44 - El giro sociológico de la crítica de arte durante el tardofranquismo
José María Moreno Galván: “Epístola moral… Tregua: tentativa de síntesis e invitación a la perspectiva”, Artes, nº 14, 23 de febrero de 1962. […] El lector habrá podido percatarse de que de lo que aquí se trata es de denunciar por inoperante el viejo sistema de comprensión del arte contemporáneo. Para lo cual, se recusa igualmente como inoperante a la historia de ese arte. Supongamos un diálogo polémico entre la consuetudinaria concepción de nuestro arte y la que irremediablemente tendrá que sustituirlo. La consabida apreciación artística dice: El arte es un fenómeno con historia. El impresionismo engendra una reacción museal cezanniana; Cezanne engendra el cubismo, el cubismo al arte abstracto, etc. La nueva concepción dice: No, el arte es un fenómeno en la historia. La reacción antiimpresionista tiene sus raíces en una rebelión contra los valores impuestos por el occidente; el expresionismo tiene sus raíces en la sociedad, etc. Claro está que hay una historia de los acaeceres visibles del arte, pero ella está supeditada a la verdadera historia, a la de los acaeceres complejos de la sociedad. La apreciación esteticista dice: El arte nace del arte. La nueva apreciación: No, el arte es un testimonio de la realidad social y colectiva. De todo ello podríamos deducir dos corolarios de urgencia: 1º. No ver a la realidad desde el arte sino al arte desde la realidad. 2º. No considerar los cambios de la vanguardia artística como supeditados a un imperativo de renovación de los “viejos y caducos esquemas”, sino motivados por un cambio de situación de la realidad social. No cambian las formas porque tengan necesidad de renovarse sino porque el testimonio es distinto. Es verdad que, dentro del complejo artístico que llamamos contemporáneo, los cambios artísticos han sido radicales y vertiginosos. Como han sido radicales y vertiginosos los cambios operados en nuestra imagen del mundo y en la realidad social y colectiva. Y he aquí toda una larga serie de nuevos corolarios: 1º No hay que aplaudir ni lamentarse de que el arte sea como es, pues el arte es lo que es con respecto a una realidad social y colectiva. En todo caso, habría que aplaudir o lamentar que esa realidad social fuese así. 2º Lo que verdaderamente importa no es el artista sino el arte. Porque es el arte, considerado socialmente como testimonio, el que puede darnos la medida de la realidad y no las experiencias personales de un artista. Las experiencias personales de un artista son válidas en cuanto, de alguna manera, estén ligadas a una corriente general que en definitiva es la que verdaderamente documenta el testimonio. 3º No hay que aplaudir en el artista a la invención sino al descubrimiento. Es decir, no hay que incitarlo a que busque una originalidad gratuita sino a que justifique su originalidad en un origen. 4º La realidad contemporánea tiene el destino planetario que proyectan sus hombres; no se reduce ya al destino europeo de la vieja imagen del mundo. El arte contemporáneo es el testimonio de una realidad de objetivo mundial. Por tanto, ha recusado todas sus viejas condicionantes, a saber: a) el clasicismo; b) la capacidad de abstracción; c) el humanismo individualista. A cambio de ello, ha reivindicado cualidades pre o post occidentales, como son: a) la capacidad cósmica; b) la realidad; c) el humanismo humanitarista. 5º Toda la faz visible del arte contemporáneo obedece a la nueva situación del mundo. Esa realidad condicionalmente no es abstracta. No hay, pues, un arte abstracto. Hay, sí, un arte no representativo. 6º La realidad no es ni representativa ni no representativa. La realidad del arte contemporáneo es, como siempre, o de orden existencial –y por tanto expresiva–, o de orden dimensional –y por tanto analítica. La dualidad actual del arte está, pues, en un arte de la expresión frente a un arte del análisis. 7º A margen de esa dualidad está la situación histórica. Cuando un arte tiene que testimoniar la realidad, si es expresivo, adapta su expresividad a la situación histórica dada; si es analítico, investiga y objetiva los datos de esa situación. 8º Todos los movimientos del arte contemporáneo son explicables desde este ángulo. O son expresionismos derivados de realidades momentáneas, o son análisis objetivos de datos concretos de esas realidades. He ahí una síntesis apresurada. Vamos a ver, en sucesivas cartas, cómo los movimientos se adaptan a ella. J.M.M.G. Documento 06