Opio en las nubes

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República del Uruguay uno dos tres cuatro cinco seis siete calle 45 botes de basura tienda Uganda servicio 24 horas paren esta mierda déme otro cigarrillo oiga marica ya nos pasamos de las residencias El Cairo seguro las nenitas ya se fueron seguro ya no queda agua caliente seguro ya quitaron el canal porno con esas nenas de tetas blancas y grandes vamos a comer perro caliente o un pollo y cerveza otro urapán avenida República del Uruguay uno dos tres cuatro cinco seis siete oiga usted hábleme de algo usted tiene cara de llamarse Humberto y usted tiene cara de llamarse Rodesia que va yo me llamo Sven te vi perro y ella se llama Amarilla oiga usted te vi perro hábleme de algo me siento solo vuelto mierda todo el día me la paso por ahí escribiendo guevonadas y tomando tinto y después tomo el bus te vi perro usted tiene cara de vivir en la 30 qué va te vi perro vivo en la avenida Blanchot te vi perro otro urapán Sven uno dos tres cuatro cinco seis siete oiga el borracho de allá por favor váyase a vomitar en la jeta de su madre la suya guevón paren esta mierda estoy mareado te vi perro tranquila muñeca limítate a respirar claro muñeco. Creo que en la calle 72 se subió un hombre con el revólver en la mano. Su rostro estaba descompuesto. Eran las dos de la mañana y el hombre se quedó parado con el revólver en su mano y empezó a silbar mientras blandía el arma. Después se fue acercando a cada uno de los pasajeros. Amarilla cogió a los gatos y los abrazó. El hombre del arma se acercó a una putica triste que dormía cerca de nosotros y le pasó el cañón por los senos. La putica se despertó y se asustó. El hombre le preguntó el nombre. Creo que la muchacha dijo que se llamaba Lizeth. El hombre la abrazó y a grito herido dijo que se iba a casar con ella y que iban a tener tres hijos y que los domingos irían al Parque Nacional a tomar jugo de mandarina y a escuchar la orquesta distrital tocando era la piragua era la piragua de Guillermo Cubillos era la piragua la piragua la piragua. Después el hombre corrió a la putica a empellones y bajó el vidrio del bus y se puso a dispararle a las ventanas de las casas, a los edificios, a los vagos y a los perros que esculcaban las canecas de basura. Uno de los borrachos que estaba delante de nosotros se levantó y fue hasta donde el tipo del arma que dijo que se llamaba Nelson y le dijo oye Nelson deja la guevonada y Nelson le contestó cuál guevonada, que lo dejara en paz, que tranquilo, aquí no ha pasado nada. 124


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