie y profundidad, el abismo entre lo deseado y el deseo, y no tener más que candor (eso es estilo): una emoción persistente como este cuaderno de Bach donde cuando dos cuerpos como los nuestros se acoplan furiosamente con ganas de comerse labios, pechos, muslos, el mundo es un largo, entrecortado gemido con palabras obscenas, y uno es el poder del otro -una imagen bestial, como dijo Leonardo da Vinci, al discccionar bruscamente una cópula- acaece que esto es la animalidad de la vida, un perpetuar el instinto, con el instinto. Tú mueves tus caderas bajo mi asedio y yo abro tus muslos que se retuercen como flores apretándom e la cintura, yo acodero en tus labios y tu cuerpo se curva como una bahía con luces, música, gemidos, y repaso tu cuerpo como un torrente de Bach que brota apretándose a mí, a mi silencio inaudito, a mi silencio perdido: eres todo el mundo para mí, un placer

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sobre el que ejerzo la destreza que nos separa de la maldad, esta expresión de la vida que das, de la vida que somos cuando te abrazas a mí y en tu vientre se engendra, crece y florece esta síntesis que es el hijo esperado. Un hijo es una historia, una responsabilidad que siembra inocencia ante nosotros. Será como esta pareja en un parque, y su vida tendrá dureza y belleza antes de engendrar y volver a situarse, arriba, entre los astros. Nosotros aún permanecemos aquí escarnecidos y masacrados, perseguidos, absurdam ente inteligentes en un mundo donde serlo equivale a descender al infierno. Entonces yo traslado al papel esta experiencia, esta destreza y dulzura: un poco un estilo aún romántico y visual contrapuesto a una industria cuyo ser, de este tiempo, ha sido triturarnos con las poleas de lo que nosotros mismos, una noche de abril, creamos y nos fue arrebatado. El mundo exige una restitución de los antiguos secretos del hombre: honradez, inocencia, bondad. Y el universo es una mente opuesta a lo que se disgrega como una granada abierta. El mundo exige ser transformado para lograr el sueño de sus padres, esto que somos ahora: una personalidad cultivada, una reflexiva visión de los actos, esta palabra profètica en una época que vive para el futuro pero que no acepta al futuro en sus entrañas. Los viejos modales reversos se han terminado y con nosotros -que poseemos la dulzura pero sobre una lucidez fortalecida con sacrificios- vuelve la juventud a florecer en corazones que han permanecido como estos labios, frescos y bellos. Atente a esta palabra aprendida, lleva esta luz en tus ojos aún cuando haya habido quienes trataron de arrebatar tu felicidad

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y vuelve, como esta pareja caminando por el verano, a colocar tu destino bajo la advocación de su lucidez. IV. Este poco de lucidez no podrá ser mal acogido en tus ojos. Y un poco de belleza, toda la belleza, una fruta para morder eternam ente en tus labios. Sé que la historia no sería perdurable si no fuésemos capaces de vencer a la crueldad, hacer del sollozo final la transformación del otoño en felicidad: una bella escritura, un poco de flores contra la dificultad en que vives, es haber sobrevivido en la destrucción del desorden y el caos. Era la época, dijeron, era la época y alguien se puso a cantar: -H... comienza el amor, muchacha, cerezos rojos blancos florecen..." Y era la época. Una bella escritura si no trac orden y limpieza a tu mente desaparece en la noche y el caos, queda como agua pasada en el agua que viene. Alguien, el de la eterna chalina violeta, se puso a cantar: -"muchacha, cerezos rojos blancos florecen, los campos se han impregnado de belleza, los estudiantes discuten..." El tiempo indúctil a la tristeza puede ser reformado, ¿cuándo habremos de lograr que esta edad de la primavera dorada se perpetúe como latidos de mi corazón afiebrado? -"muchacha, cerezos rojos blancos florecen, el amor..." Una vez más vuelvo la vista atrás en busca de la tradición olvidada, el tiem po que unía propósito y acción, sabiduría y fortaleza. Analicé las flores de Sedulio Escoto, flores de Cambridge, muchachas de Ripoll como azucenas quechuas y todo este manuscrito es sabiduría que puede quedar

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hecha cenizas si no logramos vencer la intolerancia. E ntre el camino y el final del camino encontré que el destino era mi propio camino, proceso donde la noche era la sombra que se desprendía del cuerpo. comienza el amor, el amor está en la mañana, y tú, muchacha, eres mi amor, este poema, una verdad..." Y cuando lo que he soñado y este poder crítico no se ha tran­ quilizado ante el enemigo -sino que se agudiza, como una contradicción superior- es que eres puro. Ninguna razón para cesar de escupir estas verdades permanentes. Ningún atisbo de reposo: apenas un estilo fluido y propcdéutico (con algo de Chejov y mucha lucidez bajo esta inevitable violencia que mueve a los vectores de la historia): el terrorista aquel de los ojos enrojecidos que te mira y te propone, después de todo, la estrategia de su amor parece un sueño de Chagall, un producto nada inexpresivamente dorm ido en una época sombría. ¿Aprenderás, esto es, aplicarás esta lección que se produce como sueños de historia donde verdad y realidad se compaginan en un tomo de hechos concretos? No basta sólo con nom brar el amor: hay que saber amar, saber hacerlo delicadamente comprometido con la vida y con el sueño, nostalgia de un tiempo recuperado en tu escritura. Desecha todo lo que incluya a tu naturaleza y haz de tu naturaleza el dominio de ti mismo: esa obra de perfección, como hablaron los místicos, es tu cuerpo como un tem plo donde creación y destrucción se complementan a ti mismo. Tú eres un Dios, una dulce fuerza divina capaz de todos los propósitos, una bella cosa operante en el mecanismo

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de los mundos. Tú eres un Dios, como un poco de yerba, una verdad pronunciada sin mucha tristeza es una fruta que llenará tu vida de energía y destreza. No es posible ver girar las ruedas de fuego en sentido contrario. Todo esto es un esfuerzo infinito, una máxima concentración de energía en apenas estas pocas palabras que te delincan un mundo habitable como un Paraíso. Y no es poca cosa este objetivo propuesto. No se puede luchar tampoco por algo menos que lo que uno mismo encuentra en verano: un poco de lucidez, esta cierta ternura del hombre. Porque, ¿qué otra cuestión es un hombre sino un Paraíso? La vida de un hombre vale tanto como toda la humanidad, una creación incesante, una m ateria eternam ente moldeándose como este cuerpo, tu vientre lleno de belleza es lo que me arroja hacia el mundo. Y no es que unas generaciones sucedan a otras, o aplasten la yerba donde florecen -además, ¿para qué suceder a lo que no tiene existencia?- pero la luz se hace con luz. Y ya viene el problema m oderno de saber si una flor es el fui del proceso, si el fin del proceso es apenas un cambio de estilo, como un transfigurarse en su fruto, una cualidad nueva en una situación diferente destruye sus hojas marchitas. Mi vida no se funda sobre hechos inconexos. Una razón como un sueño, una lógica, una cierta organización comprom ete el cuerpo como un destino, fuerza preparándome a embellecer lo que aún espera ser alocadamente embellecido en el mundo. V. No han concluido aún los prim eros estudios pero su aplicación empieza. Estos son años de luchas, c incomprensiones, convulsiones donde generaciones dulces como cerezos se prueban más por estos sueños que alocadamente proyectan

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que por lo que el tiempo ha borrado: descansan menos y aprenden muchísimo más. Estos son años donde la caridad se hace esperar, el fuego en lo alto de una antorcha se desliza como un canto que ondula en el bullicio de estas calles inciertas. Sufrí incomprensiones absurdas como garfios clavados a mi carne para decirte que amo tu cuerpo cuando está con mi cuerpo y amo tus cabellos más hermosos que el pasto donde el amor se revuelca. Elevé como una antorcha en el ciclo de mayo este alocado poema para ver que la alianza persista: celos, malentendidos, rumores como estragos que atraviesan las aguas del matrimonio son una maleza inteligentemente arrancada al sentimiento, arrojada fuera de sí al otoño. Y el mundo es no sólo un dulce lecho nupcial con cuerpos revolcándose como leones hambrientos sobre este prado de palabras: una época donde estás tú liberada es esta página como un guerrero que sueña en ti, violenta flor en el mango de una espada briosa. No han concluido aún los primeros estudios pero su inevitable aplicación vuelve a empezar. 1

.

Tu cuerpo como un sueño de yerba proyectándose en esta página es una danza azul, un durazno, una hoja en un jardín de cerezos amargos.

No un silencio el pezón exquisito tiembla en mis ojos: tu sueño abierto en el viento la flor desnuda se estremece se balancea el abrazo el astro del cuerpo en el viento:

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yo comparo labios + pechos en el verso tu beso tu seno que beso y el rumor de tu pecho se dirige repleto al crepúsculo cargado de luz entre flores una mariposa mis labios en tu seno recorren tu cuerpo bendice el verano recitan y me acerco despacio el orgasmo como el alba donde brota la luz mi voz te acaricia y respiras caminas aún dormida en m í el sol de tu cuerpo sueña la música en silencio este beso en el pecho que mis ojos descubren no el conjunto el pezón exquisito una parte (¿no el conjunto?) el izquierdo (luna p a n el) el pezón exquisito el izquierdo donde geranios se abren (como tu cuerpo) (y el mío) (son el conjunto) ahora pensando interpretado el pezón disfrutado el izquierdo florece en mis labios. 2.

Me atreví apenas a dibujar la flor del pezón izquierdo como ciruela en mis labios y todo es luz.

Esta habitación

como un cuerpo en verano se abre cuelga: flores con mariposas que sobrevuelan el pezón brota ciruela en flor esbelto el amanecer la hora con música gorriones en árboles silenciosos la hermosura como una delicada proporción en mi vida esta frescura las flores

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del cuerpo en silencio

acarician mi cabellera alocada un cuerpo pniebo el orgasmo tu deseo como un dibujar tus pezones el orgasmo mariposas que sobrevuelan en tus labios mis labios. 3.

Si el amor es perfecto tu cuerpo en el lecho será una hoja en el mar donde el amor acaricia levemente tus labios.

En el lccho sólo el verano luz proyectándose posa su garra desde m i izquierda: 3, 4 círculos en tu cuerpo como trazos de Leonardo m ar de belleza y eres un dulce furor en m i lecho donde mis labios abrevan para probar tu perfume. que el arte es estudio Se esparce la brisa y visión. en el abanico de tus muslos: los pétalos del placer cubren con rocío tus pechos y el amor es ritual pasto entre mis manos muslos que se entretejen bajo mis labios. Leves tus quejidos crujidos como flores abriéndose en la yerba son esta canción delicada y mis palabras flores brotadas angustiosamente en tus cabellos: la poesía es este orgasmo, mi mujer y el sol dulce equinoccio en el lienzo donde lo real y su símbolo se adecúan un verano. Si el amor es perfecto este diseño será luz malva en tu cuerpo y yo te habré lentamente poseído como a una fruta exquisita una noche inacabablemente oscura. Pero un instante apenas de belleza que ha de florecer delicadamente lúcida en el mundo son flores de una vela que enciendo tras un espejo que atraviesa

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para destrozar a la noche. Descansan menos y aprenden tanto como las flores de este Cuaderno de Angelus Novus.

4/1:

Floreslfuego.

Brotó fugazmente esta rosa intacta. /La lenta rosa en el endecasílabo /brotó impecable como un astro rudo. /-¿Rubí, esmeralda, ojos de ángel que alum­ bro?-. /E l fuego meditado de esta rosa /fugazmente incendió la fría página, //que como un pentagrama componía /al centro de la tem pestad histórica. /Nadie esta noche era azaz compañía //sino un mar en mí de oro y verde y luz. /Aquel fuego lamía esta conciencia. /La densa metáfora que es la rosa. El fuego impío que florece en mí /ya se desangra en la oscura mirada /del crepúsculo, o época, y amo esta página. /Yo que no tengo pasado lo nombro. /Y nom bro lo pasado que destruyo. /Donde hay olvido acontece la vida, //y donde esta luz hoy no te deshizo /lo marchito el presente no llegó. //La rabia de vivir es mi pasión: /dulce florecer en dura historia /D onde aquella escritu­ ra de la rosa, /bella y temblorosa, gozosa rosa /que roza ética, estética y dia­ léctica: /tan signo contemplado (y transformado) Me ocupo de moral si hay cuando me amas. La ética de todo escribir perfecto (más que perfecto este escribir directo). La estética que enjuicia lo real. Y al nombrar la rosa he nombrado el siglo -transparente, u opaco: también mi luz-. La rosa aquella de la metafísica me importa menos que la fresca llaga de otra rosa completa que nos arde. La hermosura moral del cuerpo amado que como a San Sebastián me ha flechado, y arde con fuego pausado en mí. Arde muy lentamente mi deseo en el cuerpo frío que una vez fue. Me bañó la luz de la poesía. /La muy precisa luz que fue este cuerpo /en mi ojo acariciado, destrozado, /en mi sereno canto mancillado. /Rosa tan pura: pecado sin mácula. /Ya me arrastra el amor del cuerpo amado. /Ya me llama la m uerte que me salva. /Mi garra está clavada a oscura máscara. /A bro mi

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corazón donde has dormido. //Brilla un puñal macabro en las pupilas. /El sueño feroz aue en la noche asalta. /Mi labor precisa tiene esc rostro /que no tengo en el filo del espejo. / Esa luz soy cuando florezco aquí. Amé amo amaré esta noche y el rodar /del ciclo es el amor que por ti en mi /se obstina inalterable como un fuego /y el trotar de este hom bre -mira mi lanza: /el soberbio manejo de la espada /de la dialéctica mira es también //flor y fruto desprendiéndose en mí, /m adura ya, flor y fruto que amar: /prin­ cipio y fin más dulces cuanto menos //turbios. ¿O tra luz habla este jardín? /Ecuación ni con enrejado -herrumbre- /o piedras: en tu pasado y en tus pa­ sos /se dirige tu futuro al presente: /por esto eres y eres luz, fuerza, amor. Este tiem po es poco prado a mi potro /con casco de flores: largo galope /tro­ nando contra una injuria o cuchillos /me arroja el sable en las manos: coraza /de lilas, contra toda ineficiencia. /Truena el galope y el pavimento bajo /el galope es poca yerba para estos /ijares, relincho, caracoleo /arrojándom e contra el alocado //desenfreno y este caos chapotea /como guerrero herido por Uccello. /No es el vivir error para caballo /transformado en perro. Este tiempo es poco /prado a mi potro sin frenos: mis armas.

5/11

El Angelus Novus

Troca esta rosa por amor no poco: /ama sin cuánto, con nada, con todo. /El cuerpo de una rosa, ¿no es jardín? /¿Sueño encarnado, luz del corazón? /Ama esta rosa que ha prefigurado /tu sin fin, y tu precisa dialéctica. /¿Mi cuerpo es rosa? ¿Tu cuerpo este pétalo /que es besarte abajo: tu labio ar­ diente? /Ama esta rosa y no ames si no roza /tu cuerpo -llama, canto, mar, belleza- //a mi rosa, flor de tus ojos dulces. /R osa mística, corazón, me en­ ciendo /de amor nom brándote cielo conmigo /donde Dios te contempla, y yo soy Dios. A bro un cuaderno y te veo ángel mío. /Mi ángel en pequeño, grande, y madu­ ro: /cuídame, como hasta ahora, y te escribo /este verso: ángel sin rosa no es ángel, /ni rosa sin tú -ángel mío- no es rosa: /(es vano ejercicio: un endecasí­ labo). /Mis ojos brasas, este rostro en calma /y aterrado es la tierra que pre­ digo: /sin poesía inteligencia es bruta. /¿No soy un brillante en tu compromi­ so? //Te traje esta ofrenda -sangre en el verso- /y flores en tu rostro, que es mi rostro, /un mar verde en flor es nuestro tesoro. /Tú mi guía, tú mi Dios: yo tu obrar.

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Angel: amor no turbio, fuego en mente, esta hora es mayo, esta noche es tu día, este día no es nadie -qué tristeza la tristeza posible y no posiblcy ya nadie es nadie: ni yo, ni nadie porque el alguien llora bajo mis párpados. Se me olvidó, y escarnece, el golpear contra mí (y es duro) reina sobre mí. ¿Qué hacer, y a qué, a quién, cómo, do acudir? Rosa de mis palabras, flor devota, corazón no enlodado, y tu profeta: toda estupidez quebré en espinazo, nueva alba salió en mí, más fuego: luz. ¿Esta hora es mi dolor? -un Paraíso /de amor, y rabia, desesperación, /y fue­ go, y mar, y cielo, todo esto /es también ofrenda -¿todo el amor? /¿Y todo el dolor es mundo en ti, o en mí? /-Pobre ejercicio pero en valor /como este ex­ presar soy lü mi querer /cuando el ángel de mi boca habla al pueblo, /y a su época, su dicha, y todo horror. /Boca de ángel: pueblo truena en mi boca. //¿Qué puede deternerm e? -tu amor solo, /un decirme: cumpliste ya, eres li­ bre. /Tiene el ángel su fuerza enraizada /a estas palabras, este sueño: vida. Tenérsem e podrá por bronca, o loco. /Bien loco soy. mas lleno de cordura /y toda esta hermosura -yo: tu luz- /al mundo asusta: incomprcndido voy /del cuerpo a concepto y esto es jeroglífico /(bajo la nochc) a esc poco cerebro, /a no tan poca luz en mi ojo: te amo /¿Mucho filosofar y poco fruto? /M ucho fi­ losofar es fruto hoy día. /No rota astro sin cerebro, ni amor, //y tierra, sin mente, no rota al sol. /Tu ángel es sueño, ala, historia, luz, libro. /Qué poca cosa es esto, y más: vivir. /Tener medida hasta salir del límite.

6

/III

Y el Angelus Noviis destruyó a un ayer.

Angel es rosa olvidada en ahora /cuando rosa mira en dolor tu ausencia: /tu presencia pasa, furor, quedándose /en mí como esta rosa sueña en ti. /¿Qué ángel hablará al sueño que despierta? /Los años han pasado por mis ojos //como astros -formas de fuego, estas flores /sin no cesar a florecer en ojo/donde este amor es mente sobre cuerpo. //Angel, este suave fuego alum­ brando /al mar, vuela en el m ar que duerme en mí. /No se puede vivir en el

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recuerdo. /No se vive sino como esla flor: /negando lo que fue, brotando en mi ojo. Qué terrible y qué triste nuestra vida, o sueño feroz como ángel colérico persiguen los demonios del hartazgo destruyéndolos en ceniza, en polvo, y esto es camino en contra del pasado. Una rosa (un ángel) sueña otro mundo: verso recuperado para ti -ángel incomprensible, ¿comprenderte, cómo?-. Esta rosa amorosa es colérica como el ángel de estos ojos clavados -dardo ardiente- a mente, cuerpo, y esta obra. ¿Cuando hermosa esta flor destruiría su jardín? Jardín: manos de mis flores son -te ofrezco- este corazón, cerebro: todo bajo esta mano-ángel, mi sueño: /luces, o música, ojo, sentimiento. /H erm oso el jardín que la flor negó. /M as dulce la vida que su pasado /des­ trozó: vivir florece en mí, y aquí. /Lo que tuve no me falta: no sobra /lo que tengo: este amor, el arte, y vivo. /Florecí como jardín en tus ojos. /Escribí cantando esta poesía //que atrapa lo fugaz en nuestra vida. /U n ángel problematizando el sino. /Sino inútil del arte que aprendí /en jugando a clavar bajo el mañana /este ajedrez que destruyó a un ayer. Una mirada brilla como un pasado yace, destrozado, -pasado, o cstulticiacn la nada. Sólo un verde fulgor como una mente florece en el hielo existe. M ira el nivel -profundidad y elegancia- antes que cualquier otra cosa cuando busques encontrar tu paraíso. Ni te apiades de ti mismo ni busques encontrar piedad lejos de ti. Esta frase es hermosa. Tacha el adjetivo pero agrega el subjuntivo: esta flor que acaricias soy yo cuando broto en tus labios.

380


I O también: cuelga la luna pero ha desaparecido la noche. El tiempo es sólo una frase -bella frase que describe tu ánimo- y espera sólo tu florecer esbeltamente en la página de un Computer donde tiempo es un pluscuamperfecto del verano: descansan menos y aprenden ahora muchísimo más. 7.

Estudios filosófico-matemáticos para la aplicación de computadoras manuales a la escritura poética. I.

(2911/1979,10 pm.) 1 = A

I.

= B II. 3 = C III. 4 = CH IV. V. 5 = D VI. 6 = E VII. 7 = F VIII. = G 8 IX. 9 - H X. 0 = /II/ I J K XI. L LL XII. M N XIII. Ñ XIV. O XV. P 0 R XVI. S T U V XVII. W XVIII. 2

El mundo no es más que su alfabeto y el alfabe to puede ser transcrito en valores matemáticos. El # 0 = 5 vocales (cualquiera). 5 vocales + 25 consonantes. 24 : 9 = 2.666 Una consonante = 2 . 6 6 6 ¿Cómo lograr el valor matemático de cada consonante? ¿Lo importante: '’esc '1 valor, deviene irrisorio? ¿2.6 para consonante B? ¿2.66 para consonante C? -Serían entonces 24 arábigos 6 veces repetidos. Por tanto, ¿la multiplicación de estos diferentes 6 (tom ando como punto de partida básico al 2 ) qué produce como resultado:...? ¿Se multiplicarían o se dividirían? ¿Se sumarían o se restarían? -El # 0 significa naturalmente la opción de las voca les. ¿Qué significaría entonces la multiplicación? ¿Qué -la división? ¿Qué -la adición? ¿Qué -la sustracción? -Valores simbólicos, por ahora no. Esto es, nada del tipo: multiplicación = primavera /di visión = invierno / adición = verano / sustracción = o toño. ¿Que significaría el 1? ¿Qué el 2? ¿Qué el 3? ¿Q ué el 4? ¿Qué el 5? ¿Qué el 6 ? ¿Qué el 7? ¿Qué el 8 ? ¿Qué el 9? -el # 0 = Código de vocales. Código 1: morfología

381


Código 2: consonantes Motor de rcterri' torialización Código 0.6/n: sílabas 2

Código 3: sintaxis XLX.

XX.

XXI.

Ortografía^ + f M otor de desterriProsodia lia J toriíalización 1. artículo 2 . sustantivo 3. Adjetivo Variables 4. pronombre 5. verbo 6 . adverbio 7. preposición Invariables 8 . conjunción 9. interjección

.

8 II. (2912/1979,12 pm.) XXII.

XXIII. XXIV.

La art.

primavera sus.

es ver.

hermosa adj.

-Qué significa? ¿La multiplicación de un ar tículo 4- un sustantivo + un verbo + un adje­ tivo -qué poduce? Si multiplico 1 x 2 x 5 x 3 llego a un punto: sale 30 (pero ¿cómo sé que: la primavera es hermosa?). Esta es una dirección que viene de Spinoza y prosigue con Dclcuzc: I o resultado. ¿Pero si al multiplicar 1 x 2 x 5 x 3 me sa­ le: -el vacío es triste? ¿Qué significa? I o Una base: artículo + sustantivo + verbo + adjetivo. 2o La relatividad del valor configurado.

Si lo relativo es absoluto evita dar soluciones mecánicas.

382


r

Toda abstracción es lan útil como aplicarla perfectamente pero sin abstracción no perforarás tus tarjetas de sueño: 9.

Programa para combinatoria de 12 signos. 4 flores

3 fábricas

contemplar

Tú amas —

\

6 donde

el cielo de tu cuerpo

florece esta mente

*71

\

/

/ 8 y sueñas

no ser otoño aún

10

11

12

cuando

quieres

ser amanecer belleza

II 2:

T oda imaginación es un sistema de signos, una inteligencia admirable como cuerpo de muchacha y el profesor debe perforar sus tarjetas meca­ nografiando este sueño.

3:

a)

1 2 3 4

X 1 X 3 X 4 X 5

5 6 7 8

X 6 X 7 X 8 X 9

9 10 11 12

X 10 X 11 X 12 X 1

383

1 X 2 2 X 4 4 X 6 6 X 8

8 10 12 2

X 10 X 12 X 2 X 5

5 X 1 1 X 3 3 X6 6 X 9


b) Tú amas tú amas contemplar fábricas fábricas flores flores el cielo de tu cuerpo el cielo de tu cuerpo donde donde florece esta mente florece esta mente y sueñas y sueñas no ser otoño aún: 10. Todo esto (estudios/combinaciones) son tautologías posibles como un ciclo abierto en una flor que acaricias y es sólo innegable apariencia por­ que su cambio de sentido, en gramática, cualifica tu mundo. No han concluido aún los primeros estudios pero su aplicación empieza: tu cuerpo y el mío son el conjunto, una alegría de flores bajo su propia sabiduría: no una proyección geométrica con curvas tristes y cifras ignorando estos sentimientos revueltos: la Bauhaus, Kandinsky, Malcvich, Le Corbussier han buscado integrar el concepto de humano a la técnica, las formas que cambian transfiguran los conocimientos marchitos pero el hombre, homo ludens, o faber, permanece. Este poema, por ejemplo, elabora un saber en el que podemos tranquilamente habitar como en un sueño cuya realidad sólo procede de poemas como éste impeliéndome a poner en marcha al mundo, una verdad en cuyo sueño el hastío se quiebra. VI. Sé que he escrito poco y que he todavía soñado más. Esta vida es un sueño destruido en la polca de una industria que me escarneció, e insultó, vilipendió mientras me escabullía hacia el amor restituyéndome a los corazones que me han guarecido, a esta noche tan bella como el oleaje de tus caderas donde encontré bondad y belleza. He escrito poco y sin embargo he amado, deseado, procreado más que flores de un pasto en una noche estrellada.

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Tu alma es un campo de heno azul, tus caderas dulcemente agresivas se remueven bajo el empuje de este deseo y tus muslos como un durazno se abren tiernamente en mis brazos mientras entrecierras los párpados para sentir directam ente el orgasmo, un lento y brioso estremecimiento en la carne mientras yo siento que te poseo en el lento remolino de tu cuerpo. Esta forma de amar exige energía, puñado de yerba crecida en tus muslos sedientos. Y tenemos todavía una buena colección de poses que renovar en estos cuerpos ávidos de alcanzar lo que los impulsa a estrecharse: una masa de flores proyectándose lentamente estas garras de su deseo se deposita, como un verso furioso, en tus labios ansiosos. Esto no es un deber conquistado pero aquí como en todo cuerpo que obra, o sueña, empieza la vida: amamos tan sólo el cuerpo capaz de abrazarse desesperadamente a nosotros mismos como a una última tabla de salvación y luego destruimos esta desesperación guiando aquel cuerpo hacia el calor de nuestros labios. Y no hay intermediación posible ni desconfianza alguna porque ese cuerpo es lo que somos cuando tratamos de alcanzar terrenos mejores que nuestra propia soledad No será este un derecho conquistado aún pero aquí empiezan vida c historia, y el amor más poderoso que toda la noche es también un lugar para la reflexión, esta pasión que arde como una brasa tranquila en la mente. ¿Qué puede ser no más importante: más necesario (y más bello a este mundo) que una pareja discutiendo amablemente

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los proyectos de su propio futuro? Estamos solos en el mundo, y contra el mundo. Hasta que el mal tiempo no desaparezca debemos resolver todos estos problemas -autonomía, relaciones ocasionalmente conyugalesnosotros mismos, papel y lápiz entre los muslos. Esto no es un problema de lógica pero tiene sus principios: el amor ilumina a la vida como el razonamiento a la práctica y el concepto, a pesar de Carnap, es un acuerdo común entre inteligencia y sentimiento: esto es vivir como un orden y un transcurrir que se desliza suavemente a su fin. Y esto es la historia: aquella obra que queda, convulsa, de la vida. En la lucha entre marido y mujer el camino frecuente concluye equívocamente en tristeza y separación, un lenguaje rosado como todo vulgar compromiso perpetúa además incomprensiones absurdas, o su consecuencia: los libros vulgares ofrecen soluciones vulgares e insuficientes pero el arle, cuando pierde el designio, huye de las desavenencias como de una peste. ¿No ha podido aún el artista proponer, aunque contrastadamentc, soluciones complejas a problemas tan turbios como alcantarillas corroyendo la vida social, y su tiempo, y su sueño? Reemplazar un marido con otro, una mujer con otra y decir que esto es amor es negarse a ver que los cclos persisten, y el laberinto se amplía. Este tiempo exige experiencias tan importantes como soluciones inteligentes y definitivas, no se puede perder tiempo tratando de encontrar otro cuerpo, otra forma de vida si no se fue capaz de cosechar en esc cuerpo belleza y lú mismo no exististe como belleza para tu propia mujer. Un pleilo es una forma ilegítima de existencia, el negativo de una película aún por montar, armar,

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y volver a desmontar. Mira cómo han habido cónyuges engarzados como brillantes, una pareja como Sartrc y Simone de Beauvoir por ejemplo: crítica, feliz, inteligente y curiosamente aplicada en asuntos de historia ahora que hemos sido como ellos pero con cosas que ellos no tuvieron: tenemos hijos y los observamos como dulces fieras revoloteando bellamente bajo nuestras manos cuando peinamos sus cabellos. Todo puede, entonces, tener una solución concluyente y esta conversación producirnos más tesoros que preparar aparejos para conquistar lenguas muertas. La vida es una conquista, y el amor, y la inteligencia que nos vuelve más tiernos, más indestructibles. VII.

No es exclusivamente el amor un entrelazarse de cuerpos pero sin reciprocidad del uno hacia el otro el amor no existe: esta conversación, estos comentarios a sueños, sucesos, traducciones de versos clásicos según una perspectiva actual -en tus ojos he sido una flor por ejemplo, que se agita bajo tu vientre en la yerba- presupone que el amor trabaja no sólo en su lecho: flor, o yerba, tu vientre permanece como este verso, luz del cerebro, en mis labios. Todas las posturas son aconsejables y el cuerpo -que no es un manual de relaciones eróticasrequiere, sin embargo, un cierto ejercicio: aún jóvenes, mundanos, utilizamos esta simple convención pasajera para protejernos mejor del maltierapo, elegir cada quien la postura más conveniente a su deseo. Master & Johnson, sexólogos, siquiatras consultan text donde la pareja es menos libre que en su propio lecho. El cuerpo es tan inagotable

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como el am or que lo mueve y lo que no cambia es que hombre y mujer se unan, o se desunan, ardan y refresquen su ardor con ardor. Tú eres un tesoro conquistado a tu tiempo, tu familia, lu pasado que yo he destruido como una retórica inadecuada. Sobre tu mente como sobre todo este tiem po ha volado Enrique Vcrástcgui, loco, poeta, y revolucionario en teorías inexplicablemente atractivas: él te ha liberado, despertó tu eros dormido, te puso bajo la protección de una cópula donde tus labios florecieron como cerezos. Abrí tus muslos para probar tus pechos, y acaricié lentamente tu vulva entrando en ti como en un mar: todo eso era yerba irrevuclta, caricia dormida, tierra caída Besé tus pechos y deseé que florecieses en la noche. El amor hecho demencia y belleza estremece: el infierno está en otra parte y la mujer que no se traga al marido no desnuda su mente. Satisfecha: se llena de bríos, contradice, habla, es generosamente viciosa con lo que la hizo florecer, como un ronquido, en verano, y vuelvo a montarte, te amo así contra la colcha. Aportamos algunas variaciones considerables al Kama-sutra, el Arle de amar de Ovidio, y el Libro de buen amor. Todas esas poses, atractivas como relieves griegos, las conocimos y el mundo continuó siendo imperdonablemente imbécil como hasta ahora. ¿Estos cuerpos pueden ser el libro de la maravilla desconoci­ da? Ninguna sensación de bondad sobre estas calles amargas. Nuestro amar permaneció revuelto e impasible como un Eros volando en torno a los cabellos de una buena Ve­ nus de mármol en un parque donde los peatones pasaban tan distraidamente como los autos, o el amor que buscaban. Esto no es ningún reproche al estómago y sin embargo esto es economía sexual: un querer volver al instrumento de producción un cuerpo, y hacerlo necesario como el espíritu. No tomarlo como un placer que concluye en laxitud,

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o ceniza, mente aterida como si todo se hubiera irremediable­ mente satisfecho. Te hablo de un estilo de amar, una forma incomparablemente precisa como estos sueños la que podrá liberarnos de presiones síquicas dirigidas a convertirnos en objetos paralizados, menos contemplativos incluso que una estatua donde Rodin ha puesto su mano. Ello expresa que buscamos un cambio, y que nosotros mismos -alocada pareja proyectada sobre esta página como una teoría incomprcndida y perfectamente acariciable- hemos cambiado para desgracia de nuestro tiempo, antes de tiempo. Y no son palabras como moral, o esta obra: inmoralidad, término equivalente a función sexual alguna. Vivimos un mundo triste como un autómata, un sitio donde el cuerpo no es alegría sino silencio, un sitio como la "cosa pública” donde imperan corrupciones y niebla -el verdadero sentido de una inmoralidad a la que combatimos como situaciones inconvenientes para esta lucidez del cuerpo prefiriendo destruir sus infiernos, hacer de su obra esta metáfora de reflexión, y procreación, hermosa intuición al entrar en un cinc de barrio. VIH. Toda pareja posee quizá un placer que la estremece en sus tardes perdidas. Un grave defecto del arte es presentar al placer aislado como una puta viciosa bajo los árboles de una noche de marzo: nada más falso, y absurdamente irreal. Una mujer poseída entre flo­ res, de pie, o ligeramente inclinada sobre el otoño, con brazos que la cogen por la cintura como a una bestia es un hecho escultórico, no una variación ligera como ondas que se entrecruzan bajo el Kama-sutra.

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Este boceto estaría incompleto si yo no me atreviera a borrar lo que es retórica dejando apenas a estos cuerpos que se acaricien, sin alegorías, ni pétalos de yeso, sin flores quebradizas. Un pasto ondula, y una bella espalda como una noche profunda y combada a todo lo largo de la línea del centro con sus cabellos m arrones recortados como dulces racimos de uvas en las sienes, ojos entreabriéndose mientras las comisuras de tus labios están pronunciadas, el placer satisfecho bajo tu cuerpo dejándome poseer en el rum or de una tarde donde tu culo al moverse puede hacerme perder honra, fama, dinero, y circunspección merece toda una descripción minuciosa, varias novelas sobre el arte de copular en todas sus formas y unas cuantas metáforas exquisitas que yo -excepto todo lo demás- no quisiera compartir con nadie que no seamos nosotros en una noche de olvido. Un buen culo como un sueño es yerba en los labios, y cuando sacas tu blusa por entre tus brazos alzándose apenas como flores entre tu calzoncito apretado tus gruesas nalgas tiemblan, estremecidas, en mis manos y yo mordisqueo suavemente a tu deseo. Este placer más que un estilo perdido es una ebullición en la carne y cuando parece que tus caderas o el movimiento de tus caderas poseen toda la sabiduría del mundo en este pecado exquisito nosotros sabemos que esto es riquísimo, y bello, y ahora en tus agitados años maduros aprendes a moverte lentamente al ser poseída por una tempestad bajo la luna, placer bastante común, pero placer que despierta, en todas estas parejas abrazándose por las calles. Ninguna extrañeza persistió en todo esto y sin embargo gustamos este fruto prohibido donde nada que no sean nuestros cuerpos montándose 390


libremente a un costado del sueño puede ya existir. No ha sido este un estilo olvidado y sin embargo tiene secretos que cada quien cultiva a su modo: gruesas nalgas apretadas en un calzoncito medio transparente es un bamboleo en verano como una sensación arro­ jándote a penetrarlas en un movimiento lentísimo y rico. Después de una larga experiencia no se puede decir que ni tú ni tu cuerpo o yo mismo hayamos empeorado. T e conocí con tus nalgas grandes, inhábiles, poco pudorosas y apretadas como pelotas en torno a una raja demasiado gruesa, o peluda, en un culo un poco más alto para tus muslos robustos. Talla más bien baja y un culo hermoso como hecho para resistir toda clase de esfuerzos se compaginaba a tu espalda adorable y ligeramente ancha donde arden mis balbuceos entre los cabellos de tu nuca, estos versos como lentas caricias en tu oído extasiado. Una práctica dulce, larga y cotidiana sensualizó tu silueta volviéndola poderosa en sus caderas, y las nalgas menos apretadas pero apetecibles y deliciosamente bamboleantes son ahora agresivas como una flor que desea brotar bajo la falda, y sus movimientos delicados, deshonestos y portentosos se modelan dulcemente bajo estas manos que te dibujan. Tu cuerpo está ahora más sensual y tus ojos húmedos indican que una liberación contra cualquier otro tipo de apuesta ha podido producirse en un matrimonio que es, sobre todo, este arte de un buen vivir Este haber amado tu cuerpo haciéndote conocer todo el placer como un sueño al que secretamente levantabas tus faldas de adolescente para dejarte acariciar en los muslos por esc amor escondiéndose contigo

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para abrevar en tus labios puede ser que aún te obsesione pero con una obsesión sin malicia, como otro acto cualquier, una relación más en la forma de amar. Transfigurar la noche como un contrato que podía separarte de mí equivalió a destruir las convenciones que impedían a tu mano dejarse deslizar como un pájaro a su deseo. Y es aún más curioso hablar de esta pose como de un placer prohibido cuando habernos satisfecho así pudo liberar tu imaginación de lo que no eras tú misma en lo que tú soñabas. Sodomía no es contranatura y esto es sexo liberado d e todo prejuicio, o inmoralidad, y estupidez: aquí estoy apoyado por Nietzsche-* "la pederastía grie­ ga no es algo antinatural; su causa final, según Platón, era la de producir bellos discursos'’y por la experiencia. Estas nalgas gruesas y ardientes, tus carnes que se remueven bajo el asedio de mis manos son también mi locura como un elección que me devuelve al acto permiténdosc poseer una visión más completa de estos cuerpos acoplados como bestias de noche. Y sé que te gusta culcar más de la cuenta y que tu adolescencia solitaria fue una virginidad inexplorada como un libro de piano que permaneció arrumado en olvido, o silencio. A la edad perfecta sangraste tus muslos pero no tuviste belleza o la belleza se enturbió y estuvo lejos de ti. Tuviste sudores, palpitaciones, náuseas: tu cuerpo ya se perdía y yo aún no sobrevolaba como un ruiseñor tus cabellos que ondulaban en una calle cualquiera. ¿Presentías que yo llegaría a coger tu mano, c invitarte a conocer todo el mundo que ha­ bías soñado? El ritmo estaba en ti y tú aún te movías sin ritmo

Nictzchc: Fragm entos póstum os de la época de Hum ano, dem asiado humano, cf. Reo. # 113/115, Bogotá 1969.

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ni proporción antes que yo acoderara en tu cuerpo como en un primer orgasmo dándote mi propio ritmo y frescura, acaricié el misterio de tu belleza y nos conocimos realizando millares de poses sobre la yerba. ¿Q ué instrumentos, o música, qué partitura es propicia a esta lecho donde los cuerpos serán como hetairas y faunos copulándose lentamente? Bajo una tarde llena de ansiedad, o hastío, todo es posible, y el placer -que aleja del mundo- elimina quizá toda conciencia de realidad pero no esta realidad donde el placer como un sueño es felicidad bajo una música leve y tranquila. Nada tiene el peso de una existencia perdida entonces y por unos momentos me gusta sentirte así resoplar, y gemir, o lanzar palabras como flores tibias mientras tus labios se tragan el pasto con flores de mis párpados entreabriéndose ligeramente bajo tus besos. Tienes el cuerpo grueso como el de la Margot de Breughel y yo amo esta carne, este poder de la cópula que me confiere su fuerza sobre un arte en el que marido y mujer abandonados a sus propios vicios secretos no son tan indiferentes a lo que desea su carne como el mundo con lo que sucede esta tarde donde el placer es todavía (¿o no?) un arte secretam ente admirado en colecciones privadas. IX. Labios, muslos, pechos, caderas que han aprendido a satisfacerse sacudiéndose suavemente gotas de espasmo con sus labios abiertos bajo el deseo, nalgas que engullen con ansias cuando se las penetra el falo que buscan como un trozo de placer olvidado, párpados entrecerrándose

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suavemente como una sonrisa pecaminosa, y besos, caricias como ligeros mordiscos, la pulpa de una palabra en los dientes, todo esto configura una música: sus tonos elevados y bajos en este cuerpo en el que extraigo versos como sonidos de tu propia belleza interpretada bajo estos besos una larga nochc de amor. Ayer era un mal día, como una pelea: un símbolo extraño, o metáfora de todos estos años pasados como estados de ánimo a los que esperamos nunca más volver, pero ahora, y es primavera, contra una pared verde pálido como en el fondo de una vajilla griega tú muestras finalmente que el amor es eterno como el mar: los cuerpos cuando se aferran uno a otro son una luz húmeda en los ojos, un dulce brillo que dicc lo que a veces labios ni gestos han podido explicar. Es que el amor como el deseo -hormigueo, erupción, dulce escozor bajo la piel en la yerba- es un misterio que habla a través de los párpados, fruta que se te ofrece al solo mandato de una mirada como súplica buscando estrecharse a tu cuerpo, tus labios, tus palabras ardientes como flores en los labios. Tú, yo, ellos, nosotros, han podido ser otros, o los mismos, pero bajo el imperio de la pasión estos cuerpos deben, finalmente, unificarse: caderas, muslos, torsos, pechos enormes como ubre de loba que yo probé hasta saciar mi hambre, muslos que delineé con mis labios como sobre una tristeza de esta muchacha que yo encontré perdida una noche en verano, labios como ciruelas que yo repartí en otros labios airados y ardientes una tarde bajo la lluvia, y caricias, besos como pactos inquebrantables,

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la húmeda belleza de una mirada que se ofrece en un compartimento de ómnibus, todo esto conforma el misterio pero no el mecanismo del deseo que ruge, como leopardo, en nuestros ojos hambrientos de afecto y belleza, cerebros llenos de calma, lucidez, y pureza. Amor y deseo son un misterio tan inexplicable como el origen y fundamento del mundo, y estos encuentros hablan mejor que diez tratados sobre la materia que nos ha convocado a un lecho como ante una mujer que aplica dulcemente sus labios repletos de lilas en el glande morado acariciándole, además, los testículos a su amante acaece que no estamos en un libro de estampas eróticas, un ritual del que por una cuestión de oscura moral debamos permanecer como dos distantes amantes y sin permitirse los suaves juegos que estrechan su conocimiento entre ellos. Tú aprietas en tus labios mi falo y yo acaricio tus hombros, tus cabellos hermosos como cedro humedecido con lluvia antes de saltar sobre ti -leopardo sobre leoparda- y olfatearte lentamente tu vulva, y mi lengua pasa como un pincel en tus labios salados hasta sentirte estremecida como un mar, un oleaje de sueños sobre el papel donde yo escribo este poema. Podemos realizar otras poses locamente libidinosas para escandalizar a quienes no conciben el amor sino como culpa, o extrañeza, pero no es el escandalizar un cuerpo con otro, o tratar de saciar lo que no puede saciarse con carne y la tranquilidad buscada no puede quedar entre uno u otro muslo sino donde el corazón -catedral que sonríearroja afecto y bondad. Tú sabías esto mejor que cualquier psicología de la fugacidad del vivir, y mis límites son, también, una cuestión objetiva: te vuelves tratable,

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y tu piel es tersa y fresca, tus labios sonríen cuando reinas sobre mí como sobre un campo de flores y has refregado desesperadamente tu sexo a mi sexo, me has comido -litcralmentccomo quisiste pronunciando toda elase de gemidos, palabras obscenas, y hasta palabras que sólo yo comprendo. Esto quiere decir entonces que volvías a la vida, y sonríes, sonríes, y te sientes más apta para em prender cualquier trabajo aportando un poco de calidad en un mínimo de tiempo (diez veces menos) que el rutinalmentc empleado cuando tu deseo persiste sin aplacarse, y tu carne no es probada. ¿Tiene todo esto algo que ver con aquello que duerme, el otoño, o la energía que ha buscado encaminarse por el cauce de su obra a donde es configurada? La energía que brindo en un abrazo es la que yo he recibido como un sueño proyectado sobre esta pared verde pálido, estas colchas revueltas como un mar de palabras donde me he negado a decir que tu alegría aJ desprenderse del calzoncito que se desliza por entre tus muslos a los tobillos es indecente si esto está en tu naturaleza, y excita aún más a esta sexualidad que te aborda, y es tu propia sexualidad, conduciéndonos a procrear belleza: la excesiva prudencia -como dijo Erasmo al loco de Moroes imprudente y esto ¿qué quiere decir? no ser prudentes es no ser bondadosos. Y no nos hemos obligado a posturas desagradables, ni nos hemos dañado, ni hemos permanecido irrespetuosos a estas ganas de aparcarnos a toda hora, en todo momento sobre paisajes hermosos, una noche estrellada, y sincera,

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o un azul despejado que cuelga como sábana límpida en la que estás tú con tus muslos abiertos, tus labios posándose como mariposas en mis cabellos. Estás aquí como un sueño de mí: lo mejor, apenas como una flor a la que he brindado un poder insinuándose diestramente en tu cuerpo. Tres, cuatro de la tarde, y todo es hermoso. Pido volver a trazar con la escritura de nuestros cuerpos el misterio del deseo que somos, del deseo que es también este mundo cuando nos reconciliamos a él produciendo estas frutas que lo han vuelto aceptable. T ú te niegas, pero aceptas: pides que deposite mis labios en tu vulva rosada y salada, plato exquisito y nunca desaprovechado, compartido simultáneamente a lo que yo he podido ofrecerte. Y te he abrevado, y me he tendido dejándote cabalgar como una amazona sacudiendo sus muslos y pechos sobre mi pecho, yerba arisca del verano: un placer en el que participo sintiéndote gemir sobre mí que te ayuda a un mejor acceso al orgasmo y te acaricio tus nalgas arrechas y gruesas, peras maduras. Esta pasión dura ya toda una vida, y es una furia tranquila tu cuerpo cuando salto sobre ti y te he montado como a yegua que se estremece pegando su mandíbula a la colcha y abriendo tus muslos -que descansan, a cuatro patas, sobre sus rodillas- para ofrecerme en seguida sus caderas levantadas como alfalfa de unas nalgas desfloradas yo acaricio los pelos húmedamente encrespados de tu pubis, y hago que mi falo se refriegue lentamente en tus labios abiertos, penetrándote limpiamente, y esto es un césped que m uerdo mientras tú sacudes dulcemente tus caderas con tus pechos descansando en mis manos: -¿puede ser esto pecado, impudicia, locura de una pose prohibida que todos han hecho y esconden bajo su cama?

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(preguntas moviéndote suavemente en sentido contrario a mi ritmo que empuja, mis manos, mi vientre en tus nalgas que son un césped dorado y tranquilo bajo mi cuerpo): -muévete un poquito más, sacúdete como hasta ahora, y trata de ser esta apacible furia que eres cuando enamoras a tu marido (te digo saboreando todo tu cuerpo con este largo placer de mi cuerpo, sintiendo que los sentidos se distienden a través de mi piel en tu piel, sintiendo a punto de evanesccrme en el instante en que el cuerpo descarga y la mente desaparece). ¿Estas palabras como otros brazos acariciándonos en la cama, qué función tienen, o excitantes de qué orgasmos que se prolongan, y se retienen, se aguantan un poquito más en tu mente desempeñan una función fisiológica cuando cuerpo sobre cuerpo se juntan? Tú montas sobre mí, te refriegas sobre mi alma, una flor, y yo monto sobre ti y nos refregamos igualmente pero siempre una amante como una yerba llena tus labios, una palabra que me dibuja a esa amante en tantos años de matrimonio, ¿y este ser todavía uno desconocido hacia el otro es el tercero en discordia -una amante furtiva en un hotel al paso que se apodera para siempre de un orgasmo que la esposa desconoce? Puede ser esto también, y puede ser que la esposa así es la amante eternamente entregada a su lujuria como a una dicha que no pasa, o puede ser también que ella es una más compartiendo al marido y así, cuando lo posee, lo posee eternamente. Se dicen tantas cosas irreales, y a veces bellas, sobre la cama como un sueño donde la postura no importa: no es sodomía así como hemos estado pero esto -mis labios abrevando tu espalda

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y entre tus nalgas, contiguamente abajo, en tu propia vagina penetra mi falo- niega límpidamente el "abrazo del monje" y la concepción es directa, exige un tan alto grado de excitación como dominar un tema de Stravinski. O cambiar esta sencilla pose por otra: colocarte por ejemplo con la espalda en el lecho -un abrazo aconsejado en Trento pero con un poco de arte mochica, o hindú: muslos abiertos, tus piernas descansando en mis antebrazos- y decirle entretanto palabras enamoradas en tu cuerpo porque sé que tú misma te imaginas (¿lo necesitas en verdad?) incluso a veces ser otra -la libidinosa esposa de un amigo desvistiéndose ante mí- para poder, como crees tú misma, sentirme mejor, yo lerminar por hundirme profundamente en ti, y esto que tu cuerpo hacc o no hace, mueve o remueve, forma parte de su naturaleza en relación a lo que su cultura ha deseado: la esposa de un amigo que se desviste lentamente ante mí eres tú misma como haciendo lo que más te ha gustado -tus manos em puñan mi falo y lo colocan, belleza contra belleza, entre los gruesos labios de tu vulva mientras te montas, resoplando, sobre mí como para refregar mejor tu clítoris robusto, retráctil, y húmedo- es una hermosa complicidad, un reconocimiento por partes iguales, pero íntegras, de algo que está en el tiempo y llena los cuerpos, una postura que no es propiedad tuya ni mía: una relación, una integración efectivamente armónica, y novedosa, donde poder existir ha sido todo este conocimiento. ¿Quién ha podido oponerse entonces a que rccontinuemos en nuestros cuerpos un ritual de un vivir perdurable? Este amor es cuerpos y sin cuerpos nada: ni tú ni yo, ellos, o vosotros, existe. Y no tiene sentido llenarse la boca con palabras

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como belleza, verdad, o razón, mientras estos cuerpos acariciándose como flores peligren bajo un destino que no han buscado, y no se posea conciencia que los conceptos sin cuerpos son abstracciones ante las que uno buenamente debe preservar el fruto maravilloso de su indispensable distancia. El cuerpo es movimiento y su dibujo son estos versos como amantes acariciándose sobre la yerba, una pintura de amor en un fondo verde pálido, mis labios en los tuyos como aquella mañana donde yo te encontré para poner en ti esta alianza de la carne, y poder hundirme dulcemente en ti porque el cuerpo que entra en otro es el resplandor que sale en los ojos, fresquísima luz en un tiempo hermoso c intranquilo. X. H an pasado lentamente las horas y yo he continuado asiéndote delicadamente como a una blanca tetera de porcelana encima de este órgano caoba. E l arte de la fuga de Bach concluye como empieza: notas galopantes trotan como frescos caballos en teclas con flores que murmuran a su deseo. ¿Se escucha aún el rumor a mirlos de la tarde en nuestros labios que se humedecen besándose hasta el delirio? Tú me has arrojado tu cuerpo entre los brazos como un puñado de flores acariciadas a un tiempo del que todavía nos ha considerado adelantados c incomprensibles. Esta es una época llena de horror y belleza, un sitio donde lo que ha predominado es la improvisación al método y el amor es esta música ahora esparciéndose en una época obsesionada en cosas menos bellas que su propia bondad, corazón que despierta. ¿Tiene sentido todavía dedicarse a cosas tan inútiles, y

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no estériles, como un describir a un amor aún incomprendido? El mundo es una máquina acostumbrada a rotar en sí misma como un laberinto y el amor constituye una paradoja no menos deseable que su traslación heliocéntrica en torno al orgasmo: este matrimonio no ha sido sólo acostarse o echarse a dormir y levantarse para volver a dormir. Una unión en seres tan exquisitamente rebeldes como nosotros se parece al conocimiento y una equilibrada elegancia permite no perderse en la noche. Tantas vidas perdidas, tantos proyectos frustrados he visto en parejas que lo prometían todo cuando se conocieron, y ahora son nada o silencio -van por la vida como por una acera llena de cspcctrosque no cuidar tu limpieza en la mente es perder una buena parte de mí, el complemento de una verdad que rehuye mi tiempo. Las leyes del hombre y de natura han de complementarse como cuerpo e inteligencia, o pincel y dibujo comprendiéndose en esta dicha que son los propios sentidos del hombre: un cuerpo, como un poema, es el sentido que embellece a este mundo: página donde suavemente interpretam os acontecimientos que sin nosotros serían imperceptibles. Un mundo que se transforma es rueda que mueve a la mente, un cuerpo como una lucidez donde confluyen toda esta energía integrada a otros cuerpos que giran en mí como en un cielo inesperado y tranquilo: el espacio donde el amor no especula en lo nauseabundo -ni traga mierdase reconoce conciencia, y su quehacer purifica el cuerpo: esto es historia, tu cuerpo como flores en mis labios no es ya el enigma y "p - q" una proposición para encontrarnos, a la salida de tu trabajo, y leerte mis versos. Quisiéramos poseer esta privacidad como un cuadro de Rem brandt donde bulle la vida total, un matrimonio como un continuo enamoramiento

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va a producirnos como consecuencias de una formalidad decrépita enemigos emponzoñados. Enemigos más peligrosos si esta mutua confianza llega a desmoronarse: aprendiendo a reconocerse como manos acariciando estas flores de tus pechos habremos sobrevivido al pasado y este manuscrito será una fruta en nuestros labios. Somos una luz arrancada suavemente a la nochc, o a la incomprensión, a todo lo inerme. Tenemos flores, actitudes, misterios, reflexiones que los demás no ignoran y han olvidado como a este palabra profética en libros terribles como toda alegría, estos poemas, lugares abiertos como parques donde muchachos ávidos de certeza puedan extraer este poco de amor, estas flores, esta fruta refrescándote dulcemente los labios ansiosos. Una comprensión es una sola estructura llena de interacciones a las que denominados amor donde la pareja ni el amor existe sin cuerpo: una función como un destino, energía dirigida a integrar partículas dispersas en una sola escritura sobrepuesta a un mundo donde como el que misteriosamente aún florece en la imaginación del hombre predomina el deseo. Y deseo es lo que impulsa a todas las cosas permitiéndonos construir un tono de vida, una luz en cuyo centro los principios masculino y femenino se rebelan contra su opuesto: aquel pasado donde los sueños se calcinan. Muchos son los conceptos, y muchos los objetos contra los que debemos combatir, y muchos además los que debemos irrefutablemente defender. Espacio, tiempo, materia son prefiguraciones surgidas en el deseo cuyo contenido son estas obras, estos cuerpos y mentes, esta escritura hecha contra la muerte. Cuerpo y deseo son la materia del tiempo y no hay conciencia sin cuerpo: todo progreso es obra

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de su deseo. El deseo es progreso: no así el progreso que es obra del cuerpo. Nada puede obrar sin cuerpo, y todo lo que se ha opuesto desiste de lo que existe. Una conciencia sin vida no tiene deseo y no es conciencia, y nada es lo que no desea. No hay cuerpo masculino ni femenino: hombre y mujer son complementos de un cuerpo tan infinitamente inten­ so como el orgasmo donde unas generaciones han poseído más realidad, o futuro, que en la propia realidad de sus miembros estrechándose furiosamente en la yerba. El deseo existe porque es sufrimiento: destruir al pasado es poseer esta flor en los labios, y el no-sufrimiento es deseo realizado como una visión, una conciencia de la estructura de un instante en el instante en que se unen materia y espíritu, naturaleza y acción sin no más verdad que este matrimonio elevándose sobre el transcurrir de la noche, o la historia, una obra de arte a la que todos contemplan como cuadro de un Renacer, música dulcemente agresiva en el órgano de estas palabras. El cuerpo que está en la madurez de la historia reside, entonces, no en su ilusión -como diría Klcinpctersino en poseer conciencia de su energía: un paraíso recuperado en un instante de alegría fugaz como toda pesadumbre es transformación, un mañana como una flor en tus pechos dulcísimos. Y así como el poeta debe ser un buen pintor del Renacimiento: su arte un cuaderno de argumentos posibles y aplicables, un estudiar las articulaciones para ponerle alas a sus ángeles y una vez que sus ángeles pudieron volar como este poema con una mujer abriéndose sus muslos da su obra por concluida en la vida que ha de proseguirla,

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así también el cuerpo -que es un cuerpo místicocm pczará formulándose como una visión de conjunto. El ángel que llega, o que parle, resplandece apenas como un corazón desesperado en la noche y todo silencio si no es silencio perdido predispone a la acción: tú eres este ángel, este poema, una palabra como una ciruela endulzando tus labios esta noche donde yo poseía tu cuerpo como yerba revuelta porque el amor es un producto del arte, y el arte una transformación del cuerpo en algo tan eterno como este mar, esta luz, este cielo de nuestros ojos que brotan, como astros, arriba.

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BEL ESPRIT



I

Trabaja quien debe trabajar, fabrica su libertad quien puede domar su carne, no su espíritu, dom ar en sí lo que este tiempo designa por encima de sí. Buscaremos un poco de luz en el parque Castilla y yo he de llevarte al país de las letras, sobre esta grama, sacarte de tu incomprensible inconcicncia. Un alocado ruiseñor colorado te habla posado en tu hombro y se introduce limpiamente en el temblor de tu mente: quise amar la poesía y la poesía trajo anarquía y violencia a mi mente de estudiante ordenado y tran­ quilo, trajo cólera, y violencia, lujuria que hiere a mi carnc probada como una fruta. Puso un delicado sable de amor en mis manos. Y floreció en mi vista como muchacha raptada a su cruel pasa­ do. Puso una flor, y la rasgué. Puso una página, y se llenó de be­ lleza tan fresca como geranios. Desgarré al pasado como el papel de una retórica deprimente y abúlica. Todo lo conocido fue desconocido a mi tiempo. Y mi violencia fue violencia incstéril como jardín. Tuve que inventar maquinarias reversibles, fórmulas tan bellas como una flor que jaquea al pasado. Y tuve que estallar, evaporarme de la noche. Tuve que dejar apenas la flor de mi vuelo en la ciudad. Tuve que perder por un instante mis estudios, tuve que alejar­ me de esos libros, parques, tonadas de música estúpida como este tiempo. Es dura la vida en todas partes, es dura la vida que me tocó vivir. Y tuve que estallar, evaporarme de la noche. Tuve que masticar mis flores de náusea.

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Beber hiel y vinagre, llorar encima de un sepulcro. Tuve que abandonarlo todo -moral familia confort gracia y des­ gracia pero no dorm ité con la acidia. No quise ser el académico estúpico haciéndole favores al p a­ sado. Y todo lo derrum bé destruí rompí. Todo lo construí. Porque nada respondía al furor de tu nombre, oh poesía. Un alocado ruiseñor colorado florece en tu carne. Abrirás el libro de esta nueva poética como un tempestuoso jardín lleno de ángeles y demonios comba­ tiendo por consideraciones tan frescas como un burdel donde habremos de poner orden y belleza, concierto, verdadero furor y no bullicio ni ramas resecas o retorcidas contra las que tijera y talento, cirugía o meditación se rebelan infatigablemente diestras, suavemente precisos de noche. Iremos como dos enamorados balanceando sus manos a contemplar deshacerse y recomponerse sus figuras suavemente ondulándose en estas aguas románticas. Tus labios estremecidos deshojarán la flor de tu cuerpo: yo tengo la edad de las novias gastadas, mírame: la violencia que te sale como un idioma me contrae. Mi cuerpo es todavía flor fruncida, y aún no me rasgas. Todavía puedo montar un potro y pegar mi cuerpo a la piel sudo­ rosa, briosa, para no desprenderm e de ti. No soy la que buscas. Ni el tesoro perdido de un corsario. Ni una metáfora que pueda justificar el silencio de una noche viciosa. Tengo la edad de las mariposas de medianoche y un turbio placer en el párpado. Un diploma es tan poca cosa para mí como un viejo. No es un error desearte como a un lloviznar de procacidades ni llorar apoyada en el hombro de mi muchacho. ¿Qué fue mi vida? ¿Y qué es la tuya? Tú llegas m ontado una tarde en una moto

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y saltas a mis muslos para probar el estremecimiento de mi cuer­ po. Yo a ti sólo te encuentro metiéndome la mano en una esquina. Para ti mi vida es placer y esta guarida -aquí hay como en la tuya vida tambiéndcbe desaparecer bajo el bulldozer de nuestro deseo: no de lo que se nos opone. Más allá del límite donde se alzan edificios grandes como bos­ ques no puedes pasar y sin embargo te has deslizado como por detrás de la lluvia -una flor enloquecedora te hacc estremecer al voltearmepara acostarte en mi lecho. Tienes lo que yo he buscado: energía, locura, delicadeza. Tu inteligencia terminó seduciéndome como una página de Schubcrt. Y el fuego que arde en ti como en mis muslos aplaca tu sucia lujuria. Pondremos entonces furia y razón, una salvaje ñera amable como leopardo a esta tierra donde se ha considerado como poco saludable a nuestra mente cultivar verdades como geranios, hiedras de luz en la yerba que limpiamos. Y al poner belleza y locura, esta perpetuación del conocimiento a la violencia de nuestras artes aún dormidas y silenciosas ahora que esto -nuestro país, la historia perviviendo como verdad en nosotroscs un mapa de geranios, un magisterio de belleza legada por espada y fuego, insomnio, y llanto, rabia, gente que nació o padeció, vivió, sufrió uno y otro espanto, habremos concebido al futuro. Cada una de estas palabras tiene una historia, un sentido que proponer al combate que brota como libros que otros adolescentes abren ávidamente dispuestos a conocer to­ da esta magnificencia de la tierra, esta belleza que hará que tus manos pasen tan lentamente los versos como flores que tu pasión necesita. No te cvanczcas entonces ni te enmarides a lo que permanece menos que un rotar de astros en el ciclo de nuestros ojos. No te distraigas más de lo que debes distraerte

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o cnvanccerlc cuando la diferencia que falta es la totalidad esperada como el arma a la que hemos de afilar todavía en las manos y hemos de ir abrazándonos, o besándonos, por estas calles contempladas como flores bajo esta luna que boga -portento de luminosidad en el aire de octubrecon una serenidad aún increíble en un ciclo azul despejado y profundo. Un cielo hermoso como tus ojos brillosos y estas flores de mis palabras en tus labios que mordisqueo son un ruiseñor. Tenemos este cielo, estas palabras, toda la noche del mundo para leer poesía y amarnos frescamente sobre la yerba con rocío de este parque. Yo habré de lograr que vueles conmigo y tú girarás como luna en el viento de un cuerpo que nadie sino yo, pudo amar hasta ahora. Yo seré ese amante, aquel estudiante que lleva tu belleza atrapada en un verso y te ha liberado en el pupitre donde se trazan flores como muchachas que se desnudan en una teoría viciosa. No seremos tristes ni inconsistentes como el otoño: limpidez de tu cuerpo lleno de yerba fresca como un cántaro dulce proba­ do bajo estos cerezos en flor de un verano que eres tú como Afrodita cuando te leo mis versos: lucidez y belleza de la vida en un cuerpo am ado como una flor, antes de irme al verano y caer liberado de toda tristeza por una aventura que son estos ojos, estos pechos, estos labios dulces como cogollos de capulí del monte, o no el verano sino locura y desequilibrio de fuerzas me hundan en una furia no más distinta que esta época, esta verdad que intercede por causa de amantes solitarios sin no otros tesoros que sus propias flores deliciosas, su inteligencia alocada como geranio -pueda tener este ritmo, aquel dulce furor diestramente escabulléndose hacia la luna, y sus estrellas, piedras violetas de un ciclo de abril. T e engañas si pretendes

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hallar amor más fino. Habrá otros nidos de oro, pero no como el mío: -fue lo que dije en un recital sin micrófonos y con todo este auditorio de tus brazos aferrándose a mi cuerpo. ¿Qué podríamos aprender en un poema de la angustia? ¿Qué lección aplicar a una situación concreta donde los años terribles, y la pcrsecusión de las ideas, niegan toda poesía, todo concierto de palabras que son no como palabras sino el resultado de largos e infinitos estudios dedicados a la luz y la práctica del hombre? Fortalecer esta y nuestra conciencia y la práctica a este respecto incluye la posibilidad de que una muchacha sea algo real y concreto: estos geranios por ejemplo, o una cantidad de prosodia capaz de mover un país. No nos hagamos entonces más problemas tratando de obviar nuestros problemas. Si la concreción de esta belleza es un teorem a en el que florecen todos los corolarios una primera verdad es que la exclusión de todo provoca la inclusión de la nada. Que la exclusión de esta nada implica un grado de calidad en la intensidad. Es violencia esta vida: no destreza la muerte. Así, yo apenas puedo ofrecerte este yunque de mi resistencia. Porque el sueño diseñado sin un peligro no es un sueño y lo que es compacto es lo que sobrevive más allá de todo peligro, incluso aquí donde toda verdad debe sobrevivir a la muerte.

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II

Ahora que el invierno ha depuesto sus armas volvamos a serenarnos como un último intento por destruir a la muerte: toda distancia entre sabiduría y belleza, amor y violencia, verdad y dulzura es falsa como un cerebro sumiso, un cuerpo que odiase lo que configura su todo. Ningún orden hastía y mucho menos esta naturaleza donde el hombre aún no aprende u olvidó ya reflejarse: poco Narciso no son estas aguas -hombres como desperdicios bajo sus puertas- sino flores la visión que te devuelve el transcurrir de nuestra concien­ cia y su valor de uso es rebelión contra la otra cara: billetes y monedas amontonadas sobre un mostrador donde la en­ vidia -aquel triste mediocre que asesina- se regodea contra el dolor de un poeta. Esto es el punto criticable: no ver alegrarse a mis calles. Alguien mira al revés este tiempo y su cerebro que no precisa una imagen se ofusca en odiar la verdad. En mis días de aflicción, locas persccusiones a mi meditación intranquila yo he tratado de buscar al héroe que pudiera darme estrategia, y calma, locura, magnificencia, un Bel Esprit como un Byron encarnándose en estudiantes furiosos y vitales, inteligentes como una mañana tan bella, y mi tranquilidad será perfecta. Todos esos jóvenes que van de aldea en aldea, libros como cuchillos hambrientos, por toda la sierra son estas palabras dulces como ojos de muchachas acariciadas suavemente en la noche. Y yo mismo hecho un bello leopardo traté de interpretar el gesto conveniente en un instante desequilibrado, y absurdo. Toda poesía conmueve y !a literatura enseña lo que permanece embotado en sentidos embotados:

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saber mirar tu cuerpo es haber aprendido a amarlo. Todo reside en plantearse un sistema correcto. Estudié primero a los elementos terrenos: tierra/fuego/aire/agua. Cada uno tiene su propio universo y ese universo es su propio equilibrio que se proyecta en la cabeza del hombre: el ángulo desde donde el pasado aún ha pretendido existir no es tan conveniente como el hecho de permitirlo y guíate por esto: nunca te fíes de apariencias fugaces y el último resplandor de la tarde hundiéndose en el mar sólo es hermoso como luna lle­ na tragándose a la noche cuando el equilibrio se profundiza hacia su exceso. Sucede con las cuestiones comunes como con estos conocimientos sensibles: en lo no aún alumbrado germina el saber pero cuando esla vida puede traducir su poder en bondad es que se ha producido lo cierto. ¿Quién desea arrojar el amor de la vida? Para mí escribir es vivir: este trazo ligero, este dibujo de letras como flores en tus labios contiene la pulsión de mi sangre y puedes, para sobrevivir, aferrarte a estas flores convulsionadas en un par­ que de abril: tú, en el reino de los sueños, eres el poder: una sola mirada tuya y mi vida se disolvería en tus labios. Tus enemigos buscarán entrom eterte un oscuro terror al que has eliminado conservando tu calma. Aprendimos a domar el caballo extranjero, el arcabuz. Y todo nos fue hermoso, y dulce. T odo es conocimiento: tener a la bestia domada para realizar lo necesario. ¿Es que puede tenerse tan poca poesía como para no destruir maldad y crueldad, este azufre que carcome la mecha dirigiéndose no se sabe hacia dónde? Toda conciencia surge

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con la necesidad d e poder y los demasiados palos del mundo encorvan mis lomos como un león enfurecido saltando sobre su agresión para tragársela. Tú, elegido para ser el mejor entre todos, preparado, golpeado, elige tú también tu destino: muchachos aventureros y bellos asolan el culo de lo frívolo y tú eres su dirección y su espada tasajeando una época siniestra y cobarde. Esta vida es una proyección del estudio en la acción y la exactitud en el reflejo del método es la belleza que te propongo: la inflexibilidad de la forma es sustancia en el contenido. Esto es lo que digo: la nada es un capítulo abandonado a la metafísica y es belleza toda aventura aplicada a un mundo concreto e ignorar, sobre todo, que más que escribir sobre ella -hablando de su aplicación a la vida- desde una oscura revista bimestral que ésta se produce a pesar de su vanagloria es lo que debes erradicar. El intelectual es un hombre total y el verano es terrible como su mente. No pierdas tu tiempo atacando lo que no es falso. Atenle a la verdad, y fortifícala: brota frágil como un péta­ lo de flor. Todo se inicia, y todo termina en amor. Inmensísimas máquinas estarán allí tratando que tú no com pren­ das a este tiempo como un sentimiento perdido y querrán atraparte como una flor para achicharrarla en sus ruedas. Conocer el cuerpo no como efectos aplicables a símbolos -una función que existe sólo como metáforasino como decisión, o deseo, es tan correcto como poseerlo. Porque, ¿no es lo inmaterial cerrar totalmente tus sentidos al mundo y engolfarte en tu propia descuidada melancolía enceguecida? Toda visión es un estado de ánimo personal en un instante de excelsitud particular y siendo tú el sueño tal vez de una estrategia que desconoces tu visión será

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el cerebro que te sueña. Considera a eslo sólo como una pelí­ cula cuyo argumento es el vuelo de nuestra conciencia por encima de una época derruida y una flor bien dulce y sin tristeza es todo lo que te prometo. Todo lo no dulce no nos pertenece: todo lo no humano, y cuando he visto a tanta gente precipitarse en la locura por ser ya incapaz de arrojar o devolver la agresión recibida pienso que es mejor distanciar­ se o escribir también contra ellos: la pérdida de creatividad produce indiferencia y la indiferencia llega cuando la nada se introduce en tus sentimientos, vencién­ dote. ¿Puede ser más inevitable esta vida que lo que siempre lo fue? Espíritu es sentido y una acción del sentido en la materia. A veces me he preguntado si será contra el cielo a quien los perros ladran -falsedad como odio en sus bocas- cuan­ do no encontraban indiferencia en mí: lo sabio atraviesa momentos tan infelices como para no permanecer inalterable como un opaco silencio y cuando la energía rebalsa a su propia razón todo está perdi­ do. Ahora sé que lujuria y carnc gobiernan sobre sí pero no la energía fuera de sí si esto es la forma como toda razón florece -calmada, dominada- en el mundo. Tu cuerpo dulce como una desesperada tristeza prueba que sin mí desaparece en la noche. Un cuerpo es materia gobernable y su razón es haber florecido en mis manos. El misterio del amor perfectamente perpetuado es éste. ¿Entonces la carne -su lujuria asentada a la tierra- no es sólo motivo para denigrar los vicios donde la razón opera como diamentc que corta el hastío? La noche puede haber renunciado a la verdad y lo que yo percibo para ti -que te he dibujado como

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a una flor­ es una terrible animalización si arte y afecto, honestidad y locura desaparecieran. En la noche todo es triste y opaco, la madrugada ruge y su estilo aplaca a la primavera: no fructifica la una lo que la otra prueba en sus labios. Háblale de flores, prueba estos dulces pétalos. Son tan tristes (tan aparentem ente tristes) como la belleza cuyo existir justifica -contra Charles Peguy y su absurdo- lo humano y sus frutos una cierta sensualidad probada en tu orgasmo. La flor de tu cuerpo despierta en mí apetitos sensuales pero hundirse más de lo que el propio placer puede colmar condu- • ce al hastío, y la náusea: un vacío destruible apenas se produce identidad entre los bellos amantes y la vida concebida como un arte superior a todo lo que el pasado escupió sobre ella prueba entonces su efecto. Estás aquí, y me escuchas, una voluntad que se adiestra enfrentándose limpiamente al mundo reconstituye presente y futuro. E l cerebro como su obra es un producto de lo que continuará creando y mañana, cuando no estemos aquí, sabremos que belleza y nostalgia, sabiduría y poder -todo eso es la carne fresca del Angel, y lo que el Angel heredó de nosotros. Encaminémonos entonces hacia el amor y la totalidad mística.

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(II

Terrible caminar es éste: vivir. Una prueba como un martirio elevándonos a contemplar lo que sucede, allá lejos, o abajo, entre los edificios que flotan hasta hundirse en lo oscuro: una tormenta sin luces -marionetas plegándose a lo que no han elegido- en medio de un drama que observamos apenados, tristes, pensativos. El maquillaje: no la mente que florece en el cuerpo, es no ser. Y el destino -cruel como picota de náusea- que no nos ha permitido separarnos de él para destrozar su insulsez obliga ahora a enfrentar a su opues­ to: lo amorfo -señal ubicua de inexactitud en el mundo- que paraliza a la rueda escupe a los enamorados que se aman al acariciar nuestros cuer­ pos. Y eso es la vida: permanecer como una flor en tus manos atre­ viéndonos a resistir algo tan falso -¿quién desea hundir su melancolía, su ofuscado fracaso rellenándose en sangre para no permitir a los hombres florecer en bondad?como desatar una guerra que hundirá pensamiento, y obra, colmará con tristeza la mirada de los hombres. Hemos resistido a esa podredumbre, a esc falso vigor nada vigoroso que se regodea la lengua buscando ensangrentar paredes tranquilas, apartar a mujeres de cuerpos que volverán como cadáveres a ser pasto del llanto. Y esto es la vida: haber resistido a la guerra, y la guerra fue el arte de haberla sufrido, venciéndola, o comprendiendo que todo ello -la bota que aplasta, el dolor de ver destruirse a un enemigo- pasará como una pesadilla, un mundo que queda -y es pasado destrozado a nuestras espaldas. Nadie quiere la guerra a la que se la termina degollando como a una tarada. Porque,

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¿no es guerra el revés y lo absurdo, una ausencia de historia en la historia? Nadie quiere la guerra. Nuestras lágrimas no se libran de ser derram adas para arrojar­ nos como fuego en ellas. Y cuando se me continuó golpeando -te digo- yo pensaba que la mente resistiendo más que su cuerpo que cons­ truyó todo lo que amamos desestimó el absurdo, un hecho trágico como la historia- un hecho al que miramos como hacia atrás- só­ lo puede haber sido el cambio que nos ha permitido vivir. Enfrentar guerra y felicidad, destrucción y coraje -no prevaricar ni testimoniar lo que no es- acentuará la destrucción de lo extraño y entonces la vida florecerá rectamente: nada de lo sucedido será superior a lo que hemos construido como proyección de nosotros. Esta experiencia de vivir en lo real -palabra oscura si los ojos se cierrancorno en la futilidad de la nochc una moral lograda al precio terrible de nuestra sangre puede ser que se parezca al suplicio pero ante esto sólo podemos continuar: una vida es terrible porque el hombre madura y se envilece menos que el mundo, y se enfrenta oponiéndose a ser entrevisto con ojos que no sean los suyos. Quisiéramos creer que lo no logrado en comunidad es la gue­ rra -cada quien una espada. Preguntarnos por el vencido, y el vencedor, la nochc y el día. Y sin embargo ya no es posible decir esto y esto es imposible -todo está revuelto y lo aparente desaparece hacia lo que es- porque las causas que separan un hombre del otro son tan irreconciliables como victoria y fracaso. Y lo que no es cierto es que el hombre no permanezca en sí mismo, y enrumbe a su mundo. La destrucción de la guerra -vivimos una época proclive a

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su rctrocesocs entonces el orden que permanece y la purificación un signo de nuestros desórdenes. Eso es belleza: aprender a dar prioridad a tu obra -el cuer­ po como un sueño que delinca una mente enérgica- antes de alejarte por un sendero sembrado con cascajo y silencio. Porque deberás saber esto: antes que lo injusto desaparezca vendrán palabras ciertas c inciertas, hombres verdaderos y falsos. Aprende a reconocer lo esencial y estas palabras serán el frescor de la torm enta luego que la tormenta ha pasa­ do, plantas de mora con caracoles sobre las hojas frescas. Ya dije: este tiempo está lleno de falsos profetas y yo he de huir al fondo de mí mismo, mar que murmura en los labios, mientras permanezco -como esta mano que levanto para saludar a un fantasma que pasa por la acera contraria- amable y atento -espiritistacontemplando el río que se desliza como una vida que fluye -mis ojos- en sus aguas movidas. Tú enlazas tu cuerpo al mío: tú aprendes, y eso es conocimiento sensible. La teoría de la vida es la vida de la poesía. Una cosa tan pálida y deleznable como el tiem po es algo que queda atrás, en la noche. Y este poema como un mecanismo de la edad de la belleza con seguida en la juventud se permite no amar tonos ridículos, o versos tontam ente profundos, una retórica tan hinchada -lo que se huachafea- como un tu­ mor que apuñalo. Somos un mundo que rueda a pesar de la indiferencia. No esa diferencia fría como un tecnócrata que ha preferido no amar tan pulcramente a Schubert como yo he interpretado para ti este mundo en la página que ahora, me permito, leerte: dejarás que tu cuerpo que me recibe,

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abriendo sus muslos, en la noche -mi cuerpo que acaricias pensativamente como taza con flores- es una imagen de la paz que este mundo debiera multiplicar como dulces postales. Tu cuerpo fue gozado ya y este poema es un mecanismo de la flor que acaricias. Si no hemos sido dcstuidos -ambos conformamos un todo como una eterna descripciรณn de lo que ocurre en un campo d e floreses no por el cuerpo que se aplaca precipitรกndose desesperadamente a otro cuerpo, porque hay algo mรกs que cuerpos entrelazados: una palabra como un corazรณn se llena de tranquilidad cuando todo estรก en orden y el mundo que se deteriora no es el mundo que somos. Una guerra destruida: eso es la muerte. Una vida que fluye en su obra: eso es la vida, y la paz.

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IV

A veces rae he puesto a releer pausadamente mi vida y he pensado en mi propia inmensísima locura como una posada aún no apacible para lo absurdo. No lo que llamamos gloria, y ambición, agasajo, laurel, impulsó mi rabia. Permanecí fiel a mi voluntad de llegar a separarme del mundo, y no separarme de mí, hasta alcanzar una perfección implacable. No nos justifiquemos -triunfo, o fracaso- en nombre de un mañana que llega sólo si hemos sido capaces de remo ver pasado y presente. No perdamos nunca el ahora y transformándolo tendremos siempre al futuro, presente. Abramos esta página en el libro de una electro-magnótica de la conciencia y veamos sus efectos en la época. ¿Cómo saber si el amor ha sido o no suficiente? ¿Suficiente lo atesorado una noche en nuestras manos? ¿Suficiente el amor esperado como una tem pestad de verano? No lo hemos sabido aún y se ignora todo aquello que permanece lejos del alcance de la pcrfeccción. Experimentamos: transformamos palabras en flores, y su realidad -paisajes como terribles deliriosson una conciencia: el sueño que somos termina siempre por convulsionar lo irreal, no lo que esperamos del mundo -ingenuamente- satisface siem­ pre nuestra voluntad. ¿Fue lo no hecho una alternativa posible a la inconciencia? Experimentamos: transformamos el mundo en palabras, y su verdad -deshacer la imperfección del horror- son nues­ tra realidad deseada: arrancar a este mundo de su imperfección no será nunca insuficiente, c insuficiente es toda esa diferencia que separa a felici­ dad y nostalgia. Eliminar dubitación y retórica en el mundo hasta confcriblc esta precisión

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y saber equivale sin equivalencia posible a todo lo soñado y este ha sido todo el secreto de una vida entregada a producir belleza en el cuerpo de la soledad. ¿Qué sentido? ¿Y qué dirección? ¿Qué trascendencia habremos de colocar al mundo que gira trayéndonos una luz cada vez más palpable, menos ilegible que todo lo recibido hasta ahora? El mundo no es nunca inaprehensible y esto sólo si el método, preciso, destruye lo que no le permite encarnarse como rea­ lidad soñada. Mundo y belleza se aposentan ahora, incandescencia y lucidez son el matrimonio perfecto. Experimentamos: tú eras una flor tan intrépidamente cultivada como el cielo de mi desvelo que una luz que rodaba en tus manos cuando salías a caminar por calles desiertas eran los ojos con que yo te miraba y tus ojos, mares en celo, la fiebre en el lecho, ese laboratorio tan desordenado como una pizarra con fórmu­ las físico-químicas. Precisar entonces translúcidamente lo buscado determ inará tu florecer en la noche y en aquesta época con praderas de máquinas descompuestas bajo vueltas de un globo caótico no poseer sencillez ni valor ni saber extraer de lo prudente una buena audacia que siente el prin­ cipio de dicha -aquello que ha podido volver satisfactorio lo ingrato- vuelve imposible elevar al cubo tu cuerpo si bajo mi furia no yace, aplastada, aquella tristeza de abulia. Experimentar es encontrar el acorde perfecto -pulsar diestramente un clavicordio en la noche- y no dorm ir­ se sin haber podido transformarte sin orden ni belleza en el estío donde nuestros cuerpos se encuentran, y el desorden de toda pasión será puesto bajo la conducción de su propia razón irrefrenable. En eso reside nuestra fuerza: no en peligrar

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como en hacer peligrar a los palos que cacn sobre el lomo: y la más leve señal de trofeo de victoria, una hoja de laurel en las sienes por ejemplo, desviará tu rumbo y tu fin -cuyo fin es perfeccionar el mundo en el dominio que hayas podido alcanzar sobre ti- tampoco será alcanzado si no te abstraes tan suficiente o elegantemente como todo monje o guerrero en pleno com bate inflexible ahora que se ha vuelto absolutamente necesario transmutar la naturaleza del hombre y su fe es humanidad trascendida. Si continúas experimentando -cuerpo, flores, mente, páginasabrías que no amar es irreal, y nunca el amor por ti mismo será la medida de un amor más grande que lo no poseído. Nunca habrá tampoco más fuego en el mundo, que en un corazón, y dos cabezas son un solo fuego como dos corazones la catedral donde realizamos el matrimonio de acción y luci­ dez. Acomete entonces tu búsqueda, y encuéntrate como la flor que el orgamos arroja en tus ojos. El lecho nupcial es un corazón esperado, y el fruto la semilla de tu cuerpo ahora que los esposos se dirigen ya a engendrarlo.

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V

Sobre tu cuerpo atrapado en flores gobierno yo, pasión, y en el furor de tu carne he puesto orden, inteligencia, destreza y voluntad. Sobre tu atorm entado vicio bajo geranios y versos, belleza, armonía gobierno yo como flor que desgarra tu cuerpo perdido y mis ojos castaños te atrapan a la noche donde tu cuerpo, dulce y bello, se extravía. Te esperé, flor en las manos, alma ansiosa, sobre prados y olas de concreto, tú llegando eternam ente hacia mí, tu cuerpo como pótalo desgarrado una noche atormentada cuando mis garras destrozaban tu pasado y la noche silenciosa era una flor brotada en la mente. Sobre tu cuerpo dormido como una azucena gobierno yo, pasión, y una música atronando suavemente el verano son estos cuerpos -hojas, flores como muslos, mirada deseosa- estrechándose a su propio deseo insaciable. Tu cuerpo no tiene silencio, el tiempo está sin paz. Una habitación revuelta cobija nuestros cuerpos insatisfechos. Un edificio se enciende bajo el ciclo enrojecido. Tú te desmidas para lanzar tus manos a mi cuerpo que te abraza, pasión de una garra tan imperdonable como el verano. ¿Oué significa vivir sin no armonizar sus contrarios? ¿U n tiempo sin belleza ni rabia será lo percibido mañana? Delicadeza y furor es el cuerpo que te gobierna. Nuestras palabras son un bello rumor en una noche turbia como tu cuerpo, el amor un destruir la soledad inhábil allí donde lo antiguo perdió el sentido del mundo. Y sobre tu cuerpo hecho música dulcc gobierno yo, pasión,

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ahora que nuestra existencia hecha flores de albaricoque es un clavicordio en el verde follaje, saber como cuerpo concreto. ¿Qué alocado instinto, o razón, es esta locura que lanza un cuerpo a devorar otro cuerpo, une y separa, conduce su alma por calles oscuras hasta que estalla en vacío sobre tus cabellos de madrugada? T e he desposado dulcemente, pasión, y una época desaparece como noche inservible. Tu locura despierta ahora bajo el cuerpo que te estremece. Y el rumor de ciudad no puede destrozar el amor. No nos faltó tampoco el contrario: tú, neutrones, yo: electrones, cuyo sereno equilibrio es movimiento y núcleo, armonía -razóny melodía -tierno sentimiento- son manos enlazadas a estos cuerpos revueltos como flores aferrándose a su belleza, felicidad de no haber poseído nada como obsesiva pereza. Intuición o saber, ardor, pasión, y reflexión son un ávido abrazo y el tiempo no tiene tregua, su energía es belleza de una proporción que desajusta lo inerme. Esta unión bella y terrible como dulce ángel desgarrando la noche produce verdad, violencia inmarchitable, no tristeza perdiéndose -negra carroza- en la calle. Un parque solitario recibe ahora a una pareja: flores coléricas, destrucción de lo pútrido. Tienen furia en los ojos, manos bondadosas, un rostro sereno como niños entumecidos en invierno. Tu cuerpo es tranquilidad y bondad, una delicadeza que yo no obvio a mi tiempo. Y te he desposado, pasión, flor asombrada de tus ojos. Tú tan bella como una marca de noche no desequilibras el proceso donde uno es todo el mundo del otro y todo lo que no es del otro desequilibra nuestro mundo. Flor enternecida, corazón en mis manos, ¿ser idénticos no es una felicidad que se cumple? ¿Y locura belleza cruel como un cuchillo el instante en que toda conciencia se abstrae, corporizándose?

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Amor es naturaleza en estado de floración eterna. El tiempo plantea problemas que estudiantes de cabellos revueltos resuelven obteniendo el valor de la diferencia de lo producido como sensibilidad y lo que opera sumándose a reflexión y acción: exacta proporción insuperable en la imaginación que no se marchita. Toda delicia es acción: toda reflexión, delicia. El cuerpo, acción de un soñar. Tenerte pegada a mi cuerpo una noche dulcifica mi vida. Y hemos podido inventar contra el invierno ecuaciones como flores, belleza de una reflexión que acogota lo estéril. Tus ojos tienen la mirada que te desnuda. Tu mente la reflexión que te indica cambiar el sentido. Toda belleza perseguida como un verano desquicia. Toda violencia no tan entendida como la noche se abstrae: el alba es un cuerpo arrecho como tus labios pero el suplicio a vivir un tiempo donde la falta de lucidez se acumula tan raquíticamente como deshecho, rosaledas de azufre, y estupidez, obliga a destruir este tiempo, y enfrentarse a lo envejecido. Una pareja enfrentándose a la noche que se le opone, avanza. Atrás, tiempo irreal, restauración del suplicio: atrás. Trazar esta distancia entre un mundo que muere y mi amor no es tan terrible como transformar al otoño en lucidez, palabras donde no existe vacío, y el vacío es un Paraíso de cosas insatisfechas, aquello que prueba solamente que el amor debía existir y su existencia es verdad, o belleza: no ausencia alguna de violencia aún en palabras alejadas de su razón. (Y atrás, tiempo irreal, restauración de la noche: atrás). Nunca habrá suficiente espacio para el espacio de tiempo que falta, lo hecho y lo no hccho, pero sobre todo este hacer como verdad en un tiempo eternam ente transformándose en flores, una verdad que arruina el pasado.

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T e he desposado furiosamente, pasión, y he tragado la flor de tu cuerpo, realidad tan poco insufrible como para despertar en mí un rumor levantando suavemente su garra de flores y picotear -ave de rapiñaun mundo putrefacto en un engranaje oxidado de otoño. Busca tu cuerpo como esta noche alterarse bajo mis manos que extraen tus más secretos deseos y prueban tus muslos propensos a toda insatisfacción impaciente, soledad abriéndose tan lentamente en tus labios como flor de deseo, Mcsalina o Cleopatra, Scmíramis o Em peratriz doblada como pálida yerba bajo el trote de los caballos de mi saber. Déjame probar tu corazón atormentado, y tu loca lujuria, entrecortados gemidos de flores no tan preciosas como oscura noche en tu cuerpo: déjame -dulce mujertu flor de ansiedad, lujuria vencida cuando he saltado a tu cuerpo para estrecharlo bajo mis uñas y tu corazón -parque a escondidas- gira como verano sin no poder abstenerse de florecer en mí. Déjame probar tu dulzura, y tu lengua, ojos como canoas bajo estos párpados de atardecer que me palpan y tendrán fiereza o brillo, carbones encendidos de mis ojos en la noche donde te rapto. ¿Tú podías ofrecerme tranquilamente al furor -cambio de trabajo: contemplación o noche de hastíocuando uno tiene que hacer una rápida síntesis de lo que hizo o dejó de hacer para el próximo día? Estamos ya lejos del pasado y siempre habrá un mañana que pedirá cuentas a lo que pudo constituirlo, tendrá la base de su estrategia en lo que se atrevió a convocarlo como estas calles, clavicordios como muchachos con flores bajo la luna. No hay otra más serena exigencia a la vida,

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la historia, estas palabras como cuerpos en la yerba, que ofrecer soluciones adecuadas a lo insensato de la comedia del átomo y nuestra conciencia de eternidad es una concicncia de bondadosa imparcialidad: teniendo piedad como maneras cultivadas -piedad no es timidez o flaqueza y es defender lo que a ti se abraza- obtienes tu cumplimiento total, verdad de un amor tempestuoso como destrucción de lo insulso. ¿Tú al buscar vivir en mi lecho no has visto que guerra es un anatema de lo real y el sol una esquirla de fuego cayendo en el mar? Una conciencia adormecida en droga no produce felicidad. Esos lirios que no han tenido necesidad de com prender esta tierra donde sus raíces, sin embargo, se han enroscado y brotan no tan frescas las llamas de su inconcicncia son materia de estudio, muchachas enamoradas como flores. El verdadero sentido obtenido es orden y serenidad -candor como buen frutoa lo que conduce tu vida -belleza y violencia, sagacidada su reposo final. Haber vivido para comprobar en tu cuerpo la pérdida de un tiempo perseguido tiene menos encanto pero más verdad, dulzura que acierta, que toda la insidia que contra ti o nosotros se haya podido bostezar. Belleza es todo lo aún no corrompido, flores que han acuchillado el hastío. Su magnitud abarca la vida en el esfuerzo que cuesta no se tan frágil como hielo quebrándose en el primer renacimiento de primavera. ¿Felicidad es el paño de lágrimas no de la desgracia sino un ser incomprendido fugazmente? Todo mundo no decaído puede orientarse en lo que niega. Otros podrán dedicarse a celebrar guerra, y estupidez,

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pero no este vivir como pene y vulva engarzándose -paz y victoria- una madrugada en que yo te poseía como al hastío de una extranjera perdida en la noche. Toda pareja insumisa cambia la historia. Todo amor verdadero lucha por no ser destruido: el matrimonio de libertad y verdad convulsiona la noche sin desequilibrar nuestro amor. Y te he desposado hermosamente lúcido, pasión, el mundo clama por un amor (a tiempo completo) pero tratar de abolir la eternidad en uno es tan inirequerible como moldear agua en la forma que la contiene, oscura pasión de mi vida, y atormentada pasión de mi noche, se puede delegar en el espíritu el destino de nuestra vida y es sin embargo imposible delegar nuestro espíritu al fracaso de los hombres. ¿Proyección no lúcida como nostalgia, o qué Paraíso no encontrado aún es lo estúpido y aquella vulgaridad -ese falso rubor, como un rostro de pula- burlándose como clérigo falso ante nuestra energía de cuerpos levantando un universo donde hasta esc clérigo habrá de tener un día cabida? Nunca nadie sabrá jamás si habrá vivido, o visto, sufrido y conocido, gozado o amado -y quizá también odiado- lo suficiente. Nunca nadie tendrá esta certeza del placer amargo jamás porque el mundo que muere -no nuestro amor- es nostalgia de un tiempo fugado en su inpracticidad y lo transformado, y embellecido, esta plenitud esperada: una tempestad como un amor que florece en el parque. T odo en el amor exige ser rabiosamente agresivo como transformación, o remecimiento que pueda derrumbar lo anacrónico: el amor es método, y esta osadía verdad: nadie está libre de no defenderse contra el pasado. El hombre respetuoso conoce desdichas y el hombre dichosos es causa de admiración

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y respeto cuando ha llevado su vida a cimentar su nobleza en la lucha y esto es el poder de la fe transform ando raíces en frutos, el trigo en violencia enraizándosc y floreciendo como razón en tus muslos. Ahora te amo y gobierno el timón de tus sueños, dulce pasión. Este asalto a la bella protuberancia del pubis ha compensado largamente el carecer de calidad de la náusea con una mejor situación estratégica en el cuadro de posibilidades que crea lo porvenir rechazando pasado y tristeza como una continua creación, este no haber perdido sentido en un campo de flores gramaticales rugiendo como tu cuerpo y me hace feliz entonces-scntirme un lobo que pueda despertar a hombres pusilánimes y opacos, o tragárselos como flores que se han extraviado en la vida. Tú eres aquella joven que unió su destino a mi vida un día y yo llegué hasta ti para enloquecer salvajemente tu mente como tu cuerpo -por amor, ¿qué podíamos entender?-. El mundo yace corrupto, nadie desea un otoño podrido. Una madrugada aún fresca son estos ojos que brillan en el cielo. Am ar como vivir es destruir un pasado indeseable: lengua /vagina son geranios dulces como un Matisse, la soledad una extranjera perdida como el atardecer donde yo -¿me amabas como a un laúd?- pude rechazar a mi tiempo y entonces esta luz fue carne, o noche revuelta, lecho abierto a una belleza intranquila como luna de agosto. T u cuerpo probado una noche como un placer prohibido estalló en mis labios: larga corrupción del hastío -tarde o amaneceres de abril: Milhousc- donde un cuerpo aún podía renacer incansablemente en el otro: allegro cantabille, o sostenuto rosa encarnado abriéndose como flor secretam ente acariciada en un parque y estos ejercicios gramaticales -poses a las que una vez nos entregamos como un sueño en hoteles olvidados-

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hechos como razonamientos, y aceleraciones, piernas que se abren para descansar en mis brazos, nalgas tan dulces que yo he probado como una conversación exquisita son una locura no tan irrazonable en el hastío entregado a su desenfreno, una verdad tan natural que se obvia cuando ya todo ha concluido y su vicio deja de ser virtud en lechos atareados. Un día levanté tus muslos, pincel de flores, hasta el cielo y allí te amé -tus manos sangraban mis flancosfuriosamente dulce como leopardo que desgarra la cohabitación que lo endulza. Tus piernas dulcemente abiertas como una flor se agitaban sobre este empujar de mis hombros -manos a tus cspaldasque pegaban mi pecho a tu pecho para acariciar tu rostro y mi vientre removiéndose pausadamente en tu vientre bajo el ciclo de mis palabras eran fresas dulces. Tus labios enloquecidos como los pétalos de tus párpados mordían mi angustia de gato entumecido y yo entonces obligaba a penetrar lentamente mi furor en tu pubis húmedo como yerba de monte. Tus narices fueron ajorcas que contuvieron el perfume a flores frescas de mi cuerpo, y tus bellas orejas dos caracoles marinos donde el mar estallaba. Tus ojos un fulgor, llama de amor, enamorado a mis ojos. Dos delicados gorriones tus cejas curvadas. Labios de fresa, y un lienzo blanco tu cutis Tus cabellos la fronda marrón del castaño al borde de un río. Y este era tu rostro, una maceta con flores que brotaban en mis ojos pero tu cuerpo adorado era tan amplio como un laberinto donde el tropel de mi furia tragaba tu belleza y yo montándote entonces podía cabalgar eternamente apacible. Tu cuello perfecto como torre de alta tensión descansaba sobre dos hombros macizos como bosques y tus dos bellos pechos como dos tazas de leche aplacaban mis labios sedientos mientras la curva inclinada de tu cintura ampliándose en tus caderas como una bahía

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donde se levantaba la suave loma de tu vientre invitaba a trotar como buen caballero en un prado de flores. Tu ombligo un punto que equidistaba cielo y tierra, virtud y pecado, y un pubis como dulce lago que perenniza el vuelo de un gorrioncillo sobre sus ondas tranquilas son toda mi riqueza. Tus muslos como columnas de mármol han sostenido el girar de mis manos en torno a tu cuerpo y tus piernas zócalos con azulejos que yo lavé. Tus tobillos un brazalete dorado y tus pies hundidos en flores de seda condujeron tu cuerpo a ser locamente estrechado, lila en las manos, alma ansiosa, antes que desatase tu cabellera que se esparció como gotas de lluvia en tus espaldas con pecas. Tus manos me dirigían amargos mensajes y al escribir replegabas tus labios en una actitud exquisita y atenta. Nuestra felicidad producto de una mente total impedía tu lenta destrucción en oficinas hediondas pero no inmarcccibles como el verano donde te enseñé a no oscurecer tus palabras. Ser tan claro como azucenas probadas en tus labios cuando yo cabalgaba sobre ti, terca pasión de mi vida, y te dirigía al fondo de un tiempo donde se ha guarecido mi rabia, y no el hastío era no sólo carne engendrada de noche sino elevar el amor que uno ha ido levantando a través de los años como un libro en que destino y voluntad, intelección y lucidez escribieron que justicia y no odio, perdón, y no el castigo, da la medida de la realidad del poder de las cosas. Terminé entonces de conducirte a mi lecho como sobre el arco voltaico de la noche para traspasar proyectos que ahora culminan como una T ocatta de Schubert en la vida real -parque verdusco, bancas de piedra rosa donde nos abrazamos- donde esta alegría de un amor salvaje -el futuro- aún escandaliza a lo muerto

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y vivir es una larga destrucción del pasado. Te he desposado dulcemente, tierna flor de mi vida, para enfrentar lo que cac, envejecido, sin nada, ya que no es que el amor rehuya morir sino que la muerte llega cuando uno ya es incapaz de m odelar el vacío a su plenitud desbordada en historia y: o cacs, o te levantas: no importan tanto entonces olvido ni memoria, injuria o gloria, ser reconocido o incomprcndido como raptar la angustia de tu cuerpo que estrecho esta madrugada sedienta. O tro es nuestro combate, otra nuestra meta enfrentada a la malevolencia que es el modo de ser de lo mediocre. Toda enfermedad es una corrupción mental, una indisposición en el ánimo vencido por la vida. Y no hay otro modo de elevarse sobre la incomprensión que voltear tus espaldas al mundo que se hunde, insultándote, mientras el camino buscado no es el que dejas sino el que parte de tu comprensión para dirigirse a destruir lo amorfo: toda desfachatez es torpeza y lo mediocre se hunde sin haber podido construir esta sinfonía de flores. Vivir entonces para com probar que es imposible trasladar aquella tranquilidad de unos ojos cerrados a nuestra vida es el máximo hallazgo, la calidad de una invención que funda su eternidad en el hecho de haber transformado la época en flor sin herrumbre. Toda eternidad empieza antes de concluir el presente y vivir es esta larga destrucción del pasado. Vivir es un arle tan difícil como producir lucidez y belleza y destruir torm entas que sacuden el vuelo de tu Jet en un pálido ciclo: su diseño -líneas ultrarrápidas- levanta un ala para remontar la nube en una circunferencia vertical y eso es un arte no tan triste como esta época.

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■¿Cuál es el arte de vivir del poeta? (me preguntaba una tarde un sicoanalista en un bar, sesiones de 40 minutos para leer la psicología del sufrimiento). -el arte de vivir, como el arte de amar, consiste en transformar una excesiva prudencia en habilidad que permita haber llegado a tu mente cuando aparentaba no haber caminado bastante: descstructurar un mundo reverso y ser entonces flor deseada. El futuro empieza antes de concluir el presente y vivir es esta larga destrucción de la insidia. Vivir más que sobrevivir es amar y el lecho donde se unen reflexión y pasión es una belleza perfecta: ¿podrán ser cuerpo y deseo un anverso de época? ¿Civilización, o barbarie, un mismo exclusivo proceso? El hombre es el más bello principio de la naturaleza eterna e inmutable: este nosotros, un flor inarrugablc. ¿Todo deseo insatisfecho será un pincel de pótalos de cereza? Hemos sido fiereza y belleza, luz, silencio, vida insufrible, y no un escribano vendido a su propio fracaso. Yo me moví con una delicadeza de arcángel de escuela cusqueña para modelar tu lujuria y lograr que una sola caricia tuya pueda hacer tan manejable esta vida como un Jet transparente elevándose para destruir el rencor antes de lograr su aterrizaje perfecto. Tu cuerpo es mi barca, mi mente una brújula m areándote un rumbo a esta vida, y su arte esta forma muy delicadamente tuya que tienes para dirigir lo más bello de ti hacia mí: dulce pezón endureciéndose como flor en botón con el roce de mis labios ansiosos como sus muslos cuando nos desnudamos para probar esta flor que sólo yo he podido inventar y estructurar para ti: hombre/mujer acoplados como alas y reactores, parque verdusco, luciérnagas

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concebidos no para palidecer en un crepúsculo tardío antes de poder descubrir cosas tan sutiles -detalle triste en cada crepúsculo- como una buenas tardes que frunce lentamente sus labios para doblarse a esperar que volvamos a acariciarla tras una visión terrible como esta vida que no era niebla o silencio, campo de heno azulado pintado una noche desierta sino este acariciar tus pechos sedientos. Tu dicha sonrojada como una cereza en mis labios, follaje aún no marchito, es ahora un poema de amor, copa que arde en manos de ángeles que van modelando tu vida a imagen y semejanza de lo que ha constituido el mensaje de un libro aparecido como flores del Apocalipsis de Savonarola en las manos de un muchacho enloquccidamcntc enfrentado a estas calles de Lima. Ah, mi bella muchacha, soy, fui, seré tan rabioso como tus muslos. Carmen se quita la trusa pero Enrique no deja de ser poeta antes de desnudarse para morder tiernamente tus nalgas. Esa es indiscutiblemente una posición pero la historia no desea aún posiciones no tan exclusivamente deliciosas como fornicar tus nalgas más necesarias que la historia: sin embargo eso es lo que hacemos continuamente porque amar es florecer tras el espejo Tiempo de recortar azucenas en la noche. Enfrentamientos inacabables contra lo que se opone a nuestro amor. El ajedrez -yo, tú, aquellos- va ganando pero no los fascistas: sus escritores -un masacotc de insultos diatribososson la causa de que sonriamos a veces más de lo debido. No dejar de sonreir es evitar que la época retorne al grotesco: sonreir resulta tan aconsejable como aplastar lo que se opone al amor: una absurda impotencia que agrede a la vida, o la esterilidad son por ejemplo causa de una no exacta relación con las cosas. ¿Podrá ser alguna vez este mundo, tan sin no laxitud, lo que nos hemos planteado como cielo?

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El cuerpo es un Paraíso y el amor como el arte es un misterio, una palabra que sobrevive -eres una sonrisa leve como pétalo de rosaa su propia esfera de acción y el amor soñado en estío elude la parte y esta relación surgida entre tu cuerpo y mis manos son un Paraíso inventado a la medida de nuestro deseo, una luz como un pincel que se posa delineando labios entreabiertos como tulipanes. ¿Por qué cuando he caminado furiosamente a tu encuentro tú diccs que mis ojos son ángeles tranquilamente furiosos, garras dulcemente marrones cuando penetro en tu cuerpo? Todo cuerpo es un Paraíso y la relación surgida entre marido y mujer -amante y amado, flor y fuegoes un lugar conquistado a la soledad. Eternos como este cielo, este mar que se guarece en tus ojos -el mar como una yegua con ganas de copular, o un muchacho de cabellos desordenados que espera con sus brazos abiertos a tu cuerpo desnudonuestros cuerpos acoplados como cielo y tierra parecen una rosa brotada en un tubo de vidrio transparente y lo que permanece indestructible es este espíritu que perdura en medio de las transformaciones de la materia: lo que no se destruye es el cuerpo que vuela como un ángel en un cielo verde. Ah loco amor de mi vida, las flores de tu lengua acarician mi cuerpo en un loco esfuerzo por no ser tan fútil como el tiempo que destruimos. Probé el sabor de tu cuerpo en el rubor de un abrazo y te entré empujándome suavemente contra las puertas levantadas de un vestido enrollado hasta la cintura. T e arrojé olor a clavel en los hombros y he puesto gotas de pachulí como argollas con rubíes en el lóbulo de tus orejas. Eramos felices

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aquí amándonos como un rumor de hojas de geranios estremecidos por la brisa de verano y te amé dulcemente como un gato cubriendo a su gata en una azotea perdida. Tu cuerpo era el país de nuestra aventura y yo para ti era una asamblea de besos poniendo a este mundo bajo tus órdenes. Ah, dulce amor de mi vida, te amé tanto como espero que seas furiosamente amada por el viento y el colibrí cuando yo no sea ya sino viento y geranios, átomo, mar, tierra, fuego, magnitud propagada a partir de tu cuerpo encendido por las flores de nuestra locura. Ah loco amor de mi vida, he acariciado lentamente tu cuerpo revoloteando como un colibrí llegado a picotear mis cabellos y estas palabras arrojaron en tus pechos -mandarinas maduras- las flores de mi cielo ahora que esto es el conocimiento del ser en una práctica de bodas donde pasión y reflexión han danzado su danza bendita, proporción en que estética es el ser de la acción. Ah loco amor de mi vida todo lo que he tenido que hacer para persistir a tu lado y dar dirección a tu vida, modelar este amor como una máquina capaz de arrasar a lo pútrido. Toda proporción es belleza, toda estructura integrándonos como energía que puso movimiento a un mundo que rueda como tú en el ciclo de nuestro orgasmo, eternidad. Probé entonces dulces llamaradas en tu piel un verano en que la conciencia asocial paso a ser la conciencia de una pareja que ha podido gobernar su pasión y todo es belleza a esta hora, todo prudencia, armonía, elegancia ahora que uno y todo es ya esta vida, y uno y todo ha sido tu cuerpo cuando está con mi furia, uno y todo mi cuerpo

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cuando aplaca tu deseo y uno es todo el poder del otro y el otro es todo el poder de uno. Y el mundo es pasado cuando nosotros no estamos, y belleza es belleza cuando nosotros obramos.


VI

No han desaparecido aún peligro, y nostalgia, y la muerte, los días de rabia que nos costó sacar esta luz de su pesadumbre habrán de permanecer todavía como silencio tras la cerca del pasado entrada la noche y sin otra posibilidad que silencio. Un hombrecillo -medio apagado, amarillcntoque no ha encontrado identidad más allá de su propia tautología es la muerte que nunca llegará ya a importunarnos: se le espera, se le brindan honores -carne putrefacta, o frescapero nunca llega sino fugazmente al paso de una grulla hacia la tumba y lo que desechamos -malhumor o silencio, abulia, bilis- sirve de largo lecho de paja, madera, bostezo en la noche donde la muerte revuelca su torpe c insensible lengua vencida. No ha desaparecido aún el peligro y la muerte no espera pero amenaza mordernos con grilletes de metal los tobillos. ¿Qué gran ausencia de amor es la muerte -distancia impidiendo a dos muchachos, Romeo y Julieta, refregar dulcemente sus cuerpos bajo cl laud de la luna? ¿Y qué incomprensión como un castigo infalible es este otro mordisco ensañándose contra dos amantes: Paolo y Francesca, que recuperaron su inocencia rompiendo convenciones absurdas -otra forma de muerte, y la más larga y letal- en una época, un siempre que el progreso es pasado, en que procrear libremente se había vuelto un atentado contra las industrias contraceptivas? No ha desaparecido aún el peligro y muerte es lo que cae -no por la fuerza sino con el análisis que ha transformado dirección y mundo en calidad y verdad, obligando a que lo falso desaparezca bajo la primavera. .Porque -¿qué es aquella vejez que al ganar sus arrugas no adquirió mando y sabiduría, majestuosidad, calma, provecho? ¿Qué es aquella vejez que se celebra

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a sí misma y no se reconoce -no tiene, es incapaz de poseer el afecto- en el fruto para lo que existió? ¿Qué es la vejez de un viejo o vieja, dentadura postiza, crema humectante, que en el largo recorrido hacia su propio y final balance no transformó su cuerpo en pura conciencia, dominio y espíritu, y ahora se sienta todos los días con un pote de crema y una aguja de cirujía de momia ante un límpido espejo que sólo podrá devolverle un dibujo de calavera podrida bajo la piel mal estirada, y con arrugas enchapadas de rojo bajo mechones de óxido blanco? No me gustan los pelos postizos ni el culo que sale a cazar piropos en revistas ilustradas de noche en el cruce de semáforos desiertos, bares donde se arroja el dinero de la desfachatez por un falso piropo. Es así como el amor y la muerte combaten denodadam ente, y el amor refleja solamente lo que le pertenece, su luz, o su fuego, esta felicidad verdadera c inintcrcambiablc como los ojos de una muchacha son el muchacho esperándola tranquilamente impaciente bajo las flores del verano, en una terraza del mar de Agua Dulce. Ignorar lo que ha sido esta vida es poseer ausencia de plenitud y aquel hombrecillo -medio apagado, amarillentoha destruido su conciencia porque no se ha movido -no actuó- y ahora su lengua no sobrepasó el error nacido de cálculo y silencio, y la vida tampoco ha esperado ahora que esta época no acepta el acierto para mañana.


VII

Noches de primavera, tiempo cruel y absurdo, ¿qué nos queda ya por sembrar? Todo en este mundo avanza, avanza, y se mantiene en su sitio. Si hemos podido reconciliar belleza y saber, naturaleza y poder, es porque predominó en nosotros la luz al silencio y aquel que en sí mismo es belleza, dios o energía, cuatro brazos que giran como destrucción, y construcción, trae grandeza a su tiempo, y se mantiene en su sitio. Bella es la vida cuando se ha gustado de ella, distante y en tinieblas si no se tuvo la lucidez necesaria pa­ ra sobreponer al destino no deseado tu propia elección primordial. Y es imposible poseer al fracaso cuando la voluntad como flor despiadada continúa gruñendo a su propio destino aciago en un tiempo en que el mal es el destino que pierdes, y esta existencia: su eterna e insuperable contradicción. Algo obtuvimos, y algo sabemos sin embargo. Todo esto no existe sino como un trascender, trascender positivo o negativo pero trascender al fin -que unos llaman fama, o gloria, y otros desprecian. ¿Dónde adquirir reposo, descanso a estos huesos que bajan a florecer desde una tumba perdida? Tiempo cruel y absurdo, tú obligas a sufrir más de lo que uno puede sufrir y este descanso sólo es posible encontrarlo en la conciencia del prójimo, no bajo tierra, y mucho menos sobre la tierra donde la eternidad como ola perdida en el mar vuelve a tus labios. Una flor lentamente acariciada produce una tan indescriptible

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emoción desbordada que su inmortalidad esperada no debe nada a la muerte, c inmortal es todo lo bello, aquella muchacha que un día -antes de irse- te amó y aún vive en tu mente. Y cuando hayamos sido devueltos como olas de mar a la mar, devueltos como lampazos de tierra a la tierra, esta fuerza de la naturaleza pervivida a través de transformaciones que se suceden, no estaremos más vivos o muertos que cuando vivimos o morimos sobre la tierra, ni el poder más poderoso con nuestra persecución: algo, sin embargo, habrá cambiado y toda desaparición modifica como hojas marchitas que tacha­ mos nuestro florecer en estío, pájaros de Klcc sobre las ruinas pasadas. ¿No es la vida un aferrarse desesperada o tranquilamente a lo que aún obra en tu mano -esta conciencia que lucha por no precipitarse en indiferencia y hastío? ¿Y qué somos ahora sino este poner orden, y elegancia, energía a una materia flatulcntamcntc presuntuosa y obtusa? Entre fracaso o victoria, buscar a tientas, o manejar limpiamente la brújula algo persiste como un pul­ so agitado en tu puño: esta inquieta elegancia ha sido un despreciar la ingratitud, y nuestra construcción pudo continuar exis­ tiendo porque aún niega la ausencia de rigor en un tiempo que como falsa conciencia -y de insidia también está hecha la historia- se pierde en una época sin orientación, ni destino, antes de haber preferido una forma sabiamente móvil, y fresca: una mente tan bella como la nuestra. ¿Para qué tanto infierno, y lagos de azufre, diablos suavemen­ te tallados en madera barroca, si aún no pudimos dibujarnos un Paraíso -una acción como una máquina destruyendo eternam ente al inficr-

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no en su cieloa la medida del esfuerzo que nuestra sangre construye desde hace siglos? Mucho mejor será el Paraíso cuanto mayor sea el infierno y su magnitud de belleza se decuplicará mil veces más que cada error cometido. Enciende luces en tu mente, em pápate de lectura exquisita y real. No te detengas hasta diseñarte un Paraíso bajo una mejor ópti­ ca real y recuerda que no piedad sino habilidad, o inteligencia, es lo que precede a tu propia bondad. Sólo quien tiene su habilidad cultivada y el corazón como fuego elevado en su conciencia podrá sobrevivir a un mundo desequilibrado, y atrévete, entonces, a dar soluciones sentimentales y el sentido del mundo como una ecuación concreta se habrá completado. Todo esto es gris y obtuso si se ha perdido la calma, y nada o silencio te hacen caminar por callejas sombrías con tus manos en los bolsillos como en una película de hastío sin saber qué hacer o soñar. Todo permanece distante cuando se ha caído como una cajetilla ' arrugada en la indiferencia que cstupidiza: por esto tu ardor o la propia virtud de tu fuego inasible son imágenes transferibles de una voluntad que permanece irascible como flor cuando crece y esta reflexión -un trago de licor que sacude, unas flores dispuestas en el dintel de una casa recibiendo bella­ mente a los recién desposadosque vuelve sobre sí misma tiene la violencia de lo atesorado como toda una vida para los días de completo silencio, la inexcusable reflexión apoderada tan elegantemente a tu actuar cuando lo falso -que no es el error sino el insoportable chirrido de la impotenciatrata de limitarte fuera de estas páginas, este mundo tan inabarcable como el mundo que yo combatí para ponerlo ante ti.

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¿Qué hemos conocido más allá de todo lo perdido? ¿Y qué lo encontrado aquí donde la primavera abastece con su luz a nuestros versos? Te he llevado a pascar por este tiempo como por un libro enmudecido, enterrado bajo tantos metros de arena en el silencio, escondido como sangre en un corazón estremecido en tus labios. Será abierto en el tiempo propicio -un verano con gente adorable y dispuesta a enriquecer el cuaderno de su espíritu dibujando a la tempestad de una mente apacible. Como una molécula, un diseño de átomo genético en la página de tu propia curiosidad adorable es la poesía leída para refrescar a tu conocimiento, el sentimiento enardecido -no el sentimentalismo torpe y vul­ gar- de un tiempo -otro tiempoconstruido elegantemente es lo concreto: fiero brillo en los ojos y en los labios, frescos cerezos, poem a como un abedul ahora que pascamos por este cielo como por un jardín donde yo te adiestro en florear tan bellamente como daga en mis manos c historia son libros terribles, y luchas, aventuras, amores tan turbulentos como el nuestro. Te he dado cerveza, o chicha de jora, y te he hablado tratando de que mis manos se muevan elegante­ mente en el aire -como un sanmarquino, un alocado estudiante que ha descendido a intercambiar sus ideas con intelectuales estériles- mientras estuvimos amándonos, y discutiendo, dos locos un verano de Lince y la noche apagada como colilla caía en la tinicbla que pisoteábamos. Te he dicho, te he preguntado: -¿qué significa a ti y a mí este mundo, y cuál la imagen que le corresponde? Y he debido agregar que nada tiene sentido si no crees que una palabra -inhumanidad- pueda contraponerse a lo que carcome tu belleza y aún debiéramos precisar que toda inhumanidad 444


es destructible pero no como el deber que tenemos de hacerlo. ¿Qué es este mundo, y cuál la imagen que le pertenece? Nuestra inabarcable verdad encuentra en el adversario -cuya destrucción condiciona nuestra propia supervivencia- su punto de apoyo antagónico y no comprender ésto es precipitarse en el caos ignorando ade­ más que una acción se produce para profundizar la escritura, y ello es tan saludable como toda escritura fortalecida al profundi­ zar nuestro mundo. Ignoramos que una conciencia inactiva se marchita, y que su marchite/, es genuflexión dirigida a traicionar cuando devino imposible alumbrar la verdad, y por esto tanto fracaso, tanta envidia consentida como un espanto. Criticar a tu objeto sin tomar acción contra él es lomar la posición de ese objeto y volver a no tener conciencia, o escindir tu conciencia, anularse en la nada. ¿Qué es este mundo, y cuál la imagen que le pertenece? Una fábrica de fuego, y por esto es fuego colocado en tus manos ansiosas ahora que hemos resuelto saltar duros cercos de estacas continuas -época absurday llegar hasta nosotros para sernos dulce y furiosamente amados sin concesiones posibles y sin distracciones de ninguna especie, y tú buscas ardor en mi cuerpo y he sabido que tiemblas, y tu cuerpo se pega a mí cuando una voz -impersonal, distante, y menos interesante que todo lo esperado- en radio, o TV, amenaza lanzar su cinismo de hielo contra una pasión modelada como tu car­ ne en mis manos. Tú tiemblas, y yo te rccogo, yo te apaciguo. Aquí puedes quedarte, y este hombre, apenas joven, recién salido de su adolescencia, es fuego dulcemente empuñado, como tea, o cetro, dulce calor como labios ansiosos en lus pechos amables. Porque, ¿qué es, después de todo, este mundo? Una fábrica de fuego, y fuego en mis ojos y fuego en tu cuerpo

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f aferrado a mi vida y si tĂş me has perdido lo he perdido todo ahora que todo lo he poseĂ­do en tu cuerpo.

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VIII

Todo tiende a ser una inmensa conexión psíquica, moral, corporal, y total: el mundo como un libro en que futuro y pasado, bien y mal, dicha y dolor se saludan y entrecruzan experiencias se acerca. Todo está escrito y sin embargo la noche aún permanece por sobre su propio trasfondo: este amor como la clave sin la que tú ni yo -cada quien por su lado- podemos existir y esta muchacha furibunda y oscura como un vuelo de flores en mi cuerpo tragado por su deseo es una cierta experiencia del mundo, buena materia para un poema sobre la inanidad de los argumen­ tos de Stirner. Tú sabías -cuando te traje a este jardín como a un concierto donde tú y yo íbamos a refinar nuestros gustos- que te iba a definir mi pasión como una razón de tu cuerpo y todo esto es un ritual eterno: las muchísimas horas pasadas consumiéndonos como un corazón ardiendo en la noche, flores de sándalo creciendo en el vuelo de nuestros besos y en mi cuerpo pastan estos venados de tus pechos que acaricio bajo el olor de vulva mojada en la cópula. Tú sabías que esto más que cualquier otra cosa es una condición de existencia en situaciones histórico-sensiblcs precisas y el arte como el amor sintetiza pero no copia lo que ocurre en un lecho atareado, este parque donde yo te he probado que el buen poema que te faltaba escribir, o soñar, eras tú misma, el despertar de una inteligencia dor­ mida. El arte

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como el estío no existen sin alguien que los comprenda y esto es cultura real como un relato tribal, o un verso exquisito. Un bella especulación -por ejemplo, mi lengua te acariciaba suavemente en el clítoris- se sustenta no en sí misma sino en el comportamiento de lo inespeculable -otro ejemplo, esta dulzura caída en tus muslos como grandes leños que arden en la noche y la noche es una flor recordándonos ese poco de ternura olvidada en el tiempo- que es todo este pa­ sado donde yace, ciertamente, la explicación (y abreviemos: tu cuerpo como mi mente y lodo esto que permanece como un orgasmo en no­ sotros, lengua, clítoris, pechos, muslos, manos, es la vida sencilla requerida por toneladas de conceptos) de un futuro que sin nosotros no puede existir y nuestro Nirvana es un estado incomprensi­ ble para un mundo donde el amor se asemejaba a un estado tan irreal que ni la propia poesía podía presentir: no hacíamos poemas y esto era, sin querer, poesía, un vivir nuestra vida incluso enfrentándonos a una mecánica que habla del amor como de una cuestión sin contenido ni cuerpos, sin luz ni deseo, sin belleza ni este revolotear de alondras en el bosque de nuestros ojos. Quizá Dclcuze, Guattari, Foucault, Carnap, o Coopcr, o McLuhan, o N.O.Brown, tradujeron este lenguaje de cuerpos a conceptos tan desmontables como piezas de un automóvil cuando requiere ser reparado y no teníamos otro modo de expresarnos (nuestra fuerza estaba en su pureza) cuando tú mordías como unam anzana mis hombros bajo la noche (¿y no fue aquesto poesía?). "Poesía" vs. "poesía"----- > "naturaleza" vs. ’’concepto" y nosotros amándonos como un tratar de conjugar el ritmo na­ tural bajo una cierta expresión conceptural que pudiera enfrentar con satisfacción ese "principio de rendimiento’ co-

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mo un argumento definitivamente inaplicable como rosa reseca en el s. XIX. Otro tiempo es nuestro tiempo y en este final del s. XX, exceso de locura como acceso a una comunión tranquila y meditada entre los cuerpos, donde el mundo considerado como medio será fin y tu fin este cuerpo en el que encuentras el éxtasis de tus párpados entreabriéndose a energía y belleza podremos quizá concretar lo que una noche percibimos como eterno estío de una estirpe hecha divinidad, o violencia. Han considerado nuestros pensamientos y sentimientos, nuestros afectos, nuestras personalidades como cifras y números escritos en una pizarra donde lo que contaba no éramos nosotros mis­ mos en una situación inesperada como todo en la vida sino un lenguaje extraño, una cierta reducción irreal sin esta virtualidad de cuerpos apretándose según una razón sistemática. Y tú eres estas palabras como un cielo que yo he construido para que puedas rodar libremente como una estrella, una luz en mis ojos. Mi lenguaje es embriaguez cuando habla de ti como de una lengua apacible en que estamos nosotros dos escon­ diéndonos tras bosques más puros que estas ciudades inmundas a las que advenimos como ángeles trayendo una buena nueva a este mundo: ni el ser ni la nada sino conciencia y eternidad son este ahora arrojándonos sobre la historia donde un poder y otro poder dirigen sus últimas posiciones y nosotros mismos nos atenemos a una sola palabra: amor, amor, amor, para poder vivir mejor esta vida donde lo que perdura son razones que la sostienen como los cuerpos cuando se estrechan y aman: este es el sentido diferencial entre lo que es un amor ex-

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traído a una época turbulenta y el cómo abandonarse a esa pasión que el amor redime en su descarga de tranquila energía salvaje. ¿La concreción de esta energía no fueron los sueños que tantos místicos trazaron ante nosotros como ante una historia de la que esperaban un Paraíso aún extraviado bajo el horror de estos tiempos? El pensamiento ha estado oscuramente equivocado en todos estos libros que no hablaron de la vida sino como silencio: un tiem po en que el error no consistió en abotargar los sen­ tidos, aunque por esto empezó, para ver brotar luz como vacuidad en cuerpos deshechos y el acierto tampoco estuvo en borrar ojos como páginas de una historia aún no escrita. Ni error ni acierto podrán reducirse a una simple lógica en la que toda virtualidad como este ha­ ber destruido la distancia entre la luz y nosotros inexiste en un producto donde el planteo del pro­ blem a evitó iluminarse con esta luz de nuestros cuerpos mezclados como geranios en un cavilar del filósofo. Volver a plantear todos estos problemas ha sido entonces la mejor solución a una época donde esta totalidad más que una palabra sin noche ni día, amor ni lucha, es interconcctar el amor al principio de todas las cosas como un considerar en tu cuerpo lo que tu cuerpo requiere para transformar su mundo. En un tiempo de falsos profetas sé tú misma, y nosotros, los verdaderos profetas como jóvenes rebeldes, místicos oponiéndose a su vacuidad en una época donde el csclavismo es su derrum barse bajo un cuerpo como una luz que distingues, a lo lejos, en el este donde el sol aparece, contigo y con todos. Toda rebelión es un orgasmo de la historia

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y la historia como una cuidadosa elaboración de la naturaleza contiene aquesto que en toda cultura florece. Estas palabras, y este amor, son también un arte vitalizado en su propia expe­ riencia formal, un mecanismo como una rueda que continúa girando imperdonablemente agresiva, sabiamente intensa como el oleaje de estos cuerpos donde hay frescura y ritmo, luces que se obstinan en salir en los ojos donde la historia será algún día un Nirvana un poco más tranquilo que la vida que ahora llevamos. Y lo fundamental, sin embargo, es todo esto, estas palabras como un no haber perdido negarnos a un no al que exaltamos como un héroe, un Bel Esprit que nos va llevando lleno de bríos a una época dulcc como un meditar a través de todo este rugido poético y esto es lo que somos, engranaje de flores en un Paraíso concreto.

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I

IX

La vida nace pero imponiéndose a oscuridad, o silencio, a libros fraudulentos como un cenagal donde el principio de equidad ha sido sustituido por un anhelo exánime, una falta de buen gusto, una inercia tan inamablc e inarmónica como toda desesperación. La vida nace pero imponiéndose a todas estas cosas: esto que no podríamos llamar extravío sino confusión propen­ dida, flatulcncia, crueldad estéril, y que todavía se encostra como una rosa marchita en las cosas del mundo. ¿Qué se ha buscado, y deseado? ¿Qué se ha querido? A nadie le ha sido posible lograr una velocidad adecuada -una perfecta, compleja, y pura velocidad increíble-, sin una destrucción de su propia desorden, un poner supoiesis bajo la violencia del rigor de sus flores. Y es que la vida como el verano es un arte incomprcndido, y practicada menos que todos estos oficios que el hombre apren­ de para matar. Vivimos un mundo caracterizado por la conciencia de su inconcicncia, y ¿qué hemos podido hacer sino continuar perfeccionando o procreando, enriqueciendo esta vida con la vida de nuestro arte? Tú, bella muchacha, sigue a este ángel como a un destello nervioso en el fondo de una época donde una verdad cuesta tanto como la vida y el refinamiento buscado son los frutos de lo que hace muchísimo tiempo fue sembrado en nuestra carne. No sólo hay vida en la carne y sin embargo no partir de aquí es no haber comprendido a feli­ cidad y belleza: tú, por ejemplo,

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cuya alegría es jugar con mi cuerpo eres también un poema, un producto intentando dignificar lo que parece casualidad en su causalidad animal y ahora eres rica -¿qué otra palabra mejor que esta para calificarte como arrebato probado en ti?- cuando palpo tus muslos tersos y suavemente abiertos a un sol reflejado en esta mirada arrebatada por tu olor a pasto recién recortado y humedecido: mírame, observa cómo nuestros cuerpos unidos se han transform ado en poema y la vida es un cuerpo desprendien-. do delicadamente sus velos bajo el fuego del deseo. Pensé en ti cuando esta primavera como el lecho donde una verdad florece me ofreció tus caricias con sabor a durazno cultivado en los campos de Catulo y un viaje en tu vientre sudoroso como un mar me coloca ante tu pubis abriéndose para cubrir como manos delicadas mis hombros que ofrecen apoyo a tu angustia y estos versos hablándote por mí recuperan lo mejor de nuestro acto de amor. Tus pechos tan hermosos como bueyes ro­ daban en mis labios que trataban de plantearte una serie de objetivos hermosos y tú silvestre como yerba bajo el sol y temblando con espasmos delicados te echabas a un costado de mis hombros pensando en la fuga­ cidad de todo esto, algo para ser arrancado cuando es bello y puesto en un lugar no tan natural -entre libros, o floreros, carpetas de filosofía- como esta planta donde una misma flor se renueva en cada primavera. Estás triste, y yo me he tornado meditabundo. Quizá no somos: este amor, este haber permanecido unidos en la noche, sino envidia para el mundo y el mundo es muy extraño, y sin ternura. También con negaciones sucesivas se transforma al mundo, y reafirma lo que uno es. No vamos, no fuimos a ningún pasado y hemos sido panfletos de un mundo que todavía no ha llega­ do.

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Nucslra mente se negó a ser robotizada y estuvimos lejos de un estilo cultivado como comercio, mercados de los que hemos huido como de la peste: a vcccs -cuando la vida fue dura y nos golpeó- quisimos ser tan felices como aquellos que ignoran su propia infelici­ dad, o ser tan impuros como los que ignoran el contenido de la impureza porque hasta poseer un poco de felicidad será todavía causa de sufrimiento en este mundo. Mi generación, tan jodida como fieras incomprensibles, y un tiempo sangui­ nario, y lleno de guerras: nuestra obra pisoteada en los suelos, dibujó su flor en la que los ojos se deslumbran ahora cuando la humanidad tiene aún la razón como la tenía aquel joven profeta enloquecido y con sus cabellos llenos de fuego que salía a gritar -como nosotros con nuestras rojas casacas de terciopelo- que veía a Dios desgarrarse en muchedumbres iluminadas y tumultuosas. No vamos, no fuimos a ningún pasado tan poco interesante como tristeza en la noche y nuestra belleza ha sido como mil luces enfocándose a los ángulos posibles de nuestras siluetas como flores acari­ ciadas por transeúntes pensativos. Es combate la vida y admito que no sirvo para lo estéril y he declarado que mi tiempo no pertenece a este mundo así co­ mo no llegaré a manipular marionetas de plexiglás y tampoco redactaré Estadísticas con ingresos per cápita. Mi nombre no figura en ningún organigrama y no soy docilidad o pasto de computadoras. Mi mundo es una flor deliciosa en tus labios pero no me envanezco porque no soy dinero y mis bolsillos sólo se repletan con manuscritos que te diseñan su Paraíso soñado. Se me ha tachado de loco: y me friega esto pero verdaderam ente no soy ningún excluido y estoy en un mundo posible: todas las fuerzas

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me tironean pero ya he podido transponer el centro de un falso punto centrífugo entre Razón y Locura (un Poder y otro Poder) porque yo estoy más lejos que este problema mal planteado. ¿Quién osará llegar hasta mí como a un verano lleno de lilas y muchachas jugando suavemente una mañana a unirse a mi es­ tética? La vida que te ofrezco es un flujo de esperma contenido en tus muslos ahora que todo me es hermoso más allá de mis palabras: mujer, lecho, amigos, y una tribu que me quiere como un geranio cultivado en sus ojos. ¿Qué se ha buscado, y deseado? ¿Qué se ha querido? Transformaciones: no prevaricaciones. Transformaciones como lucidez y belleza encarnados a este arte que produce sa­ biduría y elegancia en un mundo extraviado, y esto es la vida que florece, la vida que yo he propuesto a mi tiempo. Encontrar satisfacción, o tragedia, victoria, o derrota, pero no la pérdida del orgullo es la verdadera derrota del terror a pensar, una destrucción de la indiferencia que mata, como toda vanidad. H aber vivido para saber que es posible evitar la tragedia, y que la tragedia exis­ te, y el placer, y el combate, y todo lo que modifica al mundo, fue una lección tan suficiente como haber sabido que la satisfac­ ción es una satisfacción íntima en medio del fracaso, indiferencia, o reconocimiento general. ¿Quién, sino yo, o tú y nosotros, será capaz de imaginarse eternam ente enam orado ante un mar como ante una muchacha que me devuelve los diversos pétalos de mi ánimo solitario? T raté de buscar y he sembrado la idea de la grandeza de mi nación como un libro en que florecen todas las fiestas del pueblo y del hombre cuya sabiduría reside en propagar a su especie. No puedo hablar de fracaso, y es poco elegante atribuirse una victoria que aún le corrcs-

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ponde al futuro -un futuro creado por este poema- pero cuando se ha considerado que el combate principal se ha dado -triunfo, o fracaso, huida, o posesión- cambia inmediatamente tu juego y ataca desde otra perspectiva lo que aún te faltaba atacar. El gran enemigo no es reposar sino el creer que tienes necesidad de reposo ahora que el pasado queda tras ti, marchito y olvidado. Soy un Cristo profètico dejándose crucificar para volver a renacer como una palabra esperada en labios de una generación sensible e inteligente, llena de talento como de amor a este arte directo y perfecto que se trajo abajo a la ausencia de inteligencia de su país. Amame, entonces, muchacha, y seamos una tierra hermosa y parturienta como aurora con lilas trenzándose a tus cabellos y así te quiero y he de quererte como parte imprescindible de mi cuerpo que te acaricia como un mar en la tarde y mi sensibilidad de estudiante inspirado se abre como una pileta en una plazuela de pueblo recibiendo los pétalos de tu mirada pero bajo todo esto tan sólo somos dos seres sin prejuicio ninguno y penetrando en la historia con sus rostros reales.

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No permitas aún que una dulzura se aparte de ti: eso es perder sufrimiento, y sentido, placer o regusto en un trago de vino, o cerveza. ¿Te di ya todo lo que una vez me hube callado cuando me puse a labrar mis versos? ¿Y todo lo que no se pudo aprender si no se tuvo esta obstinación necesaria al propio saber, y a la cosa pudo llamarse pasión? Repasemos ahora a nuestra vida como un libro total y bebamos limonada en un bar apropiado. Dulce es rebelarse como pasto con flores cuando el resplandor de la vida se ha refugiado en un rostro enternecido por tanto sufrimiento y yo siembro una flor en tu cuerpo como en un mar donde mi vida confluye, y canta. Dulce es un verano que ruge como un sueño que arroja sus flo­ res bajo el vuelo de nuestros besos en todos estos años de haber vagado entre parques sin más luz que nosotros cuando tus labios buscaban el terrible tesoro escondido en mi carne y el Concierto No. 1 de Tschaikovski tenía el mismo ritmo brioso de mi cuerpo al penetrar en tu cuer­ po. Mis demonios son un fuego no tan distante a un desequilibrar se un mundo cuyo extremo es el centro donde actúan mis ángeles que a tu propio equilibrio donde mi mente configura su acción: esta iluminación como fruto donde tú habrás de hallar el sentido de tu vida me atrevo a dibujarla lentamente ante ti como en un poco de agua que fluye

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bajo nosotros y tú vienes a mis ojos como a una cultura que te recibe para investirte naturalidad y delicadeza. ¿Es esto lo que tú, y yo, nosotros, alguna vez quisimos? Quizá cada quien en su rebelde vivir encuen­ tra también una forma de morir, algo que eliminara sabiamente la injusticia de lo que se ha podido trascender apenas con una transfiguración en la estación más hermosa del año. Deber, belleza, perfección de una nostalgia donde el amor pre­ firió no abstenerse, y felicidad, y un poco de yerba en los dientes fundaron este estilo -que es, sobre todo, riqueza en tu mente- de producir historia, y ser tan plenos como esta estirpe convocándonos a transformar su época. Quisieran saber, los retóricos, qué hacemos, y qué escribimos, o soñamos, qué hemos temido para tratar, en vano, de voltear el mensaje de nuestro cuerpo al que hemos dado una dimensión histórica sin amargura, ni terror, como una no prevaricación plenamente satisfecha en el todo, naturaleza de una comunicación limpiamente compartida en el tiempo donde el amor se transfiere a muchedumbre, o máquina, y esa muchedumbre, no la impertinencia, es acción: un fuego que se propaga devorando -consciente, carnal, y místico- toneladas de papel impreso como máscaras que engrilletan a nuestros tobillos y eso es un resto de pasado, furia de una antorcha lanzada contra una época como contra un pasa­ do lleno de bruma y óxido, y con ruido a monedas. Y el fuego se propaga tan salvajemente como el amor, hordas de muchachos bárbaros y puros trayéndotc su palabra justa so­ bre la tierra: esta versión nuestra del cuerpo y sin él -muchacho tan colérico como muchachas despeinadas y guerreras- hasta el más suma me­ nos, y la multiplicación es sustracción, todo se atomiza y la muerte adquiere una forma desdibujada co­ mo un símbolo desesperado que cae, bajo la lluvia, en el plagio, o la bagatela.

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1 Y muchedumbres como flores en mis cabellos continúan procreando la belleza donde lo justo adquiere el temple de lo perdurable: todo lo aparentem ente fugaz, siendo frágil es fuerte apenas como una flor que supera al archivo volviendo a brotar donde fue arrancada. Construirse una estética -una espiritualidadcomo energía de música heroica superará siempre al ahora y cuando este ahora abandona lo múltiple y la noche se pierde en tus labios sucede que ha ocurrido el pasado y el porvenir puede que halla encontrado un sentido -el sentido de que soluciona lo que se había extraviado en nosotros- como liberar la lucidez de su silenciosa bondad expresándola en arte: he ahí nuestro verdadero sentido, un carácter tan preciso como una ecuación histórico-sensible, o estas bellas cerámi­ cas antiguas cuyo misterio crece ante el propio poder de la máquina y la felicidad es una vuelta a lo natural, rodar estos labios sobre un pasto crecido en la noche de un pu­ bis que te recibe. Este es el verdadero mensaje enviado a tu cuerpo y el Mensaje es un ángel descendido a tu mente para lograr una mejor interpretación de la realidad que te habita como un sueño, o una tremebunda pesadilla de la que si no te mantienes distan­ te estarás marchito y sin ninguna belleza en tus manos. Mi infelicidad me arrojó sobre estas noches como entre avi­ sos luminosos buscando una prostituta inamablc y pintarrajeada, el falso placer en una nochc perdida. ¿Estos letreros de neón han podido ser el símbolo, y cómo, de la propia nada, irredenta irrisión, que nos persigue? Bajo la luna me puse a sacudir mis cabellos como león arrojan­ do su aturdimiento en la noche y ya sólo queda este cántico donde mis ojos florecen en aguas fluyendo como en un mar en el que sabiamente hemos confluido para comprobar apenas que la fría tecnología

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actual es un supositorio entrando en el culo de una axiología emputecida, y sin candor, tan calculadora como el infierno donde no he de bañarme más veces que el propio Heráclito en aguas de una época perecedera pero al final seré limpio y puro atrapado a tu cuerpo enjabonado con flores ahora que la belleza inconclusa aún no permite morir y este es el secreto principio de toda cultura laboriosa y amable que se ha dibujado su Paraíso como construcción de una concepción natural de su cuerpo y la vida bajo una vida productiva y tranquila destruye entonces -rabia, cuchillo, o fuego- lo que se opone a su creación. ¿Qué hemos sido, y cuál nuestro destino cuando el corazón que cesó de latir encuentre todavía furor en mi obra? No es bien o mal lo que ha podido interesarnos un volver a replantearse contenido impíos donde verdad y li­ bertad como axiomas totales se extravían en estos tiempos que buscan equilibrarse a lo que pueda distanciar su propio pasado en el que cami­ nar por sus calles era atraer una desesperación que sólo un buen poema como el que ahora te escribo podía destruir. Sin embargo, todo ello ha pasado y lo que no pasó queda como un pincel en las manos: tu vien­ tre florece ahora en la noche donde no tuve un sólo puñado de paz y tu cuerpo como un abrazo nupcial donde riego mi esperma es una sensación tan delicada como mi lengua calmando el temblor de una vulva ansiosa. ¿El espíritu sin cuerpo existe, y el cuerpo no existe acaso para amarnos, y continuar engendrando belleza? No por esto describiré sin embargo bacanales perdidas y lo dibujado es el fuego de una conciencia forjada como este país cuya belleza es un mundo abierto a la escarcha de la mañana: no te abandones entonces a lo que la maldad trazó para ti y aquel "qué dirán" es lo que uno hace -no lo que la gente se ha prefigurado por ti.

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Fue duro forjarse un carácter y no menos bello tenerlo como conciencia guiando a tu propio destino, para rom per el cerco -esto es lo bello: rom per todo aquello impuesto sobre nosotros como una psicología hecha esa adversidad menos grandiosa que nuestra obra poniéndola bajo nuestro dominio y tú» que me escuchas, aprende, sin embargo, a esperar la palabra de un tiempo tan cruel como la bondad no aparecida aún en la hora esperada y no carga contigo y conmigo, esta pesadumbre y este miedo -no distribuye su justicia en nosotros y nos levanta por fin como puñado de azucenas y cartuchos sobre las olas de cemento en la noche. Es cruel toda bondad no aparecida aún como Dios en labios de quienes lo hemos llamado y esperamos como al Paraíso de nuestra visión. Bajo estos cielos no sé qué hemos de esperar si el vuelo de esta visión no se ha m ostrado capaz de traspa­ sar el techo de nubes, en el invierno, o mostrar su mejor destreza ahora que todo es posible y mi vida no se ha tranquilizado por vivir un tiempo cruel para mí y este esteta que he sido saliendo de su hastío a la calle a proclamar que el reino de la verdad es belleza hecha con nuestro dolor: construir una forma es destruir el hastío. Y aquellos que nos imputaron haber sido poco prudentes cuí­ dense de ser condenados cuando estos tiempos cambien, y mejores condiciones de luz se compaginen a la verdadera existencia, a esta vida real como un canto donde tú y yo somos orgasmo, y gruñido, una sensibilidad llegada con Tschaikovski y unos versos como flores en un campo donde nos hemos amado larga e interminablemente: Escuela de Bellas Artes, y tú como una Gioconda estrujada por estudiantes desespera461


clámenle intentando no desaprovechar su curso en dibujo al carbón mientras tememos caer en el hongo de lo insensible -hongo nuclear, y sabemos que el tiempo terminará liberándose como cinturones de castidad que no constriñeran sino libertad, o desfachatez, y yo he liberado tu furor y tu belleza terrible como olas de fuego en mi mente donde un razonamiento salvaje se agita como ánge­ les de colera es el poema que te ama: no caerás ni caeré domesticado y ya he liberado a esta época de todo lo que le impedía ser como tú y yo, animales afiebrados y esta incansable pasión que hizo de mí lu sueño y tu gloria fue el proceso liberador de la dicha y la dicha todos estos versos amados ahora que la tranquilidad es sabiduría y cerrar tranquilamente los ojos es nuestra última prueba de amor a la vida. No retrocedáis: esta es la prueba divina. Morir con la conciencia tranquila es el verdadero Paraíso y ya todo esto terminó, y nosotros no fracasamos. ¿Por qué? Porque el sentido es futuro, y lo que florece es lo que ha continuado hasta el fin.


EPILOGO: TESTAMENTO PARA UNA SUITE DE HUESOS


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TESTAMENTO FARA UNA SUITE DE HUESOS Soledad, orgasmo son las llamas de mi angustia. Plantear una dulce flor y después morirse. Aportar perfección al idioma: he ahí tu obra. Antes de cerrar el párpado legar placer, belleza, música, las flores de la náusea a los enamorados que danzan en los parques. Mi Dios es la carne de la esposa deseada. Todo orgasmo es santidad, mi eternidad fue amar. Felicidad, locura son signos de setiembre hasta que la juventud pasa como un sueño. Sólo queda el alma elevándose sin mañana ni violines en la noche donde el cuerpo sueña. No exigir nada a las generaciones que llegan pero implorar ahora a un corazón compasivo ser enterrado en la misma tumba que la esposa amada, para que nuestros huesos, hechos flores, se abracen bajo el ciclo hasta el fin de los siglos.

El tiempo de la niebla entenebrece el mundo. Bajo la tierra estamos mejor, solitarios pero incorruptos, abrazados, no contumaces. Llamaradas de yerba brotan sobre mi clavícula. Mi cráneo como dalias te sale del tórax. Mi esternón, flores para ti, se acuesta en tu sacro. Tarso, metatarso, calcáreo, peroné brotan en la noche del maxilar, y florecen carpo, metacarpo, cúbito, radio y trapecio, vuela espléndido el apófisis pterigoides. Este fémur enlazándose a tus costillares parece un arpa de gladiolos, una guitarra sin imperfecciones, la música del verano. Nuestros huesos, llamaradas de seda, se adoran sin dejar de florecer en el cielo sin nieblas.


M uera quien muera primero esperará a su amor como a Dios bajo la tumba para soñar. Espéram e como en un bar para besar mis huesos. Florecer significa no vivir sin amor. No sin amor morir para encontrarse contigo. No sin morir podremos amarnos para siempre. No sin am ar podremos morir tranquilamente. ¿Podremos no alegrarnos por morir para Dios? ¿No nos alegra amarnos hasta en la misma muerte? Buscamos morir para no dejar de adorarnos. Porque amarnos significó morir para el mundo. Mis huesos en tus manos son llamas para tu ojo. Para tu andar florecen mis huesos en tu mente. Tum ba donde sepultos encontramos a Dios.

Más allá de la muerte está situado el amar, ángel con guitarra en las manos, estremeciéndose por elevarse donde toda noche se angustia. Am ar es poseer la fuerza para vivir. Ser am ado significa im perar sobre el cielo. Pero el ángel despliega sus alas para soñar y el ser amado llamea hasta ser el amar. Más allá de la vida y la muerte queda el alma. Pureza, locura, aventura son dulces flores destinadas a soñar una vida sin trabas cuando el esqueleto, llama en la noche, florece para la angustia donde gobiernan los arcángeles que interpretan los huesos transformados en alma. Nosotros somos flores rebeldes al destino. Y morimos para amarnos sin límites, para poder amarnos siempre nos echamos en el féretro.

No huyo de la muerte tanto como del mundo. He probado la carne hasta que esta se marchita. ¿Podremos alejarnos ahora de la noche? Estar fuera del mundo es encontrarm e contigo. Dios se transfigura en carne, flor, y mausoleo. Dios nos llama, Dios nos busca, Dios nos fortalece 466


para no estarnos sin belleza cuando bajo tierra nuestros huesos aún se preocupen por el mundo. Sin muerte no seremos felices como orgasmo. No sin muerte Dios no recibirá nuestras flores porque tú exiges serte fieles hasta la angustia. No estar contigo en la tumba es morir de terror. Alegrarse por encontrar a Dios en la tumba no es dejar de combatir un mundo sin locura porque los esposos hacen la tumba su amor.

El ángel de la guitarra ahora se ha despertado. Se despierta el ballet, el trapecio, la película donde aparecen los años dorados, la luz de los fuegos de artificio, el cuadro con trazos violeta, que brota como un símbolo, en la mano donde el tarot, mantel verde, convoca el destino. Como en la vida es la tumba alegre para el amor. ¿No nos alejamos del mundo para amarnos? ¿Nuestros huesos no son los emblemas del placer? ¿Amar no es renacer después de morir aquí? El ángel de la guitarra violeta nos llama. Mi fémur fornica tu sacro, ser los amantes atreviéndose a ser la primavera soñada exige ser una alta conciencia, la perfección de soñar el arpa de los gladiolos silvestres son nuestros huesos estrechándose para siempre.

¿No se alegran las flores cuando llego a tu lecho? Tú serás sólo huesos enterrados de noche para fornicar sin pausa hasta el fin de los siglos. Fornicar un ilíaco guardado en un ataúd. Fornicar un tórax perdido en un ataúd. Fornicar un esqueleto caído en la noche. Se alegran las flores cuando los huesos se abrazan. Mujer, estás viva pero hace tiem po que he muerto. Mujer, no mucres cuando alucino fornicándotc. Sólo aparezco en la noche de tu sala oscura. Fémures cruzados, naipes de soledad, velas

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que arden como la noche en tus manos solitarias. Me aparezco para ti guiándote a mi orgasmo. Placer de soñarte flor atractiva en el mar. El orgasmo es la salvación en teología. Habito esta muerte no diferente a la vida. Como en la vida es la tumba alegre para el amor.

Yacen mis huesos solitarios bajo la tierra, allí florecen, duermen, se despiertan de noche cuando tú, envejecida, los cabellos blancuzcos, y las mejillas adelgazadas, marchitada, aún tienes fuerzas para luchar contra el mundo. Solitarios bajo tierra aún sigo luchando por elevar nuestra alma en un mundo sin belleza. Todos los días, unas violetas en tus manos, vienes a depositar tus labios en mi tumba que me guarece, mundo sin ayer, de la noche. El espíritu es el destino que nos alumbra como la llamarada esperada cuando vienes para conversar, y sentada sobre mi tumba, una llamarada en tus ojos, dices amor florccc como la soledad en un concierto sin imperfecciones, hasta que tus huesos se unan a mis huesos para comprobar que eternidad son estas flores que ahora brotan en nuestra tumba, esposos para quienes la eternidad implica el cielo donde se santifican quienes se aman.

Irreal lodo lo que nos rodea, irreal el mundo del que nos alejamos para siempre, irreal lo rechazado, irreal la nada, tan sólo es real el florecer de nuestros huesos. El ser ahora se despierta bajo la tumba. Ser no solitarios significa estar con Dios. Ningún mundo seduce tanto como soñar ni nada es ahora innecesario para amar. El que ama es recibido por el violín de flores. Vanidad ni halago, o premio se llevan al féretro.

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No se llevan al féretro tesoros ni ganancias. La tumba no recibe el improperio de nadie. Atesorar riqueza impide serenidad para dibujarse el cielo donde el alma sueña sin el cuerpo que, sepulto, florece para ella.

Cuando la bondad llamea sucede el verano. Elevarnos más allá de la m uerte es soñar una aventura no corroída por la nochc. Brotar en la vida como en tu cuerpo libera la llama que impulsa el violín donde sueñan flores, la alegría de no ser irreales, soñar una música lúcida para la verdad de ser el alma liberándose de la noche, la tempestad que florccc, el sueño real. Brotar en el sueño como en tu cuerpo parece ser el misterio de la primavera que arrasa la podredumbre, las tinieblas, la estupidez. Todo lo demás significa nada al amor. La perfección impulsa mi espíritu a tu cuerpo. Todo es pesadumbre: hay que modernizar el alma.

Lima, 1975/85.

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