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El cine tradicional vs streaming

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Streaming en Perú

Streaming en Perú

Por Gisela Savdie

La experiencia social de ir al cine y la sensación que produce el instante en que las luces se apagan es un placer que los amantes del séptimo arte nos negamos a perder, a pesar de que el streaming se viene apoderando cada vez más de ese espacio sagrado. Si bien volver a la normalidad va a tomar mucho tiempo, es muy probable que cuando despertemos de la pesadilla, la norma ya será algo muy distinto de lo que estábamos acostumbrados. Nos habremos dado cuenta de que la tecnología puede reemplazar, en forma permanente, muchos de los sistemas tradicionales de funcionamiento, tanto en el campo de la economía y la educación, como en los deportes y las artes en general. Haciendo un recuento histórico, podríamos afirmar que desde principios de este siglo Internet y la tecnología nos han ido cambiado la vida en más semblantes de los que imaginábamos. La economía no ha sufrido un cambio tan abismal desde la Revolución Industrial, e Internet constituye hoy día lo que la máquina representó en ese entonces. Si bien Internet existe desde los años 1990s, la cantidad de usuarios que se han sumado en el siglo XXI, que abarca gente de todas las edades y estratos sociales, hace pensar que la humanidad entera está conectada. En el campo del cine la transformación ha sido muy rápida, y no sólo influenció la parte de filmación que se convirtió en digital, sino la manera de presentación y el formato. Es lógico que el aspecto masivo que adquiere el streaming y el tamaño de la pantalla que puede reducirse a un simple teléfono celular, le quitan el aura a la presentación disminuyendo la posibilidad de apreciación artística. Si no experimentamos una cinta en la pantalla gigante, nunca podremos evaluar su cinematografía o la música. Otro aspecto relacionado al tema, también tratado por Benjamin, es el de la “memoria colectiva”. El alcance masivo del streaming, aunque sea a través de un celular, hace que una mis-

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ma película pueda llegar a miles de personas en distintas partes del mundo, dejando un efecto grabado en la memoria de esas masas. Por último, además de las consideraciones sociales y artísticas, viene el aspecto de fondo y tal vez el más determinante que es el comercial, y que da para un análisis separado. Teniendo en cuenta que las plataformas digitales ya no sólo reproducen y distribuyen la película, sino que empiezan también a producirla, desafiando el concepto del estudio de cine tradicional, la diferencia en costos de producción resulta abismal. El punto más álgido de esta discusión se dio tal vez en el Festival de Cine de Cannes de 2017 cuando la Selección Oficial aceptó dos películas, Okja, de Bon Joon-ho, y The Meyerovich Stories, de Noah Baumback, de Netflix, que irían directo a streaming sin cumplir los requisitos de pasar cuatro meses en salas de cine como lo estipula la ley en Francia. Roma una película de Alfonso Cuarón, producida por Netflix, supero esas espectativas que se tenia que por ser un film que no habia cumplido con el tiempo minimo de estar en la pantalla grande que son seis meses iba a fracasar ya que despues de tres semanas en teatros fue directamente a streaming. La idea de que una película de este nivel se presentase en pantallas de televisión resultó un insulto para los amantes del cine tradicional, que esperaban cumpliera el tiempo reglamentario en la pantalla gigante. A pesar de eso, la película terminó ganando el León de Oro en Venecia y Oscar a Mejor película en idioma extranjero, además de innumerables nominaciones y premios. Otras consideraciones tal vez mas superficiales, pero perfectamente válidas que favorecen el streaming sobre la experiencia colectiva de la pantalla gigante son la facilidad de acceso, el factor tiempo, la posibilidad de subtítulos, o simplemente la ley del menor esfuerzo. Entonces hoy día nos preguntamos si el streaming será realmente el fin de la experiencia cinematográfica tradicional, así como sucedió con la entrada de la televisión que hizo pensar que el cine se terminaría. Pero sorpresivamente en ese entonces pasó lo contrario; hubo un surgimiento de nuevas técnicas de sonido e imagen que provocaron un renacer en el campo del cine. Si bien en este momento nos encontramos confinados en un encierro obligatorio que impone al streaming como fuerza mayor, el atractivo de la gran pantalla con el placer del silencio colectivo y las luces que se apagan para transportarnos a otra realidad nunca morirá. Por eso, como lo mencionó Alfonso Cuarón “creo que las plataformas digitales y las salas de cine deberían trabajar juntas”.

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