POLÍTICA CULTURAL EXTERIOR - 91
José María Aznar departe con el primer presidente de la SEACEX, Juan Carlos Elorza, 2002.
ciación española de la exposición se hubiera podido convencer al PS1 / MoMA de acoger una exposición de esta índole. Jesús Silva, del Ministerio de Asuntos Exteriores, reveló también que incluso a petición de otros museos nacionales (aparte del Patio Herreriano de Valladolid), el Ministerio no facilitó ninguna otra itinerancia de la exposición,75 lo que refuerza el estricto interés de sus organizadores en el lugar de la muestra (Nueva York) y no en la muestra en sí. Por otro lado, la presencia del comisario-estrella Harald Szeemann ablandó también el terreno neoyorquino. Dice Szeemann: Coincidió que desde hacía mucho tiempo querían [en el PS1] una exposición mía, y por otro lado se dio el apoyo financiero del Ministerio [de Asuntos Exteriores español].76
Sintomática es también la respuesta del comisario suizo a la pregunta sobre la falta de respuesta mediática de la exposición: No vi la prensa. Nueva York es muy chovinista, y hasta cierto punto Nueva York ya no es tan interesante. […] Exposiciones europeas como esa, concentradas, son percibidas como una intrusión en Estados Unidos.77
Admitir que quizás Nueva York ya no sea tan interesante nos puede indicar hasta cierto punto que la apuesta ministerial por la ciudad norteamericana no se debía a un interés por establecer relaciones de calidad artística, sino al deseo de hacer ondear la bandera nacional en el corazón del imperio o, lo que es lo mismo, recordando el titular de La Razón, en “el corazón del futuro”.